Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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lia consumido en pleitos la hacienda mas saneada, y que inspira á fós dos partes un furioso cncarniramicnlo para perderse nmliiamente. Pocas pasiones hay que no deban á esle lo que ellas üonen de mas vivo, de mas punzanfe y de mas amargo: el orgullo es el que comunica á la ira su iiereza, y á la envidia toda su desconfianza y su malignidad; es el vicnlo que enciende ei odio; que causa tan funeslos incendios. La codicia debe al' orgullo todas las inquietudes que produce; ¿y de qué otras fuentes nacen la mayor parle de nueslras tribulaciones, de nuestros disgustos y de nuestras murmuraciones ? E! orgullo es propiamente el lirano del entendimiento y del corazón humano; ¿estuvo jamás Iranquilo un orgulloso? ¿quécalma, qué dia sereno bobo nunca en una alma orgnllosa? Esta pasión no se halla Lien sino en las alturas, esto os, en la región de los vientos. ¡Jluen Dios, qué digno de lástima es un hombre orgulloso ! Dios se complace en confundir á los soberbios y m liacerlos desdichados. PUMO SEGUNDO.—Considera que así como la humildad es siempre amable, así tampoco hay nada mas odioso que el orgullo. No obslanle, por mas odiosa, irracional y perniciosa que sea esta pasión, ninguna hay que sea mas común y universal; no solo reina sobre el trono, domiHatambien frecuentemente con imperio en las condiciones mas viles; penetra hasta las soledades; se desliza hasta en el lugar santo. No es la única obra suya la hipocresía. ¡Qué de motivos tan poco puros no vician las mejores acciones! ¡qué de retrocesos no hace uno de tiempo en tiempo sobre su propia virtud! ¡qué de secretas complacencias en su propio mérito! Así es como esta pasión artificiosa trata de familiarizarse insensiblemente hasta con la devoción. El orgullo mas suíil y mas fino sabe deslizarse diestramente hajode los viejos harapos^ por decirlo así, de la humildad; cüiilrahace ei aire y el tuno de esta virluJ; se prevale y aun se alimenta de sus privilegios; ninguna pasión sabe representar lautos personajes como esta. Hay pocas virtudes que no deban desconfiar de ella; no obstante, de ella al parecer es de la que se desconfía menos. No hay orgulloso que crea que lo es; no hay falsa piedad, ni falsa devoción, que no sea orgullosa. La virtud aislada es insípida al que no tiene masque la corteza de ella; el orgullo escomo la sal que la da el gusto. Cualquiera es devoto con placer, mientras que lo es con suceso. Por mas que se diga que no se busca otra cosa que la gloria de Dios, apenas perdemos de vista la nuestra; las obras de caridad que nos hacen mas honor, por penosas que sean, son las que nos parecen mas fáciles; nádasenos hace costoso en la práctica de la virtud, en tanto que la virtud es aplaudida. Tsose siente e! peso y ¡a fatiga, sino de loque es oscuro ó secreto. Se deja el lujo de los vestidos; pero en esta modestia ¿se busca solo la oscuridad y la humillación? ¿Poiqué tanta afectación y tantas distinciones en la misma devoción? Un corazón humilde nunca desea la singularidad. Nada se quiere por ostentación; pero no se incomoda uno demasiado cuando ha sido descubierto. So oculta, decimos, el poco bien que hacemos; pero fácilmente perdonamos á los que lo publican. ¡Cosa estrafia! el orgullo nos sigue hasta en las victorias que conseguimos del orgullo mismo; lodo le sirve de pábulo y de alimento, bástala humildad. ¿Qué vicio mas peligroso ni mas temible? El orgullo lo emponzoña lodo. Aun cuando tuviésemos una candad magnífica; aun cuando distribuyésemos en limosnas DESPUES DE PENTECOSTES. 43 toda nuestra hacienda; aun cuando destruyésemos nuestro cuerpo y nuestra salud con las maceraciones mas asombrosas, si el orgullo se mezcla en estas buenas obras y en estas penitencias, no son mas que frulos coirompidos. Los fariseos eran liberales en limosnas, y de una austeridad de vida estremada; pero el orgullo y la ostentación formaban su carácter, y esto éralo que irritaha alSalvadorcontra ellos. Yo detesto, Señor, con lodo mi corazón un vicio que es el origen de lodos los demás. Hacedme, ó Dios mió, la gracia de inspirarme siempre un nuevo horror contra él. iicciAToniAS.—Alejad de mí, Señor, el espíritu de orgullo que tanto aborrecéis. [Ecles. 23.) No permitáis, Señor, que el orgullo se apodere de mi entendimiento ni de micorazon. (Psahn. 33.) PROPÓSITOS. 1 Enorgullecerse, mirar álos demás con desprecio, porque está uno magníficamente alojado, ricamente vestido, porque tiene un suntuoso tren, un bisabuelo de gran mérito, ó porque su nombre y sus armas se encuenlivn en viejos registros; ¿hubo jamás una opinión masmal findada de nuestra propia cscelcncia? Desengañémonos, el mérilodebe ser personal, las virtudes no son hereditarias. Un adorno hril-lante, un vestido bordado de oro, una nobleza antigua, no son iucompalibles con un talento menguado, y con un mérito todavía mas menguado. Las estatuas de madera o de tierra se doran. Coloqúese una estatua de madera en los nichos mas altos; enlodas parles será de madera. El mérito personal, por real que sea, noda derecho para despreciar á nadie. El mérito mas insigne pierde todo su brillo y queda oscurecido por el orgullo. Concibamos un horror constante á este vicio. No solo no despreciemos jamás á nadie de cualquiera condición que sea; hagamos áhtes bien un estudio en sercorteses, urbanos, afables con todo el mundo, aun con los criados. No les hablemos nuncasíno con dulzura. Cuanto masdistinguidos y ensalzados seamos por nuestro nacimiento, por nuestra chise, por nuestra dignidad, pornueslro propio mérito, mas complacientes, mas dulces, mas átenlos, mas afables debemos ser. Nunca fué un gran mérito el ser altanero, 2 ¿No hay algún vano, altivo, soberbio, que no se pregunte alguna vez á sí mismo por qué lo.es? La mayor parle de las gentes, y sobre todo las mujeres, no encontrarán apenas otro principio de la opinión escesivamenlo buena que tienen de sí mismos, y del desprecio que hacen de los demás, que razones del todo contrarias, que deberían mas bien servir para humillarnos. Toda persona humilde, modesta, de cualquiera condición que sea, es siempre respetable ; por el contrario, nada inspira ni merece lanío desprecio como el orgulloso. Pidamos á Dios sin cesar que nos conceda una entera victoria sobre un enemigo tan odioso y tan dañino. Para esto lomemos hoy mismo con firmeza es(a resolución. I.0 No hablar jamás de nosotros mismos, ni en bien, ni en mal. (Ecles, 19.) 2.u Alábenlos siempre á todo el mundo, ó no digamos palabra , ó hablemos siempre venlajosamente de aquellos de quien hablamos. 3.° Seamos afables con todos, sean inferiores ó iguales. í.0 Tengamos sobre todo una especie de respeto á lodos los pobres. E>.0 No tuteemos jamás á nadie ¡ nada da á conocer mas el orgullo y la rusticidad

544 DOMINGO DECIMOSEPTIMO qneesta facilidad. 6.° En fin, moderemos siempre el tono do nuestra voz; un tono demasiadamente elevado siempre es indicio de una hinchazón del corazón que choca y desagrada. DOMINGO DECiMOSÉl'TIMO DESPUES DE PENTECOSTÉS. E.sle domingo se ha cualificado hace mucho tiempo por el domingo «del amor de Dios,» á causa del asunto que la Iglesia ha elegido para la misa del dia. La Epístola está lomada de la carta que san Pablo escribió á los efesinos; es una exhortación interesante que les hace, ¡nelinándoles á la dulzura, á la paciencia, á la paz, á la unión, á la caridad necesaria para sufrirse los unos á los otros ; á la unión que debe formar un solo espíritu en aquellos que son todos miembrus do un solo cuerpo ; que no tienen mas que un Señor, una fé, un bautismo, un Dios que reside en lodos por su espíritu y que á lodos esliende su providencia. Todos los fieles que habia en los primeros dias de la Iglesia no formaban mas que un corazón y una alma, y áesla paz, á esta conformidad de sentimientos, áesla caridad mutua, carácter distintivo de todos los cristianos, es á lo que exhorta el santo Apóstol á los fieles de Efeso. El inlroilo déla misa está tomado del salmo 118, en el nial encuentra san Agustín tantas instrucciones como palabras, y al que san Amhrosio llama el alfabeto de los cristianos, porque en él hallamos los elementos y los principios de lodos nuestros deberes; y así como á los nifios seles hace aprender el alfabeto desde su juventud, así, dice san Hilario, seria bueno con tiempo meditar y esiudiar este salmo, y penetrar todo su senlido : lodo él es muy á propósito para inspirarnos el amor á la ley de Dios y á todas las observancias religiosas, y esto es sin dud;i lo que ha movido á !a Iglesia á hacer de él su oración diaria, puesto que este salmo solocompone todas las horas menores. «Justo sois, ó Dios mío, y vuestros mandamientos están llenos de equidad.» Tratad á vuestro siervo según vuestra misericordia. Por mas atenciones y por mas fidelidad que tengamos en cumplir nuestros deberes, y en satisfacer con puntualidad á nuestras obligaciones, mientras que vivimos pecamos todos en muchas ocasiones, y por lanío UMicmos de continuo necesidad de la misericordia del Sefíor; y esto es lo que hace decir en otra parte al mismo Profeta : « Señor, no entréis en juicio con vuestro siervo, porque no hay sóbrela tierra un solo hombreqnese atreva á lisonjearse de comparecer inocente en vueslra p?-esencia. Dichosos los que siempre están en los caminos de la inocencia, y que marchan fielmente en la ley del Señor.» Este salmo no es otra cosa que un tejido de senlimienlos de eslima y de afecto á la ley Dios. Como esla ley es el camino por donde se va á la bienaventuranza, David comienza esle cántico, tan lleno de unción, anunciándola á los que observen punlualmente esla ley. Todos quieren ser felices; este es el fin que se proponen los buenos y los malos, dice san Agustín. No es estraño que los buenos observen la ley y vivan bien para llegar á h bienaventuriinza, dice esle Padre ; pero sí lo es que los malos pretendan la misma felicidad viviendo mal y no guardando la ley, y que tan pocos pongin los medios para alcanzar lo que lodos desean. Nadie debe esperar esla bienaventurada felicidad, á que lodos aspiramos, sino viviendo en la inocencia, y no hay tal inocencia sin la observancia-de los mandamientos. Algunos creen que David compuso esle s.iimo en los desiertos, en donde le obligaba á vivir oculto la persecución de Saúl; lo que sí es cierto es, que ninguna cosa podía sostenerle mejor, ni endulzar sus ponas, que los sentimientos de que está lleno este salmo; ni tampoco la hay mas á propósito para consolarnos y sostenernos en esle lugar de destierro, que los sentimientos de devoción que por todo él están esparcidos. Contiene cíenlo setenta y seis versículos, y no hay uno solo en que no se espresc la ley Dios, en diferentes términos, todos en el mismo sentido : íey, testimonio, camino, mandamiento, discursos, preceptos, juicios, ordenanzas, verdad, palabra, justicia; y todos estos diferentes términos no significan mas que la misma ley de Dios, de cuya exacta observancia depende la bienavenlurada eternidad, quo es el objeto de los deseos de todos los hombres. La Epístola de la misa de este dia eslá tomada del capítulo cuarto de la de san Pablo á los efesinos. Exhórtales el santo Apóstol que no tengan todos mas que un mismo espíritu, así como lodos no hacen mas que un mismo cuerpo ni tienen mas que un mismo Señor, una misma fé y un solo bautismo. «Yo os ruego, yo que estoy preso por el Señor, que observéis una conducta digna de vuestra vocación.» Cualifícase san Pablo llamándose prisionero de Jesucristo nuestro Señor, gloriándose de sus prisiones, y mirando el honor que tenia en sufrir y estar en cadenas por amor de Jesucristo, como la época mas gloriosa do su vida. En efecto, nada hay mas honorífico ni mas venlajoso que el padecer por los intereses y por la gloria de Dios. El santo Apóstol se presentador decirlo así, cargado de hierro por Jesucristo á los efesinos, para moverlos, para obligarles á que reciban con mas docilidad sus instrucciones, y para animarlos con su ejemplo á la práctica de la virtud y al amor do los sufrimicn'os. Nada hay mas elocuente ni mas persuasivo que el ejemplo. San Pablo Indice todo en dos palabras, cuando exhorta á los efesinos á que observen una conducta digna de la escelencia y de la santidad desu vocación, «á fin,» les dice, «de que caminéis dignamente en la vocación á que sois llamados.» Ser llamado al cristianismo, es ser llamado á una santidad eminente: ¿qué inocencia, qué pureza de costumbres, que regularidad de conducta no exige de lodos los fieles la augusta cualidad de cristianos? Sed sanios, como vuestro Padre celestial es sanio: la santidad de Dios mismo es el que so nos propone. ¡Quépureza mas perfecta! ella condena hasla el menor deseo impuro, hasta el menor pensamiento criminal. No quiere ni aun que se sepa el nombre. ¡Qué mortificación tan constante de todos los sentidos! ¡qué modesüa, qué circunspección, qué reserva! no hay vicio que no esté proscripto, no hay imperfección que no esté condenada. ¡Qué amor de Dios mas perfecto! ]qué caridad con el prójimo mas universal y mas sincera! ¿Se presentó jamás una idea de perfección mas sublime que la que nos da nuestra religión en el Evangelio? No hay cristiano que por su vocación al cristianismo no esté obligado á caminar incesantemente á esta perfección. lié aquí el espíriln de la ley; héaquí el espíritu de Jesucristo ; ajustemos este espíritu con el del mundo; ajustemos esla obligación de una vida tan sania , Con la vida blanda , con

lia consumido en pleitos la hacienda mas saneada, y que<br />

inspira á fós dos partes un furioso cncarniramicnlo para<br />

per<strong>de</strong>rse nmliiamente. Pocas pasiones hay que no <strong>de</strong>ban<br />

á esle lo que ellas üonen <strong>de</strong> mas vivo, <strong>de</strong> mas punzanfe y<br />

<strong>de</strong> mas amargo: el orgullo es el que comunica á la ira su<br />

iiereza, y á la envidia toda su <strong>de</strong>sconfianza y su malignidad;<br />

es el vicnlo que encien<strong>de</strong> ei odio; que causa tan funeslos<br />

incendios. La codicia <strong>de</strong>be al' orgullo todas las inquietu<strong>de</strong>s<br />

que produce; ¿y <strong>de</strong> qué otras fuentes nacen la<br />

mayor parle <strong>de</strong> nueslras tribulaciones, <strong>de</strong> nuestros disgustos<br />

y <strong>de</strong> nuestras murmuraciones ? E! orgullo es propiamente<br />

el lirano <strong>de</strong>l entendimiento y <strong>de</strong>l corazón humano;<br />

¿estuvo jamás Iranquilo un orgulloso? ¿quécalma,<br />

qué dia sereno bobo nunca en una alma orgnllosa? Esta<br />

pasión no se halla Lien sino en las alturas, esto os, en la<br />

región <strong>de</strong> los vientos. ¡Jluen Dios, qué digno <strong>de</strong> lástima<br />

es un hombre orgulloso ! Dios se complace en confundir á<br />

los soberbios y m liacerlos <strong>de</strong>sdichados.<br />

PUMO SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra que así como la humildad<br />

es siempre amable, así tampoco hay nada mas odioso que<br />

el orgullo. No obslanle, por mas odiosa, irracional y perniciosa<br />

que sea esta pasión, ninguna hay que sea mas común<br />

y universal; no solo reina sobre el trono, domiHatambien<br />

frecuentemente con imperio en las condiciones mas<br />

viles; penetra hasta las soleda<strong>de</strong>s; se <strong>de</strong>sliza hasta en el<br />

lugar santo. No es la única obra suya la hipocresía. ¡Qué<br />

<strong>de</strong> motivos tan poco puros no vician las mejores acciones!<br />

¡qué <strong>de</strong> retrocesos no hace uno <strong>de</strong> tiempo en tiempo sobre<br />

su propia virtud! ¡qué <strong>de</strong> secretas complacencias en su<br />

propio mérito! Así es como esta pasión artificiosa trata <strong>de</strong><br />

familiarizarse insensiblemente hasta con la <strong>de</strong>voción. El<br />

orgullo mas suíil y mas fino sabe <strong>de</strong>slizarse diestramente<br />

hajo<strong>de</strong> los viejos harapos^ por <strong>de</strong>cirlo así, <strong>de</strong> la humildad;<br />

cüiilrahace ei aire y el tuno <strong>de</strong> esta virluJ; se prevale y<br />

aun se alimenta <strong>de</strong> sus privilegios; ninguna pasión sabe<br />

representar lautos personajes como esta. Hay pocas virtu<strong>de</strong>s<br />

que no <strong>de</strong>ban <strong>de</strong>sconfiar <strong>de</strong> ella; no obstante, <strong>de</strong> ella<br />

al parecer es <strong>de</strong> la que se <strong>de</strong>sconfía menos. No hay orgulloso<br />

que crea que lo es; no hay falsa piedad, ni falsa <strong>de</strong>voción,<br />

que no sea orgullosa. La virtud aislada es insípida<br />

al que no tiene masque la corteza <strong>de</strong> ella; el orgullo escomo<br />

la sal que la da el gusto. Cualquiera es <strong>de</strong>voto con placer,<br />

mientras que lo es con suceso. Por mas que se diga<br />

que no se busca otra cosa que la gloria <strong>de</strong> Dios, apenas<br />

per<strong>de</strong>mos <strong>de</strong> vista la nuestra; las obras <strong>de</strong> caridad que<br />

nos hacen mas honor, por penosas que sean, son las que<br />

nos parecen mas fáciles; nádasenos hace costoso en la<br />

práctica <strong>de</strong> la virtud, en tanto que la virtud es aplaudida.<br />

Tsose siente e! peso y ¡a fatiga, sino <strong>de</strong> loque es oscuro ó<br />

secreto. Se <strong>de</strong>ja el lujo <strong>de</strong> los vestidos; pero en esta mo<strong>de</strong>stia<br />

¿se busca solo la oscuridad y la humillación? ¿Poiqué<br />

tanta afectación y tantas distinciones en la misma <strong>de</strong>voción?<br />

Un corazón humil<strong>de</strong> nunca <strong>de</strong>sea la singularidad.<br />

Nada se quiere por ostentación; pero no se incomoda uno<br />

<strong>de</strong>masiado cuando ha sido <strong>de</strong>scubierto. So oculta, <strong>de</strong>cimos,<br />

el poco bien que hacemos; pero fácilmente perdonamos<br />

á los que lo publican. ¡Cosa estrafia! el orgullo nos<br />

sigue hasta en las victorias que conseguimos <strong>de</strong>l orgullo<br />

mismo; lodo le sirve <strong>de</strong> pábulo y <strong>de</strong> alimento, bástala humildad.<br />

¿Qué vicio mas peligroso ni mas temible? El orgullo<br />

lo emponzoña lodo. Aun cuando tuviésemos una candad<br />

magnífica; aun cuando distribuyésemos en limosnas<br />

DESPUES DE PENTECOSTES. 43<br />

toda nuestra hacienda; aun cuando <strong>de</strong>struyésemos nuestro<br />

cuerpo y nuestra salud con las maceraciones mas asombrosas,<br />

si el orgullo se mezcla en estas buenas obras y en<br />

estas penitencias, no son mas que frulos coirompidos. <strong>Los</strong><br />

fariseos eran liberales en limosnas, y <strong>de</strong> una austeridad<br />

<strong>de</strong> vida estremada; pero el orgullo y la ostentación formaban<br />

su carácter, y esto éralo que irritaha alSalvadorcontra<br />

ellos.<br />

Yo <strong>de</strong>testo, Señor, con lodo mi corazón un vicio que es<br />

el origen <strong>de</strong> lodos los <strong>de</strong>más. Hacedme, ó Dios mió, la gracia<br />

<strong>de</strong> inspirarme siempre un nuevo horror contra él.<br />

iicciAToniAS.—Alejad <strong>de</strong> mí, Señor, el espíritu <strong>de</strong> orgullo<br />

que tanto aborrecéis. [Ecles. 23.)<br />

No permitáis, Señor, que el orgullo se apo<strong>de</strong>re <strong>de</strong> mi<br />

entendimiento ni <strong>de</strong> micorazon. (Psahn. 33.)<br />

PROPÓSITOS.<br />

1 Enorgullecerse, mirar álos <strong>de</strong>más con <strong>de</strong>sprecio,<br />

porque está uno magníficamente alojado, ricamente vestido,<br />

porque tiene un suntuoso tren, un bisabuelo <strong>de</strong> gran<br />

mérito, ó porque su nombre y sus armas se encuenlivn<br />

en viejos registros; ¿hubo jamás una opinión masmal findada<br />

<strong>de</strong> nuestra propia cscelcncia? Desengañémonos, el<br />

mérilo<strong>de</strong>be ser personal, las virtu<strong>de</strong>s no son hereditarias.<br />

Un adorno hril-lante, un vestido bordado <strong>de</strong> oro, una nobleza<br />

antigua, no son iucompalibles con un talento menguado,<br />

y con un mérito todavía mas menguado. Las estatuas<br />

<strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra o <strong>de</strong> tierra se doran. Coloqúese una estatua<br />

<strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra en los nichos mas altos; enlodas parles será<br />

<strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra. El mérito personal, por real que sea, noda<br />

<strong>de</strong>recho para <strong>de</strong>spreciar á nadie. El mérito mas insigne<br />

pier<strong>de</strong> todo su brillo y queda oscurecido por el orgullo.<br />

Concibamos un horror constante á este vicio. No solo no<br />

<strong>de</strong>spreciemos jamás á nadie <strong>de</strong> cualquiera condición que<br />

sea; hagamos áhtes bien un estudio en sercorteses, urbanos,<br />

afables con todo el mundo, aun con los criados. No<br />

les hablemos nuncasíno con dulzura. Cuanto masdistinguidos<br />

y ensalzados seamos por nuestro nacimiento, por<br />

nuestra chise, por nuestra dignidad, pornueslro propio<br />

mérito, mas complacientes, mas dulces, mas átenlos, mas<br />

afables <strong>de</strong>bemos ser. Nunca fué un gran mérito el ser altanero,<br />

2 ¿No hay algún vano, altivo, soberbio, que no se<br />

pregunte alguna vez á sí mismo por qué lo.es? La mayor<br />

parle <strong>de</strong> las gentes, y sobre todo las mujeres, no encontrarán<br />

apenas otro principio <strong>de</strong> la opinión escesivamenlo<br />

buena que tienen <strong>de</strong> sí mismos, y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sprecio que hacen<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, que razones <strong>de</strong>l todo contrarias, que<br />

<strong>de</strong>berían mas bien servir para humillarnos. Toda persona<br />

humil<strong>de</strong>, mo<strong>de</strong>sta, <strong>de</strong> cualquiera condición que sea, es<br />

siempre respetable ; por el contrario, nada inspira ni merece<br />

lanío <strong>de</strong>sprecio como el orgulloso. Pidamos á Dios sin<br />

cesar que nos conceda una entera victoria sobre un enemigo<br />

tan odioso y tan dañino. Para esto lomemos hoy<br />

mismo con firmeza es(a resolución. I.0 No hablar jamás<br />

<strong>de</strong> nosotros mismos, ni en bien, ni en mal. (Ecles, 19.)<br />

2.u Alábenlos siempre á todo el mundo, ó no digamos palabra<br />

, ó hablemos siempre venlajosamente <strong>de</strong> aquellos<br />

<strong>de</strong> quien hablamos. 3.° Seamos afables con todos, sean<br />

inferiores ó iguales. í.0 Tengamos sobre todo una especie<br />

<strong>de</strong> respeto á lodos los pobres. E>.0 No tuteemos jamás á<br />

nadie ¡ nada da á conocer mas el orgullo y la rusticidad

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