Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

27.08.2017 Views

convertatur et ignoscat Deus, el revertalur a furore irco succ, et non pcribimus*! Et vidil Deus opera eorum, quia eonversi sunt de via sua mala : et miserlus esí populo suo Uomims Ücm nosler. cubriesen con sacos, y que rlamason al Señor con todas sus fuerzas ; que cada uno se convirliese y dejase su mal camino, y la iniquidad con que estaban manchadas sus manos: ¿quién sabe si Dios se volverá á nosotros para perdonarnos, y cederá en el furor de su colera, á fin de que no perezcamos? Vió, Dios sus obras y queso habian convertido y dejado su mal camino. Y el Señor nuestro Dios se compadeció de su pueblo. DE PASION. m gada por el diluvio. Nosotros no somos tampoco mas penitentes ; ¿á cuál de los dos pueblos debemos temer que so parezca nuestra suerte? Jamás hubo tantoí- pecados, nunca tantos pecadores, en ningún tiempo ménos penitencia. Se escucha fríamente á un predicador , conviénese en todo lo (pie dice, alábase su zelo, y se sale del sermón tan impenitente como se ha ido á él. Familiarízase con las terribles verdades, endurécese al tono délas mas espantosas amenazas. Todo enfermo se epusidera desesperado cuando ya no tiene sensación. ¡ A cuántos confundirá el ejemplo de los ninivitas, y qué crueles sentimientos causará la misericordia de que usó Dios con aquel pueblo convertido, á los que habrán muerto en la impenitencia! El Evangelio de la misa es tomado del capitulo 7 de san Juan. Jonás, uno de los doce profetas menores , era hijo de Ainathi, de la ciudad de Geth en Ophes , de la tribu de Zabulón. Comenzó á profetizar en el reinado de Jcroboam, segundo rey de Israel , cerca de SUO años ánles de Jesucristo, y hasta mas de cincuenta años después no le mandó Inillo tempore: Mi&runt principes et phariswi ministros, uí apprchenderenl Jesum. Dixil ergo ets Jesús: En aquel tiempo enviaron los príncipes de los sacer- dotes y los fariseos. oDcia- les para prender á Jesús; Dios ir á Nínive. Ádhuc modicim tempus vo- pero Jesús les dijo: Aun h'mvim sum: el vado ad estoy con vosotros por un REFLEXIONES. «Creyeron los ninivitasála palabra de Dios.» Nada hay mas admirable ni mas interesante en materia de conversión que la penitencia de los ninivilas. Un estranjero', un desconocido , un sugeto sin nombre , sin reputación , sin elocuencia, dice simplemente á un pueblo inmenso, criado en los placeres , en la glotonería , en el desorden y sumergido en los mas escandalosos desarreglos, le dice que viencáaimnciaiie departe de Dios que no tenian mas que cuarenta dias para hacer penitencia, después de los cuales Nínive iba á ser destruida ; y desde el primer dia de la predicación todo aquel gran pueblo, tan disoluto, tan perdido, tan corrompido, se cubre de sacos y de ceniza, ayuna, llora, gime. El mismo rey y toda su primorosa córte eum, qui me misil. Quneretis me, et non invenietis: et ubi ego sum , vos non poteslis venire. Dixerunl ergo Judwi ad semelipsus: Quohiciturusest, quia non itiveniemus eum? numquid in dispersionem gentium iturus est, et doclurus gentes? Quis es hic sermo, quem dixit: Qm;retis me, el non invenielis: et ubi sum ego, vos non poteslis venirel In novissimo aulem die magno festivitatis stabat poco de tiempo, y luego voy á aquel que me ha enviado. Vosotros me buscareis, y no me hallareis, y adonde yo estoy, vosotros no podéis venir. Dijcronse, pues, al oir esto los judíos los unos á los otros: ¿ Adonde irá esto hombre que no le halla- remos? ¿irá tal vézalos que están esparcidos entre los gentiles, y habrá de en- señar á los mismos gentiles? ¿qué quiere decir lo que dan los primeros el ejemplo. Espárcese por todas parles Jesús, el clamabat dicens: Si acaba de pronunciar: Vosoel llanto de la penitencia ; toda la ciudad resuena con los sollozos que produce el dolor y el senlimiento ; la contrición (¡fim sitií, venial ad me, el bibat. Qui credit in me, sicul tros me buscareis y. no me hallareis, y adonde yo es- es general; los niños pendientes del pecho de sus dicil Scriptura , ¡lumina de toy, vosotros no podéis ve- madres participan también déla severidad déla penitencia; y ni aun los animales quedan exentos de ella. He aquí loque produce la palabra do Dios sin arte , sin galanura, en la boca de un profeta. ¿Ha perdido por ventura esta divina palabra su fuerza y su virtud? ¿qué sehahecho, pues, de Su ificacia? Después de tanto tiempo, que tantos profetas enviados de Dios predican, claman, amenazan con los terribles éfccfoé de la colera de Dios, ¿dónde están los pecadores convertidos ? ¿ Es acaso difícil encontrar pecadores? Pluguiese á Dios que su número fuese tan raro y tan oculto, como es raro hallar almas inocentes. Jamás el vicio ventre ejus ¡luent agua' vivee. noc autem dixil de Spirilu, quem aceepturi cranl credeníes m eum. nir ? El último dia de la lies-. ta, que era el dia grawdg de ella, se presentó allí Jesús, y dijo en alta voz: Si alguno tiene sed, que venga á mí, y beba. Del seno del que cree en mí, saldrán t ios de agua viva, conforme á lo que dice la Escritura. Hablaba aqid del Espíritu que baliian de recibir los que se mostró con ménos vergüenza ni con tanta impu­ creyesen en él. dencia ; nanea tal vez se vió tan estendida la corrupción de las costumbres. Aquella horrible recriminación : «de JIELITACION. que toda la carne había corrompido sus caminos sobre la tierra,» ¿es sulo aplicable al tiempo de Noc? Las amenazas de aipiel santo patriarca , no fueron recibidas con Del juicio particular. PUNTO TUIMEIIO.—Considera que en el momento que uno tanta docilidad como las de Jonás. Nuestro siglo no es espira es juzgado , y que este juicio decide irrevocablemente tampoco mucho mas dócil. Dios tiene compasión de los ni- «ivitas; su penitencia desarma su ira: mas la impenüencia de los contemporáneos de Roó es honiblomente casiido de nuestro destino, nepreseniómonos un nioribnn- á quien acaban de administrarle los últimos sacramentos, y á quien no resta ya mas que un soplo de vida; es TOMO IV. 32

250 LUNES un criminn! qnc va 6 couif^PftCw á'n{e eí sobornno JIIOZ pora dar cuonta dol bui'no ó del mal USÓ que bd IÍCCIÍO de todos los momonlos de su vida. I'ensamionlos lijcros, palabras inconsicleradas, sonliniicntos apasionaos, deseos desreglados, nccionos poco crislianas , rriras lianianas, motivos ménos puros, todo será exatuinado, todo será juzgado, y es m Dios ei que examina y el que lo juzga lodo con el úllimo rigor de su jusíieia. Concibamos, si es posihle, cuáles serán eníonces los espantos horribles de su alma que conoce que no está unida al cuerpo mas que por un soplo , y que dentro de dos ó Iresjnstantes va á comparecer en el tremendo tribunal de Dios. Ella no tiene entonces peor enemigo que su conciencia ; ella es la que la representa, aun ánles que espire, todos sus hechos; ella previene, por decirlo asi , el juicio y el decreto. Buen Dios . qué tenor, qué espanto , ver que i onneen del fondo de la conciencia unamullitud innumerable.de faltas que hasta entonces habían estado sepultadas en el olvido. ¡Ah , qué de pecados de la juventud , que se habían escapado á nuosiras investigaciones! ¡qué de pecados graves que nos hablan parecido acciones indiferentes! y ¡cuántos de los mismos de que nos hemos acusado, que por falla deconlricion no se nos han perdonado! Todo esto se presenta al espíritu en aquellos ñllimos momenios , y ¡qué turbación, qué susto, á vista de tantos monslruos de iniquidad! ¡Qué de omisiones en los deberes de nuestro estado! ¡qué de acciones hasta de piedad que tienen necesidad de penitencial ¡qué de Sacramentos profanados , y qué de talentos sepultados! ¡qué de gracias , precio de la sangre de Jesucristo, despreciadas ó perdidas! Importunos remordimientos , conciencia molesta , ¿qué pesares y qué espanto no causáis? Si por lo ménos quedase todavía algún rayo de esperanza de tener un año, una semana, algunos'dias para arreglar estas cueulas, para reparar estas fallas, para ganar al Juez por la penilencia y por todo género de satisfacciones ; per» está uno seguro , se ve , se conoce que el tiempo espira , que no hay mas tiempo. ¡Oh Dios mío! ¿y no se previenen estos sentimientos? ¿y no se piensa de continuo en este juicio lerrible [mientras dura ¡a vida? Pu.vro SEGUNDO.—Considera cuán difícil es el no sucumbir á los pesares, al dolor, al miedo, en este eslremo tan desesperado. Conócese que el tiempo va á concluir, y se ve uno á la entrada de la espantosa eternidad. La incerlidumbre de su suet te , el temor de una eterna desdicha, las razones que hay para temerla , reducen alalina á un estado que puedeilamarse un anticipado iníiemo. Preséntasele toda la ley de Dios , y lo que es todavía mas triste, ve su importancia y su justicia, y concibe su dulzura y su facilidad. Vuelta i n sí de todas sus preocupaciones, libre de los ataques impetuosos de tantas pasiones, reconoce y se persuade de lo mal que ha hecho en no haber vivido según las máximas del Evangelio. Costumbres perniciosas , condescendencias escesivas, ideas frivolas, leyes imaginarias del mundo, abusos autorizados, placeres , diversiones vanas y engañosas , alegrías superficiales, ¡vosotras habéis desaparecido, no subsistís mas que en un toitórgo arroponliinienlo! ¡O penas! ¡O desesperación! ¡O suplicio! Conócese enloncos lodo el peso de los deberes de su estado, de sus obligaciones; compáranse con aquellos vanos, aquellos indignos pasatiempos, con aquellos pretendidos derechos de la ambición , con aquellas especiosas inutilidades que han absorvido la mayor parle del tiempo de la vida. Mo'eslas, desesperanles comparaciones que no sirven tnas que para hacernos presenlirel rigor parlicular, desenvolviendo á nuestra vista toda la iniquidad de nuestra conducta. Si por lo ménos en tal horrible es:romosupiesen aprovecbarsc estos últimos momentos para recurrir á la sangre y á los méritos del Redentor, para implorar con confianza la protección de la santísima Virgen ; pero hablando de buena fé, ¿esaquel estado muy á proposito para servirse de estos últimos socorros? ¡Ah! un accidento de apoplejía , un mal de corazón ocasionan trastornos y espantos moríales que privan de su acción al alma y la dejan incapaz de lodo. Y en estos últimos momentos en que el alma no sabe si está todavía en el camino ó si ha llegado al término ; en estos tristes momentos en que se agolpan cien objetos funestos , todos á cual mas espantosos; en eslos momentos críticos en que el alma se halla entregada á los dolores , á las penas de la vida y á ios espanlosos horrores de la muerte , ¿estará bastante tranquila, tendrá toda la confianza necesaria para procurar la salvación? ¿podrá encontrar los caminos secretos de la penitencia? ¿Y yo dilato para esos críticos, para esos peligrosos momenlos mi conversión , el negocio tan delicado do mi salvación , el desembrollo del caos , la esplicacion de los misterios de iniquidad de mi conciencia? ¡O divino Salvador mió! si después de todas estas reflexiones no prevengo por una pronta penitencia el rigor lerrible de este juicio, ¿á qué debo yo alenerme? No permitáis, pues, mi dulce Jesús, que la gracia que me hacéis hoy me sea inúlil; yo conozco su importancia ; haced quo esperimente inmedialamenlesus efectos. JACULATOUIAS.—Acusóme, Señor, y desde este instante comienzo á hacer peiiitencia en el polvo y en la ceniza. (Job. íí.) • Na enlreis. Señor, enjuicio con vuestro siervo , porque no hay un solo hombre sobre la tierra que pueda lisonjearse de aparecer inocente á vuestros ojos. (Psalm. 142.) PROPÓSITOS. 1 ¿Queréis prevenir el juicio de Dií s? júzgaos á vosotros mismos, dice el Apóstol; ¿queréis tener favorable al Juez y ventajoso el juicio? examinad sin cesar vuestra conciencia. Vo he pasado por el campo del perezoso y por la viña del insensato, dice el Sabio (Prov. 2i), y lodo estaba lleno de orligas ; lodo estaba cubierlode espinas, y la cerca estaba arruinada. La conciencia de los que no se examinan, es una viiia erial, que se llena de espinas y de abrojos por falta de cullivo; es preciso lener conlinuamenle la podadera en la mano , aplicarse sin descanso á corlar, ó arrancar, y esto es lo que se hace por medio del examen de conciencia. Este examen es el que, por decirlo r.sí, corla el vicio por el pié, el que arranca las inclinacionos perversas luego que empiezan á brotar , y el que impido que echen raices los malos hábilos. E¡uso del examen de conciencia es el medio mas á proposito para prevenir y para caln.ar los espantes que preceden o que acompafian al juicio particular. Con facilidad se limpia un campo,

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un criminn! qnc va 6 couif^PftCw á'n{e eí sobornno JIIOZ<br />

pora dar cuonta dol bui'no ó <strong>de</strong>l mal USÓ que bd IÍCCIÍO<br />

<strong>de</strong> todos los momonlos <strong>de</strong> su vida. I'ensamionlos lijcros,<br />

palabras inconsicleradas, sonliniicntos apasionaos, <strong>de</strong>seos<br />

<strong>de</strong>sreglados, nccionos poco crislianas , rriras lianianas,<br />

motivos ménos puros, todo será exatuinado, todo será juzgado,<br />

y es m Dios ei que examina y el que lo juzga lodo<br />

con el úllimo rigor <strong>de</strong> su jusíieia.<br />

Concibamos, si es posihle, cuáles serán eníonces los espantos<br />

horribles <strong>de</strong> su alma que conoce que no está unida<br />

al cuerpo mas que por un soplo , y que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> dos ó<br />

Iresjnstantes va á comparecer en el tremendo tribunal <strong>de</strong><br />

Dios. Ella no tiene entonces peor enemigo que su conciencia<br />

; ella es la que la representa, aun ánles que espire,<br />

todos sus hechos; ella previene, por <strong>de</strong>cirlo asi , el juicio<br />

y el <strong>de</strong>creto.<br />

Buen Dios . qué tenor, qué espanto , ver que i onneen<br />

<strong>de</strong>l fondo <strong>de</strong> la conciencia unamullitud innumerable.<strong>de</strong><br />

faltas que hasta entonces habían estado sepultadas en el<br />

olvido. ¡Ah , qué <strong>de</strong> pecados <strong>de</strong> la juventud , que se habían<br />

escapado á nuosiras investigaciones! ¡qué <strong>de</strong> pecados<br />

graves que nos hablan parecido acciones indiferentes!<br />

y ¡cuántos <strong>de</strong> los mismos <strong>de</strong> que nos hemos acusado, que<br />

por falla <strong>de</strong>conlricion no se nos han perdonado! Todo esto<br />

se presenta al espíritu en aquellos ñllimos momenios , y<br />

¡qué turbación, qué susto, á vista <strong>de</strong> tantos monslruos <strong>de</strong><br />

iniquidad!<br />

¡Qué <strong>de</strong> omisiones en los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> nuestro estado!<br />

¡qué <strong>de</strong> acciones hasta <strong>de</strong> piedad que tienen necesidad <strong>de</strong><br />

penitencial ¡qué <strong>de</strong> Sacramentos profanados , y qué <strong>de</strong><br />

talentos sepultados! ¡qué <strong>de</strong> gracias , precio <strong>de</strong> la sangre<br />

<strong>de</strong> Jesucristo, <strong>de</strong>spreciadas ó perdidas! Importunos remordimientos<br />

, conciencia molesta , ¿qué pesares y qué<br />

espanto no causáis? Si por lo ménos quedase todavía algún<br />

rayo <strong>de</strong> esperanza <strong>de</strong> tener un año, una semana, algunos'dias<br />

para arreglar estas cueulas, para reparar estas<br />

fallas, para ganar al Juez por la penilencia y por todo género<br />

<strong>de</strong> satisfacciones ; per» está uno seguro , se ve , se<br />

conoce que el tiempo espira , que no hay mas tiempo.<br />

¡Oh Dios mío! ¿y no se previenen estos sentimientos? ¿y<br />

no se piensa <strong>de</strong> continuo en este juicio lerrible [mientras<br />

dura ¡a vida?<br />

Pu.vro SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra cuán difícil es el no sucumbir<br />

á los pesares, al dolor, al miedo, en este eslremo tan<br />

<strong>de</strong>sesperado. Conócese que el tiempo va á concluir, y se<br />

ve uno á la entrada <strong>de</strong> la espantosa eternidad. La incerlidumbre<br />

<strong>de</strong> su suet te , el temor <strong>de</strong> una eterna <strong>de</strong>sdicha,<br />

las razones que hay para temerla , reducen alalina á un<br />

estado que pue<strong>de</strong>ilamarse un anticipado iníiemo.<br />

Preséntasele toda la ley <strong>de</strong> Dios , y lo que es todavía<br />

mas triste, ve su importancia y su justicia, y concibe su<br />

dulzura y su facilidad. Vuelta i n sí <strong>de</strong> todas sus preocupaciones,<br />

libre <strong>de</strong> los ataques impetuosos <strong>de</strong> tantas pasiones,<br />

reconoce y se persua<strong>de</strong> <strong>de</strong> lo mal que ha hecho en no<br />

haber vivido según las máximas <strong>de</strong>l Evangelio.<br />

Costumbres perniciosas , con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncias escesivas,<br />

i<strong>de</strong>as frivolas, leyes imaginarias <strong>de</strong>l mundo, abusos autorizados,<br />

placeres , diversiones vanas y engañosas , alegrías<br />

superficiales, ¡vosotras habéis <strong>de</strong>saparecido, no subsistís<br />

mas que en un toitórgo arroponliinienlo! ¡O penas!<br />

¡O <strong>de</strong>sesperación! ¡O suplicio!<br />

Conócese enloncos lodo el peso <strong>de</strong> los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> su<br />

estado, <strong>de</strong> sus obligaciones; compáranse con aquellos vanos,<br />

aquellos indignos pasatiempos, con aquellos pretendidos<br />

<strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> la ambición , con aquellas especiosas<br />

inutilida<strong>de</strong>s que han absorvido la mayor parle <strong>de</strong>l tiempo<br />

<strong>de</strong> la vida. Mo'eslas, <strong>de</strong>sesperanles comparaciones que no<br />

sirven tnas que para hacernos presenlirel rigor parlicular,<br />

<strong>de</strong>senvolviendo á nuestra vista toda la iniquidad <strong>de</strong> nuestra<br />

conducta.<br />

Si por lo ménos en tal horrible es:romosupiesen aprovecbarsc<br />

estos últimos momentos para recurrir á la sangre<br />

y á los méritos <strong>de</strong>l Re<strong>de</strong>ntor, para implorar con confianza<br />

la protección <strong>de</strong> la santísima Virgen ; pero hablando<br />

<strong>de</strong> buena fé, ¿esaquel estado muy á proposito para servirse<br />

<strong>de</strong> estos últimos socorros? ¡Ah! un acci<strong>de</strong>nto <strong>de</strong><br />

apoplejía , un mal <strong>de</strong> corazón ocasionan trastornos y espantos<br />

moríales que privan <strong>de</strong> su acción al alma y la <strong>de</strong>jan<br />

incapaz <strong>de</strong> lodo. Y en estos últimos momentos en que<br />

el alma no sabe si está todavía en el camino ó si ha llegado<br />

al término ; en estos tristes momentos en que se agolpan<br />

cien objetos funestos , todos á cual mas espantosos;<br />

en eslos momentos críticos en que el alma se halla entregada<br />

á los dolores , á las penas <strong>de</strong> la vida y á ios espanlosos<br />

horrores <strong>de</strong> la muerte , ¿estará bastante tranquila,<br />

tendrá toda la confianza necesaria para procurar la salvación?<br />

¿podrá encontrar los caminos secretos <strong>de</strong> la penitencia?<br />

¿Y yo dilato para esos críticos, para esos peligrosos<br />

momenlos mi conversión , el negocio tan <strong>de</strong>licado do<br />

mi salvación , el <strong>de</strong>sembrollo <strong>de</strong>l caos , la esplicacion <strong>de</strong><br />

los misterios <strong>de</strong> iniquidad <strong>de</strong> mi conciencia?<br />

¡O divino Salvador mió! si <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todas estas reflexiones<br />

no prevengo por una pronta penitencia el rigor<br />

lerrible <strong>de</strong> este juicio, ¿á qué <strong>de</strong>bo yo alenerme? No permitáis,<br />

pues, mi dulce Jesús, que la gracia que me hacéis<br />

hoy me sea inúlil; yo conozco su importancia ; haced quo<br />

esperimente inmedialamenlesus efectos.<br />

JACULATOUIAS.—Acusóme, Señor, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este instante<br />

comienzo á hacer peiiitencia en el polvo y en la ceniza.<br />

(Job. íí.) •<br />

Na enlreis. Señor, enjuicio con vuestro siervo , porque<br />

no hay un solo hombre sobre la tierra que pueda lisonjearse<br />

<strong>de</strong> aparecer inocente á vuestros ojos. (Psalm. 142.)<br />

PROPÓSITOS.<br />

1 ¿Queréis prevenir el juicio <strong>de</strong> Dií s? júzgaos á vosotros<br />

mismos, dice el Apóstol; ¿queréis tener favorable al<br />

Juez y ventajoso el juicio? examinad sin cesar vuestra<br />

conciencia. Vo he pasado por el campo <strong>de</strong>l perezoso y<br />

por la viña <strong>de</strong>l insensato, dice el Sabio (Prov. 2i), y lodo<br />

estaba lleno <strong>de</strong> orligas ; lodo estaba cubierlo<strong>de</strong> espinas, y<br />

la cerca estaba arruinada. La conciencia <strong>de</strong> los que no se<br />

examinan, es una viiia erial, que se llena <strong>de</strong> espinas y <strong>de</strong><br />

abrojos por falta <strong>de</strong> cullivo; es preciso lener conlinuamenle<br />

la poda<strong>de</strong>ra en la mano , aplicarse sin <strong>de</strong>scanso á<br />

corlar, ó arrancar, y esto es lo que se hace por medio <strong>de</strong>l<br />

examen <strong>de</strong> conciencia. Este examen es el que, por <strong>de</strong>cirlo<br />

r.sí, corla el vicio por el pié, el que arranca las inclinacionos<br />

perversas luego que empiezan á brotar , y el que impido<br />

que echen raices los malos hábilos. E¡uso <strong>de</strong>l examen<br />

<strong>de</strong> conciencia es el medio mas á proposito para prevenir y<br />

para caln.ar los espantes que prece<strong>de</strong>n o que acompafian<br />

al juicio particular. Con facilidad se limpia un campo,

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