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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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A'm/Vuf ítuií cciUuphm. Ucee<br />

dimns, clamabat: Qui kaki<br />

aures aadiendi, nwcítaí. Interrogaban<br />

t aulem eum discipmqus^qum<br />

esselhac parabola.<br />

Quibusipse dixil: Vohis<br />

daium cst nossa muslerium<br />

i'egni Deí, ceteris autem in<br />

parabolis: ut vi<strong>de</strong>ntes non<br />

vi<strong>de</strong>ant, el audientes non intelliganl.<br />

Esl aulem fíate parábola.<br />

Semen esl verbum<br />

fci. Oiít aulem secus viam:<br />

ht suní, qui audiunt: <strong>de</strong>in<strong>de</strong><br />

venü diabolus, el lollit verbum<br />

<strong>de</strong> car<strong>de</strong> corttm, nc cre<strong>de</strong>ntes<br />

salvi fiaiü. Nam qui<br />

supra petram: qai cum au~<br />

dierint, cum gaudio suscipirmt<br />

verbum; et hi radices<br />

non habent; qui ad tempus<br />

crednnl, el in lempore lenlationis<br />

recedunt. Quod aulem<br />

*ft spinas cccidil: hi sunl,<br />

9»Í audierunt, et á sollicitudinibus,<br />

el divilits, el vohmtaiibus<br />

vilm eunles, snffodniur,<br />

el imnreferunl fruc-<br />

'«m. Quod autem in bonam<br />

terram: hisunl, quiincor<strong>de</strong><br />

bono el opiimoaudientes ver-<br />

Nt» rcííiicní, cí fruclum a¡feruni<br />

in paticnlia.<br />

MEDITACION.<br />

pinasi, le sofocaron : la otra<br />

parle cayó en buena tierra,<br />

y habiendo nacido, diá un<br />

fruto centuplicado. Diclto<br />

esto, clamaba en alta voz:<br />

El que tenga oidos para oír,<br />

que oiga. Sus discípulos,<br />

oido esto, le preguntaron<br />

qué era lo que significaba<br />

esta parábola, y éí les dijo:<br />

A vosotros se os ha concedido<br />

el (pie conozcáis el<br />

misterio <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Dios;<br />

pero á los <strong>de</strong>más soio en<br />

parábolas, <strong>de</strong> suerte, que<br />

viendo no vean, y oyendo<br />

no entiendan. Oíd, pues, lo<br />

que significa la parábola.<br />

La semilla es la palabra <strong>de</strong><br />

Dios. <strong>Los</strong> que están cerca<br />

<strong>de</strong>l camino, son los que la<br />

oyen; pero viene en seguida<br />

el <strong>de</strong>monio y quita <strong>de</strong> su<br />

corazón la palabra, no sea<br />

que creyendo se salven. <strong>Los</strong><br />

qtte reciben la semilla sobre<br />

un terreno pedregoso, son<br />

los que habiendo oido la palabra<br />

ta reciben con alegría,<br />

mas no liene en ellos raices<br />

en que pren<strong>de</strong>r, porque<br />

creen un tiempo, y sucumben<br />

én el tiempo <strong>de</strong> la lenlacion.<br />

La que cayó enlre<br />

ias espiiias, son aquellos<br />

(pie lian oido la palabra <strong>de</strong><br />

Dios; pero que ellos mismos<br />

la sufocan sin <strong>de</strong>jaría<br />

producir fruto, entregándose<br />

<strong>de</strong>masiado á los cuidados,<br />

las riquezas y los placeres<br />

<strong>de</strong> la vida. En fin. la<br />

que cae en btiena tierra,<br />

son aquellos que, habiemlo<br />

oido la palabra con un corazón<br />

recto y bien dispuesto,<br />

la conservan y recogen<br />

el fruto por la paciencia.<br />

los obstáculos que impi<strong>de</strong>n á la gracia el producir<br />

sus efectos.<br />

DK SEXAGESIMA. 67<br />

•'UNTO PRIMUKO.—Consi<strong>de</strong>ra que la gracia es una semin<br />

wH¡l4 capaz do producir ciento por uno. Como recibe<br />

Su virtud <strong>de</strong> ios méritos infinitos <strong>de</strong> Jesucristo, no <strong>de</strong>be<br />

eslMiiarse, qué sea tan po<strong>de</strong>rosa. Consi<strong>de</strong>remos todo lo<br />

^Ut5 '0s sanios han hecho <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>, <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>nte, <strong>de</strong><br />

. ,avido.so, todos los prodigios <strong>de</strong> valor, <strong>de</strong> magnanimi<strong>de</strong><br />

paciencia que admiramos en íanifis miiiOnes <strong>de</strong><br />

iiios1''06 • l0í'')S '0S '""''S1'08'^ penitencia que no po<strong>de</strong>-<br />

JUs a^í*f instante en el número prodigioso <strong>de</strong> religiosos<br />

y <strong>de</strong> solitarios: jóvenes donceiiitas <strong>de</strong> doce afios <strong>de</strong>safiar<br />

los mas espantosos tormentos, reírse <strong>de</strong> los mas crueles<br />

suplicios, todas estas maravillas tan superiores á ias<br />

fuerzas <strong>de</strong> la naturaleza son los efectos <strong>de</strong> la gracia omnipotente<br />

<strong>de</strong>l Salvador. Ella es la que ilumina al alma con<br />

aquella luz sobrenatural, á favor <strong>de</strong> la que el entendimiento<br />

mas grosero, el mas oscuro, penetra sin trabajo<br />

los misterios déla fé mas incomprensibles, y <strong>de</strong>scubre el<br />

sentido <strong>de</strong> todas las gran<strong>de</strong>s verda<strong>de</strong>s que no se ven claramente<br />

sino en el cielo; ella es la quo <strong>de</strong>senvuelve todos<br />

los secretos <strong>de</strong>l corazón humano y todas las astucias <strong>de</strong>l<br />

enemigo <strong>de</strong> la salvación ; ella es la que disipa los prestigios<br />

<strong>de</strong> los sentidos, la que doma las pasiones mas fuertes,<br />

la que confun<strong>de</strong> todos los orlitícios <strong>de</strong>l amor propio,<br />

ella en fm es la que inspira aquel disgusto tan absoluto<br />

délos bienes, délos honores, <strong>de</strong> los falsos placeres <strong>de</strong> esía<br />

vida, al paso que produce un gusto tan vivo y tan esquí-.<br />

sito <strong>de</strong>loíbienes déla eternidad, lié aquí los efectos ordinarios<br />

<strong>de</strong> la gracia. Ella es el grano misterioso que el<br />

Padre <strong>de</strong> familias no cesa <strong>de</strong> sembrar todos los días en<br />

nuestro corazón, lilla no ha perdido su virtud: ¿en qué<br />

consiste que no produce cuasi nada en nuestra alma? ningún<br />

valor en los peligros, ninguna fortaleza en los combates,<br />

ninguna fi<strong>de</strong>lidad en las tentaciones, ninguna perseverancia<br />

en el bien, ningún fervor en el ejercicio <strong>de</strong> la penitencia.<br />

Las máximas <strong>de</strong>l mundo se hallan establecidas<br />

en todos los estados, el espíritu <strong>de</strong>l mundo gobierna en<br />

todas partes, la piedad cristiana está prosnila, está <strong>de</strong>sterrada<br />

<strong>de</strong> lodo lo que se üama gran mundo. ¿Dón<strong>de</strong> esiá,<br />

pues, la virtud déla gracia? y si está sembrada ahundantemente<br />

en todas las condiciones, en todos los estados; si<br />

la gracia no falla á nadie, ¿<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> viene que apenas produce?<br />

La corrupción <strong>de</strong> costumbres es cuasi general; la<br />

molicie, la in<strong>de</strong>voción, el libeiiinaje, se observan hoy en<br />

todas ias eda<strong>de</strong>s: veamos cuáles son los obstáculos quo<br />

impi<strong>de</strong>n brotar á este grano misterioso.<br />

PINTO SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra que los obstáculos que impi<strong>de</strong>n<br />

á ta gracia <strong>de</strong> germinar y producir están todos en<br />

nosotros mismos. No nos servimos <strong>de</strong> nuestra libertad sino<br />

para hacerla estéril. La dureza <strong>de</strong> nuestro corazón, la disipación<br />

<strong>de</strong> nueslro espíritu, están figurados por las piedrasy<br />

el camino público <strong>de</strong> que habla el Salvador, y sobre<br />

el cual cae el grano, el cual no estando cubierto con<br />

la tierra, se io llevan los pájaros <strong>de</strong>l cielo. La sequedad<br />

le impi<strong>de</strong> brotar, ó si nace, se seca inmedíatamenle [ or<br />

falta <strong>de</strong> jugo: ¿quién no ve que estos son los obstáculos<br />

ordinarios y comunes, causa necesaria <strong>de</strong> la esterilidad <strong>de</strong><br />

la gracia? Pero los mayores obstáculos, sobre todo en estos<br />

dias <strong>de</strong> licencia y <strong>de</strong> escesos, son las diversiones tan<br />

poco cristianas que el <strong>de</strong>monio ha introducido, y que el<br />

mundo ha adoptado como conformes á su espíritu y á s¡;s<br />

máximas. Estas son las espinas que sofocan d buen ginno.<br />

La gracia no falta en estos tiempos licenciosos; Dios<br />

no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> hablar al corazón, toca, urge, solícita. ¡Qué <strong>de</strong><br />

piadosos movimienios, qué <strong>de</strong> pensamíentossaludablesnos<br />

inclinan á privarnos <strong>de</strong> estas diversiones perniciosas, <strong>de</strong><br />

eses placeres emponzoñados, <strong>de</strong>esas reuniones don<strong>de</strong> todo<br />

ablanda el corazón, don<strong>de</strong> todo tienta! Pero ¿se reciben<br />

con docilidad estas sanias inspiraciones? ¿Se escuch;! esta<br />

voz? ¿Se huye <strong>de</strong> estos lazos? j Ah! Se espone, por el contrario,<br />

se con o ai peligro, se arrojan con plena <strong>de</strong>liberación<br />

al precipicio. Se multiplican los festines, nadase nic-

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