Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-
DE PASION. 2G9 madas en el sentido que él las da, son absolutamente falsas, puerto qne á la muerte de Jesucristo debe seguirse la destrucción de la nación judaica. Pero Caifas es el soberano pontífice, y sus palabras entendidas en el sentido del Espíritu Sanio, que habla en esta ocasión por sn boca, son el decreto de muerte fulminado contra Jesucristo por su Padre para la salud de los judíos y de los gentiles. Quedó, pues, resuelta la muerte de Jesucristo en esta asamblea: ya no se pensó mas en deliberar sobre esto, sino solamente de tomar los medios seguro* de ejecutar la resolución que babian tomado. Por secreta que fuese la deliberación, no lo era ciertamente para aquel á quien nada se puede ocultar. Pero como aun no habia llegado el'dia señalado por su Padre, no quiso el Salvador presentarse ya en los parajes públicos, y se retiró al pais vecino del desierto á una ciudad llamada Epbrem, y allí se mantuvo con sus discípulos; ¡cosa estrafía! lo que determina á los judíos para hacer morir á Jesucristo, es el haber resucitado á un muerto después de cuatro dias de enterrado; esto es, porque ha hecho el mas grande y el mas sorprendente de todos los milagros, y que únicamente podia obrar la omnipotencia de Dios. Es preciso quitarle la vida porque prueba invenciblemente que él es el Mesías prometido, y lo demuestra de un modo positivo con el mas admirable de todos los milagros. ¿Podían darse masá conocer la pasión mas furiosa, la impiedad, la irreligión? U FESTIVIDAD DE LA COMPASION DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN, Ó LOS DOLORES DE NUIiSTRA SEÑORA. En muchas iglesias se celebra en este dia la fiesta de la compasión de la santísima Virgen, ó de nuestra Señora de los Dolores, que en algunas otras se celebra b;ijo el titilo de la fiesta de las Angustias de la santísima Virgen, y en oirás bajo el de la fiesta de nuestra Señora de la Piedad. La parte que la santísima Virgen ha tenido en la pasión y en la muerte de su divino Hijo, en la que ha sentido de la manera mas viva todos los dolores que él ha sufrido, lodos los oprobios de que él ha sido harto, todas las amarguras que han inundado su alma, todo esto ha dado ocasión á esta piadosa é interesante solemnidad. Celebrábase esta fiesta con mucha devoción en toda España, y es fiesta de obligación desde que fué aprobada por el papa Clemente X: es muy célebre en la iglesia de París, y su oficio es muy selecto y muy propio de esta fiesla. El modo afectuoso y tierno con que los Santos Padres hablan de lo que interiormente padeció la sanlísima Virgen en todo el curso de la pasión de Jesucristo, que ellos llaman la pasión y martirio do la santísima Virgen, hace ver bastante la veneración y la devoción singular que los fieles han profesado en todos tiempos á las amarguras de esta Madre afligida, las cuales han movido á la Iglesia á darle el glorioso Ululo de Reina de los Mártires. La fiesta de la compasión de la sanlísima Virgen ó de nuestra Señora de la Piedad, fué iiislituiJa ó prescrita el año 1423, en el concilio de Colonia, pura reparar en alguna manera lo que los husiias habian hecho contra el honor y culto de esta bienaventurada Madre, contra la que, á ejemplo de los herejes de lodos tiempos, habian vomitado mil blasfemias, condenando sobre todo las imágenes que representaban á la sanlísima Virgen con su Hijo muerto ch los brazos después de haberlo desee i-vado de la Cruz. UJSCIC dado á esta fiesta el nombre de compasión de la santísima Virgen, esto es, de la santísima Virgen compaciente, y como participante de todas las humillaciones y de todas las penas de su amanlísimo Hijo, siendo, dice san Bernardo, la pasión dei Hijo al mismo tiempo la pasión dolorosa de la Madre. En algunas partes se le ha asignado á esta fiesta un dia fijo en el calendario, con el fin de hacer de ella una preparación para celebrar la pasión de Jesucristo; se la ha colocado el 18 de marzo, ocho dias antes del 2'j, que es el dia en que se cree qne el Salvador ha muerto. En otras parles se ha creído mas apropósito hacerla movible, y para darle también mas proporción con la de su Hijo se la ha asignado el viernes que precede al Viernes santo. También se ve en algunos lugares celebrarse la fiesta de las angustias de la sanlísima Virgen, ó de nuestra Señora de los siete Dolores, el sábado, víspera del domingo de Ramos, como dia de la semana singularmente consagrado á la devoción de la santísima Virgen. Puédese también referir á este dia otra fiesta llamada de la pasión de la santísima Virgen, que era muy antigua en Oriente, y que se llamaba en Francia «Notre Dame do Pamoison», esto es, nuestra Señora del Desmayo, quo es poco mas ó ménos la misma qne la de nuestra Señora déla Piedad. El cardenal Cayetano testifica queen su tiempo se celebraba esta fiesta con mucha solemnidad, y aun con octava desde el domingo de Pasión hasta el domingo de Ramos. Todo esto hace ver los senlimienlos de ternura, de reconocimiento y de veneración quo han dominado siempre en la Iglesia hácia las penas interiores de la sfmlísima Virgen, inseparables de las del Salvador. En efecto, ella las ha padecido por causa nuestra, así como el mismo Salvador las habia aceptado por nuestro amor. No puede dudarse de que ta santísima Virgen estuviese perfectamente instruida acerca del mislei io de nuestra redención desde que fué constituida Madre del Salvador, y de que conociese todas sus circunstancias. Habiéndola elegido el Eleruo Padre para Madre de su Hijo, le habia dado sobre este Hijo lodos los derechos que nna madre puede tener sobre su hijo. Era, pues, necesario que ella consintiese en su muerte y en su sacrificio por la salud de los hombres; este es el sacrificio que ella hizo de este Hijo amado, cuando fué por sí misma á ofrecerle al templo, en donde el profeta Simeón la predijo que la pasión del Hijo, seria al mismo tiempo la pasión de la Madre: este niño,, la dice, está en el mundo para ser el blanco á la contradicción; como si dijese, que los judíos disputarían, en cierto, modo, entre sí, por quién baria sufrir al Mesías mas afrentas y malos tratamientos, y que vendría á ser el objeto do su odio y de su crueldad; y lú misma verás traspasada (u alma con una espada, oslo es, sentirás dentro de tí el dolor mas vivo; los ultrajes que se harán á tu Hijo, seránpara licomo otras tantas cuchilladas que se clavarán en fu pecho. El dolor que sentirás será mas cruel que la muerte misma, y si no mueres con ta Hijo, será para morir tantas veces cuantas le vieres sufrir. Por nuestro amor consiente. María en la muerte de su Hijo, y acepta todo lo que debe cosfarle la pasión y la muerte de este Hijo querido por la salud de los hombres; era, pues, muy justo que celebrando por espacio de quince dias la pasión y la muerte del Salvador de los hombres, hubiese á lo ménos un dia consagrado para celebrar la pasión de la sanlísima Virgen, y lodo lo que ha sufrido por uueslro amor,
270 VIERNES y hé aquí el principnl motivo y el objeto de esta üesía. No es posible comprender lo que la sanlísima Virgen ha sufrido durante la pasión y la muerte del Salvador, y todo por la salud de los hombres. «Era un mismo holocausto el de Jesús y el de María, dice Arnaldo de Cliartres (De !audib. Virgin.), los dos se ofrecian á un mismo tiempo fiaría en la sangre, por decirlo así, que corria de su corazón, y Jesús en la sangre que corría de todas las venas de su cuerpo. El amor compasivo hacia en el alma de la Madre, lo que los clavos, los azotes y la lanza hacían en el cuerpo adorable del Hijo. La Virgen ha sufrido, añade, mas allá de lo que la flaqueza de su sexo y las fuerzas de la naturaleza humana pueden sufrir; porque estaba mas atormentada con los tormentos de su Hijo, que si ella misma ios hubiese sufrido, en razón de que amaba mas que á sí misma, lo que era la causa de sus dolores. Los demás han sido mártires, dice san Gerónimo, porque han muerto por Jesucristo ; pero María lo ha sido mas que lodos los demás muriendo con Jesucristo. María ha sufrido el. martirio en su corazón, dice Ricardo de San Víctor (lib. 3. de laúd. Virg.), y esta espada de dolor que ha traspasado su alma en la pasión de su amado Hijo, se le compula en lugar del mas riguroso martirio. En los otros mártires, dice san Bernardo, el grande amor que tenían á Dios endulzaba el dolor que causaban sus tormentos; pero en la Virgen, al paso que ha amado mas, mas ha sufrido; su amor aumentaba sus dolores.» «Fué tan grande el dolor que sintió la santísima Virgen, dice san Bernardino de S©oa, que si se hubiese repartido entre todas las criaturas capaces de sentimiento, les huhiese causado la muerte á todas. Vuestro Hijo, Virgen sanóla, esclama san Buenaventura, ha sufrido en su cuerpo, y vos en vuestra alma ; pero todas sus llagas divididas en cada miembro de su cuerpo, se encuentran todas reunidas en vuestro corazón.» ¡O dulcísimo corazón de María ! ¿por qué te has convertido en un abismo de dolores ? ¿ Cuáles deben ser mis sentimientos de amor, do veneración, de sensibilidad y de reconocimiento, considerando este santo corazón convertido en un mar de amargura y de ajenjo? Con estos religiosos sentimientos de ternura, de admiración y de reconocimiento han honrado los santos las penas y la pasión de la Madre de Dios, y con ios mismos debemos nosotros honrarlas á ejemplo suyo. La Santísima Virgen ha parido á su divino Hijo sin dolor; pero no ba sido constituida Madre nuestra, sino, por decirlo así, eu medio de los mas vivos dolores de la pasión y de la muerto de este mismo Hijo. En el Calvario, al pié de la cruz, entre los estragos, por decirlo asi, del dolor mas vivo que hubo jamás, fué cuando el Salvador, espirando sobre la cruz, pronunció estas palabras: «Héah' fu hijo; hé ahí tu Madre;» y como san Juan, dicen los Padres, representaba allí á todos los hombres, el Salvador declaró á todos en la persona de su discípulo, que María era su Madre, y nos mandó á todos mirarla como tal, honrarla, amarla y servirla con toda la ternura, la confianza y el respeto que deben profesará semejante Madre los que tienen la fortuna de ser dei número de sus hijos. «Dirijámonos al Salvador, dice el sabio y piadoso cardenal Beíarmino (Dcseptem verbis Domini), y llenos de confianza pidámosle encarecidamente con las lágrimas en los ojos que nos presente á su sania Madre, y que mostrán • dola á cada uno de nosotros la diga;
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y hé aquí el principnl motivo y el objeto <strong>de</strong> esta üesía.<br />
No es posible compren<strong>de</strong>r lo que la sanlísima Virgen ha<br />
sufrido durante la pasión y la muerte <strong>de</strong>l Salvador, y todo<br />
por la salud <strong>de</strong> los hombres. «Era un mismo holocausto<br />
el <strong>de</strong> Jesús y el <strong>de</strong> María, dice Arnaldo <strong>de</strong> Cliartres (De !audib.<br />
Virgin.), los dos se ofrecian á un mismo tiempo fiaría<br />
en la sangre, por <strong>de</strong>cirlo así, que corria <strong>de</strong> su corazón,<br />
y Jesús en la sangre que corría <strong>de</strong> todas las venas <strong>de</strong> su<br />
cuerpo. El amor compasivo hacia en el alma <strong>de</strong> la Madre,<br />
lo que los clavos, los azotes y la lanza hacían en el cuerpo<br />
adorable <strong>de</strong>l Hijo. La Virgen ha sufrido, aña<strong>de</strong>, mas allá<br />
<strong>de</strong> lo que la flaqueza <strong>de</strong> su sexo y las fuerzas <strong>de</strong> la naturaleza<br />
humana pue<strong>de</strong>n sufrir; porque estaba mas atormentada<br />
con los tormentos <strong>de</strong> su Hijo, que si ella misma ios<br />
hubiese sufrido, en razón <strong>de</strong> que amaba mas que á sí misma,<br />
lo que era la causa <strong>de</strong> sus dolores. <strong>Los</strong> <strong>de</strong>más han sido<br />
mártires, dice san Gerónimo, porque han muerto por Jesucristo<br />
; pero María lo ha sido mas que lodos los <strong>de</strong>más<br />
muriendo con Jesucristo. María ha sufrido el. martirio en<br />
su corazón, dice Ricardo <strong>de</strong> San Víctor (lib. 3. <strong>de</strong> laúd.<br />
Virg.), y esta espada <strong>de</strong> dolor que ha traspasado su alma<br />
en la pasión <strong>de</strong> su amado Hijo, se le compula en lugar<br />
<strong>de</strong>l mas riguroso martirio. En los otros mártires, dice san<br />
Bernardo, el gran<strong>de</strong> amor que tenían á Dios endulzaba el<br />
dolor que causaban sus tormentos; pero en la Virgen, al<br />
paso que ha amado mas, mas ha sufrido; su amor aumentaba<br />
sus dolores.»<br />
«Fué tan gran<strong>de</strong> el dolor que sintió la santísima Virgen,<br />
dice san Bernardino <strong>de</strong> S©oa, que si se hubiese repartido<br />
entre todas las criaturas capaces <strong>de</strong> sentimiento, les huhiese<br />
causado la muerte á todas. Vuestro Hijo, Virgen sanóla,<br />
esclama san Buenaventura, ha sufrido en su cuerpo, y<br />
vos en vuestra alma ; pero todas sus llagas divididas en<br />
cada miembro <strong>de</strong> su cuerpo, se encuentran todas reunidas<br />
en vuestro corazón.» ¡O dulcísimo corazón <strong>de</strong> María ! ¿por<br />
qué te has convertido en un abismo <strong>de</strong> dolores ? ¿ Cuáles<br />
<strong>de</strong>ben ser mis sentimientos <strong>de</strong> amor, do veneración, <strong>de</strong><br />
sensibilidad y <strong>de</strong> reconocimiento, consi<strong>de</strong>rando este santo<br />
corazón convertido en un mar <strong>de</strong> amargura y <strong>de</strong> ajenjo?<br />
Con estos religiosos sentimientos <strong>de</strong> ternura, <strong>de</strong> admiración<br />
y <strong>de</strong> reconocimiento han honrado los santos las penas<br />
y la pasión <strong>de</strong> la Madre <strong>de</strong> Dios, y con ios mismos <strong>de</strong>bemos<br />
nosotros honrarlas á ejemplo suyo.<br />
La Santísima Virgen ha parido á su divino Hijo sin dolor;<br />
pero no ba sido constituida Madre nuestra, sino, por<br />
<strong>de</strong>cirlo así, eu medio <strong>de</strong> los mas vivos dolores <strong>de</strong> la pasión<br />
y <strong>de</strong> la muerto <strong>de</strong> este mismo Hijo. En el Calvario, al pié<br />
<strong>de</strong> la cruz, entre los estragos, por <strong>de</strong>cirlo asi, <strong>de</strong>l dolor<br />
mas vivo que hubo jamás, fué cuando el Salvador, espirando<br />
sobre la cruz, pronunció estas palabras: «Héah'<br />
fu hijo; hé ahí tu Madre;» y como san Juan, dicen los<br />
Padres, representaba allí á todos los hombres, el Salvador<br />
<strong>de</strong>claró á todos en la persona <strong>de</strong> su discípulo, que María<br />
era su Madre, y nos mandó á todos mirarla como tal,<br />
honrarla, amarla y servirla con toda la ternura, la confianza<br />
y el respeto que <strong>de</strong>ben profesará semejante Madre<br />
los que tienen la fortuna <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>i número <strong>de</strong> sus hijos.<br />
«Dirijámonos al Salvador, dice el sabio y piadoso car<strong>de</strong>nal<br />
Beíarmino (Dcseptem verbis Domini), y llenos <strong>de</strong><br />
confianza pidámosle encarecidamente con las lágrimas en<br />
los ojos que nos presente á su sania Madre, y que mostrán •<br />
dola á cada uno <strong>de</strong> nosotros la diga;