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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DE CENJZA.<br />

PUS pecados, rcciUan lambien la salud <strong>de</strong>l cuerpo y <strong>de</strong>l<br />

alma. Por nuestro Señor Jesucrislo.<br />

Ó Dios, que no queréis la muerlo, sino la conversión <strong>de</strong><br />

'os pecadores, apiadaos <strong>de</strong> la fragilidad humana, conlim'ia<br />

el sacerdote, y dignaos por vuestra misericordia ben<strong>de</strong>cir<br />

vos mismo estas cenizas, que queremos poner sobre nuestra<br />

cabeza, en seilal déla humildad cristiana <strong>de</strong> que hacemos<br />

profesión, y para obtener por este acto <strong>de</strong> penitencia<br />

^1 perdón quo esperamos; á fin <strong>de</strong> que, cuando por el reconocemos<br />

que no somos mas que polvo, y que en castigo<br />

do nuestra prevaricación nos convertiremos en polvo,<br />

obtengamos <strong>de</strong> vuestra misericordia el perdón <strong>de</strong> todos<br />

nuestros pecados, y la recompensa que habéis promeüdo<br />

á los que hacen una verda<strong>de</strong>ra penitencia. Por Jesueririto<br />

nuestro Sefior. Así sea.<br />

O Dios, que os <strong>de</strong>jais rendir por la humillación, y ganurporuna<br />

satisfacción sincera, prosigue, dignaos escuchar<br />

nuestros ruegos y nuestros votos, y mientras que la<br />

cabeza <strong>de</strong> vuestros siervos está cubierta con la ceniza,<br />

<strong>de</strong>rramad vuestra gracia en sus corazones ; á fin <strong>de</strong> que<br />

los llenéis <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong> compunción, les concedáis el<br />

efecto <strong>de</strong> su justa petición, y que ya no pierdan las gracias<br />

que les hubiereis concedido. Os lo suplicamos por<br />

Jesucristo nuestro Señor.<br />

Dios omnipotente y eterno, quo os habéis dignado perdonará<br />

los ninivitas, cubiertos <strong>de</strong> ceniza, y revestidos con<br />

saco en señal <strong>de</strong> su penitencia ; concerlcdnos, por vzres-<br />

N misericordia, la gracia <strong>de</strong> que imitándoles hoy en las<br />

úñales <strong>de</strong> nuestra penitencia, obtengamos como ellos el<br />

Perdón <strong>de</strong> nuestros pecados. Por nuestro Sefior, etc. La<br />

iglesia termina esta bendición <strong>de</strong> la ceniza, exhortando á<br />

todos los fieles <strong>de</strong> una manera patética, y en el sentido <strong>de</strong>l<br />

Profela Joél, á que se haga útil y eficaz la ceremonia <strong>de</strong> la<br />

Cemza. No nos reformemos solo en lo csterior, por la mo<strong>de</strong>stia<br />

<strong>de</strong> los vestidos, en la ceniza y en el cilicio : ayunemos,<br />

y acompañemos nuestros ayunos con lágrimas do<br />

^nlricion, que <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>rramar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Señor; pornuestro<br />

Dios está lleno <strong>de</strong> bondad y <strong>de</strong> misericordia,<br />

^siempre pronto á perdonarnos nuestros pecados: corri-<br />

Jatnos las fallas que hemos cometido ó por flaqueza ó por<br />

'giorancia ó por malicia; y no difiramos el hacerlo, no sea<br />

<strong>de</strong>sprendidos por la muerte no tengamos tiempo para<br />

COllverlirnos.<br />

La Epístola <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> este dia, está lomada <strong>de</strong>l<br />

0lela Joél al capitulo segundo. Nada podia convenir me-<br />

^ at espirilu y á la celebridad <strong>de</strong> este dia. í.os azotes con<br />

U 10 Dios castigaba los pecados <strong>de</strong> su pueblo le ofrecen<br />

"a buena ocasión al profeta, para estimularle á que pro<strong>de</strong>T<br />

aPnc'guar 'a có'era d^Dios, por medio <strong>de</strong>l ayuno y<br />

luV penilencia» prediciéndole que el Señor movido por<br />

(.'¡^"'"'"acion, por la maceracion <strong>de</strong>l cuerpo y la oral,./1'<br />

<strong>de</strong>rramará sus bendiciones sobre los corazonescon<strong>de</strong>J?<br />

^ humillados, y colmará <strong>de</strong> bienes las almas verda-<br />

Hf) nmente penitentes. El estilo <strong>de</strong> este profeta es pompoti^^NOco,<br />

vehemente, espresivo, figurado y al mismo<br />

8081^° V'V0, '"'eresante y patético. La alegoría délas lanso.sl(íIS'iCOmi)arac'as<br />

0n ejército, está perl'eelamenle bien<br />

que T Slls P'nturas son vivas. Pinta las cosas <strong>de</strong><br />

v,lesh'oseCe !'ne 86 Ven' ^•P*^ v,iL,s,l'0S corazones y nó<br />

que e. i Vest|dos) y convertios al Señor vuestro Dios, pordin-<br />

^Qeiíq y compasivo, paeielto y rico en misericorw<br />

nías misericordioso que nosolros [>ei v ersos<br />

Era entonces una costumbie muy ordinaria el <strong>de</strong>sgarrar<br />

los vestidos en el luto y en el trasporte <strong>de</strong>l dolor. Innumerables<br />

son los ejemplos que presenta la Escritura. Pero<br />

Dios no se contenía con estas señales equívocas <strong>de</strong> conversión,<strong>de</strong><br />

dolor y do arrepentimiento; quiere una conversión<br />

sincera, un dolor interior, un corazón contrito y <strong>de</strong>spedazado<br />

<strong>de</strong> dolor; quiere la conversión <strong>de</strong>l corazón, la<br />

reforma <strong>de</strong> las costumbres; pi<strong>de</strong> frutos dignos <strong>de</strong> penitencia.<br />

¿Quién sabe si se aplacará con nuestras lágrimas,<br />

y se ablandará viéndonos humillados? El profeta <strong>de</strong>signa<br />

á la vez tres disposiciones con que <strong>de</strong>bemos hacer la penilancia<br />

: la confianza en la bondad <strong>de</strong> Dios, la contrición<br />

<strong>de</strong> nuestros pecados y la <strong>de</strong>sconfianza <strong>de</strong> nuestros propios<br />

méritos. Se anunciaban las tiestas y las reuniones á<br />

son <strong>de</strong> trompeta, según está or<strong>de</strong>nado en el décimo capítulo<br />

<strong>de</strong> los Números; y el profeta exborla á losgefes déla<br />

nación á que reúnan el pueblo, y en esla reunión general<br />

or<strong>de</strong>nen un ayuno solemne, y estimulen á lodos, y en<br />

particular á los ministros <strong>de</strong>l Señor, á apaciguar la cólera<br />

<strong>de</strong> Dios con sus lágrimas y su penitencia. Derramen lágrimas,<br />

dice, los sacerdotes postrados entra el vestíbulo y el<br />

altar, y esclamen: Perdonad, Señor, perdonad á vuestro<br />

pueblo, y no permitáis que vuestra heredad caiga en el<br />

oprobio, y que sea dominado por las naciónos. ¿Snfriieis<br />

que los estranjeros digan <strong>de</strong> nosolros : dón<strong>de</strong> está su Dics?<br />

En el estado en que entonces se hallaba el pais, nada hubiera<br />

sido mas fácil á los enemigos <strong>de</strong> los judíos que el<br />

apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> ellos. El pueblo consternado, abatido per el<br />

espanto, <strong>de</strong>bilitado por una hambre bonibíe, apenas estaba<br />

en estado <strong>de</strong> resistir á un ejército <strong>de</strong> asirlos ó <strong>de</strong> cal<strong>de</strong>os.<br />

El profeta exhorta, pues, á los ministros <strong>de</strong>l Señor,<br />

á que le pidan que no permita que su pueblo caiga bajo<br />

<strong>de</strong> la dominación <strong>de</strong> los eslranjeros, y que las IUICÍI nes<br />

infelices no tengan que acusar a! Dios <strong>de</strong> Israel, ó <strong>de</strong> flaqueza<br />

ó <strong>de</strong> dureza, por haber así abandonado á ?ii pueblo<br />

á la merced <strong>de</strong> sus enemigos.No bien el profeta ha exhortado<br />

á todos sus hermanos á la penitencia, cuando tp predice<br />

que el Señor se <strong>de</strong>jará ablandar <strong>de</strong> sus clamores. El<br />

Señor se ha conmovido, dice, á vista <strong>de</strong> sus lágrimas, y<br />

Ies ha perdonado; y á es'c perdón ha seguido todo género<br />

<strong>de</strong> prosperida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> una bendición abundante. Tanta<br />

verdad es, que la penitencia <strong>de</strong>sarma á Dios por mas<br />

irritado que oslé, y trac la prosperidad y la calma.<br />

El Evangelio déla misa <strong>de</strong> este día, está tomado <strong>de</strong>l<br />

sexlo capítulo <strong>de</strong>l Evangelio, según san Mateo, en don<strong>de</strong><br />

Jesucristo nos enseña la pureza <strong>de</strong> intención que <strong>de</strong>be haber<br />

en el ayuno. Acababa el Salvador <strong>de</strong> enseñar á sus<br />

apóstoles como <strong>de</strong>bían orar, prescribiéndoles el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />

la oración mas escelonfe; y como <strong>de</strong>bían perdonar las injurias,<br />

reservándose á sí mismo el ser el mo<strong>de</strong>lo mas perfecto<br />

<strong>de</strong> uaa caridad tan relevante. Después <strong>de</strong> haberle<br />

dado los precepTos sobre la oración, y sobre el perdón <strong>de</strong><br />

las injurias, les da también sobre el ayuno que <strong>de</strong>be<br />

acompañar y sostener la oración, ¿Queréis saber, les dice,<br />

cuáles ayunos son santos y agradablesá Dios? Son aquellos<br />

que so practican en secreto. No estrañeis quo yo os<br />

prohiba el imilar á los hipócritas que ayunan, haciendo<br />

ostentación do su austeridad; su virtud no está en el corazón,<br />

sino en ef rostro, y por una cara penitente, por un<br />

aire triste y austero, por ayunos largos y rigorosos, h a­<br />

lan <strong>de</strong> adquirir repulacion <strong>de</strong> gentes mortificadas, y<br />

con estas esleriorida<strong>de</strong>* afectadas é hipócritas embaucar<br />

7o

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