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m<br />
DOMINGO<br />
eis pronlos para abrirle en el inomenlo que llame. No ceseis<br />
<strong>de</strong> orar, y á ejemplo <strong>de</strong> nuestro Señor Jesucristo pasad<br />
también una parte <strong>de</strong> la noche en oración. Este es el<br />
tiempo mas á propósito para recibir los mas gran<strong>de</strong>s favores<br />
<strong>de</strong>l Padre <strong>de</strong> las misericordias. Pero sobre todo, aña<strong>de</strong>,<br />
tened etilre vosotros una caridad mutua que nunca so<br />
res.Vie, porque la oaridad cubreinnumerables pecados. Este<br />
fuego sagrado consume, por <strong>de</strong>cirlo asi, la herrumbre <strong>de</strong><br />
nuestra alma, y sirve en gran manera para purificarla <strong>de</strong><br />
svs manchas, alcanzándola <strong>de</strong>l Señor el perdón <strong>de</strong> ^us<br />
pecados. Vosotros sabéis que el precepto favorito <strong>de</strong>l Salvador,<br />
y el que <strong>de</strong>be, por <strong>de</strong>cirlo así, caracterizar a sus<br />
discípulos, es la caridad mutua. «Este es mi precepto, que<br />
os atneis mutuamente como yo os he amado. » Poseyendo<br />
osla virtud, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que poseéis ó que muy pronto<br />
poseeréis todas las <strong>de</strong>más, [jorque la oaridad es paciente,<br />
bondadosa, dulce, indulgente; lejos <strong>de</strong> echar en cara á su<br />
prójimo sus <strong>de</strong>fectos, ni <strong>de</strong> hacer <strong>de</strong> ellos un motivo do<br />
queja ó do murmuración, los sufre y los escusa ; en lugar<br />
do publicarlos, los encubfe, y querría con lodo su coraion<br />
sustraerlos al conocimiento <strong>de</strong>l público. La caridad no<br />
es envidiosa, no piensa mal <strong>de</strong> nadie, y hace bien á lodos.<br />
Uno <strong>de</strong> los principales efectos <strong>de</strong> la caridad, continúa san<br />
Pedro, es la hospitalidad con los hermanos y con los es-<br />
Iraños. Como lodos los primeros cristianos estaban abracados<br />
<strong>de</strong> una caridad muy pura y muy ardiente, se dislinguian<br />
lanío por la hospitalidad con lodo vi mundo, que en<br />
los primeros siglos los mismos paganos no los <strong>de</strong>signaban<br />
sino diciendo <strong>de</strong> ellos que eran gentes que recibían M<br />
modo mas caritativo y mas gracioso á lodos los estranjeros.<br />
listo mismo espíritu es el quo conduce á los ór<strong>de</strong>nes<br />
religiosos mas antiguos que reciben aun á los pasajeros<br />
con una cordialidad tan caritativa. Aña<strong>de</strong> todavía san Pedro<br />
: Sin dar muestra qlguna <strong>de</strong> disgusto; para prevenir<br />
á aquellas almas naturalmente avaras é interesadas, que<br />
cuando se ofrece la ocasión ejercitan la caridad, reciben<br />
también á los eslranjeros, hacen limosna; pero con un<br />
aire tan poco grato, con palabras lau poco obligantes,<br />
con rostro lan adusto, qqe se nota bien quo su caridad<br />
es imperfecta y mezquina. No solo <strong>de</strong>bo aparecer vuestra<br />
caridad en la parte que <strong>de</strong>béis dar á los <strong>de</strong>más<br />
en vuestros bienes temporales, sino que como hucuos<br />
ecónomos <strong>de</strong> los diversos bienes espiriluales con quo<br />
píos os ha favorecido, <strong>de</strong>béis comunicarlos con tanta<br />
mayor facilidad y zelo, cuanto que los bienes espiritnales<br />
son mucho mas provechosos. En los primeros tiempos<br />
<strong>de</strong> la Iglesia comunicaba el Espíritu Sanio sus dones sobrenaturales<br />
á cada uno <strong>de</strong> los fieles segun su voluntad;<br />
á los unos el espíritu <strong>de</strong> profecía; á otros el don <strong>de</strong> lenguas;<br />
á este el don <strong>de</strong> curar las enfermeda<strong>de</strong>s; á aquel<br />
el discernimiento <strong>de</strong> los espíritus; á otros, en On, o| don<br />
<strong>de</strong> consejo. Estos dones <strong>de</strong>l Espirita Santo, que se llaman<br />
gracias gratuitas, se conce<strong>de</strong>n principalmente on utilidad<br />
<strong>de</strong>l prójimo, y seria obrar contra la intención <strong>de</strong>l que es<br />
el autor <strong>de</strong> ellas el sepultarlas en algún modo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />
sí mismo, y hacer inúliles unos dones que <strong>de</strong>ben los hombres<br />
<strong>de</strong>rramar con la misma liberalidad con que Dios se<br />
Iqs ba comunicado; y no siendo los dueños <strong>de</strong> ellos, sino<br />
los simples dispensadores, <strong>de</strong>ben emplearlos segun la voluntad<br />
<strong>de</strong> aquel <strong>de</strong> quien los han recibido.<br />
Ileduce el Apóstol todos estos dones <strong>de</strong>! Espíritu Santo<br />
id ministerio <strong>de</strong> la palabra y <strong>de</strong> la acción: si alguno habla.<br />
dice, ya para esplicnr los misterios divinos y las verda<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong>l cristianismo en la predicación, ya para instruir los<br />
neófitos ó los catecúmenos en la doctrina cristiana y en las<br />
máximas <strong>de</strong>l Evangelio, ya para consolar á los hermanos<br />
en sus aflicciones, ya para hablar las lenguas ó para interprelaiias,<br />
baga todo esto como si Dios hablase por su<br />
boca. Acuí'i <strong>de</strong>se que no es palabra suya la que predica,<br />
sino la <strong>de</strong> Dios. Nosotros, <strong>de</strong>cia san Pablo, no somos como<br />
muchos que corrompen la palabra <strong>de</strong> Dios; nosotros hablamos<br />
<strong>de</strong> pai le <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios, en Jesucristo.<br />
Esta misma instrucción da aquí san Pedro á los fieles,<br />
singularmente á los que se han encargado <strong>de</strong>l ministerio<br />
déla palabra <strong>de</strong> Dios. Bella lección para los predicadores<br />
que se predican á sí mismos, y que no tienen otras miras<br />
que agradar y ser aplaudidos,. Que <strong>de</strong>slumbi ados con el<br />
falso brillo, con una vana elocuencia, no estudian masque<br />
en cómo han <strong>de</strong> <strong>de</strong>slumhrar á los que <strong>de</strong>berian mover y<br />
convertir. De aquí tantos discursos floridos y lan pocas<br />
predicaciones cristianas: <strong>de</strong> aquí aquella elocuencia estudiada<br />
sin unción y sin fruto. Si alguno está encargado <strong>de</strong><br />
algún misterio, ejérzalo como por la virtud que Dios comunica;<br />
<strong>de</strong> suerte que Dios sea honrado en todas las cosas<br />
por Jesucristo nuestro Señor. Habla e! Apóstol <strong>de</strong> los<br />
ministerios eclesiásticos en general, y aun <strong>de</strong> las obras<br />
<strong>de</strong> caridad y <strong>de</strong> los servicios que los legos pue<strong>de</strong>n hacer á<br />
los pobres. Cada uno ha recibido <strong>de</strong> Dios su propio don;<br />
empléelo, pues, cada uno conforme á su vocación y segim<br />
el ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong> sus superiores. Desempeñe su ministerio con<br />
un zelo puro, ardiente y <strong>de</strong>sinteresado; llene todos los <strong>de</strong>beres<br />
<strong>de</strong> él con puntualidad y con un espíritu <strong>de</strong> religión;<br />
no busque mas que la gloria <strong>de</strong> Dios sin ningún retorno<br />
sobre sí mismo; en fin, concluye el santo Apóstol, comportaos<br />
<strong>de</strong> una manera lan pru<strong>de</strong>nte, lan caritativa, lan irreprensible<br />
y lan cristiana, que todos los que os vieren que<strong>de</strong>n<br />
edificados y alaben al Señor. La vida <strong>de</strong> un cristiano<br />
<strong>de</strong>be hacer el elogio <strong>de</strong>l crislianismo; y la santidad, sobre<br />
todo <strong>de</strong> los ministros <strong>de</strong> Jesucrislo, <strong>de</strong>be ser una <strong>de</strong> las<br />
pruebas mas brillantes y mas sensibles <strong>de</strong> la verdad do<br />
nuestra religión.<br />
El Evangelio <strong>de</strong> este dia no tiene ménos relación quo la<br />
Epístola con las circunstancias <strong>de</strong>l tiempo y <strong>de</strong> la festividad.<br />
Su asunto es el fin <strong>de</strong>l admirable discurso que hizo<br />
el Salvador á sus apóstoles <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la última cena.<br />
Acababa el Hijo do Dios <strong>de</strong> hacer una <strong>de</strong>scripción razonada<br />
y circunstanciada <strong>de</strong> lodo lo que había hecho en favor<br />
<strong>de</strong> los judíos para probarles que era su Salvador y su<br />
Dios, su Rey y su Mesías; acababa <strong>de</strong> ducir que les bahía<br />
<strong>de</strong>mostrado invenciblemente por la santidad <strong>de</strong> su vida,<br />
por la autenticidad <strong>de</strong> sus milagros, por la pureza <strong>de</strong> su<br />
doclrina y por los oráculos <strong>de</strong> los profetas, que él era el<br />
quo les había sido prometido, y que no <strong>de</strong>bian esperar<br />
otro que á él; que tantas maravillas lan estraordinarias<br />
^que, segun el testimonio <strong>de</strong> los profetas, estaban reservadas<br />
solo al Mesías, con<strong>de</strong>naban su ceguera, que sin esto<br />
hubiera sido perdonable: ellos me han visto, aña<strong>de</strong> el<br />
Salvador, ellos me han oido en cien ocasiones, y lejos <strong>de</strong><br />
creer en mí, y <strong>de</strong> seguirme, se han coligado conlra mí y<br />
contra mi Padre; pero era necesario que cumpliesen lo<br />
que dice uno <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong> su ley: «ellos me lian aborrecido<br />
sin motivo», me han perseguido por pura malicia.<br />
Si ellos, pues, me han tratado así á mí, no <strong>de</strong>béis esperar<br />
quo os traten <strong>de</strong> otra manera; poro nada temáis, <strong>de</strong>l cielo