Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

animarla para qno vaya á comparecer delanlc de Dios. la
dice: Parte, alma crisliana, en el nombre del l'adroque le
lia criado, en el nombre del Hijo que te ba rescatado, en el
nombre del Espíritu Santo que le ba santiíicado. Nombres
ouuiipoteníes para poner en fuga á las legiones infernales,
para hacer inútiles todos sus esfuerzos, y para atraer
sobre nosotros en aquel tránsito tan peligroso las gracias
y auxilios del cielo quetanto necesitamos, i Qué piedad
no debemos tener con la adorable Trinidad! jcon cuánta
frecuencia debemos invocarla! ¡ y cuál debe ser el culto
que la.demos! ¡ Ah Señor, esclama el sacerdote pidiendo
por un moribundo. Dios vivol Verdades que imploro
vuestra clemencia en favor de un pecador; pero vos sabéis,
Dios de misericordia, que por mas pecador que sea,
lia confesado vuestra augusta Trinidad; ha reconocido el
Padre, el Uijo, y el Espíritu Santo, y se ha interesado en
la gloria de estas tres divinas personas. ¡ Qué consuelo
entonces para un moribundo el haber confesado, adorado,
amado esta Trinidad adorable!
Yo tengo, Señor un verdadero sentimiento do haber
tenido hasta aquí tan poca tlevocion, tan poco zelo por este
gran mislerio: mi culto, mi confianza y mi amor, con el
auxilio de vuestra gracia, van á ser de boy mas la prueba
de mi fé.
jAOTLATORfAS.—Gloria al Padre, al Uijo, y al Espírilu
Santo. (La Iglesia.)
Uendigamos sin cesar al Padre, al Hijo, y al Espírilu
Santo. (Ibid.)
PROPÓSITO.
1 No hay costumbre mas santa ni mas religiosa que
la de poner al fíenle de todas nuestras obras esla augusta
profesión de fé: en el nombre del Padre, del Hijo, y del
Espírilu Sanio, haciendo sobre nosotros la señal de Ja cruz,
para no emprender ni ejecutar nada que no sea en virtud
de estos dos grandes misterios sobre los cuales gira toda
tmeslra religión, la santísima Trinidad y en seguida la Kedencion,
por la Encarnación del Verbo; práclica que senos
ha trasmitid-o de los apóstoles cuya tradición es constante,
de, la que ninguno de los fieles se ha dispensado jamás.
iGon qué espírilu de religión, con qué devoción y qué respelo
debe guardarse esla santa práclica! ¡qué falla es
el no observarla sino con indiferaicw y aun el descuidarla!
No liay acto de religión que sea mas ordinario; pero
tampoco ninguno ordinariamente mas irreligiosamente
observado. Diríase muchas veces que se hace la señal de
la cruz por irrisión. Un geslo irregular de la mano, puramente
de motwda, es en lo que ha degenarado el dia de
boyuna práctica tan sania y tan religiosa. Llorad en la
presencia de Dios si sois culpables de esla irreligión, y
resolveos á no haocr jamás la señal de la cruz sino coa
respeto, ni pronunciar jamás los nombres sagrados de las
tres divinas personas sino con una devoción respetuosa
que sea una prueba