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m<br />
cosas oslrnordinarins para qno croáis, rio modo qno si no<br />
veis milagros, no creéis nada?» ¡Cosa eslía ña ! yo hallo<br />
docilidad y hasla fé en ei espíritu y on el corazón ile los<br />
eslranjcros, en Tiro, en Sidnn y en Samaria, sin que tenga<br />
necesidad <strong>de</strong> obrnr prodigios ; ¿y entre vosotros,;!<br />
menos que no se vean maravillas, nada se cree? AlgMuos<br />
inlérpreles traducen estas palabras diciendo: Si vosotros,<br />
gentes <strong>de</strong> calidad, gentes <strong>de</strong> córle, cnlre quienes la íé es<br />
lan remisa, no veis olios milagros, ó como si el Salvador<br />
dijera : Vosotros gentes ricas, gentes <strong>de</strong> calidad, gentes <strong>de</strong><br />
córle, tenéis ordinariamenle una fé tan lánguida, lan vacilante,<br />
que á ménos que no veáis milagros no creéis. Esla<br />
queja, o mas bien esta reconvención saludable, aunque<br />
justa, hizo poca impresión en e! ánimo <strong>de</strong> un padre afligido<br />
que no pensaba mas que en la curación <strong>de</strong> su hijo. Kn<br />
lugar <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r á lo que el Salvador le <strong>de</strong>cía: ¡Ah,<br />
Seíior! le dijo, con las lágrimas en los ojos, si no os dais<br />
priesa á venir, acaso no llegareis íiliempo; mi Lijo-se<br />
muere, y no le hallareis con vida. Esta perseverancia en<br />
pedir y en rogar agradó á Jesucristo: Vé, le dijo, vé; tu<br />
hijo está sano : consuélate, fu oración ha sido oida. Creyólo<br />
el padre, y sin replicar mas, habiendo hecho una<br />
profunda reverencia al Salvador, se volvió. Apenas habia<br />
llegado á la mitad <strong>de</strong>l camino encontró á algunos <strong>de</strong> sus<br />
criados que le sallan al enctienfro para hacerle saber que<br />
su hijo estaba curado, y ya sin la fiebre. Fácilmente pue<strong>de</strong><br />
compren<strong>de</strong>rse cuál seria su alegría. Ualiia notado bien<br />
la hora en que Jesús le habia dicho alirmativanienle, que<br />
su hijo calaba bueno y libre <strong>de</strong> la enfermedad. Por esto<br />
lo primero que les preguntó fué la hora en que el enfermo<br />
se habia encontrado sano: Ayer, le dijeron, le <strong>de</strong>jó la<br />
calentura íi la séptima hora <strong>de</strong>l dia, esto es, una hora <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> meció dia, y en el inslanle se hallo perfectamente<br />
sano, y como si no hubiese estado enfermo. Inmedialamenle<br />
se acordó el .señor que aquella era precisamente la<br />
hora en que el Salvador le habia dicho: Vé, tu hijo está<br />
bueno. Des<strong>de</strong> entonces creyó él y toda su casa que Jesns<br />
era el Mesías ¡ti omelido, y su fé no fué ya imperfecta. San<br />
Cirilo cree que la pregunta que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego hizo el señe r<br />
á sus domésticos sobre la hora en que su hijo se habia encontrado<br />
curado, no fué (auto una prueba <strong>de</strong> su poca fé,<br />
cuanto una señal <strong>de</strong> su zelo por instruirse y conlirmarse<br />
en su creencia.<br />
Jíl padre creyó, y con é! creyó toda su casa ; esto <strong>de</strong>be<br />
convencer á las cabezas <strong>de</strong> faniifia y á toda persona <strong>de</strong><br />
autoridad, dice un intérprete, <strong>de</strong> lo (¡ue pue<strong>de</strong>n sus ejemplos<br />
en aquellos que están sujetos á ellos, y cuánto <strong>de</strong>ben<br />
temer dárselos malos. Todrá uno ser poco dócil á las lecciones<br />
mas patéticas; pero con dificultad se resiste por<br />
mucho liempo a! ejemplo.<br />
La oración <strong>de</strong> la in'taa <strong>de</strong> esle dio es como sigue :<br />
Largire, quawnnus.<br />
Domine, fi<strong>de</strong>libus luis indaffjCiüiamplaralns<br />
e.í pacem<br />
: ut pariler (ib ómnibus<br />
mun<strong>de</strong>ntar oj¡i'nsis, el<br />
secura tibi menle dcscrviant.<br />
l'er Doiniiniin...<br />
Señor, os suplicamos que<br />
movido <strong>de</strong> los ruegos <strong>de</strong> vuestros<br />
Cíeles, les concedáis el<br />
perdón <strong>de</strong> sus ofensas y la<br />
verda<strong>de</strong>ra paz; á fin <strong>de</strong> que,<br />
puriocados por vuestra gracia<br />
di- lodos sus pecados, os sirvan<br />
con la tranquilidad <strong>de</strong> una<br />
santa confianza. Por nuestro<br />
Señor Jesucristo, etc.<br />
DOMINGO VIGESIMO<br />
• .•<br />
La Epístola esld tomada <strong>de</strong>l capilvlo 3 <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l apóstol san<br />
' Pablo á los Efesinos.<br />
Fratres: Vidcte qmmodo<br />
cante ambulelis : non<br />
qnasi insipienles, sed ul<br />
sapientes : redimen tes tempus<br />
, qmn'um dies mali<br />
suul. I'roplerea nolite fieri<br />
impru<strong>de</strong>ntes, sedinlelligenles<br />
, qucu sil voluntas<br />
Dei. El nolite inebriari riño<br />
, ÍÍI quo eU Ivxuria :<br />
sed iinplemini Spirilu<br />
Sánelo , loquenles vobismetipsis<br />
in psalmis, et<br />
hymnis, el canticis spiritualibus,<br />
canlimtes elpsnllenles<br />
in cordibus vestribus<br />
Domino, gratias agentes<br />
semper pro ómnibus,<br />
in nomine Domini noslri<br />
Jesu Cltrisli, Deo el l'alri.<br />
Suhjecti inricem in limore<br />
Chrisli.<br />
Hermanos mios: 5! ¡ra d rom o<br />
camináis con precaticicn. nó<br />
como gente sin razón, sino como<br />
persomis racionales, rescatando<br />
el liempo, porque los<br />
dias son malos. Por esto no<br />
obréis impru<strong>de</strong>nlemenle , y<br />
procurad compren<strong>de</strong>r bien<br />
cuál es la voluntad <strong>de</strong> Dios.<br />
Guardaos <strong>de</strong> los escesos <strong>de</strong>l<br />
vino, que conducen á la impudicicia<br />
; ántes bien obrad <strong>de</strong><br />
modo que seáis llenos <strong>de</strong>l Espíritu<br />
Santo, enlreteniéndoos<br />
vosotros mismos con salmos,<br />
himnos y cánticos espirituales,<br />
dirigiendo estos salmos al<br />
Señor <strong>de</strong> lo ínfimo <strong>de</strong> vuestro<br />
corazón; dando gracias continuamente<br />
á Dios Padreen nombre<br />
<strong>de</strong> Jesntrislo nuestro Señor,<br />
por todas las cosas. Manteneos<br />
a<strong>de</strong>más en una sumisión<br />
mutua por el lemor <strong>de</strong> Jesucristo.<br />
Entre muchas instrucciones importantes que san Pablo<br />
da á los crislianos <strong>de</strong>Efeso, les exhorta siempre á que rediman<br />
el liempo perdido, empleando los pocos dias que les<br />
quedan en los ejercicios <strong>de</strong> piedad que él les enseña ea<br />
esla Epístola.<br />
REFLEXIONES.<br />
«Rescatando el liempo, porque los dias son malos.» Es<br />
muy precioso el tiempo para quo no sean los dias muy apreciables;<br />
ni son tampoco malos los dias, sino por el mal uso<br />
que hacemos <strong>de</strong> este liempo. Seria necesario conocer el<br />
precio inestimable <strong>de</strong>l liempo para compren<strong>de</strong>r la pérdida<br />
(¡ue se hace empleándole mal. Es el tiempo una cosa<br />
tan preciosa, que todos los honores, todos los bienes <strong>de</strong>l<br />
mundo no valen lo que vale un momento; y aun cuando<br />
no se hubiera empleado nías que un momento para adquirir<br />
lodos los bienes <strong>de</strong>l mundo; aun cuando no ha ja<br />
mas que esto, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios, (pío<br />
juzga sanamente <strong>de</strong> todas las cosas, es haber perdido el<br />
tiempo. No hay reprobo en el infierno que no estnviesu<br />
prontoá dar todos los reinos y lodos los bienes <strong>de</strong>l mundo,<br />
si fuese dueflo <strong>de</strong> ellos, por tener un momento <strong>de</strong> aquel<br />
liempo que ha perdidoen bagatelas, y que nosotros per<strong>de</strong>mos<br />
también <strong>de</strong>l mismo modo. Concibamos, si es posible,<br />
loque es la gracia, el premio <strong>de</strong> la sangre y <strong>de</strong> la muerto<br />
<strong>de</strong> un Dios; concibamos lo que vale la posesión <strong>de</strong> un Dios<br />
en la mansión <strong>de</strong> los bienaventurados; el liempo no se nos<br />
ha concedido sino para que cada momento procuremos un<br />
aumento <strong>de</strong> gracia; para merecer con el auxilio <strong>de</strong> esta<br />
misma gracia el reino délos cielos, la estancia <strong>de</strong> los bienavenlmados,<br />
la posesión <strong>de</strong>l mismo Dios. Es, pues, innegable<br />
que cada momento que no hemos empleado para<br />
Dios, hemos hecho mayor pérdida que si hubiésemos perdido<br />
todos los tesoros <strong>de</strong> la tierra, lo que los santos no