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;il cielo. ¡ Quó nube <strong>de</strong> testigos y do pruebas para esla- 1<br />
lilccer el solo milagro <strong>de</strong> la resurrección <strong>de</strong> Jesucristo!<br />
Con lodo , dice aqui un sabio intérprete, no era necesario<br />
menos para convencerá! mundo <strong>de</strong> una verdad, que por<br />
una consecuencia necesaria le obligaba á creer lodos los<br />
misterios, y á practicar todas las máximas <strong>de</strong>l cristianismo.<br />
San ¿Pablo aüa<strong>de</strong> que muchos <strong>de</strong> los que se habían<br />
bailado en esla aparición vivian aun , .á fin <strong>de</strong> que pudiesen<br />
, si querinn , asegurarse por si mismos <strong>de</strong> un hecho<br />
tan importante.<br />
«Después <strong>de</strong> esto,» continúa san Pablo, «apareció á<br />
Sanííago; <strong>de</strong>spués á todos los apóstoles.» El Evangelio no<br />
habla <strong>de</strong> esla aparición; pero los Padres, siguiendo la antigua<br />
tradición , nos relieren que Santiago , dicho el Menor,<br />
hijo <strong>de</strong> Cleofas y <strong>de</strong> Marúi, primo <strong>de</strong>l Salvador, y por<br />
lanto llamado hermano <strong>de</strong>l Señor, según el uso <strong>de</strong> los judíos;<br />
los Padres, repito, nos refieren que este apóstol, que<br />
fué el primer obispo <strong>de</strong> Jerusalen, y que era también<br />
apellidado el Justo, habia resuelto <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la mnorle<br />
<strong>de</strong> su divino Maestro no tomar alímenlo alguno hasta haberle<br />
vislo resucitado, y que el Salvador por una bondad<br />
singular hacia este fervoroso apóstol se le apareció inmediiitamenle<br />
<strong>de</strong>spués do su resurrección, y habiéndole colmado<br />
do alegría con su presencia, le dió por si mismo pan<br />
que había ben<strong>de</strong>cido, diciéndole que tomase <strong>de</strong> aquel alimento,<br />
pues que ya veia á su Salvador resucitado.<br />
o Por lin,» y en último lugar, prosigue el santo apóstol,<br />
«ambien me ha aparecidoá mí que no soy masque un<br />
aborto.» Siempre fué la hnmildad el carácter común do<br />
todos loss;inlos. <strong>Los</strong> mayores entre ellos han sido siempre<br />
los mas humil<strong>de</strong>s. Cuanto mas los ha dislinguído el Señor<br />
con los favores mas siihlmies, lunlo mas liüjanicnte han<br />
sentido <strong>de</strong> si mismos; las gracias mas brillantes <strong>de</strong>scubren<br />
siempre la profundidad <strong>de</strong> nueslra nada. San l'iiblo se llama<br />
á si mismo un aborto, para significar por esla esprcsiun<br />
que no había nacido ai cristianismo ni sido llamado al<br />
apostolado sino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todos los <strong>de</strong>más, cuando todavía<br />
se hallaba informe, como <strong>de</strong> ordinario están los niños<br />
que vienen al mundo trabajosamente, ó antes <strong>de</strong>i término,<br />
eslQ es, antes <strong>de</strong> haber podido recibir el aumento y<br />
la forma conveniente. <strong>Los</strong> <strong>de</strong>más apóstoles habían sido<br />
alimentados mucho tiempo por el Salvador con sus divinas<br />
instrucciones; san Pablo habia sido llamado al apostolado<br />
estando todavía por limar, por <strong>de</strong>cirlo así, <strong>de</strong>sfigurado<br />
por su tenaz apego al judaismo. A la verdad, el Señor habia<br />
suplido en él lo que le faltaba con su gracia y con sus<br />
revelaciones, qae en menos <strong>de</strong> nada le formaron el doctor<br />
<strong>de</strong> las naciones, y una <strong>de</strong> las lumbreras mas brillantes <strong>de</strong><br />
la Iglesia ; pero san Pablo, como todos los gran<strong>de</strong>s santos,<br />
no mira en si mismo sino lo que tiene <strong>de</strong> su propia cosecha,<br />
y lo que en sí <strong>de</strong>scubría mas <strong>de</strong>fectuoso, reconociendo<br />
humil<strong>de</strong>mente que toda la ciencia y la inteligencia que<br />
poseía, y cuanto bueno podía adornarle, era un puro don<br />
<strong>de</strong> Dios. Poseído <strong>de</strong> los sentimientos mas bajos <strong>de</strong> sí mismo,<br />
en medio <strong>de</strong> todas las maravillas que obraba, este<br />
gran santo no pier<strong>de</strong> nunca <strong>de</strong> vista lo que ha sido, reconociendo<br />
siempre que todo lo que es, lo <strong>de</strong>be á la gracia.<br />
«Porque,» dice, «yo soy el menor <strong>de</strong> los apóstoles, que<br />
no merezco este nombre, habiendo perseguido la Iglesia<br />
<strong>de</strong> Dios.» Tal ha sido siempre el carácter <strong>de</strong> los mayores<br />
santos; no consi<strong>de</strong>ran en si mismos mas que el mal que<br />
ban hecho, ó que han podido hacer; las maravillas mas<br />
DESPUES DE PENTECOSTES.<br />
5M<br />
gran<strong>de</strong>s que Dios obra por BU ministerio, las miran <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
el fondo <strong>de</strong> su nada. La humildad fué siempre la virtud<br />
favorita <strong>de</strong> todos los santos. Cuando el perseguidor do Jesucristo<br />
, convertido en apóstol suyo , anuncia á los hombres<br />
su resurrección, ¿qué podía oponer la incredulidad<br />
para enervar su testimonio? Su conducta, sus trabajos, la<br />
persecución misma que él habia suscitado contra la Iglesia,<br />
son otras tantas pruebas <strong>de</strong> la sinceridad y <strong>de</strong> la verdad<br />
<strong>de</strong> su predicación, dice un sabio intérprete. No se le<br />
pue<strong>de</strong> acusar <strong>de</strong> haber creído con lijereza lo que predica,<br />
y se ve bien claro que ha sido necesario un milagro muy<br />
marcado para hacer un apóstol <strong>de</strong>l que era el mas violento<br />
y el mas pertinaz <strong>de</strong> los perseguidores <strong>de</strong> Jesucristo. Reconoced,<br />
pues, pueblos incrédulos, la fuerza victoriosa <strong>de</strong><br />
la gracia <strong>de</strong>l Re<strong>de</strong>ntor; porque «lo que yo soy, lo soy por<br />
la gracia do Dios,» que se complace muchas veces en elegir<br />
lo mas llaco para con el mundo, para confundirlo<br />
mas fuerte, á fin <strong>de</strong> que ninguno tenga <strong>de</strong> que gloriarse<br />
<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él. Siendo, pues, tan indigno <strong>de</strong>i apostolado,<br />
como acabo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir, solo por un favor enteramente gratuito,<br />
y por una bondad <strong>de</strong>l todo particular <strong>de</strong> Dios, soy<br />
yo apóstol. En mi vocación, no ha sido ciertamente á mis<br />
méritos á loque ha tenido el Señor consi<strong>de</strong>ración, sino<br />
solo á sn pura misericordia; lo poco que soy, y todo el<br />
bien que hago, lo <strong>de</strong>bo á la gracia, sin la que nada soy,<br />
ni puedo nada. Por la gracia <strong>de</strong> Dios soy todo lo que soy,<br />
y <strong>de</strong> mí mismo no puedo gloriarme mas que <strong>de</strong> mis humillaciones<br />
y <strong>de</strong> mi nada. ¿Qué somos, en efecto, en el<br />
ór<strong>de</strong>n sobrenatural sin la gracia? Flaqueza, ignorancia,<br />
pecado, y todavía entre tantas miserias se <strong>de</strong>sliza el orgullo,<br />
para poner el colmo á todas ellas: ninguna cosa, en<br />
efecto, prueba lanto nueslra imbecilidad y nuestra nada<br />
como nuestro orgullo. Pero ¿qué no somos, y qué no po<strong>de</strong>mos<br />
con la gracia? ¡Qué luz, qué sabidnr/a, qué animo,<br />
qué forlalezu I Todo lo puedo, dice en otra parle el mismo<br />
apóstol, en aquel que me da la fortaleza; y ciertamente<br />
la gracia que me ha dado no ha quedado sin efecto. ¿Quó<br />
no ha hecho en mi? jqué mutación tan porlenlosa! De un<br />
perseguidor obstinado <strong>de</strong> Jesucristo y <strong>de</strong> sus siervos, ha<br />
hecho un apóstol; el amor tierno á osle divino Salvador<br />
ha sucedido al furor con que le aborrecía ; la fé mas aníniosa,<br />
á la incredulidad mas terca; y el celo mas ardiente<br />
por esten<strong>de</strong>r la fé <strong>de</strong> Jesncristo, á la pasión mas violenta<br />
(¡ue jamás hubo y que yo tenia por eslingnírla. Dios ha<br />
querido hacer ver en la persona <strong>de</strong> san Pablo lo que pue<strong>de</strong><br />
la gracia <strong>de</strong> Dios en un corazón que no pone obstáculo á<br />
ella, y que dice como este apóstol: Señor, ¿ qué queréis<br />
qué haga ? Rindámonos con docilidad á las dulces impresiones<br />
do la gracia, y tendremos el consuelo <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>cir<br />
muy pronto como él: «la gracia que Dios me ha concedido<br />
no ha quedado sin efecto;» pero para esto, es menester<br />
también <strong>de</strong>cir sinceramente como él: « Señor, ¿qué<br />
queréis que haga?»<br />
El Evangelio <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> este dia refiere la curación<br />
milagrosa <strong>de</strong> un hombre sordo y mudo: lodo es misterioso<br />
en esla historia.<br />
Habiendo <strong>de</strong>jado el Salvador por un poco tiempo la Judca,<br />
<strong>de</strong> la cual no estaba muy contento, vino hacia los<br />
confines <strong>de</strong>l país <strong>de</strong> Tiro y <strong>de</strong> Sidon, sin ruido, y al parecer<br />
como queriendo ocultar su llegada á aquellos cstranjeros;<br />
pero una luz tan resplan<strong>de</strong>ciente no podia estar escondida<br />
mucho tiempo. <strong>Los</strong> pueblos <strong>de</strong> aquellos contornos