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406 LA ASCENSIOX<br />
Iglesia. ¡ Qué vil y quó <strong>de</strong>spreciable parece ya <strong>de</strong> hoy<br />
mas la (ierra á los discípulos! esclamá un sabio y piadoso<br />
interprete; ¡qué disgusto <strong>de</strong>be causar en aquellos que en<br />
el triunfo <strong>de</strong> su buen Maestro han visto brillar algunos rayos<br />
<strong>de</strong> su gloria 1 Preciso es enviarles ángeles para advertirles<br />
que <strong>de</strong>sprendan sus ojos <strong>de</strong>l cielo. ¿A cuántos cristianos<br />
cobar<strong>de</strong>s no seria menester cebarles en cara otra cosa<br />
muy diferente? Siempre encorvados bácia la tierra, no<br />
dirigen jamás una sola mirada bácia su patria celestial.<br />
Jesucristo no <strong>de</strong>sapareció en un instante, ni se sustrajo<br />
furtivamente déla vista <strong>de</strong> sus discípulos, que eran ennúmcro<br />
<strong>de</strong> ciento y veinte, sino que se elevó por sí mismo<br />
pocoápoco, por sus propias fuerzas, sin necesidad para<br />
ello <strong>de</strong> auxilios estrafios. Quiso que cada uno le viese subir<br />
al cielo para hacer incontestable esta maravilla; y así<br />
como habían quedado lodos plenamente convencidos déla<br />
verdad <strong>de</strong> su resurrección por sus frecuentes apariciones<br />
y por sus conversaciones familiares por espacio <strong>de</strong> cuarenta<br />
dias, quiso también que lodos fuesen testigos oculares<br />
<strong>de</strong> su gloriosa ascensión y <strong>de</strong>l entero cumplimiento<br />
<strong>de</strong> lo que se les babia predicho, y do lo que él les recordaba<br />
tantas veces, á saber: que habiendo, venido <strong>de</strong>l<br />
délo á la tierra, <strong>de</strong>bia por fin <strong>de</strong>jar la tierra para volver<br />
al ciclo, «Yo he salido <strong>de</strong> mi Padre,» ]es <strong>de</strong>cía, «y he venido<br />
al mundo; ahora <strong>de</strong>jo el mundo, y me voy á mi Padre.»<br />
Estas pocas palabras, como se ha dicho en olí a parte,<br />
contienen los principales artículos <strong>de</strong> nuestra fé, tocantes<br />
á la persona <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> Dios. Su generación eterna<br />
«yo he salido <strong>de</strong> mi Padre:» su encarnneion «he venido<br />
al mundo:» su resurrección triunfante y su gloriosa ascensión,<br />
«me voy á mí Padre.» En efecto, no habiendo ya<br />
nada que retuviese al Salvador en la (¡erra, penetró cnun<br />
momenlo todos los cielos, y fué á sentarse como Hijo único<br />
<strong>de</strong> Dios á la diestra <strong>de</strong> su Padre, en el mismo trono en<br />
el que comunica á su santa humanidad toda la plenitud <strong>de</strong><br />
su gloria.<br />
El Padre Eterno, dicen los inlérpreles, no ocupa en el<br />
cwlo na sitio particular, no está sentado en un trono materiiil<br />
en el que pueda asignarse <strong>de</strong>recha ni izquierda, en<br />
que haya silla ni escabelo. Si la Escritura en algunasocasiones<br />
se sirve <strong>de</strong> semejantes modos <strong>de</strong> hablar, es para<br />
acomodarse A nuestro modo <strong>de</strong> concebir, y al alcance <strong>de</strong>l<br />
pueblo acostumbradoá consi<strong>de</strong>rar á Dios como unmonarca<br />
sentado en un trono en medio <strong>de</strong> una corle nu merosn.<br />
Sírvese <strong>de</strong> estos términos i sentado y <strong>de</strong>recha» para significar<br />
y dar á enten<strong>de</strong>r el po<strong>de</strong>r soberano <strong>de</strong> Jesucristo,<br />
y su igualdad perfecta con su Padre, «Está sentado á la<br />
diestra <strong>de</strong> Dios (Matlh. 16.);» esto es, goza <strong>de</strong> una gloria<br />
igual á la <strong>de</strong> su Padre, y ejerce sobre todas las criaturas<br />
OJI po<strong>de</strong>r absoluto.<br />
Al subir al cielo el Salvador, se dignó <strong>de</strong>jar lashuellas<br />
<strong>de</strong> sus pies impresas en la roca, ó la tierra sobre queso<br />
hallaba cuando se elevó al cielo. Estas sagradas huellas<br />
siempre se han conservado allí, no obstante que ¡os fieles<br />
van allí todos los dias á lomar tierra <strong>de</strong> aquel sitio para<br />
llevarla por <strong>de</strong>voción á su casa. Esto lo asegura posilivamentesan<br />
Gerónimo, que vivia en el cuarto siglo, y habitaba<br />
en aquellos lugares. San Sulpicio Severo y san Paulino<br />
<strong>de</strong> Ñola, que vivian el uno y el otro al mismo tiempo<br />
que san Gerónimo, nos aseguran también !o mismo, y so<br />
preten<strong>de</strong> que san Agustín estaba persuadido <strong>de</strong> la misma<br />
maravilla cuando <strong>de</strong>cía que se iba ó Judca á adorarlas<br />
huellas <strong>de</strong> Jesucristo, que se Velan en el lugar <strong>de</strong>sdo<br />
don<strong>de</strong> subió ai cielo. Adamnan, apellidado Celudio, abad<br />
un monasterio <strong>de</strong> Irlanda que vivia al fin <strong>de</strong>l siglo vn, y<br />
que hizo el viaje <strong>de</strong> la Tierra Santa cuya <strong>de</strong>scripción ha<br />
hecho el venerable Beda, que vivia en el propio siglo,<br />
testifican lo mismo. San Guillcbaldo, obispo do Aychslet,<br />
que hizo el mismo viaje el afio 724, asegura haber visto<br />
él mismo estas sagradas huellas; esta maravilla subsiste<br />
todavía en nuestros dias según el testimonio <strong>de</strong> todos los<br />
peregrinos que han hecho el viaje <strong>de</strong> Tierra Sania; y lo<br />
que ensalza aun mas el milagro es, que cuando la ciudad<br />
<strong>de</strong> Jerusalen fué lomada por Tito, el año 10 <strong>de</strong> Jesucristo,<br />
habiendo acampado mucho tiempo el ejército romano en<br />
la montaña délos Olivos, ni los movimientos<strong>de</strong> los soldados,<br />
ni los piés <strong>de</strong> los caballos, ni los trabajos <strong>de</strong>l campo<br />
pudieron borrar ni romper estas sagradas huellas, lo cual<br />
se ha mirado siempre como un segundo milagro.<br />
Hizo Dios otro brillanlísimocon motivo <strong>de</strong> estas mismas<br />
sagradas huellas. Habiendo santa Elena, madre <strong>de</strong>l gran<br />
Constantino, hecho ediücar la célebre basílica déla Ascensión<br />
sobre la parte <strong>de</strong>l monte <strong>de</strong> los Olivos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong><br />
se sabia que el Salvador habia subido al cielo, or<strong>de</strong>nó que<br />
el pavimento <strong>de</strong> esta magnifica iglesia fuese muy rico, y<br />
sobre lodo el paraje en don<strong>de</strong> subsistían las huellas <strong>de</strong>l<br />
Salvador; mas cuando se trató <strong>de</strong> cubrirlo <strong>de</strong> mármol no<br />
se pudo conseguir; lodo lo que allí se ponía era arrojado<br />
fuera, y rechazado muy lejos por una virtud invisible que<br />
parecía salir <strong>de</strong> la tierra, y no podia sufrir nada sobroella<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sustentado los sagrados piés <strong>de</strong>l Salvador<br />
Aña<strong>de</strong> san Gerónimo que cuando quiso acabarse la<br />
bóveda <strong>de</strong> esta magnífica basílica, no fué posible tampoco<br />
cerrar el paraje que correspondía perpendicularmenle á<br />
las buellas <strong>de</strong>l Salvador; <strong>de</strong> suerte que se vieron obligados<br />
á <strong>de</strong>jar libre y al <strong>de</strong>scubierto et espacio por el cual el<br />
divino Salvador se habia elevado <strong>de</strong> la tierra, y habia sido<br />
recibido en la nube, lo cual proporcionaba á la piedad do<br />
los Beles que venían alli en tropas <strong>de</strong> todas parles el contemplar<br />
el camino que habia llevado para subir al cielo. El<br />
milagro <strong>de</strong>l (cebo y <strong>de</strong> la bóveda no concluyó sino con el<br />
edificio <strong>de</strong> esta antigua iglesia cuando fué arruinada pollos<br />
sarracenos; mas el déla impresión <strong>de</strong> las sagradas<br />
huellas subsiste todavía hoy, y es el objeto do la veneración<br />
y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>voción <strong>de</strong> los fíeles.<br />
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