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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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m<br />

DOMINGO<br />

eis pronlos para abrirle en el inomenlo que llame. No ceseis<br />

<strong>de</strong> orar, y á ejemplo <strong>de</strong> nuestro Señor Jesucristo pasad<br />

también una parte <strong>de</strong> la noche en oración. Este es el<br />

tiempo mas á propósito para recibir los mas gran<strong>de</strong>s favores<br />

<strong>de</strong>l Padre <strong>de</strong> las misericordias. Pero sobre todo, aña<strong>de</strong>,<br />

tened etilre vosotros una caridad mutua que nunca so<br />

res.Vie, porque la oaridad cubreinnumerables pecados. Este<br />

fuego sagrado consume, por <strong>de</strong>cirlo asi, la herrumbre <strong>de</strong><br />

nuestra alma, y sirve en gran manera para purificarla <strong>de</strong><br />

svs manchas, alcanzándola <strong>de</strong>l Señor el perdón <strong>de</strong> ^us<br />

pecados. Vosotros sabéis que el precepto favorito <strong>de</strong>l Salvador,<br />

y el que <strong>de</strong>be, por <strong>de</strong>cirlo así, caracterizar a sus<br />

discípulos, es la caridad mutua. «Este es mi precepto, que<br />

os atneis mutuamente como yo os he amado. » Poseyendo<br />

osla virtud, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que poseéis ó que muy pronto<br />

poseeréis todas las <strong>de</strong>más, [jorque la oaridad es paciente,<br />

bondadosa, dulce, indulgente; lejos <strong>de</strong> echar en cara á su<br />

prójimo sus <strong>de</strong>fectos, ni <strong>de</strong> hacer <strong>de</strong> ellos un motivo do<br />

queja ó do murmuración, los sufre y los escusa ; en lugar<br />

do publicarlos, los encubfe, y querría con lodo su coraion<br />

sustraerlos al conocimiento <strong>de</strong>l público. La caridad no<br />

es envidiosa, no piensa mal <strong>de</strong> nadie, y hace bien á lodos.<br />

Uno <strong>de</strong> los principales efectos <strong>de</strong> la caridad, continúa san<br />

Pedro, es la hospitalidad con los hermanos y con los es-<br />

Iraños. Como lodos los primeros cristianos estaban abracados<br />

<strong>de</strong> una caridad muy pura y muy ardiente, se dislinguian<br />

lanío por la hospitalidad con lodo vi mundo, que en<br />

los primeros siglos los mismos paganos no los <strong>de</strong>signaban<br />

sino diciendo <strong>de</strong> ellos que eran gentes que recibían M<br />

modo mas caritativo y mas gracioso á lodos los estranjeros.<br />

listo mismo espíritu es el quo conduce á los ór<strong>de</strong>nes<br />

religiosos mas antiguos que reciben aun á los pasajeros<br />

con una cordialidad tan caritativa. Aña<strong>de</strong> todavía san Pedro<br />

: Sin dar muestra qlguna <strong>de</strong> disgusto; para prevenir<br />

á aquellas almas naturalmente avaras é interesadas, que<br />

cuando se ofrece la ocasión ejercitan la caridad, reciben<br />

también á los eslranjeros, hacen limosna; pero con un<br />

aire tan poco grato, con palabras lau poco obligantes,<br />

con rostro lan adusto, qqe se nota bien quo su caridad<br />

es imperfecta y mezquina. No solo <strong>de</strong>bo aparecer vuestra<br />

caridad en la parte que <strong>de</strong>béis dar á los <strong>de</strong>más<br />

en vuestros bienes temporales, sino que como hucuos<br />

ecónomos <strong>de</strong> los diversos bienes espiriluales con quo<br />

píos os ha favorecido, <strong>de</strong>béis comunicarlos con tanta<br />

mayor facilidad y zelo, cuanto que los bienes espiritnales<br />

son mucho mas provechosos. En los primeros tiempos<br />

<strong>de</strong> la Iglesia comunicaba el Espíritu Sanio sus dones sobrenaturales<br />

á cada uno <strong>de</strong> los fieles segun su voluntad;<br />

á los unos el espíritu <strong>de</strong> profecía; á otros el don <strong>de</strong> lenguas;<br />

á este el don <strong>de</strong> curar las enfermeda<strong>de</strong>s; á aquel<br />

el discernimiento <strong>de</strong> los espíritus; á otros, en On, o| don<br />

<strong>de</strong> consejo. Estos dones <strong>de</strong>l Espirita Santo, que se llaman<br />

gracias gratuitas, se conce<strong>de</strong>n principalmente on utilidad<br />

<strong>de</strong>l prójimo, y seria obrar contra la intención <strong>de</strong>l que es<br />

el autor <strong>de</strong> ellas el sepultarlas en algún modo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

sí mismo, y hacer inúliles unos dones que <strong>de</strong>ben los hombres<br />

<strong>de</strong>rramar con la misma liberalidad con que Dios se<br />

Iqs ba comunicado; y no siendo los dueños <strong>de</strong> ellos, sino<br />

los simples dispensadores, <strong>de</strong>ben emplearlos segun la voluntad<br />

<strong>de</strong> aquel <strong>de</strong> quien los han recibido.<br />

Ileduce el Apóstol todos estos dones <strong>de</strong>! Espíritu Santo<br />

id ministerio <strong>de</strong> la palabra y <strong>de</strong> la acción: si alguno habla.<br />

dice, ya para esplicnr los misterios divinos y las verda<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong>l cristianismo en la predicación, ya para instruir los<br />

neófitos ó los catecúmenos en la doctrina cristiana y en las<br />

máximas <strong>de</strong>l Evangelio, ya para consolar á los hermanos<br />

en sus aflicciones, ya para hablar las lenguas ó para interprelaiias,<br />

baga todo esto como si Dios hablase por su<br />

boca. Acuí'i <strong>de</strong>se que no es palabra suya la que predica,<br />

sino la <strong>de</strong> Dios. Nosotros, <strong>de</strong>cia san Pablo, no somos como<br />

muchos que corrompen la palabra <strong>de</strong> Dios; nosotros hablamos<br />

<strong>de</strong> pai le <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios, en Jesucristo.<br />

Esta misma instrucción da aquí san Pedro á los fieles,<br />

singularmente á los que se han encargado <strong>de</strong>l ministerio<br />

déla palabra <strong>de</strong> Dios. Bella lección para los predicadores<br />

que se predican á sí mismos, y que no tienen otras miras<br />

que agradar y ser aplaudidos,. Que <strong>de</strong>slumbi ados con el<br />

falso brillo, con una vana elocuencia, no estudian masque<br />

en cómo han <strong>de</strong> <strong>de</strong>slumhrar á los que <strong>de</strong>berian mover y<br />

convertir. De aquí tantos discursos floridos y lan pocas<br />

predicaciones cristianas: <strong>de</strong> aquí aquella elocuencia estudiada<br />

sin unción y sin fruto. Si alguno está encargado <strong>de</strong><br />

algún misterio, ejérzalo como por la virtud que Dios comunica;<br />

<strong>de</strong> suerte que Dios sea honrado en todas las cosas<br />

por Jesucristo nuestro Señor. Habla e! Apóstol <strong>de</strong> los<br />

ministerios eclesiásticos en general, y aun <strong>de</strong> las obras<br />

<strong>de</strong> caridad y <strong>de</strong> los servicios que los legos pue<strong>de</strong>n hacer á<br />

los pobres. Cada uno ha recibido <strong>de</strong> Dios su propio don;<br />

empléelo, pues, cada uno conforme á su vocación y segim<br />

el ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong> sus superiores. Desempeñe su ministerio con<br />

un zelo puro, ardiente y <strong>de</strong>sinteresado; llene todos los <strong>de</strong>beres<br />

<strong>de</strong> él con puntualidad y con un espíritu <strong>de</strong> religión;<br />

no busque mas que la gloria <strong>de</strong> Dios sin ningún retorno<br />

sobre sí mismo; en fin, concluye el santo Apóstol, comportaos<br />

<strong>de</strong> una manera lan pru<strong>de</strong>nte, lan caritativa, lan irreprensible<br />

y lan cristiana, que todos los que os vieren que<strong>de</strong>n<br />

edificados y alaben al Señor. La vida <strong>de</strong> un cristiano<br />

<strong>de</strong>be hacer el elogio <strong>de</strong>l crislianismo; y la santidad, sobre<br />

todo <strong>de</strong> los ministros <strong>de</strong> Jesucrislo, <strong>de</strong>be ser una <strong>de</strong> las<br />

pruebas mas brillantes y mas sensibles <strong>de</strong> la verdad do<br />

nuestra religión.<br />

El Evangelio <strong>de</strong> este dia no tiene ménos relación quo la<br />

Epístola con las circunstancias <strong>de</strong>l tiempo y <strong>de</strong> la festividad.<br />

Su asunto es el fin <strong>de</strong>l admirable discurso que hizo<br />

el Salvador á sus apóstoles <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la última cena.<br />

Acababa el Hijo do Dios <strong>de</strong> hacer una <strong>de</strong>scripción razonada<br />

y circunstanciada <strong>de</strong> lodo lo que había hecho en favor<br />

<strong>de</strong> los judíos para probarles que era su Salvador y su<br />

Dios, su Rey y su Mesías; acababa <strong>de</strong> ducir que les bahía<br />

<strong>de</strong>mostrado invenciblemente por la santidad <strong>de</strong> su vida,<br />

por la autenticidad <strong>de</strong> sus milagros, por la pureza <strong>de</strong> su<br />

doclrina y por los oráculos <strong>de</strong> los profetas, que él era el<br />

quo les había sido prometido, y que no <strong>de</strong>bian esperar<br />

otro que á él; que tantas maravillas lan estraordinarias<br />

^que, segun el testimonio <strong>de</strong> los profetas, estaban reservadas<br />

solo al Mesías, con<strong>de</strong>naban su ceguera, que sin esto<br />

hubiera sido perdonable: ellos me han visto, aña<strong>de</strong> el<br />

Salvador, ellos me han oido en cien ocasiones, y lejos <strong>de</strong><br />

creer en mí, y <strong>de</strong> seguirme, se han coligado conlra mí y<br />

contra mi Padre; pero era necesario que cumpliesen lo<br />

que dice uno <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong> su ley: «ellos me lian aborrecido<br />

sin motivo», me han perseguido por pura malicia.<br />

Si ellos, pues, me han tratado así á mí, no <strong>de</strong>béis esperar<br />

quo os traten <strong>de</strong> otra manera; poro nada temáis, <strong>de</strong>l cielo

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