Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

27.08.2017 Views

wodum vidisiis cum em~ vucslros ojos? Jesús que do imin ccelam. cnlre vosodos ha ascendido al cielo, venf3rá del misino modo que le habéis vislo su- Después de haber dado san Lucas, en el Evangelio que escribió, la hisloria de la vida de Jesnciislo, en esle libio inlitulado Hechos de los Apóstoles nos presenta la historia de la fundación y del establecimiento de la Iglesia. Eseste libro una relación fiel y compendiada de los progresos que hizo el cristianismo en los veinte y nueve ó treinta años primeros ¡mnedialüs á la ascensión del Salvador. San Agnslin y san Grisóstomo creen que Teófilo, á quien dirige el Evangelio y los Hechos, era un sujeto de calidad, ó un gobernador de provincia convertido al crislianismo. Otros creen que Teófilo es un nombre general que significa lodo hombre que ama á Dios. REFLEXIONES. «Viéronle subir al cielo, y una nube le ocultó á su visla.» ¿Qué es lo que buscaríamos, y qué podríamos amar sobre la lierra? Jesucristo ha subido al cielo, debe haber llevado Consigo todos nuestros deseos. ¿Qué podemos enconlrar en la lierra que merezca ocupar nuestro corazón? Eorniados para el cielo, no debemos suspirar ya masque por aquel lugar de reposo y de eterna felicidad, por aquella palria celestial. La tierra se presenta como una mansión muy triste, y lo es en cfeclopara cualquiera que conoce la felicidad de la otra vida, para cualquiera que ama verdaderamente á Jesucristo. Para mí el vivir es estar en Jesucristo, decia san Pablo, y el morir es para mí una ganancia. Todo cristiano debia pensar y debía hablar del mismo modo, i Cosa cstraíia 1 La tierra en que vivimos no está sembrada mas que de cruces, ni produce otra cosa que abrojos y espinas. Si nace alguna rosa no se puede coger sin picarse, y apenas se goza de ella cuando se marchita. ¿Qué dia hay sereno? ¿qué dia de calma? A las borrascas suceden las nieblas. No hay estación sindias nublados, ni clima sin vientos impetuosos, sin tempestades. Si al menos el comercio del mundo nos indemnizase con su dulzura de la amargura esparcida umversalmente en toüos sus frutos; pero ¿quien no sabe que el mayor enemigo de nuestro reposo y de nuestra felicidad es el comercio de la vida civil? ¿ reinan acaso en ella la rectitud, la sinceridad, la buena fe? Puédese muy bien decirse que en el dia de hoy la vida civil en el mundo es un comercio de interés, de superchería, de artificios y de pasiones; cada uno estudia no mas que en sus propios intereses, cada uno traía solo de elevar su fortuna sobre las ruinas de la de otro, y enriquecerse con sus descalabros. Estamos en este mundo comoen pais enemigo, donde todo hay que temerlo. La tierra propiamente es la región del llanto. ¡Qué de inquietudes mudas! ¡ quede gemidos secretos ! ¡ qué de cruces invisibles ! Las que mas se muestran no son ni las mas amargas ni las mas pesadas; nada hay mas amargo, nada hay roas punzante que un disgusto que se sufoca dentro del corazón; así que ninguno parece mas dichoso en esle mundo que el que mejor sabe contrahacerse, y mas conoce ciarle de disimular sus disgusto*. Tal es la región en que habitamos, tal es nuestra luan- «ion: afortunadamente no es de larga duración. ¡Ah! apenas estamos en el camino y ya vemos el término, y TOMO IV. LA ASCENSION. 409 muchas veces la carrera concluye en el principio. Misdias, decia el santo Job, se han cortado con mas presteza qua corta el tejedor el hilo de la tela; mi vida no es mas ipie un soplo: lal es la triste mansión de los mortales; y sin embargo todavía los hombres tan apasionados porsu bieneslar gustan tanto déla tierra con todos lossiasaboresquc ella proporciona, que miran el cielo con indiferencia. Es cierlo que liay gentes en el mundo que se afanarían poco por ver á Dios; gentes para quienes el paraíso no tendría muy grandes atractivos, sí pudieran ser eternamente lo que son. Esto es muy eslrafio; pero hay todavía otra cosa mucho mas eslraña. No solo se preferiría el vivir eternamenlc en la tierra, á la ventaja de vivir para siempre en el cielo, sino que esta poca vida que tenemos aquí abajo, aunque corla, aunque penosa, aunque frágil, no dejamos de preferirla á la eterna felicidad de la otra vida. Dos días de pasatiempos nos hacen olvidar este cúmulo de bienes infinitos; algunos placeres fastidiosos nos quitan el gusto de estas delicias inefables ; prefiérese á la ¡posesión de un Dios el menor objeto criado. Jesucristo ha ido á prepararnos un lugar en el cielo: ¿trabajamos mucho para llenarle? ¿Suspirase mucho por la celestial Jerusalen ? Menester es tener una alma muy baja; digamos mejor, preciso es que nuestra fé sea muy lánguida para estar lan contentos en el lugar do nuestro destierro. El Evangelio de la misa de esle dia está lomado del que esenhio san Marcos en su cap. 46. In illo lempore : Recumhenlibm undecim disciputis apparuil illis Jesús: el exprohravit increduliiatem eorum, et durüiam cordis; quia iis, qui viderant eum resarrerisse, non credidervnt. El dixit eis : Emúes in mundum universum, pmdicate Evangclium omni creatnm. Qui cmlideril, nbaptizalus fuerit, salvus erit: qui vei'o non cmlideril, rundcinnabüur. Sú/na au~ tem eos , qui crediderint, hwc sequcnUir : In nomine meo dmmonia ejicienl : Unguis loqucnlur novis : serpenles lollcnl : et si mortiferum quid hiberinl, non eis nocebit : svyer cpgros manus imponent, et bene habebunl. El Domiñus quidem Jesús , poslquam lomtus est eis, assumptus est in ceelum, et sedet a dexlris Dei. lili auiem profeeli prcedicaverunt ubique, Domino cooperanle, el sermonem confirmmieseqtienlibus signis. En aquel tiempo , estando los once discípulos á la mesa, se Ies apareció Jesús, y les echó en cara su incredulidad y la dureza de su corazón, porque no habían creído á los que le habían vislo resucitado. Después de esto les dijo: Id por todo el mundo , predicad el Evangelio á todos los hombres, el que creyere y recibiere el bautismo se salvará; mas el qua no creyere se condenará. Los que creyeren se darán á conocer por los milagros siguien. tes: arrojarán los demonios (du los cuerpos) en mi nombre; hablarán nuevas lenguas; manejarán las serpienles ; y si bebieren alguna cosa capaz de quitarles la vida, no les dañará : pondrán las manos sobre los enfermos, y estos recobrarán la salud. Y después de haberles hablado así, el Señor Jesús fué arrebatado al cielo, y allí está sentado á la diestra de Dios. Ellos pues partieron á predicar por todas partes cooperando con ellos la gracia del Sefior, y confirmando lo que decían con los milagros que seguían á sus palabras. 52

410 LA ASCENSION. MEDITACION. Sobre el misterio del dia. PUNTO PB^EUO.—Considcrn qnc jamás hubo kimifo, ni tampoco puede haberlo mas pomposo, mas glorioso, mas magnifico ni mas augusto f|iio el del Salvador del mundo en su ascensión al ciclo. Knliénik'se por esla palabra «irinnfo » una ceremonia ó solemnidad decrelnda para honrar á un general viclorioso, disponiéndole una entrada magmücaen la capilai. El Itiunfador era conducido en un cano coronado de laurel, precedido del senado, entre las aclamaciones de la mullilnd de ciudadanos, que iijan dolante del triunfador publicando sus victorias. En esto consislia aquella tiesta célebre que se hacia en honor del conqnislador, la cual deslucian siempre las lágrimas de los reyes cautivos que marchaban cargados de cadenas detrás del carro, y qnc inlernimpiim con sus gemidos los gritos de alegría y las aclamaciones del pueblo. Imagen muy imperfecta; idea indigna aun del triunfo de Jesucristo y de la que debemos tener de su gloria. Si el mérito y la gloria de la victoria depende de la cualidad y de las fuerzas de las potestades vencidas, ¿qué victoria mas gloriosa que la que Jesucristo ha conseguido de todas las potestades del infierno y de la muerte misma, á las cuales estaban sujetos todos los hombres, y de las que eran esclavos todos de cualquiera condición qne fuesen, príncipes, reyes, emperadores y conquistadores? El vencedor del inlierno y de la muerte hace hoy su entrada triunfante, nó en una caj/ilal de provincia ó de nn reino pai licular, sino en el cielo hasta el trono de Dios mismo. Nó en un carro de madera ó de metal, lirado por hombres ó por animales, sino que se eleva de la tierra por su propia virtud, y lo que le sirve de carro y de trono es una mihe luminosa, milagrosa, biillantisima. Pero | qué acompañamiento, buen Dios 1 Todos los santos patriarcas, tantos reyes piadosos, y aquella multitud de elegidos que desde la creación del mundo no esperuhnn en el limbo mas (pie ta victoria de su libertador y la venida del Mesías, su muerte y su resurrección para salir de su prisión, para ser pues!os en libertad y para acompañarle en su gloria. ¡ Qué alegría tan pura y satisfactoria en toda aquella gloriosa tropa que le sirve de comitiva, y que rodea su carro luminoso! i qué cánticos de regocijo mas universales ni mas armoniosos l i qué. himnos de gozo, qué btMidiciones, (pié alabanzas, que alectos de gratitud, todos á cual mas afectuosos, á cual mas sinceros, no acompañan á esle divino Uiunlador! l'ei (i ¿ (|iiien puede espresar, quién puede ni aun comprender todo el resplandor de su triimfo? Todo el cielo saleá su encuentro, todos los espíi ilus bienaventurados, todas las inteligencias celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, poicslades, querubines, ss'i alines, todo lo que compone la cói le del mismo Dios, sale á recibirle, á adorarle, á reconocerle por su tey \ su soberano, y no cesan de esclamar : Serwr, que habéis rescatado con vuestra sangre á todos los hombres, « vos sois digno de lomar el libro y de abrir sus sellos; digno es el Cordero, (pie ha sido inuerío, de recibir la potestad, la divinidad, la .sabiduría, la for taleza, el bonor, la gloria y la bendición. Al qm está sentado en e( trono y al Cordero pertenece la bcoaicion, el bonor, la gloria y el poder en los siglos de los siglos. » Concibamos, si es posible, toda la magnificencia, la pompa y la majestad del triunfo de Jesucristo en todo el misterio de este dia : confesemos que la propiedad mas esencial de la gloria del Salvador es la de ser incomprensible. \ Qué sania alegría no debe producir este misterio en el corazón de un verdadero cristiano! PINTO SKOODO. — Considera que la ascensión gloriosa del Salvador al cielo no es solamente un misterio de admiración, es también un misterio de acción y de práctica. Jesucristo deja la tierra, y por esto nos indica que el cielo es micslra úrica patria, y qne no estamos en la tierra mas que como en un lugar de destierro. Nosotros debemos considerarnos aquí como viajeros, como estranjeros. Puesto (pie babiendo subido al cielo Jesucristo, ostá allí sentado á la diestra de su Padre, decia san Pablo á.los colosenses, debemos desprendernos de la tierra para no suspirar mas que por el cielo, ni apegarnos sino al cielo. De allí debe nacer el disgusto á todas las cosas terrenas; de allí el desprecio de lodo lo que lisonjea, de lodo lo que brilla en el mundo, de iodo lo que deslumbra. líienes, honores, dignidades, empleos de distinción, grandes herencias, ¿ qu6 es lo que leiu'is que sea sólido, que pueda satisfacer un corazón que solo Dios puede llenar? Vanidad de vanidades, eslo es, cuasi nada en el mundo. Solo en el cielo es en donde podemos hallar la verdadera gloria; nuestra línica felicidad. El misterio de la Ascensión es un misterio de. deseos : subiendo Jesucristo al cielo, nos invita á que le sigamos; donde eslá nuestro tesoro, allí debe estar nuestro corazón. Jesucristo es nuestra cabeza, nosotros somos sus miembros : debemos, pues, mirar el estado de separación de él como un estado violemo para nosotros, (ín verdadero siervo de Dios, un verdadero fiel vive con paciencia, y muere con alegría. Jesucristo es nuestra guia, él marcha el primero, y nos manda que le sigamos ¡ tomar otro camino es descarriarse. Este divino Salvador ha becbo todos los gastos del viaje; la gloria de que toma posesión es nuestra herencia; pero para llegará la misma gloria qne Jesucristo, es menester merecerla como Jesucristo, es necesario padecer como Jesucristo. Esto es lo (pie ha hecho decir á san Pablo : « Yo cumplo en mi carne lo que falla á los tormentos de Jesucrislo ; » eslo es, lo que él quiere que yo sufra por su amor, y en salisíaccion de mis pecados, á fin de que pueda llegar á la gloria que me ha merecido con sus padecimieníos , con la condición de que yo llenarla la porción de trabajos (pie me ha destina-, do; porque si ba sido necesario que Jesucrislo padeciese para enlraren su gloria, ¿quién se alrcverá á pretender la misma gloria sin padecer? no se alcanza esla gloria sino mereciéndola; pero también estamos seguros de que no ta mereceremos sin obtenerla. Pero no toda suerte de trabajos conducen á la gloria del cielo; es preciso quesean trabajos por la justicia y por Dios; trabajos santificados por nueslra sumisión á la voluntad de Dios. Todos ¡os días se padece por el mundo; cuesta mucho el dislingiiirse, el adquirir lama en el mundo; ¿ y qué recompensa se recibe? ¿ y nos negamos á sufrir por el cielo, no obsfanle que el premio de nuestros sufrimientos será la posesión de Dios mismo ? Haced, Señor, que lomando parte boy en la gloria y en el regocijo de vuestro triunfo, parlicipe también de vuestros dolores para tener algún dia parte en vuestra gloria, que ha sido el premio de ellos.

410 LA ASCENSION.<br />

MEDITACION.<br />

Sobre el misterio <strong>de</strong>l dia.<br />

PUNTO PB^EUO.—Considcrn qnc jamás hubo kimifo, ni<br />

tampoco pue<strong>de</strong> haberlo mas pomposo, mas glorioso, mas<br />

magnifico ni mas augusto f|iio el <strong>de</strong>l Salvador <strong>de</strong>l mundo<br />

en su ascensión al ciclo. Knliénik'se por esla palabra<br />

«irinnfo » una ceremonia ó solemnidad <strong>de</strong>crelnda para<br />

honrar á un general viclorioso, disponiéndole una entrada<br />

magmücaen la capilai. El Itiunfador era conducido en un<br />

cano coronado <strong>de</strong> laurel, precedido <strong>de</strong>l senado, entre las<br />

aclamaciones <strong>de</strong> la mullilnd <strong>de</strong> ciudadanos, que iijan dolante<br />

<strong>de</strong>l triunfador publicando sus victorias. En esto consislia<br />

aquella tiesta célebre que se hacia en honor <strong>de</strong>l conqnislador,<br />

la cual <strong>de</strong>slucian siempre las lágrimas <strong>de</strong> los<br />

reyes cautivos que marchaban cargados <strong>de</strong> ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong>trás<br />

<strong>de</strong>l carro, y qnc inlernimpiim con sus gemidos los gritos<br />

<strong>de</strong> alegría y las aclamaciones <strong>de</strong>l pueblo. Imagen muy imperfecta;<br />

i<strong>de</strong>a indigna aun <strong>de</strong>l triunfo <strong>de</strong> Jesucristo y <strong>de</strong><br />

la que <strong>de</strong>bemos tener <strong>de</strong> su gloria. Si el mérito y la gloria<br />

<strong>de</strong> la victoria <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la cualidad y <strong>de</strong> las fuerzas <strong>de</strong><br />

las potesta<strong>de</strong>s vencidas, ¿qué victoria mas gloriosa que la<br />

que Jesucristo ha conseguido <strong>de</strong> todas las potesta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l<br />

infierno y <strong>de</strong> la muerte misma, á las cuales estaban sujetos<br />

todos los hombres, y <strong>de</strong> las que eran esclavos todos<br />

<strong>de</strong> cualquiera condición qne fuesen, príncipes, reyes, emperadores<br />

y conquistadores? El vencedor <strong>de</strong>l inlierno y <strong>de</strong><br />

la muerte hace hoy su entrada triunfante, nó en una caj/ilal<br />

<strong>de</strong> provincia ó <strong>de</strong> nn reino pai licular, sino en el cielo<br />

hasta el trono <strong>de</strong> Dios mismo. Nó en un carro <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

ó <strong>de</strong> metal, lirado por hombres ó por animales, sino que<br />

se eleva <strong>de</strong> la tierra por su propia virtud, y lo que le sirve<br />

<strong>de</strong> carro y <strong>de</strong> trono es una mihe luminosa, milagrosa, biillantisima.<br />

Pero | qué acompañamiento, buen Dios 1 Todos<br />

los santos patriarcas, tantos reyes piadosos, y aquella<br />

multitud <strong>de</strong> elegidos que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la creación <strong>de</strong>l mundo no<br />

esperuhnn en el limbo mas (pie ta victoria <strong>de</strong> su libertador<br />

y la venida <strong>de</strong>l Mesías, su muerte y su resurrección para<br />

salir <strong>de</strong> su prisión, para ser pues!os en libertad y para<br />

acompañarle en su gloria. ¡ Qué alegría tan pura y satisfactoria<br />

en toda aquella gloriosa tropa que le sirve <strong>de</strong> comitiva,<br />

y que ro<strong>de</strong>a su carro luminoso! i qué cánticos <strong>de</strong><br />

regocijo mas universales ni mas armoniosos l i qué. himnos<br />

<strong>de</strong> gozo, qué btMidiciones, (pié alabanzas, que alectos<br />

<strong>de</strong> gratitud, todos á cual mas afectuosos, á cual mas sinceros,<br />

no acompañan á esle divino Uiunlador! l'ei (i ¿ (|iiien<br />

pue<strong>de</strong> espresar, quién pue<strong>de</strong> ni aun compren<strong>de</strong>r todo el<br />

resplandor <strong>de</strong> su triimfo? Todo el cielo saleá su encuentro,<br />

todos los espíi ilus bienaventurados, todas las inteligencias<br />

celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, poicsla<strong>de</strong>s,<br />

querubines, ss'i alines, todo lo que compone la cói le<br />

<strong>de</strong>l mismo Dios, sale á recibirle, á adorarle, á reconocerle<br />

por su tey \ su soberano, y no cesan <strong>de</strong> esclamar : Serwr,<br />

que habéis rescatado con vuestra sangre á todos los<br />

hombres, « vos sois digno <strong>de</strong> lomar el libro y <strong>de</strong> abrir sus<br />

sellos; digno es el Cor<strong>de</strong>ro, (pie ha sido inuerío, <strong>de</strong> recibir<br />

la potestad, la divinidad, la .sabiduría, la for taleza, el<br />

bonor, la gloria y la bendición. Al qm está sentado en e(<br />

trono y al Cor<strong>de</strong>ro pertenece la bcoaicion, el bonor, la<br />

gloria y el po<strong>de</strong>r en los siglos <strong>de</strong> los siglos. » Concibamos,<br />

si es posible, toda la magnificencia, la pompa y la majestad<br />

<strong>de</strong>l triunfo <strong>de</strong> Jesucristo en todo el misterio <strong>de</strong> este<br />

dia : confesemos que la propiedad mas esencial <strong>de</strong> la gloria<br />

<strong>de</strong>l Salvador es la <strong>de</strong> ser incomprensible. \ Qué sania<br />

alegría no <strong>de</strong>be producir este misterio en el corazón <strong>de</strong> un<br />

verda<strong>de</strong>ro cristiano!<br />

PINTO SKOODO. — Consi<strong>de</strong>ra que la ascensión gloriosa<br />

<strong>de</strong>l Salvador al cielo no es solamente un misterio <strong>de</strong> admiración,<br />

es también un misterio <strong>de</strong> acción y <strong>de</strong> práctica. Jesucristo<br />

<strong>de</strong>ja la tierra, y por esto nos indica que el cielo es<br />

micslra úrica patria, y qne no estamos en la tierra mas<br />

que como en un lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>stierro. Nosotros <strong>de</strong>bemos<br />

consi<strong>de</strong>rarnos aquí como viajeros, como estranjeros. Puesto<br />

(pie babiendo subido al cielo Jesucristo, ostá allí sentado<br />

á la diestra <strong>de</strong> su Padre, <strong>de</strong>cia san Pablo á.los colosenses,<br />

<strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong> la tierra para no suspirar mas<br />

que por el cielo, ni apegarnos sino al cielo. De allí <strong>de</strong>be<br />

nacer el disgusto á todas las cosas terrenas; <strong>de</strong> allí el <strong>de</strong>sprecio<br />

<strong>de</strong> lodo lo que lisonjea, <strong>de</strong> lodo lo que brilla en el<br />

mundo, <strong>de</strong> iodo lo que <strong>de</strong>slumbra. líienes, honores, dignida<strong>de</strong>s,<br />

empleos <strong>de</strong> distinción, gran<strong>de</strong>s herencias, ¿ qu6<br />

es lo que leiu'is que sea sólido, que pueda satisfacer un<br />

corazón que solo Dios pue<strong>de</strong> llenar? Vanidad <strong>de</strong> vanida<strong>de</strong>s,<br />

eslo es, cuasi nada en el mundo. Solo en el cielo es<br />

en don<strong>de</strong> po<strong>de</strong>mos hallar la verda<strong>de</strong>ra gloria; nuestra<br />

línica felicidad. El misterio <strong>de</strong> la Ascensión es un misterio<br />

<strong>de</strong>. <strong>de</strong>seos : subiendo Jesucristo al cielo, nos invita á que<br />

le sigamos; don<strong>de</strong> eslá nuestro tesoro, allí <strong>de</strong>be estar<br />

nuestro corazón. Jesucristo es nuestra cabeza, nosotros<br />

somos sus miembros : <strong>de</strong>bemos, pues, mirar el estado <strong>de</strong><br />

separación <strong>de</strong> él como un estado violemo para nosotros,<br />

(ín verda<strong>de</strong>ro siervo <strong>de</strong> Dios, un verda<strong>de</strong>ro fiel vive con<br />

paciencia, y muere con alegría. Jesucristo es nuestra guia,<br />

él marcha el primero, y nos manda que le sigamos ¡ tomar<br />

otro camino es <strong>de</strong>scarriarse. Este divino Salvador ha<br />

becbo todos los gastos <strong>de</strong>l viaje; la gloria <strong>de</strong> que toma<br />

posesión es nuestra herencia; pero para llegará la misma<br />

gloria qne Jesucristo, es menester merecerla como Jesucristo,<br />

es necesario pa<strong>de</strong>cer como Jesucristo. Esto es lo (pie<br />

ha hecho <strong>de</strong>cir á san Pablo : « Yo cumplo en mi carne lo<br />

que falla á los tormentos <strong>de</strong> Jesucrislo ; » eslo es, lo que<br />

él quiere que yo sufra por su amor, y en salisíaccion <strong>de</strong><br />

mis pecados, á fin <strong>de</strong> que pueda llegar á la gloria que me<br />

ha merecido con sus pa<strong>de</strong>cimieníos , con la condición <strong>de</strong><br />

que yo llenarla la porción <strong>de</strong> trabajos (pie me ha <strong>de</strong>stina-,<br />

do; porque si ba sido necesario que Jesucrislo pa<strong>de</strong>ciese<br />

para enlraren su gloria, ¿quién se alrcverá á preten<strong>de</strong>r<br />

la misma gloria sin pa<strong>de</strong>cer? no se alcanza esla gloria sino<br />

mereciéndola; pero también estamos seguros <strong>de</strong> que no ta<br />

mereceremos sin obtenerla. Pero no toda suerte <strong>de</strong> trabajos<br />

conducen á la gloria <strong>de</strong>l cielo; es preciso quesean<br />

trabajos por la justicia y por Dios; trabajos santificados<br />

por nueslra sumisión á la voluntad <strong>de</strong> Dios. Todos ¡os días<br />

se pa<strong>de</strong>ce por el mundo; cuesta mucho el dislingiiirse, el<br />

adquirir lama en el mundo; ¿ y qué recompensa se recibe?<br />

¿ y nos negamos á sufrir por el cielo, no obsfanle que el<br />

premio <strong>de</strong> nuestros sufrimientos será la posesión <strong>de</strong> Dios<br />

mismo ?<br />

Haced, Señor, que lomando parte boy en la gloria y en<br />

el regocijo <strong>de</strong> vuestro triunfo, parlicipe también <strong>de</strong> vuestros<br />

dolores para tener algún dia parte en vuestra gloria,<br />

que ha sido el premio <strong>de</strong> ellos.

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