Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DESPUES DE PENTECOSTES. habéis hecho conmigo mismo. El decreto de condenación por el que el soberano Juez precipita á los réprobos al fuego eterno, no se funda en oli o motivo que en su insensibilidad por los males y las necesidades del prójimo. ¿Y podemos creer esta gran verdad, y permanecer duros en 6rden á las miserias de otro? ¿. y pasar un dia sin santiücarle con algunas obras de misericordia ? El Señor en aquel dia tan terrible en que el Juez soberano dará á cada uno según sus obras, en aquel dia decisivo de nuestra suerte, eterna, el SeBor no hace mención alguna de las maceraciones del cuerpo, de las práclicas de devoción, de las oraciones; nó poique no haga caso de ellas, nó porque no le sean muy agradables, y que no sean medios de salud, igualmente que aclos de virtud dignos de recompensa, sino que el Salvador ha querido que comprendamos cuál es la necesidad de las obras de misericordia, cuál su mérito, y que sin esta caridad cristiana Dios hace poco caso de todas las demás virtudes. En medio de lodo esto, esta candad se ve el dia de hoy muy debilitada entre los cristianos; míransc las obras de misericordia como unos actos heroicos propios solo de un pequeño número de gentes devolás ; pero ¿ podrán considerarse como simples consejos, puesto que ellas constituyen ios motivos de una seníencia decisiva ? No hay cosa mas abandonada que las obras de misericordia ; porque la caridad que debe caracterizar á los cristianos está cuasi eslinguida. ¡ Cuántos hay que jamás han puesto los piés en un hospital ! Esas personas tan opulentas, tan adornadas, tan magníficas en muebles, en vajillas, en caballos, ¿ alivian, visitan á los pobres presos, á los vergonzantes, que quedarían ricos con solólo superíluo de tantos ricos?iAli Señor I si la caridad cristiana es tan rara en el dia de hoy, si está cuasi eslinguida, ¿cuál es nuestra fé? Comprendo bien, Señor, cuánta razón habéis tenido para decir que es pequeño el número de los elegidos. Pero j ó Dios mío! aun cuando fuese mas pequeño que lo que es, yo quiero ser de este número pequeño; os pido vuestra gracia, y con su auxilio espero que la resolución que hago de pasar el resto de mis dias en el ejercicio de las buenas obras será eficaz, y me hará menos dudosa mi salvación. JACULATOUUS.—Bienaventurados los que hacen obras de misericordia, porque ellos alcanzarán misericordia. (Malíb. ¡i.) Dichoso aquel que movido de compasión atiende á las necesidades del pobre y del afligido; porque si él se halla en aflicción, acudirá el Señor á su auxilio. (Psalm. 40.) PROPÓSITOS. 1 No se entienden aquí por buenas obras sino ciertas acciones particulares que miran á la caridad, como aliviar á los desgraciados, consolar á los afligidos, socorrer á los pobres. En este concepto toda buena obra es una acción buena, mas no toda acción buena es una buena obra. Hay siete obras do misericordia espirituales, y otras tantas corporales, por medio de las cuales se socorre al prójimo en sus necesidades del espíritu y del cuerpo. Las corporales son visitar los encarcelados y á los pobres enfermos en los hospitales, dar de beber á los que tienen sed, dar de comer á ios que tienen hambre, rescatar los cautivos, vestir á los desnudos, hospedar á los pobres, sepultar los muertos. Las espirituales son dar buen conse- TOMO IV. 521 jo á los que lo han menester, corregir á los que yerran» instruir á los ignorantes, consolar á los afligidos, olvidar las injurias, perdonar las ofensas, rogar por los vivos y por los muertos, y por los que nos pers-iguen. No hay nadie que no pueda cumplir con alguna de estas obras da misericordia, muchos aun con todas. Determina las que puedes hacer, y cuya omisión le hará desesperar á la hora déla muerte, y en adelante sé fiel en ejercitarte cada dia en alguna si es posible. 2 Si tienes parientes pobres ó afligidos, no dejes do verlos y asistirlos con preferencia; son tus parientas y deben ser preferidos en tus buenas obras. Cosa cstraña : so ven alguna vez gentes que se avergüenzan de ir á ver á sus parientes pobres, como si su visita debiera deshonrarlos ; nada hay mas opuesto al espíritu de Jesucristo, y á la caridad cristiana, que esta mal entendida vergüenza. Iráse mas pronto á visitar á los pobr es en el hospital, que á un pariente pobre á su casa; la verdadera causa de esla preferencia no es mas que una secreta vanidad. La visita de los pobres en el hospital hace siempre algún honor; mas un pobre que es pariente nuestro humilla á una alma orgullosa. Guardaos bien de dar oidosá una vani^ dad tan necia ; informaos si tenéis algún pariente que padezca, y no paséis el dia sin visitarle y asistirle. Si alguno de los que os han ofendido se halla afligido ó miserable, visitadle, socorredle, preferid esta obra de caridad á todas las demás; este es el espíritu del Evangelio y del cristianismo. En fin, imponeos una ley de no pasar dia alguno, ó á lo ménos ninguna semana, sin practicar alguna obra do misericordia; semejante práctica es acaso la señal mas segura de predestinación y de salvación. DOMINGO DÉCIMOTERCIO DESPUES DE PENTECOSTES. Como el Evangelio de la misa del dia es siempre elqne sirve de título y da el nombre á los domingos después do Pentecostés, se ha llamado por tanto comunmente á este el de la curación de los diez leprosos; los griegos y los latinos convienen en esta denominación del décimoíe: cío domingo. Podria también llamarse el domingo de la ingralilud, puesto quede los diez leprosos que fueron milagrosamente curados por el Salvador, no hubo mas que uno solo que viniese á dar gracias á su bienhechor, sin que los otros nueve hubiesen parecido mas. «Solo este extranjero es,» dice el Salvador, «el quo ha vuelto y ha dado gloria á Dios.» La atención que el Salvador hace aquí sobre el reconocimiento de este estranjero, quo fué el único de los diez que volvió á darle gracias, es una instrucción misteriosa. Uase dicho ya que la Iglesia reúne á los fieles todos los domingos, no solo para orar y asistir al divino sacrificio, sino quo también para alimentarlos con el pan de la divina palabra, é instruirlos en las grandes verdades de la religión, les da cada domingo una lección particular sobre algún punto de la moral y del dogma. La lección de moral se contiene ordinariamente en el Evangelio del dia, y la del dogma se halla en la Epístola. El introito déla misa es por lo común una oración que puede servir de modelo para enseñarnos á orar bien. El introito de la misa de este dia está tomado del salrao 73. Previendo el profeta las desgracias que debían suceder á todo el pueblo, dirige á Dios una piadosa demanda, llena de amor y de confianza; quéjase á Dios en nombre del pueblo de la desolación de Jerusalcn y de C6

DOMINGO, BECIMOTERCÍO toik la nación, é implora ti ÍÚJXÜÍO del cielo. Eslesnlmo allá fué recibido como un ángel de Dios, y como lo hubiera conviene perfectamente á la Iglesia perseguida no solo sido Jesucristo mismo, según él mismo lo dice: «Sin por los paganos, sino mucho mas tiempo todavía por I03 herejes, que no cesan aun de perseguirla. Tense en el que mis humillaciones,)> añade, «ni mis flaquezas os hayan disgustado.» Pero turbóse muy pronto la tranquilidad rasgos vivos y elocnenlcs, espresiones fuertes, grandes y y el fervor de aquella Iglesia nádenle, por el falso celo patéticas que convienen admirablemente al asunto, y que (raen á la memoria los escesos y los sacrilegios de les herejes; y la envidia de los judíos que san Pedro habia converiido allí á la fó, antes que san Pablo hubiese ido á predicar á hé aqili algunos de ellos: «Levantad cuanfo^ántes, los gentiles, fistos falsos hermanos, mas bien judíos que Señor, ia mano conlra nuestros enemigos, para que su cristianos, encaprichados ca su anligua ley, no podían orgullo quede abatido para siempre: ;ÍIU! ¡cuántas impiedades sufrir que san Pablo habiendo converiido á ios gentiles á han cometido en el lugar sanio!» i en vuestro la fé de Jesucristo, no les hubiese obligado á guardar las templo! ¡Con qué insolencia han profanado el lugar sanio, en el cual celebrábamos nosotros fiestas en vuestro honor! ceremonias legales. Comenzaron á desacredilar al santo apóstol para desacreditar mejor su doctrina; trataron de ellos han enarbolado sus estandartes en el lugar mas hacerle pasar por un intruso en el ministerio del aposto­ alto del templo, igualmente que en las encrucijadas, sin hacer diferencia entre lo sagrado y lo profano. Hanse animado los unos á los otros para echar las puertas abajo á golpes de hachas, como hubieran derribado ios árboles en lado, y no hallando nada reprensible en su conducta, ni en sus costumbres, se agarraron á lo que parecía defectuoso é irpegular en su aire, en su voz y en toda su persona. Después de haber procurado hacerle á él despreciable, «na floresta; han volcado las puertas á hachazos y á golpes. comenzaron á predicar la obligación de observaren el crisrentes Esta nación impía, y (odas sus sectas, aunque difetianismo la ley de Moisés. Los gálatas , pueblo simple y entre si en dogmas, en errores, en intereses, han grosero, se dejaron persuadir de los halagüeños discursos convenido siempre en este artículo; todos han dicho unánimemente: de aquellos falsos doctores; sin embargo, muchos se «Abolamos en la tierra todas las fiesüts del opusieron á estas novedades, de lo que resultó muy pronto Señor.» ¿Quién no ve en esta muestra el verdadero retrato de los herejes de los últimos siglos? Tal es el salmo del cual ha tomado la Iglesia las palabras que componen un cisma en aquella Iglesia. Habiéndolo advertido san Pablo, y queriendo corlar el curso á un mal tan gravo, escribió á los gálatas con toda la fuerza y la vehemencia que •el introito déla misado esfedia: «Acordaos, Señor, de exigía semejante abuso. Comienza por establecer invenciblemente la alianza que hicisleis en olro tiempo con nuestros padres, y no olvidéis para siempre á vuestro pobre pueblo.» Acordaos, Señor, de todas las maravillas que obrasteis en nuestro favor ; acordaos que sois nuestro Criador, nuestro protector, nuestro libertador; no olvidéis que sois su apostolado, como que ha sido llamado á 61 por el mismo Ji'sucnsU». Reíierc su conversión milagrosa, y prueba la aulenlicidad de su misión. Desciende luego al origen del mal, y á lo qua habia dado lugar á aquellas contestaciones y al cisma. Demuestra por un raciocinio, nuestro Dios, y nosotros somos'vuestro pueblo; vuestro al cual nada hay que replicar, y por diversos pasajes do honor está, en cierto modo, interesado en socorrernos, la Escritura, que ni la circuncisión ni la ley de Moisés sirven puesto que nuestros enemigos son los vuestros. Levantaos, ya para nada; que las bendiciones prometidas á Abra- Señor; vuestra causa igualmente que la nuestra es ham son para los fieles que han creído en Jcsucrislo; que la que os pedimos encarecidamente que defendáis, y que no rechacéis las súplicas humildes de los que os buscan propiamente hablando, solo el Salvador divino y sus discípulos son los verdaderos hijos de Abraham, y los herederos con todo sa corazón. ¿Perqué ¡ó Dios mió! nos habéis de las bendiciones y de las promesas. Que en la Es­ abandonado, como si nada tuviésemos que esperar de vos? critura es preciso distinguir el sentido histórico y carnal, ¿por qué estáis tan irritado contra las ovejas de vuestro y el senüdo alegórico y espiritual, que es al que pritícipalmeníe rebaño? ¿Está per ventura ¡ó Dios mió! encendida para ha al.emlido e! Esjúilu Santo ; quo los judíos siempre contra nosotros vuestra ira? ¿no acabarán jamás estos males? ¿habéis arrojado para siempre este pueblo, en olro tiempo tan querido, tan privilegiado, que vos mismo babris conducido por el desierto, y como buen pasíor alimentado con el pan de los ángeles? En todo este salmo so ve un modelo perfecto de una oración afectuosa y llena carnales, esto es, según la carne, están figurados en Agar é Ismael, y al contrario ios cristianes en Sara é Isaac; que por la fé hemos entrado en la dichosa libertad de hijos de Dios, y herederos de las bendiciones y las promesas; que los hebreos bajo de la ley no han sido mas que esclavos; que según la Escriiura el esclavo debe ser arrojado con su de confianza, muy á propósüo para todas las cala­ hijo, porque el hijo de la que es esclava no será heredero midades públicas, y para pedir al Señor que se digno con el bijó de la que es libre. Por lo que hace á nosotros, hacer que cesen los azotes b;\jo de los cuales gime el añade, no somos hijos de la esclava para que estemos sujetos pueblo. á los preceptos serviles de la antigua ley, sino de la La Epístola déla misa de este dia es'á lomada de la instrucción que es libre, esto os, de la ley de gracia , y osla dichosa que san Pablo da á los gálatas para enseñarles libertad es la que Jesucristo nos ha dado, y la que vuestros que la ley no juslilica, y que no puede niguno jusliiicarsc sino por la fé, la cual escomo la vida dol justo. Para comprender toda esta Epístola, y entrar en el verdadero sentido falsos doctores quisieran destruir, ó al menos inutili­ zar si pudiesen. Sus perversos designios y sus persecuciones han sido figuradas en la Escriiura, y su cumplimiento del apóstol, conviene sabiu-que habiendo predicado lo veis bien claro en el día; porque así como entonces el san Pablo la fé do Jesucristo en Galacia, que era una provincia del Asia menor, entro la Capadocia y la Frigia, convirtió allí tan gran número de gentiles, que en poco tiempo formó una Iglesia considerable. La primera vez que fué que habia nacido según la carne, eslo es, Ismael, perseguía al que lo era según el espíritu, eslo es, Isaac, así sucede ahora. Sabed, pues, continúa el santo apóstol, que la ley no se ha dado á vuestros padres sino para detener sus

DOMINGO, BECIMOTERCÍO<br />

toik la nación, é implora ti ÍÚJXÜÍO <strong>de</strong>l cielo. Eslesnlmo allá fué recibido como un ángel <strong>de</strong> Dios, y como lo hubiera<br />

conviene perfectamente á la Iglesia perseguida no solo<br />

sido Jesucristo mismo, según él mismo lo dice: «Sin<br />

por los paganos, sino mucho mas tiempo todavía por I03<br />

herejes, que no cesan aun <strong>de</strong> perseguirla. Tense en el<br />

que mis humillaciones,)> aña<strong>de</strong>, «ni mis flaquezas os hayan<br />

disgustado.» Pero turbóse muy pronto la tranquilidad<br />

rasgos vivos y elocnenlcs, espresiones fuertes, gran<strong>de</strong>s y y el fervor <strong>de</strong> aquella Iglesia ná<strong>de</strong>nle, por el falso celo<br />

patéticas que convienen admirablemente al asunto, y que<br />

(raen á la memoria los escesos y los sacrilegios <strong>de</strong> les herejes;<br />

y la envidia <strong>de</strong> los judíos que san Pedro habia converiido<br />

allí á la fó, antes que san Pablo hubiese ido á predicar á<br />

hé aqili algunos <strong>de</strong> ellos: «Levantad cuanfo^ántes, los gentiles, fistos falsos hermanos, mas bien judíos que<br />

Señor, ia mano conlra nuestros enemigos, para que su cristianos, encaprichados ca su anligua ley, no podían<br />

orgullo que<strong>de</strong> abatido para siempre: ;ÍIU! ¡cuántas impieda<strong>de</strong>s<br />

sufrir que san Pablo habiendo converiido á ios gentiles á<br />

han cometido en el lugar sanio!» i en vuestro la fé <strong>de</strong> Jesucristo, no les hubiese obligado á guardar las<br />

templo! ¡Con qué insolencia han profanado el lugar sanio,<br />

en el cual celebrábamos nosotros fiestas en vuestro honor!<br />

ceremonias legales. Comenzaron á <strong>de</strong>sacredilar al santo<br />

apóstol para <strong>de</strong>sacreditar mejor su doctrina; trataron <strong>de</strong><br />

ellos han enarbolado sus estandartes en el lugar mas hacerle pasar por un intruso en el ministerio <strong>de</strong>l aposto­<br />

alto <strong>de</strong>l templo, igualmente que en las encrucijadas, sin<br />

hacer diferencia entre lo sagrado y lo profano. Hanse animado<br />

los unos á los otros para echar las puertas abajo á<br />

golpes <strong>de</strong> hachas, como hubieran <strong>de</strong>rribado ios árboles en<br />

lado, y no hallando nada reprensible en su conducta, ni<br />

en sus costumbres, se agarraron á lo que parecía <strong>de</strong>fectuoso<br />

é irpegular en su aire, en su voz y en toda su persona.<br />

Después <strong>de</strong> haber procurado hacerle á él <strong>de</strong>spreciable,<br />

«na floresta; han volcado las puertas á hachazos y á golpes.<br />

comenzaron á predicar la obligación <strong>de</strong> observaren el crisrentes<br />

Esta nación impía, y (odas sus sectas, aunque difetianismo<br />

la ley <strong>de</strong> Moisés. <strong>Los</strong> gálatas , pueblo simple y<br />

entre si en dogmas, en errores, en intereses, han grosero, se <strong>de</strong>jaron persuadir <strong>de</strong> los halagüeños discursos<br />

convenido siempre en este artículo; todos han dicho unánimemente:<br />

<strong>de</strong> aquellos falsos doctores; sin embargo, muchos se<br />

«Abolamos en la tierra todas las fiesüts <strong>de</strong>l opusieron á estas noveda<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> lo que resultó muy pronto<br />

Señor.» ¿Quién no ve en esta muestra el verda<strong>de</strong>ro retrato<br />

<strong>de</strong> los herejes <strong>de</strong> los últimos siglos? Tal es el salmo<br />

<strong>de</strong>l cual ha tomado la Iglesia las palabras que componen<br />

un cisma en aquella Iglesia. Habiéndolo advertido san<br />

Pablo, y queriendo corlar el curso á un mal tan gravo, escribió<br />

á los gálatas con toda la fuerza y la vehemencia que<br />

•el introito déla misado esfedia: «Acordaos, Señor, <strong>de</strong> exigía semejante abuso. Comienza por establecer invenciblemente<br />

la alianza que hicisleis en olro tiempo con nuestros padres,<br />

y no olvidéis para siempre á vuestro pobre pueblo.»<br />

Acordaos, Señor, <strong>de</strong> todas las maravillas que obrasteis en<br />

nuestro favor ; acordaos que sois nuestro Criador, nuestro<br />

protector, nuestro libertador; no olvidéis que sois<br />

su apostolado, como que ha sido llamado á 61<br />

por el mismo Ji'sucnsU». Reíierc su conversión milagrosa,<br />

y prueba la aulenlicidad <strong>de</strong> su misión. Descien<strong>de</strong> luego al<br />

origen <strong>de</strong>l mal, y á lo qua habia dado lugar á aquellas<br />

contestaciones y al cisma. Demuestra por un raciocinio,<br />

nuestro Dios, y nosotros somos'vuestro pueblo; vuestro al cual nada hay que replicar, y por diversos pasajes do<br />

honor está, en cierto modo, interesado en socorrernos, la Escritura, que ni la circuncisión ni la ley <strong>de</strong> Moisés sirven<br />

puesto que nuestros enemigos son los vuestros. Levantaos,<br />

ya para nada; que las bendiciones prometidas á Abra-<br />

Señor; vuestra causa igualmente que la nuestra es ham son para los fieles que han creído en Jcsucrislo; que<br />

la que os pedimos encarecidamente que <strong>de</strong>fendáis, y que<br />

no rechacéis las súplicas humil<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los que os buscan<br />

propiamente hablando, solo el Salvador divino y sus discípulos<br />

son los verda<strong>de</strong>ros hijos <strong>de</strong> Abraham, y los here<strong>de</strong>ros<br />

con todo sa corazón. ¿Perqué ¡ó Dios mió! nos habéis<br />

<strong>de</strong> las bendiciones y <strong>de</strong> las promesas. Que en la Es­<br />

abandonado, como si nada tuviésemos que esperar <strong>de</strong> vos? critura es preciso distinguir el sentido histórico y carnal,<br />

¿por qué estáis tan irritado contra las ovejas <strong>de</strong> vuestro y el senüdo alegórico y espiritual, que es al que pritícipalmeníe<br />

rebaño? ¿Está per ventura ¡ó Dios mió! encendida para<br />

ha al.emlido e! Esjúilu Santo ; quo los judíos<br />

siempre contra nosotros vuestra ira? ¿no acabarán jamás<br />

estos males? ¿habéis arrojado para siempre este pueblo,<br />

en olro tiempo tan querido, tan privilegiado, que vos mismo<br />

babris conducido por el <strong>de</strong>sierto, y como buen pasíor<br />

alimentado con el pan <strong>de</strong> los ángeles? En todo este salmo<br />

so ve un mo<strong>de</strong>lo perfecto <strong>de</strong> una oración afectuosa y llena<br />

carnales, esto es, según la carne, están figurados en Agar<br />

é Ismael, y al contrario ios cristianes en Sara é Isaac; que<br />

por la fé hemos entrado en la dichosa libertad <strong>de</strong> hijos <strong>de</strong><br />

Dios, y here<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> las bendiciones y las promesas; que<br />

los hebreos bajo <strong>de</strong> la ley no han sido mas que esclavos;<br />

que según la Escriiura el esclavo <strong>de</strong>be ser arrojado con su<br />

<strong>de</strong> confianza, muy á propósüo para todas las cala­<br />

hijo, porque el hijo <strong>de</strong> la que es esclava no será here<strong>de</strong>ro<br />

mida<strong>de</strong>s públicas, y para pedir al Señor que se digno con el bijó <strong>de</strong> la que es libre. Por lo que hace á nosotros,<br />

hacer que cesen los azotes b;\jo <strong>de</strong> los cuales gime el aña<strong>de</strong>, no somos hijos <strong>de</strong> la esclava para que estemos sujetos<br />

pueblo.<br />

á los preceptos serviles <strong>de</strong> la antigua ley, sino <strong>de</strong> la<br />

La Epístola déla misa <strong>de</strong> este dia es'á lomada <strong>de</strong> la instrucción<br />

que es libre, esto os, <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> gracia , y osla dichosa<br />

que san Pablo da á los gálatas para enseñarles<br />

libertad es la que Jesucristo nos ha dado, y la que vuestros<br />

que la ley no juslilica, y que no pue<strong>de</strong> niguno jusliiicarsc<br />

sino por la fé, la cual escomo la vida dol justo. Para compren<strong>de</strong>r<br />

toda esta Epístola, y entrar en el verda<strong>de</strong>ro sentido<br />

falsos doctores quisieran <strong>de</strong>struir, ó al menos inutili­<br />

zar si pudiesen. Sus perversos <strong>de</strong>signios y sus persecuciones<br />

han sido figuradas en la Escriiura, y su cumplimiento<br />

<strong>de</strong>l apóstol, conviene sabiu-que habiendo predicado<br />

lo veis bien claro en el día; porque así como entonces el<br />

san Pablo la fé do Jesucristo en Galacia, que era una provincia<br />

<strong>de</strong>l Asia menor, entro la Capadocia y la Frigia, convirtió<br />

allí tan gran número <strong>de</strong> gentiles, que en poco tiempo<br />

formó una Iglesia consi<strong>de</strong>rable. La primera vez que fué<br />

que habia nacido según la carne, eslo es, Ismael, perseguía<br />

al que lo era según el espíritu, eslo es, Isaac, así suce<strong>de</strong><br />

ahora. Sabed, pues, continúa el santo apóstol, que la<br />

ley no se ha dado á vuestros padres sino para <strong>de</strong>tener sus

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