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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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cstíi proniRlida á los que sufi on con corazón y espli iln<br />

crisliano. Kn esle mundo no senlimos las aflicciones mus<br />

que gota á gola, inienlras que por toda la eternidad estaremos<br />

como sumergidos, [wr <strong>de</strong>cirlo así, y como anegados<br />

en un torrente <strong>de</strong> <strong>de</strong>licias puras. Aquí cada dia abrevia<br />

Induración <strong>de</strong> nuestras aflicciones; en el cielo en cada<br />

momento se goza toda la eternidad <strong>de</strong> una dicha llena,<br />

que es y será siempre <strong>de</strong> un nuevo gusto, sin que. pueda<br />

nunca acabarse. Aquí.onlm, enduIzaDios con la unción <strong>de</strong><br />

su gracia las mas duras penas; en el cielo se complace<br />

Dios en embriagarnos, por <strong>de</strong>cirlo asi, en cada momento<br />

con su propia felicidad, según la espresion <strong>de</strong>l Profeta.<br />

El Evangelio <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> esle dia es según san Lucas, capitulo<br />

5.<br />

DESPUES DE PENTEOOSTRS.<br />

In illo tentpore : Cum En aquel tiempo: AgolpántüNía<br />

tVntfi-eíit fa Jesum, dose el pueblo en (ropas para<br />

«í avdirenl rérbum Dei, el oir la palabra <strong>de</strong> Dios, oprimía<br />

ipse slabat sems stnynum íi Jesús que estaba á ta orilla<br />

Ccnesurclh. El vidü duas <strong>de</strong>l lago <strong>de</strong> Genesaretli. Vi('i,<br />

naves stanles secus stag- pues , allí dos barcas paradas;<br />

w»)» pxmiiorcs uniem hablan salido <strong>de</strong> ellas los pes<strong>de</strong>smi<strong>de</strong>rant,<br />

ti lav^banl cadores y oslaban lavando sus<br />

relia. Ascendcus aulem in re<strong>de</strong>s, llaliiendo enliado en<br />

unam navm,qu(e eral Si- lina <strong>de</strong> las barcas , que era la<br />

monis, rogavil eum a ter- <strong>de</strong> Simón , Ic rogó que se aloro<br />

reducere pméBwii El jase un poco <strong>de</strong> la ribera ; y<br />

se<strong>de</strong>ns, docebal <strong>de</strong> navicu- balúéndosc sentado, inslruia<br />

la Ivrlm. Ul íK^i íl au- al pueblo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la<br />

tem loqui, dixil ad Simo- barca. Luego que hubo acanem:<br />

¡)uc in alinm, ella- hado su discurso , dijo á Sixale<br />

relia veslra in caplu- mon: Llévanos á alta mar, y<br />

ram. El respon<strong>de</strong>ns Si- echa lus re<strong>de</strong>s para pescar,<br />

ttioji, dixit illi : Pmcep- Señor, 1c respondió Simón,<br />

tor, per lolam noclem la- toda la noche nos hemos faliborantes,<br />

mkU cepimus : gado y nada hemos cogido;<br />

tu verbo aulcm Uto laxa- pero pues vos me lo mandáis<br />

ho relé. El cumhor fecis- echaré la red. Y habiéndolo<br />

sent, eonchiHeruní piseium hecho así, cogieron lan gran<br />

mulliludinem copiosam : cantidad <strong>de</strong> peces, que se les<br />

nmpcbalur avlem rete rompia la red. Kiiloáces hiciecorun».<br />

Et annuerunl so- ron sehas á sus compañeros,<br />

ciis, fpá eranl in alia na- que estaban en la otra barca,<br />

vi,.ui venirení,el adjuva- para que viniesen á ayudarrení<br />

eos. El vencruni, el jes. Vinieron en efecto j y se<br />

imptevernnl ambas navi- llenaron las dos barcas <strong>de</strong><br />

cillas, itn ut pene merge- . suerte que cuasi se iban á fonrenlur.<br />

Quod cum vi<strong>de</strong>rcl do. Viendo esto Simón Pedro<br />

Simón Pelrus, proridil ad dijo á Jesús: Apartaos <strong>de</strong> mí,<br />

genua Jcsu, dicens : Exi a Señor, porque soy un pecame<br />

, quia homo peccalor dor: á vista <strong>de</strong> la pesca que<br />

si'm, Domine. Stuporcniin acababan <strong>de</strong> hacer, tanto él<br />

ñrnnndcdcnil eum, el om- como los que oslaban con él se<br />

nes qui cura illo crant, in hablan asombrado eslraordicuplura<br />

piacivm , quam nanamente , igualmente que<br />

ceperanl. S'militer aulem Santiago y Juan, hijos <strong>de</strong>l Ze-<br />

Jaeobum et Joannem, (i- be<strong>de</strong>o , (pie eran compañeros<br />

Uos Zebedaú, qui eran socii <strong>de</strong> Simón. Jesús entonces dijo<br />

simouis. EtaitadSmo- á Simón: No temas, <strong>de</strong> hoy<br />

nem Jesús : Noli limere : en a<strong>de</strong>lante la pesca que haex<br />

hoc jam homines cris rás será <strong>de</strong> hombres. Y hacapiens.<br />

Et snbducüs ad hiendo echado las barcas á<br />

TOMO IV.<br />

terram navibus, reliciis<br />

omnibus secuti sunl eum.<br />

Í73<br />

tierra lo <strong>de</strong>jaron todo, y le s¡-<br />

guieron.<br />

MEDITACION.<br />

De la renuncia que <strong>de</strong>bemos hacer <strong>de</strong> todo lo que mas amamos<br />

por amor <strong>de</strong> Jesucristo.<br />

PL'STO PHIMERO. — Consi<strong>de</strong>ra que el Evangelio no anuncia<br />

mas que la humildad, la morlificacion y la penitencia,<br />

ni predica en todas partes otra cosa que la renuncia á las<br />

mas dulces aficiones <strong>de</strong>l mundo, hasta <strong>de</strong>cirnos que si no<br />

nos aborrecemos á nosotros mismos, no seremos jamás<br />

discípulos <strong>de</strong> Jesucristo. ¿Quénos parece?conforme á este<br />

plan ¿tiene Jesucristo el dia <strong>de</strong> hoy muchos discípulos?<br />

¿Quécosa mas loable, ni mas justa, que el amar á sus<br />

prójimos? Dios hasta nos ha impuesto un preceplo <strong>de</strong> ello;<br />

sin embargo, cuando se líala <strong>de</strong> los intereses <strong>de</strong> Dios, es<br />

renunciar á él el no renunciar al amor <strong>de</strong> la carne y da<br />

la sangre, el no aborrecerse á sí mismo. Si alguno viene á<br />

mí (esta espresion compren<strong>de</strong> lodos los estados y (odas las<br />

condiciones <strong>de</strong> las personas cristianas), si alguno viene á<br />

mí sin aborrecerá su padre, á su madre, ele, sin aborrecer<br />

á su propia persona, no pue<strong>de</strong> ser mi discípulo. No<br />

hay nada mas positivo, nada mas claro. Esle oráculo no<br />

tiene necesidad <strong>de</strong> esplicacion; ¿pero es muy <strong>de</strong> mieslro<br />

guslocstamoral?¿está muy en uso en el dia <strong>de</strong> hoy?<br />

¿Ce<strong>de</strong>n siempre los iníereses <strong>de</strong> familia á los <strong>de</strong>beres<br />

déla religión? ¿No se escucha jamás la carne y la sangro<br />

en perjuicio <strong>de</strong> la conciencia? En los negocios, en los placeres,<br />

en los proyectos <strong>de</strong> eslablccimienlo y <strong>de</strong> fortuna,<br />

¿es Dios solo á quien se consulla, es él solo á quien se escucha?<br />

¿ninguna otra cosa entra eu concurrencia con él?<br />

Cierlamenle que Dios merece bien poco, si no merece lodo<br />

nuestro corazón. ¿Y qué impiedad no es colocar el arca<br />

con el ídolo <strong>de</strong> Dagon en el mismo templo? \ Dios miot<br />

¡qué mal concuerdan nuestras costumbres con nuestra<br />

creencia! Nosotros creemos á vuestras palabras, y nada<br />

hacemos <strong>de</strong> lo que ellas significan. Nuestras obras <strong>de</strong>smienten<br />

visiblemente nuestra fé.<br />

No permitáis, Salvador mió, que esta confesión solo sirva<br />

para hacerme todavía mas criminal. Vos me asegurai - que<br />

<strong>de</strong>bo aborrecerme si quiero ser discípulo vuestro. Sí, quiero<br />

serlo, yquiero que mi conducta do hoy en a<strong>de</strong>lante sea<br />

una prueba <strong>de</strong> mi sincera voluntad,<br />

PIÍXTO SEGUNDO.— Consi<strong>de</strong>ra cuán grosero y pernicioso<br />

seria el error <strong>de</strong> aquella persona, que oyendo estas pala-r<br />

bras<strong>de</strong> Jesucristo: «Si alguno viene á mí, y no aborrece<br />

ásu padre y á su madre, etc., y aun á su propia persona,<br />

no pue<strong>de</strong> ser mi discípulo,» se persuadiese que seria verda<strong>de</strong>ro<br />

discípulo <strong>de</strong> Jesucristo, sin tener esle odio evangélico,<br />

amándose únicamente á si mismo, y no pensando<br />

mas que en su ambición, su placer y sus propios intereses.<br />

Prescindamos por un momento <strong>de</strong> nuestras antiguas<br />

preocupaciones. No hagamos caso <strong>de</strong> la autoridad <strong>de</strong><br />

nuestro amor propio: ¿hacemos por ventura otra cosa?<br />

¿Queremos acaso otra cosa que lo mismo que con<strong>de</strong>namos?<br />

¡Ah! estamos <strong>de</strong> tal modo llenos <strong>de</strong> nosotros mismos,<br />

'an esclavos <strong>de</strong> nosotros mismos, que somos, por <strong>de</strong>cirlo<br />

así, nuestro ídolo, á quien ofrecemos sin cesar algún sacrificio,<br />

á quien hacemos votos, á quien sacrificamos nuestra<br />

propia salud, sacrificando hasta los intereses <strong>de</strong> Dios.<br />

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