Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

27.08.2017 Views

en lórminos todavía mas claros que nos concederá todo lo que lo pidiésemos; que aun sin esperar que. so le pida, vela sobre lodas nuestras necesidades para proveerá ellas; declara que cualquiera que espera en él, no será defraudado en su esperanza; declara que no hay peligro tan grande, necesidad tan ejecutiva do que no saque á los que recurrieren á su bondad. Toda la sania Escritura eslá llena de estas promesas. ¿Tememos qne Dios falte á su palabra? ¿Dudamos de su sinceridad? ¿Quién ha esperado en é!, dice el Profeta, que haya sido engañado? Dios prometo á Abraham que poblará la tierra de sus descendientes; su hijo Lsaac. según la promesa del Señor, debe ser el padre do lodo esto pueblo. Sin embargo, Abraham recibe órdon do Dios para que degüello á esle hijo único, sobre el cual eslribaban todas las promesas del Señor, y este patriarca mira como un deber la obediencia. Pero ¿y en qué vendrán á parar las promesas de Dios? Es(o no le embaraza. Dios le ha prometido una larga posteridad, y en verdad que un hijo muerto no parece que pueda ser padre de una nación entera. ¿Pero es posible que Dios haya engañado á su siervo, ó que haya de hacer traición á su palabra? Aun cuando fuera necesario trastornar lodo el universo y crear un nuevo mundo, el Señor no se desraenlii á jamás: puede hacerlo lodo, y lo hará todo, ántes que dejar de hacer lo que ha prometido. Estaba bien persuadido de esta verdad la mujer cananea; así por mas que el Hijo de Dios la rechace, como indigna de la gracia que le pedia, y aunquo se sirva de términos duros, nada la desanima, su conlianza persevera á pesar do la repulsa; por mas que la despida, persiste en pedir, y ella obtiene y es atendida con elogio. ¿En qué consiste que teniendo tantas razones para tener una entera confianza en Dios, tenemos tan poca? ¿qué es lo que nos la eslingue? ¿qué es lo que la sofoca? no otra cosa sino nuestra cobardía, nuestra infidelidad en el servicio de Dios. Nosotros so lo negamos todo á Dios; no podemos persuadirnos que quiera oir nuestras súplicas y concedernos nuestras peticiones: nuestras infidelidades son las que cstinguen toda nuestra confianza, Comenzad, Señor, por concederme la gracia qne os pido con confianza á pesar de mis infidelidades pasadas, la cual consiste en serviros de aquí en adelante sin reserva. Nó, Dios mió, yo no quiero negaros nada, y espero que me concederéis lodo lo que os pidiere para mi salvación. JACDLATOUUS.— En solo Dios está toda mi gloria, mi salud, mi apoyo y nú esperanza. (Psalm. 61.) Mi mismo Dios se ha consliluido el apoyo de mi confian- M, mi refugio y todo mi consuelo. (Psalra. 93.) PROPÓSITOS. DESPUES DE PASCUA. 1 No hay qne buscar otra causa de nuestra falta de confianza en Dios, que nuestra ingratitud y nuestra poca devoción. Cuando no cesa do desobligar á alguno, no es posible creer que la persona desobligada, por mas llena de bondad que se la suponga, quiera complacernos. Propiamenlo el testimonio de nuestra conciencia es el que debilita nuestra confianza en Dios y la hace tan vacilante. ¿En qué consiste que las almas fieles, que los sanios tienen todos tanta confianza en Dios? Esto consisle en que su conciencia no les arguye de rtitlgand desobediencia considerable. ¿ Queréis tener esta fuerte, esta entera confianza en Dios ? No le neguéis nada de cuanto os pidiere, y enlonccs pedidle sin desconfianza, y esperareis en él sin dudar. 2 Ninguna cosa nos hace tanto daño como esta falta de confianza en Dios; esle defecto hace todas nuestras oraciones infructuosas; seríamos omnipotentes para con el Señor, si no careciésemos do fé y de confianza en él. No dejéis de escilar diariamente vuestra confianza, y especialmente en vuestra oración déla mañana. En el discurso del dia repetid muchas veces esta corla oración del Profeta: «En vos. Señor, he puesto toda mi esperanza; no seré yo confundido.» Antes de pedir nada al Señor, reanimad vuestra confianza con esta oración. Sea vuestra devoción favorita; y vuestra principal virtud, vuestra entera confianza en Dios. LAS ROGACIONES. Los tres días que siguen al quinto domingo después de Pascua, y preceden inmediatamente á la fiesta de la Ascensión, están coní>agrados por la Iglesia á rogativas públicas y solemnes, acompañadas de ayunos ó de abstinencias, y de procesiones para pedir á Dios que se digne bendecir los bienes de la tierra, y proveer á todas nuestras necesidades. San Mamerto, obispo de Viena en el Delfiuado, estableció las rogativas públicas en su diócesis el año de 401, con el motivo siguiente. Desde que los borgoñones se habían hecho dueños do esta parle do la Galia Vicnesa, que hoy so llama el Delíinado y la Saboya, no se habia pasado año, ni estación en el año, en que c! pais no se hubiese visto afligido con algún nuevo azote, y la desolación era general. Eran muy frecuentes allí los terremotos, y los edificios mas sólidos no podían resistir á tan crueles sacudidas. Las bestias salvajes desolaban toda la campiña; una infinidad de lobos rabiosos entraban hasta las ciudades y en las casas en medio del dia, y devoraban á lodos los que encontraban: cada dia, dicen los historiadores, parecía producir algún nuevo indicio de la indignación divina. Los incendios eran muy frecuentes; pocas semanas habia en que no fuese alguna casa en Viena reducida á cenizas. La noche do Pascua del año de SIO, mientras que todo el pueblo oslaba reunido en la iglesia mayor con su obispo san Mamerlo para la celebración de los sagrados misterios, prendió el fuego en la casa del ayunlamíenlo, que era un edificio magnífico muy elevado, sobre una eminencia que dominaba loda la ciudad. Cada cual lemia por su casa, y el sobresalto fué universal. Todo el mundo salió de la iglesia y se interrumpió el oficio divino. El santo obispo permatioció solo dolante del altar, en donde poslrado y deshecho en lágrimas, rogó fervorosamente al Señor qne libras© á su pueblo de tantos azotes, y para aplacar la cólera de Dios hizo voto de establecer lodos los años las rogativas, ú oraciones públicas, y las procesiones en su diócesi. Sobre la marcha cesó repenlinamenle el fuego, cuando parecía quo iba á consumir toda la ciudad. La alegría que esle acontecimiento maravilloso causó en los ánimos, hizo volver á lodo el mundo á la iglesia. San Mamerlo después de haber concluido los santos misterios, y dado públicamente humildes gracias á Dios por un favor tan visible, declaró á su pueblo el voló que habia hecho, y les exhortó á quo uniesen la penitencia á la oración. Todo el mundo aplaudió los medios que habia loraado el sanio obispo para aplacar

308 DOMINGO QUINTO la cólera de Dios, y no quedó duda á nadie que la cstincion súbita y milagrosa del incendio se debía á las oraciones y al voto del santo prelado. Habiendo pues conferenciado sobre ello el santo obispo con el clero, se lijaron estas rogaciones á los tres dias quo preceden á la Gesta de la Ascensión, y ordenó que todos tres dias fuesen dias de ayuno. Por la primera vez se celebró esta función de penitencia con mucho aparato, y todavía mas devoción. Queriendo san Mamerto contemporizar con la flaqueza de los que no hubieran podido sufrir la fatiga de una marcha demasiado larga en ayunas, se contentó con sciialar para la estación, ó termino de la primera procesión, una iglesia de fuera que no estaba muy lejos de las murallas déla ciudad. Todo el mando se halló en ella, y la multitud ostentó una devoción tan edificante, un corazón tan contrito y tan humillado, y un fervor tan general, que habiendo parecido muy corto el término de la primera procesión, se pidió que el término de las procesiones que debian hacerse en los dias siguientes fuese mas léjos. Conocióse bien desde la primera vez cuánto habia agradado á Dios la devoción y la penitencia del pueblo do Viena. No volvieron mas á sentirse temblores de tierra, no parecieron mas lobos, la campiña no fué ya nunca asolada, y no hubo ya en adelanto que quejarse de la intemperie del aire, ni del desarreglo de las estaciones. Era muy interesante esta piadosa institución para que quedase reducida á la ciudad, ó á la sola diócesis de Viena: la mayor parle de las iglesias de las Gallas se decidieron á imitar un ejemplo tan santo. Las rogaciones vinieron á ser una tiesta de obligación en cuasi todas las diócesis, á fin de que lo que habia servido de remedio, fuese en lo venidero un preservativo. Considerando los obispos la sabiduría de la institución de las rogaciones, hecha por san Mamerto, creyeron que no podian hacer cosa mejor que conformar.-e con ella por el tiempo, pollas oraciones, y por lodo lo dem'is. El concilio de Oiieans celebrado el año de «11 ordenó quo las rogaciones se hiciesen en toda la Francia en el mismo tiempo y de la misma manera que se hacian en Viena. Esta coslumbre pasó ú España hacia el principio del siglo va, pero no se hizo obligatoria ni de oficio para toda la Iglesia latina hasta que el pap i hizo de ella una ley de disciplina eclesiástica que está hoy en uso en todas parles. El papa León III fué el que estableció en Roma y por todas partes las rogaciones hacia el fin del siglo vm, sin obligar á los fieles al ayuno en razón de hacerse dentro del tiempo Pascual. Cario Magno y Carlos el Calvo han promulgado leyes para la observancia de las rogaciones, prohibiendo trahajar en estos dias, lo cual se ha observado mucho tiempo en la Iglesia galicana. El ayuno que se observaba al principio cun mucha regularidad, se ha convertido después en simple abstinencia por consideración al tiempo Pascual que es un tiempo de regocijo; pero la práctica constante en toda la Iglesia católica para la observancia de las rogaciones, ha sido siempre el acompañar estas preces públicas con espíritu do penitencia y de compunción, y servirse de las letanías para pedir á Dios, por la invocación délos santos y su intercesión, la remisión de los pecados, los socorros necesarios tanto espirituales como corporales, ía paz de la Iglesia y del Estado, la conservación de los bienes de la tierra y la separación de lodo lo que puede dañarnos Ó turbarnos. Este es el Un que la Iglesia se propone en estas rogativas públicas. Sidonio Apolinardice que antes desanMamerto se celebraban ya una especie de rogaciones ó preces públicas y procesiones , las cuales se hacian con poco órden, y con menos devoción todavía; pero que san Mamerto habia instituido otras mucho mas fervorosas, con mas órden y disciplina, y en un tiempo determinado. Se ve en la hisloriu de la vida de san Germán, obispo de París, escrita por Fortunato, que estas rogativas ú oraciones públicas se llamaban las letanías, es decir, que en el siglo vi se celebraban las rogaciones como en el dia de hoy. Decíase la misa quo se llamaba de las rogaciones, hacíase la procesión, y en ella se cantaban las letanías. Esta palabra « letanías » es un nombre que viene del griego, y significa oración pública. Es una forma de oración lacónica y concisa que so canta en honor dq los santos, de los que contiene ciertos elogios ó atributos, al fin de cada uno de los cuales se les hace una invocación en los mismos términos, la cual sirvo de estribillo ('). Las letanías de los santos ó de la santísima Virgen que se cantan en las procesiones , lienen por respuesta esta corta oración : « Uuega por nosotros; » y cuandu se invocan las personas de la santísima Trinidad, se dice : « Ten misericordia de nosotros. » Todas comienzan por estas dos palabras griegas : « Kyrie eieíson ¡ » Señor, ten misericordia de nosotros. Hállase también cu un antiguo llilual romano que alguna vez se cantaban letanías en las que no se decia mas que i Kyrie eieíson : » lo cual se repetía hasta cien veces, y otras tantas « Christe eieíson. Llámanse « Letanías mayores » las déla Gesta de san Marcos, instituidas por el papa san Gregorio el año de ri90, en las que después de la invocación déla divina misericordia se invocan los santos, y se les pide su intercesión y sus oraciones para con Dios. De suerte que desde el siglo v, y aun antes, se ha dado el nombre de letanías á las' oraciones que ya se rezaban en las procesiones, en las quo se dirigían los fieles á Dios para esponerle sus necesidad es > y á los santos para suplicarles que intercediesen por nosotros para con el Padre de las misericordias. La procesión de una iglesia á otra cantando las leíanlas es una de as circunstancias de las rogaciones. En esta ceremonia eclesiástica, siguiendo al clero el pueblo, une sus oraciones n las de los ministros del Señor para imploi or su misericordia. El origen de las procesiones es muy antiguo. Ellas han estado en uso en la Iglesia desde luego que pasaron las persecuciones, y nada ha podido después interrumpir esta piadosa práctica. San Juan Grisóstomo, quo vivia en el siglo iv, hacia á su pueblo de Constantinophi que hiciese procesiones en las quo se llevaba la cruz con hachas encendidas, y se cantaban preces para pedir á Dios la conversión de los herejes y los socorros del cielo en las necesidades públicas. Léese poco mas ó menos lo mismo en la vida de san Porfirio, obispo de Gaza en Paleslina, que murió hácia el año de 423. Precedía la cruz al clero que iba do dos en dos, al cual seguía el pueblo canlando salmos. San Ambrosio habla de las procesiones que so (i) La IÍ,'!O»ÍÍI ile E.-paña noadiwile psira las preces públicas las l'elauiasdo quo butbi* a'l»' 01 p- ^ui.vsel; así quo en la (lejos s;mUw y t'ii lado la rocomomlacion d^j alma SB hace simplemenlo la invocación do lossunlo.s sin eloiílos oí alriliuios, y con sola la respuesta á cada uno de lu oraciuu: fftwa»,

en lórminos todavía mas claros que nos conce<strong>de</strong>rá todo<br />

lo que lo pidiésemos; que aun sin esperar que. so le pida,<br />

vela sobre lodas nuestras necesida<strong>de</strong>s para proveerá ellas;<br />

<strong>de</strong>clara que cualquiera que espera en él, no será <strong>de</strong>fraudado<br />

en su esperanza; <strong>de</strong>clara que no hay peligro tan<br />

gran<strong>de</strong>, necesidad tan ejecutiva do que no saque á los que<br />

recurrieren á su bondad. Toda la sania Escritura eslá llena<br />

<strong>de</strong> estas promesas. ¿Tememos qne Dios falte á su palabra?<br />

¿Dudamos <strong>de</strong> su sinceridad? ¿Quién ha esperado en é!,<br />

dice el Profeta, que haya sido engañado? Dios prometo á<br />

Abraham que poblará la tierra <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>scendientes; su<br />

hijo Lsaac. según la promesa <strong>de</strong>l Señor, <strong>de</strong>be ser el padre<br />

do lodo esto pueblo. Sin embargo, Abraham recibe órdon<br />

do Dios para que <strong>de</strong>güello á esle hijo único, sobre el cual<br />

eslribaban todas las promesas <strong>de</strong>l Señor, y este patriarca<br />

mira como un <strong>de</strong>ber la obediencia. Pero ¿y en qué vendrán<br />

á parar las promesas <strong>de</strong> Dios? Es(o no le embaraza.<br />

Dios le ha prometido una larga posteridad, y en verdad<br />

que un hijo muerto no parece que pueda ser padre <strong>de</strong> una<br />

nación entera. ¿Pero es posible que Dios haya engañado<br />

á su siervo, ó que haya <strong>de</strong> hacer traición á su palabra?<br />

Aun cuando fuera necesario trastornar lodo el universo y<br />

crear un nuevo mundo, el Señor no se <strong>de</strong>sraenlii á jamás:<br />

pue<strong>de</strong> hacerlo lodo, y lo hará todo, ántes que <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> hacer<br />

lo que ha prometido. Estaba bien persuadido <strong>de</strong> esta<br />

verdad la mujer cananea; así por mas que el Hijo <strong>de</strong> Dios<br />

la rechace, como indigna <strong>de</strong> la gracia que le pedia, y aunquo<br />

se sirva <strong>de</strong> términos duros, nada la <strong>de</strong>sanima, su conlianza<br />

persevera á pesar do la repulsa; por mas que la<br />

<strong>de</strong>spida, persiste en pedir, y ella obtiene y es atendida<br />

con elogio. ¿En qué consiste que teniendo tantas razones<br />

para tener una entera confianza en Dios, tenemos tan poca?<br />

¿qué es lo que nos la eslingue? ¿qué es lo que la sofoca?<br />

no otra cosa sino nuestra cobardía, nuestra infi<strong>de</strong>lidad en<br />

el servicio <strong>de</strong> Dios. Nosotros so lo negamos todo á Dios;<br />

no po<strong>de</strong>mos persuadirnos que quiera oir nuestras súplicas<br />

y conce<strong>de</strong>rnos nuestras peticiones: nuestras infi<strong>de</strong>lida<strong>de</strong>s<br />

son las que cstinguen toda nuestra confianza,<br />

Comenzad, Señor, por conce<strong>de</strong>rme la gracia qne os pido<br />

con confianza á pesar <strong>de</strong> mis infi<strong>de</strong>lida<strong>de</strong>s pasadas, la<br />

cual consiste en serviros <strong>de</strong> aquí en a<strong>de</strong>lante sin reserva.<br />

Nó, Dios mió, yo no quiero negaros nada, y espero que<br />

me conce<strong>de</strong>réis lodo lo que os pidiere para mi salvación.<br />

JACDLATOUUS.— En solo Dios está toda mi gloria, mi salud,<br />

mi apoyo y nú esperanza. (Psalm. 61.)<br />

Mi mismo Dios se ha consliluido el apoyo <strong>de</strong> mi confian-<br />

M, mi refugio y todo mi consuelo. (Psalra. 93.)<br />

PROPÓSITOS.<br />

DESPUES DE PASCUA.<br />

1 No hay qne buscar otra causa <strong>de</strong> nuestra falta <strong>de</strong><br />

confianza en Dios, que nuestra ingratitud y nuestra poca<br />

<strong>de</strong>voción. Cuando no cesa do <strong>de</strong>sobligar á alguno, no es<br />

posible creer que la persona <strong>de</strong>sobligada, por mas llena<br />

<strong>de</strong> bondad que se la suponga, quiera complacernos. Propiamenlo<br />

el testimonio <strong>de</strong> nuestra conciencia es el que<br />

<strong>de</strong>bilita nuestra confianza en Dios y la hace tan vacilante.<br />

¿En qué consiste que las almas fieles, que los<br />

sanios tienen todos tanta confianza en Dios? Esto consisle<br />

en que su conciencia no les arguye <strong>de</strong> rtitlgand<br />

<strong>de</strong>sobediencia consi<strong>de</strong>rable. ¿ Queréis tener esta fuerte,<br />

esta entera confianza en Dios ? No le neguéis nada <strong>de</strong> cuanto<br />

os pidiere, y enlonccs pedidle sin <strong>de</strong>sconfianza, y esperareis<br />

en él sin dudar.<br />

2 Ninguna cosa nos hace tanto daño como esta falta <strong>de</strong><br />

confianza en Dios; esle <strong>de</strong>fecto hace todas nuestras oraciones<br />

infructuosas; seríamos omnipotentes para con el<br />

Señor, si no careciésemos do fé y <strong>de</strong> confianza en él. No<br />

<strong>de</strong>jéis <strong>de</strong> escilar diariamente vuestra confianza, y especialmente<br />

en vuestra oración déla mañana. En el discurso<br />

<strong>de</strong>l dia repetid muchas veces esta corla oración <strong>de</strong>l Profeta:<br />

«En vos. Señor, he puesto toda mi esperanza; no<br />

seré yo confundido.» Antes <strong>de</strong> pedir nada al Señor, reanimad<br />

vuestra confianza con esta oración. Sea vuestra <strong>de</strong>voción<br />

favorita; y vuestra principal virtud, vuestra entera<br />

confianza en Dios.<br />

LAS ROGACIONES.<br />

<strong>Los</strong> tres días que siguen al quinto domingo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

Pascua, y prece<strong>de</strong>n inmediatamente á la fiesta <strong>de</strong> la Ascensión,<br />

están coní>agrados por la Iglesia á rogativas públicas<br />

y solemnes, acompañadas <strong>de</strong> ayunos ó <strong>de</strong> abstinencias,<br />

y <strong>de</strong> procesiones para pedir á Dios que se digne ben<strong>de</strong>cir<br />

los bienes <strong>de</strong> la tierra, y proveer á todas nuestras<br />

necesida<strong>de</strong>s.<br />

San Mamerto, obispo <strong>de</strong> Viena en el Delfiuado, estableció<br />

las rogativas públicas en su diócesis el año <strong>de</strong> 401, con<br />

el motivo siguiente.<br />

Des<strong>de</strong> que los borgoñones se habían hecho dueños do<br />

esta parle do la Galia Vicnesa, que hoy so llama el Delíinado<br />

y la Saboya, no se habia pasado año, ni estación en<br />

el año, en que c! pais no se hubiese visto afligido con algún<br />

nuevo azote, y la <strong>de</strong>solación era general. Eran muy<br />

frecuentes allí los terremotos, y los edificios mas sólidos<br />

no podían resistir á tan crueles sacudidas. Las bestias salvajes<br />

<strong>de</strong>solaban toda la campiña; una infinidad <strong>de</strong> lobos<br />

rabiosos entraban hasta las ciuda<strong>de</strong>s y en las casas en medio<br />

<strong>de</strong>l dia, y <strong>de</strong>voraban á lodos los que encontraban: cada<br />

dia, dicen los historiadores, parecía producir algún<br />

nuevo indicio <strong>de</strong> la indignación divina. <strong>Los</strong> incendios eran<br />

muy frecuentes; pocas semanas habia en que no fuese<br />

alguna casa en Viena reducida á cenizas. La noche do<br />

Pascua <strong>de</strong>l año <strong>de</strong> SIO, mientras que todo el pueblo oslaba<br />

reunido en la iglesia mayor con su obispo san Mamerlo<br />

para la celebración <strong>de</strong> los sagrados misterios, prendió el<br />

fuego en la casa <strong>de</strong>l ayunlamíenlo, que era un edificio<br />

magnífico muy elevado, sobre una eminencia que dominaba<br />

loda la ciudad. Cada cual lemia por su casa, y el sobresalto<br />

fué universal. Todo el mundo salió <strong>de</strong> la iglesia<br />

y se interrumpió el oficio divino. El santo obispo permatioció<br />

solo dolante <strong>de</strong>l altar, en don<strong>de</strong> poslrado y <strong>de</strong>shecho en<br />

lágrimas, rogó fervorosamente al Señor qne libras© á su<br />

pueblo <strong>de</strong> tantos azotes, y para aplacar la cólera <strong>de</strong> Dios<br />

hizo voto <strong>de</strong> establecer lodos los años las rogativas, ú oraciones<br />

públicas, y las procesiones en su diócesi. Sobre la<br />

marcha cesó repenlinamenle el fuego, cuando parecía quo<br />

iba á consumir toda la ciudad. La alegría que esle acontecimiento<br />

maravilloso causó en los ánimos, hizo volver á<br />

lodo el mundo á la iglesia. San Mamerlo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

concluido los santos misterios, y dado públicamente humil<strong>de</strong>s<br />

gracias á Dios por un favor tan visible, <strong>de</strong>claró á<br />

su pueblo el voló que habia hecho, y les exhortó á quo<br />

uniesen la penitencia á la oración. Todo el mundo aplaudió<br />

los medios que habia loraado el sanio obispo para aplacar

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