Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

lo hace con perfección:» 61 ha dado oidos á los sordos,
lengua á los mudos, vista á los ciegos. Nuestras acciones
son las que deben hacer nuestro elogio. Cuahiuiera otro
titulo de alabanza es vano.
ta oración de la misa de esle dia es como sigue:
Omnipowis sr.mpitcrne
Deus, qui abundanlia
jñelalis tuee et merka
siipplicum excedis el vota:
effmde super nos miseñcordiam
Imnn, uldimiuas
qum conscientia meluit, el
adjicias quod oralio non
prtesumit. Per Dominum..
•
DESPUKS DE PENTECOSTES. 513
O Dios omnipotente y eterno,
que por un escesode bondad
sobrepujas los méritos y
los deseos de los que te piden,
derrama sobre nosotros los
efectos de tu misericordia ; y
éignaÜé perdonarnos lo que
nuestra conciencia nos hace
temer, y concedernns lo que
por nuestras oraciones no nos
atreveríamos á prometernos.
Por nuestro Scfmr Jesucristo,
etc.
La EpislolatstA lomada del cap. 15 déla primeracaría del
apóstol san Pablo á los Corintios.
Fraíres : Nolum vobis Hermanos mios: Voy á pofacio
Evangelium , quod ñeros á la vista eA lívangelio
pmdicavivobis quod clac- que os he predicado, que vocepislis
in quo et slalis, solios habéis recibido, en cuya
per quod el salvamini : creencia permanecéis, y por
qua ralione pmdicaverim el cual os habéis de salvar;
vobis, si tenelis, nisifrus- voy á deciros, si os acordáis,
ira credidislis. Tradidi y si no creisleis en vano, de
enim vobis in prmis quod qué manera os he predicado.
el accepi: quoniam Cliris- Antes de todo, os he hecho saíus
morluus esl pro pee- ber lo que á mí mismo se me
crtíts noslris secundum ha ensenado, esto es, que Je-
Scripturas : etqnia sepul- suensío ha muerto por nuestus
esl, el quia resurrexil ti-os pecados , según estaba
icrliadie secundum Scrip- anunciado en las Escrituras :
furas : et ^itía visus est que ha sido sepultado; que ha
CephcE, tí post hoc ande- resucitado el tercer dia, concim
: deinde visus esl plus
forme á las Escrituras; que ha
quam quingenlis /rain- aparecido en seguida á Cofas,
bus simul : ex quibus y desiiues de él á los once;
nmlli manml usqae ad- lut-go ha aparecido á mas de
quinieníoshermanosáiin (iem-
po, de los cuales viven toda-
huc , quidam aulem dormierunl
: deinde visus est
Jacobo, deinde aposlolis vía muchos, y algunos han
ómnibus : novissime au- muerto; después de esto ha
tem omnium tamquam aparecido á Santiago, y luego
abortivo, visus est el mi- a lodos los apóstoles por fin, y
hi. Ego enim smn mhú- en último lugar, ha aparecido
mus aposlolorum, qui non también á mi que no soy mas
sum di'jnus vocari Apos- que un aboi to. Porque yo soy
toíits, quoniam persecu- el mas pequeño de lodos los
tus sum Ecclesiam Dei. apóstoles, que no merece el
Gralia autem Dd sum id nombre de apóstol, habiendo
quod sum ; et gratia ejus
ti» me vacua non fuil.
perseguido la Iglesia de Dios.
Así que, lo que yo soy, lo soy
por la gracia de Dios, y su
•
gracia queme ha sido dada, no
ha quedado en mí sin efecto,
tino de los puntos capitales del Evangelio ha sido siem-
Pté la verdad de la resurrección. Entre los cristianos de
Cn'into habia algunosque no abrigaban sentimientos muy
ortodoxos en ordénala resurrecion. Siendo, pues, esto
artículo como el fundamento de toda la religión, seaplica
san Pablo á establecer la verdad de él en este capítulo,
con pruebas á las cuales nada habia que replicar.
IlEFL EXIONES.
«Voy á poneros á la vista el Evangelio que os he predicado,
que vosotros habéis recibido, en cuya creencia
permanecéis , y por el cual os habéis de salvar.» ¿Este
Evangelio puesto á la vista será un objeto mny consolante
para todos los cristianos? ¿les asegurará contra los espantos
de la muerte? y próximos ya á ir á dar cuenta á Dios,
¿hallarán lodos en este libro de salud con que justificar
su conducta? ¡Ah! poner ante los ojos de un mundano
que muere, de un religioso tibio imperfecto que ha recibido
los últimos sacramentos, poner á la vista de un libertino
que espira este Evangelio, regla suprema de las costumbres;
conforme al que hemos de ser juzgados; en cuyos
preceptos y máximas se halla todo lo que se necesita
para instruir nuestro proceso, del cual depende en algún
modo nuestro destino eterno: ¿no es anunciarle su triste
suerte, ponerle á la visla el decreto de su condenación,
lanzarle en la desesperación, adelantar su suplicio? Apártanse
los ojos de este Evangelio durante la vida porque no
se quieren obedecer sus mandamientos, ni seguir sus consejos,
ni arreglar á sus máximas las costumbres; apenas
se mira ya el Evangelio en el mundo mas que como unos
antiguos derechos de la religión, títulos añejos que lia
derogado la costumbre, que no tienen ya fuerza de ley
sino entre un pequeño número de elegidos, que apenas
tienen vigor mas que en el claustro. El espíritu del
mundo ha sustituido en su lugar máximas del todo con-
Irai las, leyes absolutamente opuestas, costumbres perniciosas
que tienen lugar de leyes. Diríase en el dia de hoy
que la irreligión ha prescrito hasta este punto el desenfreno;
y la corrupción de Uh costumbres ha prevalecido
sobre la santidad del Evangelio. Cuasi no se avergüenzan
ya del vicio, aun en medio del cristianismo: la indevoción,
la mala fé, la venganza, la impureza, la ambición,
pasan hoy, por decirlo así, por costumbres del siglo. El
vicio lo ha inundado todo: ¿y estrafiamos que aguas tan
corrompidas infecten el aire, y causen tantas enfermedades
contagiosas? Trátase mas bien de entretenernos y
adormecernos que de curarnos. De aquí los juegos, los
o-pectáculos profanos, los bailes, las comedias, las diversiones
enteramente paganas, que parece han ocupado ya
el lugar de los ejercicios de religión. El tiempo que la codicia
no absorve, se destina á los placeres. ¿One pruebas
de religión dan hoy tantos jóvenes libertinos, tantos cristianos
ociosos, taqtas mujeres mundanas? La modestia, el
pudor, la devoción, habían formado siempre el carácter y
el adorno de un sexo piadoso; ahora parecen de moda el
lujo, la licencia, la indevoción. Compongamos estas máximas
tan humildes, tan puras, tan perfectas del Evangelio:
abnegación de sí mismo, humildad de corazón y de espíritu,
mortificación rígida de los sentidos, victoria continua
délas pasiones, piedad perseverante sin artificio,
vida inocente sin apariencia, amor de las cruces , ejercicios
amados de penitencia, horror de las menores fallas,
caridad ardiente, fé generosa é inalterable: compongamos
esto cuadro con el quo cada dia trazan nuestras cos-
TOiííQ IV.
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