Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

El grano de mosiaza se hace árbol. iNinguua cosa era
mas conocida de las genles del pais quo esla conipara-
* cion. En los países cálidos y en los terrenos íérliles, las
plañías llegan á una altura mucho mayor (juelo que se ve
en nuestros climas. Se leo en el Talmud de Jerusalen y
de Üabilonia, esto es, en las dos colecciones de las tradiciones
judaicas que se hicieron la una en Jerusalen y la
otra en Babilonia, que un judio llamado Simón tenia un
vastago de mostaza que llegó á ser tan alio y tan fuerte,
que un hombr e hubiera podido subir encima sin romperle.
Se reGere también allí (fue olio pié de mostaza tenia Ires
ramas, de las cindes ta una servia de sombra á algunos
olleros que trabajaban debajo en el estío para guarecerse
de los ardores del sol.
La oración de la misa en este dia es'como sigue:
Incesta, queesumus, om- Conccdednos, os roganipoteus
Dcus: ut semper mos, Dios omnipoiente, que
ralionabilia mcdilanlrs, quee nuestro entendimienlo esté
tibi suntplaáía, el diclis siempre de tal modo ocupaexequamur,
et [aclis. Per Do- do con pensamientos sanios
ni imán noslnin... y razonables, que (odas
nuestras palabras y acciones
no se dirijan mas que
á agradaros , y seguir en
lodo vuestra soberana voluntad.
Por nuestro Señor
Jesucrislo, etc.
La Epístola es tomada de la primera carta de san Pablo á
los Tesalonicenses, cap. I.
Fralres, gruñas agimus Hermanos mios , damos
Oco semper pro ómnibus vo~ continuas gracias á Dios por
bis, memoriam vestri facien- lodos vosotros, sin olvidaros
lesinoralionibusmslrissine jamás en nuestras oracioiniermissione,
memores ope- nes. Conservando delante
rís fidei vestrw, el laboris, et de Dios y Padre nuestro la
cliariialis, et sustinenliíjespei memoria de lo que obra
Domini noslri Jesa Clmsli, vuestra fé, de vuestros traante
Deum el I'alrem nos- bajos, de vuestra caridad,
írum; sdenles fralres dilecli y de la constancia con que
a Deo, electionem veslram: esperáis en Jesucristo nnesquia
lívangelium noslrum tro Señor. No dudamos hernou
fuil ad vos ia sermone manos mios muy amados
tanlum, sedinvirlute, et in de Dios, que habéis sido ele-
Spiritu Sánelo, et in pleni- gidos; porque cuando os hetudinc
multa , sicul scitis mos predicado el Evangelio
guales fueriMus invohisprop- no ha sido solamente con
ter ros. Et vos imitalores palabras, sino también con
noslri facli eslis et Domini, milagros, con. la operación
excipientes verbum in tribu- del Espíritu Santo, y con un
¡alione mulla, cum gaudio bueno y completo resulta-
Spiriius Sancli: ita ul ¡acti do, habiendo observado ensitis
forma ómnibus creden- tre vosotros, y porconsidelibus
in Macedonia , el tu ración á vosotros, la con-
Aihuja. A vobis enim diffa- ducta que sabéis. También
matas esl sermo Domini non vosoti'os por vuestra parsolmn
in Mocedonia el in te habéis seguido nuestro
Achaja, sed in omni loco /i- ejemplo y el del Señor, redesveslr'i,
quee esl ad Deum, cibiendo la palabra con la
profecía esl, ha ul non sil alegría del Espíritu Santo,
uobis necesse quid¡uam lo- aun en medio de diversas
SEXTO DOMINGO
^UÍ. Ipsi enim de nobis an- tribulaciones, de manera,
nanlianl qualem introilam que habéis llegado á ser un
kabucrimus ad vos; el qm- modelo para todos los fieles
modo conversi estis ad Deum de la Macedonia y de la
a simulacris, serviré Deo vivo Acaya. En efecto , no solo
el vero, et expectare FiUum en la Macedonia y en la Acaejus
de ccelis (qucm suscita- ya habéis dilatado ia palavit
ex moríais), Jesum, qui bra del Señor, sino que por
eripuil nos ab ira ventura. todas partes so ha dado á
conocer vuestra fé en Dios,
de modo que nonos ha quedado
nada que hacer; porque
estas genles publican
ya como nos hemos introducido
con vosotros, y como
vosotros os habéis conveiiido
á Dios, dejando los
¿dolos para servir al Dios
vivo y verdadero, y para
esperar á su Hijo que ha resucitado
cuando venga del
cielo, á este Jesús que nos
ha librado de la ira que nos
amenazaba.
La carta de san Pablo á los tesalonicenses, es la primera
de todas las que el Apóstol ha escrito á las Iglesias.
El año de 52 ó 33 de Jesucristo era cuando escribía desde
Corinto, donde estaba después de haberle venido á decir
Timoteo y silas la constancia y el fervor en que perseveraban
en la fé de los fieles de Tesalónica.
REFLEXIONES.
«Habéis llegado á ser un modelo para todos los líeles
de la Macedonia y de la Acaya.» Nosotros hemos recibido
las mismas instrucciones, las mismas lecciones que los do
Tesalónica, recibiendo la misma fé. Nosotros no tenemos
otro Evangelio: ¿y puede decirse de nosotros lo quo san
Pablo decia de aquellos que hemos seguido su ejemplo y
el del Señor, y que hemos llegado á ser un modelo para
todos los fieles? ¿Honramos nuestra religión por la pureza
de nuestras costumbres, por la rectitud de nuestros sentimientos,
por la regularidad de nuestra conduela? La vida
santa, edificante, irreprensible de los primeros fieles, hacia
cuasi tantas conversiones como el celo de los que predicaban
la fé. Aquella mutación improvisa de costumbres,
de inclinaciones, de máximas, presentaba siempre algo
de maravilloso; los espírílus quedaban sorprendidos á su
vista : una modestia constante, una dulzura inalterable,
una mortificación de los sentidos generosa, una pacícncí*
á toda prueba, una caridad sin límites, un desinterés universal
, una práctica continua de los consejos mas perfectos
y de las mas religiosas máximas del Evangelio;
lodo esto ingerido, por decirlo así, en una naturaleza corrompida,
sobre unas inclinaciones viciosas en un corazón
avezado á la disolución y á los escesos mas espantosos
, no podía menos de mirarse como un f:ulo prodigioso.
Genles nacidas en el paganismo, alimcnladas con
sus supersticiones, todas las mas conformes á la corrupción
de la naturaleza, endurecidas en el vicio, fortificados
en el error por sus preocupaciones, alentadas
por un lai go hábito para toda suerte de ci ímenes convertirse
en un momento en modelos de la mas pura, la