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25 i<br />
ene dicens: Ikiniel serve Dei, biloni.n, y no só dondo eslá<br />
íolle prand'mm , quod misil ol Ingo. Enlonccs d htigé]<br />
iiln Iieus. El ait Daniel: Recordalus<br />
es mñ, Deus, tt<br />
non <strong>de</strong>reUquisli diligentes te.<br />
Surgensque Daniel, comedit.<br />
Porro angflus Domini restiluit<br />
[Jábame rmfesliin in loeo<br />
<strong>de</strong>l Señor le lomó por lo<br />
alio <strong>de</strong> la cabeza, y asiéndole<br />
<strong>de</strong> los cabellos, le llevó<br />
con la presteza <strong>de</strong> un espírilu<br />
celestialá Babilonia, en<br />
don<strong>de</strong> le puso sobro la aber-<br />
suo. Venit ergo rex die lui a <strong>de</strong>! higo. Dió voces Ila-<br />
séptimo, ut lugeret Danielem<br />
bacnc , diciendo : Daniel,<br />
: et venit ad lacum , et siervo <strong>de</strong> Dios, loma la cobacnc<br />
inlrospexit, et eece Daniel se<strong>de</strong>ns<br />
mida que Dios te envía.<br />
in medio leonum. Et exmida<br />
clamavit vece magna rex, dicens<br />
: Magnus es, Domine<br />
Deus Danielis. El exlraxit<br />
Entonces Daniel esclamó: ¡O<br />
Dios! vos os habéis acordado<br />
<strong>de</strong> mí, y no habéis abandonado<br />
á los que os aman.<br />
cum <strong>de</strong> lacu eorum. Porro Y levantándose, comió; y<br />
illos, qui perditionis ejm<br />
causa fuerant, inlromisil tn<br />
lañan, el <strong>de</strong>vorali sunl in<br />
momento coram eo. Tune rex<br />
el ángel <strong>de</strong>l Señor volvió inmediatamente<br />
á llabacnc al<br />
pimío <strong>de</strong> don<strong>de</strong> le habia tomado.<br />
El séplimo día fué el<br />
ait: Paveanl omnes habitantes<br />
in universa térra Deum<br />
rey á llorar á Daniel, y habiéndose<br />
acercado al lago,<br />
Danielis : quia ipse est Palvator,<br />
faciens signa, et mi-<br />
miró á lo interior <strong>de</strong> él, y<br />
vió á Daniel que estaba sentado<br />
en medio <strong>de</strong> los leorahilia<br />
in térra, qui liberavil<br />
Vanichn <strong>de</strong> laca leomm.<br />
nes. Al momento dió el rey<br />
un gran grito diciendo: ¡Qué<br />
gran<strong>de</strong> sois, Señor Dios <strong>de</strong><br />
Daniel! É hizo sac^r á éste<br />
<strong>de</strong>l lago <strong>de</strong> los leones. Al<br />
mismo tiempo hizo arrojar<br />
en él á los que habían tratado<br />
<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r á Daniel, y<br />
á su vista los <strong>de</strong>voraron los<br />
leones en el momento. Entonces<br />
dijo el rey : Reverencien<br />
con temor lodos los<br />
habitadores <strong>de</strong> toda la lierra<br />
al Dios <strong>de</strong> Daniel, porque él<br />
es el Salvador que obra prodigios<br />
y maravillas en la<br />
lierra, y ha libradoá Daniel<br />
<strong>de</strong>l lago <strong>de</strong> los leones.<br />
Daniel, <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> la raza <strong>de</strong> los reyes <strong>de</strong> Judca,<br />
fué llevado caulivo á B ibilonia en la edad <strong>de</strong> diez años:<br />
fué escogido con tres do sus compatriotas, para que sir-<br />
\iesen <strong>de</strong> pajes <strong>de</strong>l rey Nabucodonosor. A los doce años<br />
libró á Susana <strong>de</strong> la ealumnia <strong>de</strong> los viejos. Habiendo <strong>de</strong>spués<br />
esplicado á Nabucodonosor el sueño que habia tenido,<br />
fué hecho prefecto déla provincia <strong>de</strong> Babilonia, y <strong>de</strong><br />
tal modo ganó por su sabiduría la gracia <strong>de</strong>l rey, que<br />
aquel príncipe le hizo su primer ministro.<br />
REFLEXIONES.<br />
« ¡ O Dios* vos os habéis acordado <strong>de</strong> mí, y no habéis<br />
nbnmlotiado á los que os aman.» Dios parece alguna vez<br />
que olvida á sus mas fieles siervos, y que abandona á la<br />
malicia, á la envidia y al odio <strong>de</strong>sús enemigos á los que<br />
le aüiMti. Pero, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo lo que ha dicho, y <strong>de</strong> lod.)<br />
lo (pie In hecho para convencernos <strong>de</strong> la solicitud pa-<br />
MARTES<br />
l^rnal, y <strong>de</strong> lae.slrcma ternura que lienepor todos los qno<br />
lesirven, ¿se pue<strong>de</strong>, sin impiedad, formar una i<strong>de</strong>a tan<br />
indigna <strong>de</strong> Dios? Pensad <strong>de</strong>l Señor con sentimientos dignos<br />
<strong>de</strong> sn bondad. Yo sé, ó Dios mió, <strong>de</strong>cia el proiela, yo<br />
sé, á no po<strong>de</strong>rlo dudar, que no abandonareis jamás á los<br />
que os buscan; pero á los que os buscan, aña<strong>de</strong> el<br />
Sabio, con la sencillez <strong>de</strong> un corazón recto. Cosa esti aña,<br />
nuestro propio corazón nos burla , precisamente cuando<br />
creemos haberlo fijado en Dios. La inclinación natural<br />
que tiene á las criaturas lo arrastra ; el amor propio<br />
favorece siempre su retirada, y disfraza dieslramenie su<br />
rebelión bajo <strong>de</strong> los mas especiosos pretestos Motivos do<br />
zelo, <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción, <strong>de</strong>caridad, <strong>de</strong> todos estos gran<strong>de</strong>s nombres<br />
nos agarramos para entretener los remordimientos<br />
bajo <strong>de</strong> tan bellos tííulos. El entendimiento, ordinariamente<br />
juguete <strong>de</strong>l corazón, se sirve <strong>de</strong> su razón y <strong>de</strong>sús luces<br />
para tranquilizar la conciencia. Créese buscar á Dios,'<br />
amar á Dios, trabajar únicamente por Dioh, no tener otra<br />
mira que la gloria <strong>de</strong> Dios, y no se busca mas que la<br />
propia gloria, los intereses propios, por un rcfioamienla<br />
sutil <strong>de</strong>l amor propio. Una apariencia, un esterior <strong>de</strong> virtud<br />
tan bien contrahecho, lan parecido, haceque se engañen<br />
sus mismos autores, y <strong>de</strong> aquí viene aquella seguridad<br />
profunda en que se vive. Pero <strong>de</strong> aquí viene también<br />
que esos pretendidos siervos <strong>de</strong> Dios, esos <strong>de</strong>votos en su<br />
opinión, esas personas engañadas por su propio corazón,<br />
y por sn espíritu particular <strong>de</strong> materia, <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción y do<br />
celo; <strong>de</strong> aquí viene, digo, que esos pretendidos siervos<br />
<strong>de</strong> Dios, no esperimentan los cuidados particulares <strong>de</strong> la<br />
Provi<strong>de</strong>ncia, que esperimentan sin cesar los que buscan á<br />
Dios con rectilnd y con sencillez <strong>de</strong> corazón. Procedéis sin<br />
razón, almas santas,almas fervorosas, <strong>de</strong>cia el profeta, en<br />
pensar solamente que Dios os haya olvidado en vuestras<br />
aflicciones, en vuestras persecuciones. Sipermileque seáis<br />
con<strong>de</strong>nados á echaros en un horno ardiendo, ó en un lago<br />
<strong>de</strong> leones, él os proporcionará refrigerio en medio <strong>de</strong> los<br />
fuegos, y los leones se convertirán en cor<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> vuestra<br />
presencia. La casta Susana es calumniada, es juzgada, es<br />
con<strong>de</strong>nada,estáá punto <strong>de</strong>serapedrcada;parecehasta allí,<br />
quc.Diosmira con indiferencia la injusticia que se le hace:<br />
no hay que temer: un niño <strong>de</strong> doce años <strong>de</strong>senvuelve todo<br />
el misterio <strong>de</strong> iniquidad, y la libra. Daniel está en el 'ago<br />
en medio <strong>de</strong> leones hambrientos, y ni uno solo se alreve á<br />
dañarle. Un ángel, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy lejos, trasporta al profeta<br />
Habacuc, para dar al siervo <strong>de</strong> Dios una comida que aquel<br />
profeta habia preparado para sns segadores. ¿Porque<br />
tantos prodigiosa la vez, sino para enseñar á toda la posteridad<br />
la atención, el cuidado que Dios tiene <strong>de</strong> los que lo<br />
aman, y que solo pa<strong>de</strong>cen por su amor? «Siempre he tenido<br />
al Señor <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mis ojos, dice David, persuadido<br />
<strong>de</strong> que «staba <strong>de</strong> continuo á mi <strong>de</strong>recha para soslenermc.<br />
El Señor se digna tener cuidado <strong>de</strong> mí, yo no careceré<br />
jamás do nada. » Con esta dulce confianza habla un siervo<br />
<strong>de</strong> Dios, que le dice á Dios: Yos sabéis. Señor, quenada<br />
hay en el cielo ni en la tierra, que yo ame, que <strong>de</strong>see,<br />
queme agra<strong>de</strong>, sino vos, ó Dios mió. Vos sois el<br />
Dios <strong>de</strong> mi corazón, el único objeto <strong>de</strong> todos mis <strong>de</strong>seos y<br />
<strong>de</strong> todas mis esperanzas. Sirvamos á Dios con osla pureza<br />
<strong>de</strong> amor, amemos á Dios con esta sencillez <strong>de</strong> corazón,<br />
busquemos áDios con osla espiritualidad <strong>de</strong> motivo, y esperimenlaremos<br />
la bondad infinita <strong>de</strong> Dios con los (pie lo<br />
aman.