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58a<br />
aquellos que no alimcnlar/in mas que viitn<strong>de</strong>s naciente?,ó<br />
tan débiles que serán incapaces <strong>de</strong> resistir á la tentación!<br />
Sin embargo, «pedid que no tengáis que huir en invierno<br />
ó en el dia <strong>de</strong>l sábado.» Durante el invierno los dias son<br />
cortos, los caminos están malos, los viajes son incómodos;<br />
tiempo poco á propósito para una fuga precipitada. Lot><br />
judíos creían que no les era permitido el sábado andarinas<br />
que una media legua: todas estas espresiones figuradas<br />
daban á enten<strong>de</strong>r que no seria ya tiempo entonces <strong>de</strong><br />
evitar los tristes efectos <strong>de</strong> la cólera divina; era necesario<br />
haber prevenido estas <strong>de</strong>sgracias por la penilencia; era<br />
preciso haber reconocido al Mesías. La hora <strong>de</strong> la<br />
muerte es un tiempo muy poco á propósito para convertirse.<br />
«La <strong>de</strong>solación será gran<strong>de</strong>, y tal que no la hubo semejante<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio <strong>de</strong>l mundo basta ahora, ni la<br />
habrá jamás igual.» Esta predicción se ha verificado plenamente<br />
por la guerra que los judíos se hicieron á sí mismos<br />
con sus divisiones domésticas; por las persecuciones<br />
quo sufrieron <strong>de</strong> parle <strong>de</strong> todos sus vecinos; y por los<br />
males que les hicieron los romanos durante la última guerra.<br />
Josefo cuenta un millón y cien mil muertos, y noventa<br />
y siete mil prisioneros. Confiesa también que los crímenes<br />
<strong>de</strong> los sediciosos, quese hablan apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong>l templo, llegaron<br />
á tal esceso, que si los romanos no hubieran venido<br />
para esterminar una raza tan corrompida y tan impía,la tierra<br />
se abria abierlopara tragarlos,ó Dios habria enviado un<br />
nuevo diluvio para anegar, ó fuego <strong>de</strong>l cielo para consumir<br />
una ciudad tan criminal. La <strong>de</strong>solación que prece<strong>de</strong>rá<br />
al Gn <strong>de</strong>l mundo no ce<strong>de</strong>rá en nada á la que ha precedido<br />
á la entera ruina <strong>de</strong> Jernsalcn; « y si el número <strong>de</strong> aquellos<br />
dias no se hubiese disminuido, nadie hubiera quedado<br />
salvo; pero se disminuirá á causa <strong>de</strong> los elegidos.»<br />
En efecto , si el sitio <strong>de</strong> Jerusalen hubiese durado mas<br />
tiempo, no hubiese quedado un solo judío en la ciudad;<br />
pero en favor do los judíos que habían abrazado el Evangelio<br />
, y que hubieran todos perecido en aquella <strong>de</strong>sventurada<br />
ciudad, abrevió Dios el número <strong>de</strong> los días do<br />
tribulación . Según algunos inléi pretes, miraba laminen<br />
Dios á los cristianos <strong>de</strong> los siglos veni<strong>de</strong>ros, impidiendo la<br />
entera <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> toda la nación judía. Quería Dios<br />
que estos <strong>de</strong>sgraciados restos , <strong>de</strong>spreciados, dispersos,<br />
ciego-;, subsistiesen para verificar en todos los siglos las<br />
profecías, y para que sirviesen á todos los pueblos <strong>de</strong> monumento<br />
eterno <strong>de</strong> la verdad <strong>de</strong> lodo lo que Jesucristo les<br />
había predicho. Todo lo terrible que ha sucedido en la<br />
<strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalen, no es mas que una figura, por<br />
<strong>de</strong>cirlo así, <strong>de</strong> cuanto funesto y espantoso <strong>de</strong>be suce<strong>de</strong>r<br />
en el fin <strong>de</strong>l mundo. Allá eran los hombres que querían<br />
arruinar y domar un pueblo rebel<strong>de</strong>; aquí será un Dios el<br />
que <strong>de</strong>splegará toda su ira para esterminar á todos los<br />
hombres y para hacer secar por el susto á todos los pecadores<br />
antes <strong>de</strong> juzgarlos. La consternación y el miedo serán<br />
tan gran<strong>de</strong>s que serian capaces <strong>de</strong> hacer caer en la<br />
<strong>de</strong>sesperación, y per<strong>de</strong>r la confianza aun á las almas mas<br />
¡iiocentes, sí Dios en favor <strong>de</strong> ellas no abreviase aquellos<br />
dias <strong>de</strong> <strong>de</strong>solación.<br />
«Entonces, si alguno os dice, aquí está el Cristo, ó bien<br />
allá está, no creáis nada <strong>de</strong> esto.» Advierte Jesncnslo<br />
aquí á sus apóstoles, y en sus personas á lodos los heles<br />
para que no se diíjim engañar por los falsos profetas, que<br />
á favor <strong>de</strong> su eslerior engañoso, <strong>de</strong> sus discursos capcio-<br />
DOMINGO VIG ESIMOGUARTO<br />
sos, y aun con prestigios que se tomarán por milagros,,<br />
serán capaces <strong>de</strong> arrastrar á muchos al error. No fallaron<br />
<strong>de</strong> estos impostores durante el sitio <strong>de</strong> Jerusalen; Jos gefes<br />
<strong>de</strong> los facciosos que sabían la <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong>l pueblo, los<br />
suscitaban ellos mismos para engañarle. Es innegable que<br />
d Anlicristo aparecerá al Gn <strong>de</strong>l mundo, y seducirá á muchos<br />
con sus prestigios. Aparecerán falsos cristos y falsos<br />
profetas que harán cosas tan estraordínarías y tan prodigiosas,<br />
que los mismos elegidos, si fuera posible, serian<br />
engañados. El Señor, dicen los intérpretes, no solo ha<br />
querido <strong>de</strong>signar aquí los emisarios <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, suscitados<br />
para seducir á los fieles al Gn <strong>de</strong>l mundo, sino también<br />
los herejes <strong>de</strong> todos los tiempos que con sus engañosos<br />
artificios han hecho laníos esfuerzos p«ra <strong>de</strong>struir<br />
la religión, dándose á sí mismos por enviados <strong>de</strong> Dios y<br />
por profetas. A la verdad. Dios siempre ha tenido un cuidado<br />
particular <strong>de</strong> su Iglesia. Ella ha visto nacer y morir<br />
todas las herejías, y las puertas <strong>de</strong>l infierno no prevalecerán<br />
jamás contra ella. Dios ha provisto á su seguridad<br />
completamente; son torrentes impetuosos que haciendo<br />
estragos pasan rápidamente; son furiosos que no respiran<br />
mas que muerte y carnicería, y cuyos dias abrevia el Señor.<br />
Una vez que ha hablado la Iglesia, dice aquí un sabio<br />
intérprete, yo no escucho ya albombre, aunque su piedad<br />
esterior sea la mas estraordinaria; ni al hombre obrador<br />
<strong>de</strong> milagros, sí me enseña locontrario. Porque cualquiera<br />
que no habla como la Iglesia, á pesar <strong>de</strong> toda la santidad<br />
que aparente y do lo maravilloso <strong>de</strong> sus obras, no<br />
es ciertamente en el fondo mas que un hipócrita y un<br />
seductor.<br />
«Como el relámpago parle <strong>de</strong>l Oriente, y se <strong>de</strong>ja ver<br />
hasta el Occi<strong>de</strong>nle, <strong>de</strong>l mismo modo será la venida <strong>de</strong>l<br />
Hijo <strong>de</strong>l hombre:» como sí dijora, dicen los Padres, como<br />
no es posible que apareciendo el sol sobre el horizonte no<br />
ilumine en un momento todo el hemisferio, lo mismo suce<strong>de</strong>rá<br />
con la venida <strong>de</strong>l ¡Jijo <strong>de</strong>l hombre, esto es, que <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong>l cumplimiento <strong>de</strong> lodo lo que el Salvador acaba<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir acerca <strong>de</strong> la ruinado Jerusalen, su reino espirilual<br />
se eston<strong>de</strong>rá con esplendor por toda la tierra, por la publicnoion<br />
<strong>de</strong>l Evangelio, el cual será predicado en todos<br />
los pueblos, y abrazado por todas las naciones. Era necesario<br />
que la justicia <strong>de</strong> Dios castigase <strong>de</strong>l modo mas terrible,<br />
como Jesucristo lo había predicho, aquella nación<br />
ingrata é impía que se había negado á reconocer al Mesías,<br />
y que había llevado su malicia hasta hacer morir en<br />
la cruz á su Salvador : <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo que, esta verda<strong>de</strong>ra<br />
luz que ilumina á cualquiera que viene al mundo, <strong>de</strong>bía<br />
brillar por toda la tierra, y ser reconocida y adorada por<br />
todo el universo. Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que la dispersión y las<br />
<strong>de</strong>sgracias <strong>de</strong> aquel pueblo, maldito por todas parles, es<br />
en todas ellas una prueba permanente <strong>de</strong> la venida <strong>de</strong>l<br />
Mesías. Su segunda venida, dice san Agustín, no será ni<br />
menos brillante ni menos súbita que la primera, no obstante<br />
todas las señales y lodos los presagios <strong>de</strong>l fin próximo<br />
<strong>de</strong>l mundo : quiere <strong>de</strong>cir, que el Señor vendrá á<br />
juzgar á los hombres cuando ménos lo esperen. Pocos hay<br />
también á quienes la muerte no coja <strong>de</strong> improviso. «En<br />
cualquiera parte que esté el cuerpo, allí se congregarán<br />
también las águilas.» Este es un proverbio sacado <strong>de</strong> Job,<br />
<strong>de</strong> que se sirve aquí Jesucristo para significar que <strong>de</strong> todas<br />
las pai tes <strong>de</strong>l mundo vendrán los fieles que hubieren abrazado<br />
el Evangelio á reunirse á su gefe pr.ra componer el