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388 DOMINGO CUARTO<br />
miDslra propia cosecha, y que oran fi nios do nueslro libre<br />
alhodrio. <strong>Los</strong> fariseos sobro lodo creian po<strong>de</strong>r por si misnios<br />
resistirá la concupiscencia, y praclicar la ley sin necesidad<br />
do la oración ni do la grada. Sanliago previene á<br />
los fieles contra osla perniciosa presunción; y como aquellos<br />
á quienes se dirige principalmente su cariase hahian<br />
criado en el judaismo, temiendo no esluviesen imhnidos<br />
en esto error, les enseña <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego que lodo eli<strong>de</strong>n que<br />
hay en nosotros viene <strong>de</strong> Dios, y que no bay verda<strong>de</strong>ra<br />
virtud que no sea un don <strong>de</strong> su misericordia. No nos aíribuyamoscl<br />
mérito do nuestras buenas obras, ni pensemos<br />
que con solo nueslras fuerzas po<strong>de</strong>mos resistir á los halagos<br />
<strong>de</strong> la concupiscencia; para esto necesitamos <strong>de</strong>l auxilio<br />
sobrenatural <strong>de</strong> Dios, y <strong>de</strong> aquella gracia que no niega<br />
á nadie. Es menesler esta gracia para querer el bien, para<br />
hacer el bien, para perseveraren el bien; sin este auxilio<br />
no hay bien alguno que sea merilorio <strong>de</strong> la vida eterna.<br />
Luego toda gracia, todo don escelente viene <strong>de</strong>! Puch e <strong>de</strong><br />
las luces. Llama á Dios Padre <strong>de</strong> las luces, poi que 61 es,<br />
dice san Agustín, el que ilumina á Iodo el que viene al<br />
mundo, y el que imprime (n nuestras almas las verda<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> salud, el que nos inspira el amor, y el que nos le hace<br />
poner en práctica con el auxilio <strong>de</strong> su gracia.<br />
Después <strong>de</strong> haber indicado Santiago en los versículos<br />
prece<strong>de</strong>ntes el origen <strong>de</strong>l mal, dice un sabio intérpreie,indica<br />
d <strong>de</strong>l bien, y enseña que lodos los bienes <strong>de</strong> la naluraleza<br />
y <strong>de</strong> la gracia, por escelentes que sean, nos vienen<br />
do lo alio y <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Padre <strong>de</strong> las luces. Esta proposición<br />
asegura dos verda<strong>de</strong>s importantes: la una, que lodo<br />
lo (¡ue viene <strong>de</strong> Dios es bueno y escelenle; lo cual <strong>de</strong>struye<br />
la impiedad <strong>de</strong> Manes que hace á Dios aulor <strong>de</strong>l pecado:<br />
la otra, que todo loque nosotros leñemos bueno, piadosos<br />
<strong>de</strong>seos, buenos pensamientos, obras <strong>de</strong> justicia y <strong>de</strong><br />
caridad, (odoesto viene <strong>de</strong> Dios como <strong>de</strong> su origen; lo cual<br />
rt»fula el error <strong>de</strong> Pelagio, que hacia al hombre autor <strong>de</strong><br />
todo el bien sobrenatural qnehaco.<br />
Todo don «perfecto, continúa el Apóstol, <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> <strong>de</strong>l<br />
Padre <strong>de</strong> las luces, el'cual no se muda, y en quien no hay<br />
ni aun sombra <strong>de</strong> alleracion. ¡Qué dulce es <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r en<br />
lodo <strong>de</strong> un Señor semejante! iqué consolatorio el que<br />
nuestra fol lona y nuestra suerte <strong>de</strong>pendan <strong>de</strong> él! Con ninguna<br />
criatura se pue<strong>de</strong> contar seriamente; todo se doblega<br />
al menor viento,lodo fallo, todo cambia sobre la tierra;<br />
solo Dios no está sujeto á la vicisitud ni á la mutación.<br />
Siempre amará la inocencia, siempre recompensará la virtud,<br />
siempre tendrá horror al vicio, y siempre castigará<br />
el pecado. El humor, la aversión, el capricho son los gran<strong>de</strong>s<br />
resortes que mueven á obrar á los hombres, y son el<br />
principio <strong>de</strong> sus variaciones y <strong>de</strong> sus mudanzas. Dios está<br />
exento <strong>de</strong> todos estos <strong>de</strong>fectos. Siempre es la sabiduría<br />
misma, siempre la justicia, la misericordia, la bondad.<br />
Torque «por sola su voluntad,» aña<strong>de</strong> el Apóstol, (mos ha<br />
engendrado por la palabra <strong>de</strong> la verdad, á fin <strong>de</strong> que en<br />
alguna manera tengamos el primer rango entre lo queél<br />
ha creado.» Para inclinar á los fieles á que se dirijan á<br />
Dios, á que pongan toda su confianza en Dios, Saníiagoles<br />
ha«e notar que Dios Padre no ha enviado por necesidad á<br />
su Hijo único, su Yerbo, para reengendrarnos, y para ensefrmios<br />
el camino <strong>de</strong> la salud. Siendo el Verbo hecho<br />
carne La verdad por esencia, no ha podido menos <strong>de</strong> cnseíiarnus<br />
la verdad en todos los misterios sagrados que mis<br />
ha esplicado, y en la doclrina que nos ha dictado, y lodo<br />
esto lo ha hecho por un puro efecto <strong>de</strong> su bondad. Podía<br />
Dios <strong>de</strong>jarnos en las tinieblas <strong>de</strong> la muerleen que habíamos<br />
nacido: mas este Padre <strong>de</strong> las luces se ha dignado libremente<br />
reengendrarnos por el bautismo é iluminarnos.<br />
¡Qué confianza no <strong>de</strong>be inspirarnos esta pura misericordia!<br />
;.y viniendo <strong>de</strong> él lodos los bienes, y no pudiendo <strong>de</strong>rivarse<br />
<strong>de</strong> otro que <strong>de</strong> él, <strong>de</strong>bemos temer que nos los niegue,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> habérnoslo dado todo, dándonos su Hijo<br />
(pie es la fuente do todos los dones? ¿Cómo no nos habrá<br />
dado todas las cosas con él? Nuestra <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> el<br />
eonslilnyo nuestra abundancia y nuestra dicha. <strong>Los</strong> hela<br />
eos, á quienes escribía Sanliago, habían recibido mas<br />
ahiindautemente que tos otros el e-pírilu <strong>de</strong>Diosy sus dones.<br />
Eran los primeros déla Iglesia cristiana, y los primoros<br />
llamados á la fé. La salud babia salido <strong>de</strong> Sion, y la<br />
palabra dclScñor <strong>de</strong> Jerusalen. Eran como los primogénitos<br />
ylos priniLM'os here<strong>de</strong>ros<strong>de</strong> la familia <strong>de</strong> Jesucristo. Todas<br />
estas prerogalivas, esta predilección <strong>de</strong>bían inspirarles<br />
una nueva confianza en el Padre <strong>de</strong> las misericordias, y<br />
una fi<strong>de</strong>lidad mas exacta.<br />
Después <strong>de</strong> haber enseñado Santiago á los fieles que<br />
(odos los bienes y todas las gracias vienen <strong>de</strong>l Seilor, se<br />
aplica en esta Epístola á reglar sus costumbres y su conducta,<br />
para que por la práctica <strong>de</strong> las vírlu<strong>de</strong>s crislíanas<br />
pudiesen merecer estos dones. «One todo hombro, les<br />
dice, este pronto para oir; que no hable fácilmente, y quo<br />
no sea propenso á encolerizarse. Son muy imporlanles estos<br />
fres puntos <strong>de</strong> moral. Oir mucho y hablar poco, es<br />
siempre señal <strong>de</strong> sabiduría; y la mo<strong>de</strong>stia y la reserva son<br />
inseparables <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra virtud. Esos gran<strong>de</strong>s habladores,<br />
esas gentes que dogmatizan tanto, no suelen ser<br />
siempre los mas po<strong>de</strong>rosos en obras; nó los que. predican<br />
ó escuchan la ley, sino los que la practican, son justificados<br />
<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios. En consecuencia <strong>de</strong> osla verdad recomienda<br />
Santiago la mansedumbre, y la paciencia á Iodos<br />
los fieles. La cólera es una pasión, luego es contraria á la<br />
virlud. Lisonjéase uno á las veces <strong>de</strong> que no obra sino por<br />
zelo, y no es mas que el movimiento <strong>de</strong> su pasión el que<br />
se sigue. Dios no ha elegido nuestros arrebatos para ejercer<br />
su venganza, para esto ha eslablecido jueces y potesta<strong>de</strong>s.<br />
El zelo ardienle, el zelo amargo en los particulares<br />
que no están <strong>de</strong>putados para la reforma <strong>de</strong> los otros, no es<br />
propiamente otra cosa que una ira disfrazada : cuando se<br />
limita á reformarse á si mismos, entonces podrá pasar por<br />
zelo; pero luego que el zelo sale <strong>de</strong> su esfera y se <strong>de</strong>rrama<br />
como torrente por la tierra <strong>de</strong>l vecino, ya es estrago,<br />
ya es pasión. « Por esto, concluye el mismo Apóstol, renunciando<br />
á todo lo que es impuro, y á todos los escesos<br />
<strong>de</strong> la iniquidad, recibid con un espírilu <strong>de</strong> mansedumbre<br />
la palabra que se ha plantado en vosotros, y quo tiene la<br />
virlud <strong>de</strong> salvar vuestras almas;» que es como si dijera;<br />
puesto que <strong>de</strong>seáis la sabiduría, y que queréis ¡legar al<br />
puerto <strong>de</strong> la salud, alejad <strong>de</strong> vosotros lodo lo quo pue<strong>de</strong><br />
impediros el llegar á este fin, todo lo que pue<strong>de</strong> suscitar<br />
nieblas y borrascas en vuestro corazón. ¿Queréis vivir en<br />
la calma y gozar <strong>de</strong> un cielo sereno? vivid en la inocencia;<br />
dominad las pasiones lan enemigas do vuestro reposo, y<br />
tan opuestas al espírilu <strong>de</strong> Jesncristo; ignorad hasta el<br />
nombre mismo do la impureza; vivid en una gran<strong>de</strong> inocencia;<br />
arrojad <strong>de</strong> vuestro corazón la codicia, la avaricia,<br />
el <strong>de</strong>masiado amor <strong>de</strong> vosolros mismos. ¿Queréis que las<br />
verda<strong>de</strong>s que se os han enseñado, que la divina palabra