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Jesnm, r¡m mirijinis esl,<br />
quwritis: non est /tic : svrrexü<br />
enim, simt dixit.<br />
Vcnüc, et vi<strong>de</strong>le lonun,<br />
vM posilus eral Donmus,<br />
El filo cmlcs, dicitc disripulis<br />
ejun quia surrexil:<br />
el ecce prircedit vos m Crt-<br />
Ulflpam : ibi eumvi<strong>de</strong>büis.<br />
Ecce prondixi vobis.<br />
rosm-ilado, spgnn que lo habla<br />
promolido. Venid, y ved<br />
el paraje en dondo so había<br />
colocado al Señor. Ahora, id<br />
con lendo á <strong>de</strong>cir á sus discípulos<br />
y á Pedro que lia resncilado,<br />
y qnc va á Gnlilca <strong>de</strong>lante<br />
<strong>de</strong> ellos. Allí, pues, le<br />
veréis. Yo os lo profetizo.<br />
MEDITACION.<br />
Sobre el mislerio <strong>de</strong> esle dia.<br />
PL\TO PRIMERO.-—Consi<strong>de</strong>ra la profunda tristeza y afiierion<br />
do que estaban poseídos todos los discípulos <strong>de</strong>l<br />
Salvador <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el dia <strong>de</strong> su muerte. Su fe sepullada, por<br />
<strong>de</strong>cirlo así, con t'K apenas sostenía su esperanza ; su amor<br />
á la verdad, á su divino Maestro, no estaba eslinmiido,<br />
pero no podia masque dar lágrimas. Toda la fe se encontraha<br />
solo en la santísima Virgen; ningún otro babia (pie<br />
no dudase <strong>de</strong> su resurrección. Magdalena y las otras mujeres<br />
piadosas se apresuran para ir á rendirlo los últimos<br />
obsequios; pero notemos que no son mas que las que le<br />
babian seguido hasta el Calvario, y cuya fi<strong>de</strong>lidad había<br />
oslado espuesta á la prueba do las ignominias <strong>de</strong> la cruz.<br />
¡Qué ánimo inspira el amor <strong>de</strong> Dios, cuando os sincero y<br />
ardiente! ¿y qué lo pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>tener para ser fiel en las<br />
adversida<strong>de</strong>s? ¡Dios mió! que liberal sois, qué pronto estáis<br />
á recompensar á los que os aman con ternura! Ru la<br />
Magdalena y en las otras mujeres vemos la verda<strong>de</strong>ra<br />
imagen <strong>de</strong> un alma verda<strong>de</strong>ramente convertida , <strong>de</strong> un alma<br />
generosa y fervicnle, <strong>de</strong> un corazón abrasado en amor<br />
<strong>de</strong> DÍOÍ. ¿ Qué santa impaciencia no les inspira el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />
volver á ver á Jesuciisfo, y <strong>de</strong> rendirle todavía los últimos<br />
obsequios? ¿Deliberan mucho tiempo si se pondrán<br />
en cainino para buscarle? ¿Creen oilas , como la mayor<br />
parte do las almas cobar<strong>de</strong>s, que siempre le hallarán pronto?<br />
Era necesario toda la autoridad déla ley para templar<br />
su ardor; el respeto que tuvieron al sábado, suspendió sus<br />
conatos y su zolo ; pero solo sirvió para acrocenlnr sus<br />
santos <strong>de</strong>seos. ¡ Dios mió I ¡qué poco se teme, qué poco<br />
se <strong>de</strong>libera, cuando se ama mucho ¡ Apenas espira el sábado<br />
van á proveerse do perfumes; no esperan al dia para<br />
ponerse en camino; previenen la salida <strong>de</strong>l sol; su amolles<br />
sirve <strong>de</strong> guia al través <strong>de</strong> las tinieblas. ¿Consultan acaso<br />
su <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za? ¿esnichan !a timi<strong>de</strong>z natural á su sexo,<br />
ni otras cien razones falsas que se presentan á su i<strong>de</strong>a,<br />
para disuadirlas <strong>de</strong> su <strong>de</strong>signio? Una piedad menos sólida,<br />
un amor do Dios ménos puro, hubiera sido ménos generoso,<br />
y se habría <strong>de</strong>jado persuadir; poro so difiere poco<br />
á los senlimiontos humanos, cuando se siguen los atractivos<br />
<strong>de</strong> la gracia. Dios no quiere esos espíritus muertos é<br />
irresolutos quo vacilan siempre sobre sn conversión. Dios<br />
rechaza esas almas libias, esos corazones tímidos, ipie<br />
parece que no cuentan masque sobre sus propias fuerzas;<br />
esas semivoluulados que no sirven mas quo para adormecer<br />
y para entretenernos. Pero, ¿acaso aquellas siervas<br />
generosas <strong>de</strong> Dios no han provisto las dificulta<strong>de</strong>s, é ignotau<br />
tos obstáculos? De ningún modo. Apenas so han<br />
puesto en camino cuando Ies ocurre la dificultad que leu-<br />
SANTO. 3i)<br />
drian en remover y quitar la piedra que cerraba la entrada<br />
<strong>de</strong>l sepulcro. Fsle solo obstáculo <strong>de</strong>bía, al parecer, hacerlas<br />
volver atrás; un cuerpo <strong>de</strong> guardia , una piedra <strong>de</strong><br />
un peso enorme, el sello <strong>de</strong>l magistrado, oran razones<br />
po<strong>de</strong>rosas para no pasar a<strong>de</strong>lante. Sin duda lo hubieran<br />
sido para quien no hubiera tenido masque un amor do<br />
Dios lánguido y flaco; pero para el que ama á Dios sin<br />
reserva , y que no busca mas que á Dios, la confianza le<br />
inspira un ánimo maravilloso , y le sirve para acometerlo<br />
lodo.<br />
PUNTO SECUNDO. —^ Consi<strong>de</strong>ra cuán poco farda Dios en<br />
recompensar á una alma que no le busca mas que á él,<br />
y que no está animada mas que <strong>de</strong> su espíritu. No hay<br />
cosa que así obligue al Señor á hacer milagros, que un<br />
amor generoso y una viv-a fó. No <strong>de</strong>tiene, á aquellas santas<br />
mujeres ni el temor <strong>de</strong> hallar soldados que las impidiesen<br />
el acercarse al sepulcro , ni la imposibilidad do<br />
quitar ellas solas una piedra, que muchos hombres juntos<br />
no hubieran podido remover; pero apenas se han <strong>de</strong>terminado<br />
á pasar a<strong>de</strong>lante, los soldados son puestos en fuga,<br />
y el sepulcro se abre. Do este modo se allanan en el<br />
servicio <strong>de</strong> Dios los mayores obstáculos, y <strong>de</strong>saparecen las<br />
ditlculia<strong>de</strong>s mas repugnantes, luego que se forma la resohiciou<br />
<strong>de</strong> vencerlas; apenas Dios ve queso le busca con<br />
rectitud, con ardor, con ánimo y buena fé. Dios <strong>de</strong>ja quesean<br />
probados por algún tiempo sus mas fieles siervos.<br />
Tinieblss, ari<strong>de</strong>ces, obstáculos, tentaciones, lodo pone á<br />
prueba nuestra fé y nuestra virtud ; dichoso el que persevera<br />
en amar á Dios y en buscarle; feliz el que lleno <strong>de</strong><br />
confianza nose <strong>de</strong>sanima. El Señor, apenas tarda en-recompensar<br />
á estas almas generosas. Ellas tienen el consuelo<br />
<strong>de</strong> saber las primeras que su buen Maestro ha resucitado,<br />
y son elegidas para que sean los primeros heraldos<br />
do su gloriosa y triunfante rcsmi eccion. Ningún<br />
soldado parece por allí, ningún obstáculo , ninguna dificultad<br />
se presiMita, La piedra <strong>de</strong> un peso enorme quecerraba<br />
la enlrada <strong>de</strong>l sepulcro, está (pillada ; en lugar<br />
<strong>de</strong> un cuerpo <strong>de</strong> guardia terrible^ encuentran ángeles que<br />
las aseguran, que las consuelan, que las instruyen <strong>de</strong><br />
que Jesucristo ha resucitado , y las convidan á que por<br />
sí mismas lleguen á cerciorarse entrand ) en el sepulcro.<br />
1 O que liberal y qué prontamente es recompensada la<br />
perseverancia en el servicio <strong>de</strong> Dios ! Las solicitu<strong>de</strong>s , el<br />
zelo i el fervor , y las lágrimas <strong>de</strong> aquellas siervas líeles<br />
do Dios, obligan al Señor á que haga muchas maravillas<br />
en su favor. No esperimenlamos nosotros lo mismo, porque<br />
somos flojos en el servicio <strong>de</strong> Dios, porque le amamos<br />
¡toco, porque, no nos atreveríamos ni aun á asegurar<br />
que lo amamos. Quemase ser todo <strong>de</strong> Dios, eslo es , no<br />
se quiere , sino quo se querría , si Dios quisiera contentarse<br />
con un corazón dividido, si Dios quisiera ser servido<br />
á nuestro antojo , y nó según que él lo pi<strong>de</strong>; quern'a-e<br />
llegar á ta perfección, pero por el camino que nos agra<strong>de</strong>.<br />
Ouiérese que la p: u<strong>de</strong>ncia humana sirva <strong>de</strong> guia , y como<br />
si no hubiese que contar mas que con las propias fuerzas,<br />
se pier<strong>de</strong> el ánimo á la menor dificultad. Desconfíase,<br />
por <strong>de</strong>cirlo así, do la bondad <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> sus promesas,<br />
y se querría que Dios comenz;jse por allanarlo todo ántes<br />
<strong>de</strong> ponerse en camino; querríase que se levantasen los<br />
obstáculos, que la piedra se quitase ántes <strong>de</strong> empren<strong>de</strong>r<br />
el viaje. Fiémonos en la palabra <strong>de</strong>l Seiior. Él podia aplacar<br />
la tempestad, y calmar las olas antes que san Pedro se<br />
TOMO IV.<br />
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