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mis clamoroí:; rospon<strong>de</strong>dme. Dios mió, porqni? si permanecéis<br />
silenciuso, me consi<strong>de</strong>raré como aquellos á quienes<br />
encierra el sepulcro, que ya no pue<strong>de</strong>n hacerse oir, ni pedir<br />
socorro.» La ingenuidad con que el profeta representa<br />
á Dios sus necesida<strong>de</strong>s, su confianza en su misericordia y<br />
en su auxilio, tan marcada en todos sus salmos, que la<br />
Iglesia elige cuasi siempre para el mtroiío <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong><br />
la mayor parle do los domingos <strong>de</strong>l año; todo esto nos <strong>de</strong>muestra<br />
con qué simplicidad <strong>de</strong>bemos esponer á Dios<br />
nuestras necesida<strong>de</strong>s, y cuál es la confianza <strong>de</strong> que <strong>de</strong>ben<br />
estar animadas nuestras oraciones.<br />
La Epístola contiene lo que san Pablo escribe íi los romanos<br />
en ór<strong>de</strong>n á la vida nueva <strong>de</strong> los que han sido<br />
bautizados, los cuales habiendo muerto al pecado por el<br />
bautismo <strong>de</strong>ben tener gran cuidado <strong>de</strong> no <strong>de</strong>jarle revivir<br />
jaimás.<br />
«Todos cuantos, dice, hemos sido bautizados en Jesucristo,<br />
todos liemos sido bautizados en su muerte:» como<br />
si dijera, que solo por la sangre <strong>de</strong> Jesucristo, y por los<br />
.méritos <strong>de</strong> su muerte, hemos sido lavados y limpios <strong>de</strong>, la<br />
mancha <strong>de</strong>l pecado, y que el bautismo no solo adquiere<br />
loda su eficacia <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Jesuci islo, sino que él es<br />
el símbolo y la figura <strong>de</strong> ella. Por el bautismo representamos<br />
la muerte y la sepultura <strong>de</strong> Jesucristo, y por consiguiente<br />
<strong>de</strong>bemos estar verda<strong>de</strong>ramente inuerlos a] pecado,<br />
para vivir una vida nueva enteramente á ejemplo <strong>de</strong> Jesucristo<br />
resucitado. «Como por el baulismo, contimia el<br />
sanio Apóstol, hemos sido sepultados con él para morir,<br />
<strong>de</strong>l mismo modo resucitemos y salgamos con él <strong>de</strong> esta<br />
especie <strong>de</strong> sepulcro para glorificar á Dios el resto <strong>de</strong> nuestros<br />
dias por la santidad <strong>de</strong> una nueva vida. » Alu<strong>de</strong> san<br />
Pablo á la inmersión en las aguas <strong>de</strong>l bautismo, que es la<br />
figura <strong>de</strong> la muerte y <strong>de</strong> ¡a sepnllura <strong>de</strong>l Salvador.<br />
El baulismo que boy se administra por la aspersión, se<br />
administraba en la primitiva Iglesia sumergiendo'enteramente<br />
en el agua lodo el cuerpo, <strong>de</strong> suerte que venia á<br />
quedar como sepultado en las aguas, como Jesucristo lo<br />
fue <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su muerle en el sepulcro. Esta inmei sioa<br />
<strong>de</strong> lodo el cuerpo representa <strong>de</strong> un modo mas sensible la<br />
sepullura <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong>l Salvador. Ahora bien, asi como<br />
el Salvador no salió glorioso <strong>de</strong>l sepulcro sino para no vivir<br />
ya mas que una vida <strong>de</strong>l todo espit ilua), impasible,<br />
inmortal, gloriosa; <strong>de</strong>l mismo modo no <strong>de</strong>bí1 el criMhuiu<br />
salir <strong>de</strong> este baño saludable, <strong>de</strong> es!a especie <strong>de</strong> sepulcro<br />
en el que ha sido sepultado sumergiéndole en el; no <strong>de</strong>be,<br />
repilo, salir <strong>de</strong>eslebafio, sino para llevar una vida pura,<br />
inocente, resplan<strong>de</strong>ciente en virtud, una vida enleramente<br />
contraria al espiriluy á las máximas <strong>de</strong>l mundo, una vida,<br />
en fin, cristiana, animada <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong> Jesucristo.<br />
Otra comparación hace todavía san Pablo, que esplica<br />
aun mas el sentido <strong>de</strong> la primera. «No solamente, dice,<br />
hemos sido sepultados como Jesucristo; hemos sido también<br />
engertadosen la semejanza <strong>de</strong> su muerte, y por consiguiente<br />
<strong>de</strong>bemos ser también comoengerlados en la semejanza<br />
<strong>de</strong> su resurrección.» Admiremos la fuerza, la<br />
energía y el sentido maravilloso <strong>de</strong> este término: engerlados:<br />
«complantati.» Así como una púa vive <strong>de</strong>pendientemente<br />
<strong>de</strong>l árbol en que está engerlada y <strong>de</strong> don<strong>de</strong> saca<br />
toda su savia y su jugo, así también estando unidos á Jesucristo<br />
por el bautismo, como miembros <strong>de</strong>l mismo cuerpo,<br />
es menester que él sea por su resurrección el principio y<br />
eI mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>, nuestra resurrecciun espiritual á la vida <strong>de</strong><br />
DESPUES DE PENTECOSTES. 481<br />
la gracia, como ha sido por su muerte el principio y el<br />
mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> nuestra muerte espirilual al pecado. La púa<br />
muere, por <strong>de</strong>cirlo así, separada <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong>l cual habia<br />
nacido, y resucita unida al Ironco <strong>de</strong>l cual saca lodo su<br />
alimento y su jugo. Precisóos, pues, que el bautismo produzca<br />
en nosotros lo mismo que representa por su ceremt -<br />
nia; esto es, que así como la ceremonia <strong>de</strong>l bautismo représenla<br />
la muerte, la sepultura y la resurrección gloriosa<br />
<strong>de</strong> Jesucristo, lo que se ve admirablemente bien en un<br />
engerlo, puesto que la púa muere separada <strong>de</strong> su tronco<br />
primitivo, es sepultada ingeriéndola en el nuevo, y resucita<br />
cuando arroja hojas, flores y frutos unida al nuevo<br />
árbol, <strong>de</strong>l mismo modo es menester que por el bautismo<br />
participemos <strong>de</strong> estos tres oslados. Que sea por inmersión,<br />
o por aspersión, es preciso que no solo estemos muertos á<br />
la vida <strong>de</strong>l pecado que habíamos recibido <strong>de</strong> Adan, la cual<br />
ha <strong>de</strong>struido Jesucristo con su muerle en la cruz, sino que<br />
es necesario que seamos también sepultados como lo fué<br />
Jesucristo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su muerte; esto es, que seamos tan<br />
insensibles á lodos los atractivos <strong>de</strong>l pecado, como lo es<br />
un cuerpo en el sepulcro á lodos los incentivos <strong>de</strong> los placeres<br />
<strong>de</strong> la vida: y como por la resurrección lomó Jesucristo<br />
una vid/i nueva, impasible, gloriosa, inmortal, <strong>de</strong>l<br />
mismo modo la nueva vida <strong>de</strong> la gracia que recibimos<br />
por el bautismo, <strong>de</strong>be estar exenta <strong>de</strong> la flaqueza <strong>de</strong> la recaída<br />
y <strong>de</strong> la muerle espiritual <strong>de</strong>l alma que causa el pecado.<br />
Esto es lo que el sanio Apóstol prueba siempre alegóricamente<br />
en todo el resto <strong>de</strong> la Epístola.<br />
El hombre viejo, dice, ha sido crucificado con Jesucristo.<br />
El hombre viejo es el hombre tal como nace <strong>de</strong> Adán,<br />
con el pecado y los hábitos viciosos que le inclinan al<br />
pecado. Eslft hombre viejo es el que ha sido crucificado<br />
con Jesucristo, esto es, que. habiendo Jesucristo satisfecho<br />
plenamente á la justicia <strong>de</strong> su Padre por su mnei le en la<br />
cruz, ha <strong>de</strong>struido y como dado muerle al pecado; <strong>de</strong> modo<br />
que el pecador, por la aplicación que se le hace en el<br />
bautismo <strong>de</strong> los mérilos <strong>de</strong> la muerle <strong>de</strong>l Salvador, obtiene<br />
la remisión <strong>de</strong> sus pecados y escomo mudado en un<br />
hombre nuevo por la infusión <strong>de</strong> la gracia santificante,<br />
mediante la cual <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser esclavo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio y se<br />
hace hijo <strong>de</strong> Dios; <strong>de</strong> pecador se liace ji-sío; <strong>de</strong> hijo do<br />
ira. hijo amado con <strong>de</strong>recho á la herencia, here<strong>de</strong>ro da<br />
Dios, cohei eilei o <strong>de</strong>l mismo Jesucristo, y lié aquí lo que<br />
san Pablo eDliemle cuando dice que por el baulismo, es'o<br />
es, por !a aplicación que se nos hace en [este sacramenlo<br />
<strong>de</strong> los méritos <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Jesucristo, queda dcstrnidoel<br />
cuerpo <strong>de</strong>l pecado, lo que <strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse principalmvnle<br />
<strong>de</strong>l pecado <strong>de</strong> origen, que es como el tronco y la<br />
raiz <strong>de</strong> lodos los <strong>de</strong>más, y que el santo Apóstol llama cuerpo<br />
<strong>de</strong> pecado. GotDQ la muerto natural nos <strong>de</strong>scarga <strong>de</strong> toda<br />
servidumbre y <strong>de</strong> todo empeño civil, porcpie no muerto no<br />
es mas esclavo; <strong>de</strong>l mismo modo, dice san Pablo, la muerte<br />
espiritual <strong>de</strong>be librarnos <strong>de</strong> toda sujeción y <strong>de</strong> (oda servidumbre<br />
con respecto al pecado. Estamos muertos al<br />
pecado por el bautismo, luego no <strong>de</strong>bemos ya ser esclavos<br />
<strong>de</strong>l pecado.<br />
Continuando san Pablo la misma comparación <strong>de</strong> nuestra<br />
muerte espiritual al pecado, con la muerte y la sepultura<br />
<strong>de</strong> Jesucristo; y <strong>de</strong> nuestra resurrección á la vida <strong>de</strong><br />
la gracia, con la resurrección gloriosa <strong>de</strong>l Salvador <strong>de</strong>l<br />
mundo, exhorta patéticamente á lodos los fieles á que no<br />
pierdan esla nueva vida. «No ignoráis, les dice, que Jesu-<br />
TOMO IV.<br />
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