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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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300 MAR IES<br />

¿con un beso le alro.ves á enlregarmc? ¡Qué! Judas, mi<br />

amado discípulo, á quien he distinguido con lanías seriales<br />

<strong>de</strong> amistad; Judas, tu que has sido lesligo <strong>de</strong> tantos<br />

milagros como yo he obrado; Judas, uno <strong>de</strong> mis mas<br />

queridos apóstoles, ¿con un beso me entregas á mis mas<br />

mortales enemigos? ¿Qué corazón hubiera sido tan bárbaro<br />

que no se hubiera conmovido y enternecido con una<br />

queja tan amorosa? Pero Judas es insensible á una reconvención<br />

tan afectuosa. ¡O Dios mió! ¡<strong>de</strong> qué no es uno<br />

capaz cuando os abandona <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberos conocido!<br />

¡Oh, y qué cierlo es que la insensibilidad signe muy <strong>de</strong><br />

cerca á una comunión sacrilega! Facilísimo hubiera sido á<br />

Jesucristo sustraerse <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> aquella tropa <strong>de</strong><br />

malvados, como tantas veces lo había hecho <strong>de</strong> las délos<br />

que Icnian or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> pren<strong>de</strong>rlo cuando aun no había llegado<br />

su hora. Pero hoy que ha llegado ya el tiempo que él<br />

había <strong>de</strong>terminado para su sacriücio, sale él mismo al<br />

encuenlro <strong>de</strong> los que le buscan, y no bien les ha dicho<br />

que es él mismo á quien tienen or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> pren<strong>de</strong>r, cuando<br />

su voz, á manera <strong>de</strong> un rayo, los arroja á tierra; lanía<br />

verdad es, que sí él mismo no se hubiese entregado h la<br />

rauorle por la salvación <strong>de</strong> los hombres, jamás hubieran<br />

podido pren<strong>de</strong>rle las potesta<strong>de</strong>s do las tinieblas: «Se<br />

ofreció porque quiso,» dice Isaías.<br />

¿Qué estado mas sanio ni mas perfecto que el <strong>de</strong>l<br />

apostolado? ¿qué vocación mas cierta ni mas milagrosa<br />

que la <strong>de</strong> Judas? ¿En dón<strong>de</strong> podía estarse mas al abrigo<br />

<strong>de</strong> las borrascas délas pasiones, <strong>de</strong> las astucias <strong>de</strong>l enemigo,<br />

y <strong>de</strong>l contagio <strong>de</strong>l mal ejemplo, que á la vista misma<br />

<strong>de</strong> Jesucristo y en compañía <strong>de</strong> los apóstoles? Sin<br />

embargo, Judas tan bien llamado, en un estado tan santo,<br />

instruido por el mismo Jesucristo en la escuela <strong>de</strong> los santos,<br />

colmado <strong>de</strong> sus beneficios, testigo <strong>de</strong> sus milagros;<br />

Judas se pervierto; Judas comete el crimen mas horrible<br />

que se ha imaginado jamás; Judas se con<strong>de</strong>na. Después<br />

<strong>de</strong> esto, ¿quién no trabajará con temor y con temblor en<br />

el negocio <strong>de</strong> su salvación? Judas se digna llamar todavía<br />

á aquel traidor con el nombre <strong>de</strong> amigo, aun cuando le<br />

entrega. ¡O Dios mío I ¡qué violento es para vos el <strong>de</strong>jar<br />

que nos perdamos; cuánto sentís el vernos perecer! Habiendo<br />

el Salvador permitido queso levanlascn aquellos á<br />

quienes solo su presencia y su sola voz habia echado por<br />

tierra, se entrega á ellos, y permile que se le ate como un<br />

malhechor, y se le lleve ante los tribunales, en medio <strong>de</strong><br />

la gritería <strong>de</strong>l pueblo. ¡Cuán lamcnlable seria nuestra<br />

suerte, mi amable Salvador, si pudiésemos consi<strong>de</strong>raros<br />

á sangre fría en el laslimoso estado á que os ha reducido<br />

la ternura con que nos amáis! [Ahí este amor es el que<br />

os ata mucho mas cslrechamenle, que las cuerdas con<br />

quo os vemos ligado. ¿Y este mismo amor no nos atraerá<br />

á vos?<br />

La oración <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> este dia es como siyue:<br />

Omnipolens scmpilerne<br />

Deus, da nobis ila Dominica;<br />

fassionis Sacrammta<br />

peragere: ul iadtügmliam<br />

pt.rcipere mcreamar.<br />

I'cr eam<strong>de</strong>m Domiaum<br />

noíslrum...<br />

Dios omnipotente y eterno:<br />

conce<strong>de</strong>d nos vuestra gracia<br />

para celebrar los misterios <strong>de</strong><br />

la pasión <strong>de</strong> nuestro Señor, <strong>de</strong><br />

modo que merezcamos obtener<br />

el perdón <strong>de</strong> nuestros pecados<br />

por el mismo Jesucríslo nuesiro<br />

Señor, etc.<br />

La Epístola es <strong>de</strong>l profeta Jcrcmias, cap. ít.<br />

hx diebus illis: Dixit Je- En aquellos dias dijo Jercremias:<br />

Domine, <strong>de</strong>mns- mías: Señor; vos me habéis<br />

trasti mihi, el cor/novi; revelado y dado á conocer sus<br />

tune oslendisli mihi slu~ <strong>de</strong>signios, y yo los he conocidia<br />

eorum. El ego quasi do; y yo me he conducido<br />

agnusmamuelus,quipor- como un cor<strong>de</strong>ro manso que<br />

talur ad victimam: el non llevan para que sea víctima,<br />

cognovi guia cogitavernnt cual si hubiese ignorado la<br />

super me consilia, dicen- conspiración que habían feries<br />

: Mittamus lignumin mado contra mí, diciendo:<br />

p ama ejus, el cradamus Pongamos leño en su pan; eseum<br />

<strong>de</strong>lerra viventlam, el terminémosle <strong>de</strong> la tierra <strong>de</strong><br />

nomen ejus non memore- los vivientes, y bórrese su<br />

tur amplias. Tu cmtcm, nombre <strong>de</strong> la memoria <strong>de</strong> los<br />

Domine Sabaolh,quijudi- hombres. Mas vos, ó Dios do<br />

cas jaste, el probas renes los ejércílos, que juzgáis seel<br />

corda, vi<strong>de</strong>um ullionem gun la justicia, y que son<strong>de</strong>áis<br />

luam ex cis : tibi cnim re- los ríñones y los corazones,<br />

velari causam meam, Do- haced que yo vei el castigo<br />

mine Deas meas.<br />

que <strong>de</strong>béis ejercer sobre ellos;<br />

porque yo he puesto en vuestras<br />

manos la justicia <strong>de</strong> mi<br />

causa. Señor Dios mío.<br />

El estilo <strong>de</strong> Jeremías, dice san Gerónimo, no es elevado<br />

como el <strong>de</strong> Isaías y <strong>de</strong> Oseas, y algunos oíros profetas; pero<br />

la simplicidad <strong>de</strong>l estilo queda bien recompensada por<br />

la sublimidad <strong>de</strong> los scnlidos que encierra. El líspírilu Sanio<br />

se ha servido con especialidad <strong>de</strong> osle profeta para darnos<br />

un retrato el mas semejante <strong>de</strong> la pasión <strong>de</strong> Jesucristo.<br />

REFLEXIONES.<br />

«Yo me he conducido como un cor<strong>de</strong>ro manso que llevan<br />

para quesea víctima.» Siemprefué la mansedumbre<br />

uno <strong>de</strong> los rasgos mas marcados <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> Jesucristo;<br />

pero jamás apareció en él esla virtud con mas esplendor<br />

quí en lodo el curso do su pasión, y singularmenlo<br />

sobre el Calvario. Ni fué tampoco una mansedumbre do<br />

flaqueza y <strong>de</strong> inanición, que produce la cstenuacion,ó quo<br />

la necesidad adopta. La impotencia hace algunas veces<br />

dulce y tratable hasta el <strong>de</strong>specho mas irritado, y á los<br />

hombres mas coléricos los amansa. Pero esla mansedumbre<br />

aparente no fué jamás una virlud. No es <strong>de</strong> esla naturaleza<br />

la <strong>de</strong> que Jesucristo nos da un ejemplo tan singular<br />

en medio <strong>de</strong> sus humillaciones y <strong>de</strong> sus dolores. <strong>Los</strong> cor<strong>de</strong>les<br />

que le alan á la columna, y los clavos que le fijan en<br />

la cruz, no habían ligado su po<strong>de</strong>r. El Salvador bajo <strong>de</strong><br />

aquel granizo <strong>de</strong> azotes, en medio <strong>de</strong>l lorrenle <strong>de</strong> injurias,<br />

<strong>de</strong> ultrajes y <strong>de</strong> oprobios <strong>de</strong> que se ve como inundado,<br />

pue<strong>de</strong> muy bien <strong>de</strong>cirse que nunca apareció mas gran<strong>de</strong>,<br />

nunca mas po<strong>de</strong>roso; nunca pareció mas Dios,por <strong>de</strong>cirio<br />

así, que en el profundo abismo do sus humillaciones<br />

y sobro el Calvario: «Verda<strong>de</strong>ramente este hombre era<br />

hijo <strong>de</strong> Dios.» (Maro. iH.) esclama allí admirado el Centurión.<br />

Por esta paciencia divina, y por esta dulzura inefable,<br />

se ha mostrado tal como era este divino Salvador.<br />

David habia tenido mansedumbre durante su vida; pero<br />

en su muerte or<strong>de</strong>nó á su hijo que traíase con rigor á los<br />

quo él habia perdonado. Isaías, Ezequíel y Jeremías habían<br />

sido mo<strong>de</strong>rados y aun pacientes, pero su taansedum-

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