Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

460 DIA DE LA OCTAVA
se, on fin, el honor y ol cu'lo que le era debido. Esla es
sin duda una de las razones que movieron a! Hijo de Dios
á instituir este adorable misterio. El honor que el Verbo
habia hecho á ln carne contrayendo con ella «na alianza
tan estrecha en su encarnación, por la cual el Verbo se
ha hecho carne, pedia que esta carne unida al Verbo fuese
honrada y adorada sobre la tierra; y las humillaciones
estremas á que habia sido reducido en su pasión y durante
su vida mortal exigían que fuese el objeto del culto religioso
mas perfeclo en el mundo cristiano; y para satisfacer
á este doble deber, se hace hoy la ceremonia
de llevar con pompa el cuerpo del Hijo de Dios: 1.° En
memoria de haberse llevado el Señor á sí mismo, cuando
distribuyó á sus apóstoles su carne y su sangre en su última
cena, dice uno de los mas celebres oradores cristianos.
2.° En acción de gracias por haber ido é! mismo en
otro tiempo recorriendo las ciudades y las aldeas. 3.° Para
ofrecerle una reparación auléntica por los oprobios que
sub ió en las calles de Jerusalen ruando fué conducido de
tribunal en tribunal. 4.° Para tributarle el honor que le
os debido por las victorias que ha conseguido sobre la herejía
cu el Sacramenlo adorable de su cuerpo. Para darle,
en tin, como una pública satisfacción por tantas sacrilegas
profanaciones, tañías irrever encias y faltas de respeto,
laníos ultrajes como ha recibidoy recibe aun todos losdias
en la Eucaristía. ¿Cuál, pues, debe haber sido en esta octava,
y sobre lodo en esto último dia, la ocupación de un
alma üel, conformándose, como debe hacerlo, con el espíritu
y los sentimientos de la Iglesia, á lin de honrar con
ella la carne adorable del Uedcnlor?
La oración de la misa de esle dia es como sigue :
Deus, qui nolis sub Sa~
cramenlo mirabili Passionis
ÍMCB memoriam reliqulsli:
iribue, qnwsumus,
tía nos Corporis el Sanguinis
tui sacra mysicria
venerari, ut rcdcmplionis
tuep. fruclnm in nolis
jngiter sentiamus. Qui litis
el regnas... 4
O Dios, que habéis dejado
la memoria de vuestra Pasión
en un misterio tan admirable:
concedednos la gracia de que
de tal modo reverenciemos los
sagrados misterios de vuestro
Cuerpo y de vucslra Sangre,
que sintamos continuamente
cu nuestras almas el fruto de
la redención que nos habéis
merecido. Vos que vivís y reináis,
etc.
La Epístola esid tomada de la primera de san Pallo á ¡os
Corintios, cap. U.
Fralres: Eyoenim ocee- Hermanos mios : Yo be
j)t a Domino, quod el Ira-
áidi vohis, qnoniam Do-
mims Jesús in qua nocte
aprendido del Sefior lo que os
he enseñado: que el Sefior
Jesús on la misma noche en
tradebalur , accepit pa- que iba á ser entregado, tomó
nem, el gratias agens, el pan, y dando gíbelas, lo
fregit, el dixil : Acépile, partió y dijo: Tomad y comed,
1 el mandúcate : hoc cst esto es mi cuerpo, el cual será
corpus meum , quod pro entregado por vosotros ; haced
vobis tradetur : hoc fa ite oslo en memoria de mí. Del
in me'ám commmoralionem.
mismo modo, después de ha­
Simililer el cálice ni, ber cenado, tomó el cáliz y di­
pnstquam cwnavit, dicens: jo: Este calizos el Testamento
His calixmvum testamenlum
nuevo por mi sangre. Haced
est in meo sanguine: esto en memoria de mí todas
hoc facite, quotiesenmque
bibelis , in meam commemorcilionem.
Qmtiescumque
cnim manducabitis panem
hunc, el caiicem bibeiis
, mortem Domini annantiabitis
doñee venial:
Itaque quicumque mandacaverit
panem hunc , vel
biberit caUcem Domini indigne,
reus erit corporis el
sanquinis Domini. Probel
autem seipsum homo : el
sic de pane illo edal,
el de cálice bibat. Qüi
enim manducat , el bibit
indigne, judicium sibi
manducat, el bibit : non
las veces que bebiereis de 61,
Porque todas las veces que comiereis
de este pan, y bebiereis
de esle cáliz , anunciareis
la muerle del Señor, hasta que
él venga. Cualquiera, pues,
que comiere de esle pan , ó
bebiere de este cáliz indignamente,
será reo de crimen
contra el cuerpo y la sangre
de Jesucristo. Así que, examínese
el hombre á fondo á sí
mismo, y hecho esto coma do
esle pan, y beba de este cáliz;
porque el que comey bebe indignamente
de él, come y bebe
su condenación por no discernir
el cuerpo del Señor.
dijudicans corpus Domini.
Refiere san Pablo en este undécimo capítulo de su primera
carta á los corintios la institución que Jesucristo hizo
del sacramento de la Eucaristía, y el crimen y el castigo
de los que se acercan indignamenle á ella. El pormenor á
que, á ejemplo de los evangelislas, desciende en todas las
circunstancias, basta para confundir la impiedad de los
herejes que se han rebelado contra una de las verdades do
fé mejor establecida, mas claramente esplicada y la mas
notable de todas las verdades de nuestra religión.
REFLEXIONES.
«Haced esto en memoria de mf. » Si ánles de la venida
del Salvador del mundo, cuando el Señor no se presentaba
sino entre el fuego y los relámpagos, ni hablaba sino
con la voz del trueno; en aquellos dias de rigor en que
Dios exigia un culto lan respetuoso, y en que casligaba
con tanta seveiidad las pequeñas faltas que se cometían
contra el respeto que se le debía; si en aquel tiempo, repilo,
se hubiese previsto por un espíritu profélico lo que nosotros
hemos visto después ; si los israelitas, dice un gran
siervo de Dios, hubiesen comprendido bien el sentido de
tantas figuras, como el sacrificio deMelquisedec, el maná,
los panes de la proposición, el pan deGedeon, el de Elias;
sise les hubiese dicho que este Dios lan terrible entonces,
se abatiría hasta venir á nuestr os altares, que su amor le
llevaría hasta darse á comer todo entero bajo de las apariencias
de pan, haciéndose nuestro sustento; si se les hubiese
dicho que se dejarla encerr ar dia y noche en nuestros
tabernáculos, y esponerá las irreverencias y á los ultrajes
de sus siervos, ¿lo hubieran creído? sin embargo,
ha llegado á verificarse lo que les hubiera parecido aun
mas increíble, y que lo es en efecto á la razón nalural:
¿hubieran podido jamás creer que abatiéndose de esle
modo, dándose, prodigándose así un Dios á los hombres,
no hubiese reportado de ellos olra cosa que la indiferencia?
¿que estos hombres nc se dignarian hacerle la corte;
que Imsla llegarían á olvidarle y maltratarle, y que un
Dios convertido en su alimento ser ia recibido con disgusto?
Confesemos que osla indiferencia, este disguslo on ios
cristianos oslan incomprensible como el mismo misterio de
la Eucarislía. Apenas puede darse, otra razón de un hecho
tan poco verosímil y tan ver (lader o sin embargo, que atr i­
buyéndolo á falta de fé, y que la fe de este misterio está