Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

27.08.2017 Views

ttí el f) ulu ÚÜ una vida ¿iinta ; pero no os meóos cioi to qoo muí iniK.Tlu en pecado auiquila todos tos íncl itos do la vida mas santa, y (¡uo lodos los mórilos de la vida mas sania no pueden riíspondenios de una luiena inuerle. Y no obslanle esto ¿pensamos mucho en la imierlc? ¿nos [irepuMinos mucha para osla muert«? ¿ y al ver nuestra indolencia sobro esle artículo, no so diria que no hay cosa mas fácil ni mas ordinaria que el hacer una santa imierle ? Si no se necesitase para morir bien mas que recibir los úllimossacrainenloí, besar el Crucifijo, derramar aun algunas lágrimas, nuestra imprudencia seria tal vez ménos intolerable; no es siempre difícil hallar un confesor celoso y hábil que nos asista cu aquel último peligro; i perocuántos que no han carecido de ninguno de estos auxilios han muerto cu el pecado! Morir sobre la ceniza y bajo del cilicio, morir rodeado de sacerdotes y de santos religiosos es hacer una muerte edificante ; pero no es precisamente en esto en lo que consisto una muerto santa. Ilucer una buena muerte es morir después de haber borrado todos los desarreglos de su vida ; es morir en estado de gracia ; es morir lleno do una fé viva, de una esperanza firme, de una caridad ardiente ; es morir lleno de horror á todo lo que el mundo ¡una ; os morir con un amor de Dios que sobrepuje á todo otro amor; ¿y es lodo esto tan fácil áquien t m poco ba amado á Dios durante su vida ? ¿ á quién ha pasado toda sa vida sin pensar en morir bien? ¡ Cosa eslraña ! Debo uno presentarse en un teatro ó en un púlpilo, dei.o uno dar ulgurta prueba de su habilidad y de su ciencia, y se pasan los meses, se emplean los años enteros en prepararse para ello, aun cuando la cosa sea de tan poca consecuenc ia ; ¿y qué tiempo, buen Dios, se emplea mientras nos dura la vida para prepararse á la muerte, siendo así que esta preparación pido lodo el tiempo de la vida ? TUNTO SEGUNDO.—Considera que nunca podrá uno prepararse demasiado para hacer bien lo que no puede hacerse mas de una vez, cuando de esta sola vez dependo nuestro deslino eterno. Si fuese tan poco difícil el hacer una buena umeríe después do haberse proparado tan poco para morir bien, los santos hubieran hecho mal en haber hecho tantas diligencias y en haber empleado en esta preparación toda su vida. ¿Para qué tanto ayunar, tanto orar y den amar' tantas lagrimas? ¿Para qué privarse de todo comercio con el mundo para tenor la ventaja de hacer una muerto sania, si sin todas estas procauciones, sin ningún preparativo se puede morir santamente? Aquel jóven que en lo mas florido de sus dias renuncia á lodo lo que mas le lisonjea, y vaá sepultarse en el clans- Iro, ¿qué es lo que pretendo sino di sponorso á hacer una muerte santa? ¿Nos atreveiíamos á negarle la alabanza, á no admirar su sabiduría y su resoluciun ? Y qué, mientras que nuestros hermanos, que nuestras hermanas, que nueslros amigos pasan sus dias en el retiro y en los rigores de la penitencia para prepararse á una muerte santa, para obtener la gracia final; 1 nosotros en medio del tumulto del mundo y de sus [¡laceres, en un olvido eterno de esta muerte, en una ignorancia crasa de la preparación parala mueMe, esperamos tranquilamente una muerte cristiana, esperamos estar propalados á la muefle y morir bien! m CUAHESMA 217 ¿ Hay alguna cosa á que el Hijo do Dios, que preveía nuestra negligencia, nos haya exhortado tanto como ácsla preparación? Velad, nos dice (Mal. 2S.), porque no sabéis á que hora debe venir vuestro Señor. Estad prontos, dice en otra parte, y .velad en toda hora ; porque en aquella que ménos pensareis, vendráol Hijo del hombre. Por lo demás lo quo os digo á vosotros, añade el divino Salvador, lo digo á todos. (íMaríi 3.) Es preciso estar prontos áabrir en el momento que llame el Señor. (Mal. 25>) Nadie hay que no convenga fácilmcnlo en que hay necesidad do preparación para morir bien ; por esto so temo tanto una muerto repentina; pero al fin, ¿qué es lo que produce este temor, y á qué preparación nos ha obligado hasta el presente? Sin embargo, yo puedo morir dentro de pocas horas. Tan poco seguro estoy do qué viviré mañana, como de que viviré diez años. ¿Si estuviese hoy en el último dia de mí vida, os'aria proparado para morir en esto dia ? ¿Si murieíe esta larde, e&taris preparado para ello? ¿no tendria nada quo lemer? me estremece esle pensamiento; ¿pero quien me ha asegurado hasta aquí? y si no comienzo desde oslo momento á prepararme^ ¡ qué sentimiento 1 ¡ qué desesperación en aquella última hora! No lo permitáis. Señor, y pues que me dais á U ménos esta hora, desdo esta hora, Dios mió, voy á comenzar á prepararme para morir bien y á pediros todos los dias la gracia para ello. ' JACCLATORIAS, — llacedmc comprender bien los pocos dias que tengo que vivir, para i)ue no difiera ni un momento ol prepararme parala muerte. (Psalm. 101.) Solo los que temen á Dios mientras les dura la vida, son los que deben esperar el hacer una muerte santa. (Eccl. 1.) PROPÓSITOS. 1 No es eslraño quo tantos mueran mal, siendo tan pocos los que aprenden á morir bien. La buena muerte os una ciencia práctica quo no se aprendo sino durante la vida ; es necesario estudiar mucho tiempo para hacerse hábil ; un'estudio precipitado no sirve muchas veces mas (¡¡ic para hacer conocer mas cuánto se ignora. La mejor preparación para la muerto es una vida sania. Nuestra vida debo ser una continua preparación para la muerte. Cada dia debo ser para vosotros una nueva lección y un r.uevo ejercicio; preguntaos, pues, todas las noches qué progresos habéis hecho. Es una práctica de piedad muy útil el hacer uno todas sus acciones, como si fuesen otras tantas preparaciones párate muerte. Misas, oraciones, limosnas, obligaciones do su estado, las diversiones mismas, lodo nos puedo servir para hacer una muerto santa, cuando lodo se hace con esto espíritu. Nos importa mucho saber el arte de moi ir bien ; aun cuando seamos hábiles en todo lo demás, es como si nada supiésemos si ignoramos este arle. 2 Además de esta preparación general hay otras particulares quo no se deben nunca descuidar. Primera elegid un dia todos los años, el cual consagrareis lodo cntei oá eslegran negocio. Os representareis al despertar al soberano Juez que os dice estas terribles palabras: Dame cuenta de lo que te he encargado; y examinareis en una

m VIERNES nicdilacion por lo menos de media hora, si vuestras cuentas eslán piontas. No salgáis del aposento sin cpie hayáis calculado y arreglado lodo lo que os queda que hacer. No descuidéis nada, mucho mónos esenseis nada ; leñéis que haherias con un Juez infmilamentc ilustrado y que nada pasa, pero que se digna remitirse h vosotros mismos sobre todos los artículos. Haced una confesión que prevenga su juicio. Reglados los negocios do la conciencia, arregladlos do la familia. Qué imprudencia esperar á la última enfermedad para hacer ¡a disposición do vuestros bienes. Haz tu testamirnto, dice san Aguslin, mientras que tienes salud ; mientras que sabes lo que haces; mientras que estás en tí y en libertad de disponer. Recibid la sagrada Comuriion como si debiese ser la última de vuestra vida, y si puede ser, ejecutad vosotros mismos los legados piadosos. Id por la tardo á hacer oración sobre vuestro sepulcro, ó al menos en la iglesia en que debéis ser enterrados, y donde estaréis cspueslos algún dia á la vista del pueblo. Empleaos en lecturas propias del objeto do esta piadosa práctica, y no os ocupéis en lodo este dia masque en el negocio de vuestra salvación. No os mucho un dia todos los años; el retiro de un dia. cada mes es también una práctica escelenle para prepararse á la muerte. Cada semana debe tener eí suyo, y no paséis dia alguno sin hacer algún ejercicio piadoso, (pie sea una preparación mas marcada para morir bien. Tened algún libro queensofie á prepararse para la muerte. Al fin del segundo tumo del Retiro de un dia en cada raes, encontrareis muchas práclicar al intento. VIERNES CUARTO DE CUARESMA. En este dia, como en el precedente, quiere la Iglesia trazarnos una imagen déla vida nueva ó resurrección de nuestra alma, muerta por el pecado y resucitada por la gracia de Jesucrislo. Con esta mira, sin duda, ha elegido para la Epístola de la misa la historia do la resurrección corporal del hijo de la viuda de Sarepla, y para el Evangelio la historia de la resurrección de Lázaro. El introito de la misa hace relación á los dos: está tomado del salmo 18. «En vuestra presencia. Señor, es en donde mi corazón medita sin cesar vuestra ley; y vos seréis siempre mi auxilio y mi apoyo, como sois mi Redentor. Los fieles publican la gloria de Dios, y esponiondo á vuestra vista las maravillas que contienen, nos dan la idea de aquel que las ha formado.» La espresion del profeta es singular, pero no poroso es menos inslrucliva. No es el corazón el que refiexiona ni el que medita, es el entendimicnlo. El profeta dice que su corazón medita la ley de Dios, para darnos á entender que su meditación no es puramente especulativa, sino también práctica, sin lo cual nada mas inútil que esas estériles meditaciones. Es preciso meditar la ley de Dios para amarla, para observarla con puntualidad después de haber reconocido en la meditación su santidad, su utilidad, su cscelcncia. Esta observancia exacta es la que hace nuestra felicidad perfecta. La Epístola está lomada del capít ulo H de! tercer libro de los Reyes. Habiendo ido Elias á Sarepta, ciudad do los sidonios en Fenicia, de orden de Dios, y cuando el hambre desbiaba lodo él pais, multiplicó milagrosamente un puñado de harina y un poco de aceite, de modo que una buena mujer que le hospedó en su casa tuvo suficientemente CUARTO para alimentarse ella y sus hijos, y para mantener (arabien al profeta lodo el tiempo que duró la sequedad. Tenia aquella mujer un hijo; el cual cayó enfermo, y fué tan violento el mal que murió de él. La madre desconsolada se echó á los piés del profeta que aforlunadamenle se hallaba en su casa, y penetrada del mas vivo dol)r: Hombre de Dios, le dijo, ¿no me habéis conservado la vida sino para darme el disgusto do ver morir á mi hijo que era todo mi consuelo y toda h esperanza de mi familia? ¿no habéis venido á mi casa sino para descubrir mis iniquidades y para castigarme de ellas? El esceso do su dolor no la permitió decir mas, y prorumpio en gemidos y en llantos. Conmovióse Eüas y la pidió el cuerpo de su hijo. Le tomó, le llevó al aposento donde él se reliraba, le puso sobre su lecho, y levantando su voz al Sefior, le hizo esta corla pero fervorosa oración : Señor Diosmio, ¿es posible, que esta buena viuda que tiene la caridad de alimonlarme lo mejor que puede, tenga el disgusto de ver morir á su hijo? Luego que dijo esto, se puso sobre el niño por tres veces ajustándose á su pequeno cuerpo, sin cesar de suplicar al Señor que le volvieseGa vida, haciendo que su alma volviese á su cuerpo. El Señor oyó iumódialamenle la oración de su profeta, y volvióla vida al nifio. Elias le tomó en sus brazos, y habiendo bajado de su aposentóle puso vivo en las manos de sd madre. Arrebatada de alegría aquella pobre mujer, le dijo : Ahora reconozco por esla acción que sois verdaderamente Irá hombre de Dios, y que el espíritu del Señor es el que os hace hablar. La protección de las gentes de bien es siempre un gran recurso en los accidentes mas pesados de la vida. Pero si Dios tiene tanta consideración á las súplicas de los santos, cuando están todavía en la tierra, que por sus oraciones liega hasta obrar los mayores milagros, dicen los padres; cuando están en ¡el cielo, en donde su caridad les hace mas sensibles á nuestras necesidades, ¿qué crédito no tendrán cerca de Dios, y qué socorros, qué ventajas no se sacarán de su iuíercesion y de sus ruegos? Dios, para hacer mas respetables á su siervos fieles, Ies favorece con el don de los milagros, á fin de que su zelo sea mas eficaz, y que se les oiga con mas docilidad. Elias se puso tres veces sobre cuerpo del niño muerto. Elíseo hizo lo mismo cuando quiso resucitar al hijo de la Sunamitis; san Pablo lo hizo también cuando resucitó á un jóven llamado Eutyches, que habiendo caído de una ventana muy altase habia muerto; san Gregoiio refiero lo mismo de san Benito cuando resucitó á un niño. El misterio de esta acción nos representa la Encarnación del Verbo, el cual, dicen los Padres, como que se ha restringido, se ha humillado, se ha ajustado en alguna maneia á nuestra naturaleza revistiéndose de nuestra carne y tomando nuestras enfermedades para volvernos la vida. Hay pocos tipos y figuras en el antiguo Testamento que indiquen de un mod ) mas espreso la unión del Verbo á la naturaleza humana en el misterio de la Encarnación. Jesucristo no observó esta ceremonia; era la realidad de lo que los santos del antiguo Testamento no eran mas que la figura. Quiere resucitar un muerto, no tiene mas que mandarle que viva: «yo te lo mando, levántate; Lázaro, sal fuera.» Los profetas piden á Dios que dé la vida al muerto; Jesucristo habla como Sefior, habla y obra como Dios.

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VIERNES<br />

nicdilacion por lo menos <strong>de</strong> media hora, si vuestras cuentas<br />

eslán piontas. No salgáis <strong>de</strong>l aposento sin cpie hayáis<br />

calculado y arreglado lodo lo que os queda que hacer. No<br />

<strong>de</strong>scuidéis nada, mucho mónos esenseis nada ; leñéis que<br />

haherias con un Juez infmilamentc ilustrado y que nada<br />

pasa, pero que se digna remitirse h vosotros mismos sobre<br />

todos los artículos. Haced una confesión que prevenga su<br />

juicio. Reglados los negocios do la conciencia, arregladlos<br />

do la familia. Qué impru<strong>de</strong>ncia esperar á la última enfermedad<br />

para hacer ¡a disposición do vuestros bienes.<br />

Haz tu testamirnto, dice san Aguslin, mientras que tienes<br />

salud ; mientras que sabes lo que haces; mientras que estás<br />

en tí y en libertad <strong>de</strong> disponer. Recibid la sagrada Comuriion<br />

como si <strong>de</strong>biese ser la última <strong>de</strong> vuestra vida, y<br />

si pue<strong>de</strong> ser, ejecutad vosotros mismos los legados piadosos.<br />

Id por la tardo á hacer oración sobre vuestro sepulcro,<br />

ó al menos en la iglesia en que <strong>de</strong>béis ser enterrados,<br />

y don<strong>de</strong> estaréis cspueslos algún dia á la vista <strong>de</strong>l pueblo.<br />

Empleaos en lecturas propias <strong>de</strong>l objeto do esta piadosa<br />

práctica, y no os ocupéis en lodo este dia masque en el<br />

negocio <strong>de</strong> vuestra salvación. No os mucho un dia todos<br />

los años; el retiro <strong>de</strong> un dia. cada mes es también una<br />

práctica escelenle para prepararse á la muerte. Cada semana<br />

<strong>de</strong>be tener eí suyo, y no paséis dia alguno sin hacer<br />

algún ejercicio piadoso, (pie sea una preparación mas<br />

marcada para morir bien. Tened algún libro queensofie á<br />

prepararse para la muerte. Al fin <strong>de</strong>l segundo tumo <strong>de</strong>l<br />

Retiro <strong>de</strong> un dia en cada raes, encontrareis muchas práclicar<br />

al intento.<br />

VIERNES CUARTO DE CUARESMA.<br />

En este dia, como en el prece<strong>de</strong>nte, quiere la Iglesia<br />

trazarnos una imagen déla vida nueva ó resurrección <strong>de</strong><br />

nuestra alma, muerta por el pecado y resucitada por la<br />

gracia <strong>de</strong> Jesucrislo. Con esta mira, sin duda, ha elegido<br />

para la Epístola <strong>de</strong> la misa la historia do la resurrección<br />

corporal <strong>de</strong>l hijo <strong>de</strong> la viuda <strong>de</strong> Sarepla, y para el Evangelio<br />

la historia <strong>de</strong> la resurrección <strong>de</strong> Lázaro. El introito<br />

<strong>de</strong> la misa hace relación á los dos: está tomado <strong>de</strong>l salmo<br />

18. «En vuestra presencia. Señor, es en don<strong>de</strong> mi<br />

corazón medita sin cesar vuestra ley; y vos seréis siempre<br />

mi auxilio y mi apoyo, como sois mi Re<strong>de</strong>ntor. <strong>Los</strong> fieles<br />

publican la gloria <strong>de</strong> Dios, y esponiondo á vuestra vista<br />

las maravillas que contienen, nos dan la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> aquel que<br />

las ha formado.» La espresion <strong>de</strong>l profeta es singular,<br />

pero no poroso es menos inslrucliva. No es el corazón el<br />

que refiexiona ni el que medita, es el entendimicnlo. El<br />

profeta dice que su corazón medita la ley <strong>de</strong> Dios, para<br />

darnos á enten<strong>de</strong>r que su meditación no es puramente<br />

especulativa, sino también práctica, sin lo cual nada mas<br />

inútil que esas estériles meditaciones. Es preciso meditar<br />

la ley <strong>de</strong> Dios para amarla, para observarla con puntualidad<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber reconocido en la meditación su<br />

santidad, su utilidad, su cscelcncia. Esta observancia<br />

exacta es la que hace nuestra felicidad perfecta.<br />

La Epístola está lomada <strong>de</strong>l capít ulo H <strong>de</strong>! tercer libro <strong>de</strong><br />

los Reyes. Habiendo ido Elias á Sarepta, ciudad do los sidonios<br />

en Fenicia, <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Dios, y cuando el hambre<br />

<strong>de</strong>sbiaba lodo él pais, multiplicó milagrosamente un puñado<br />

<strong>de</strong> harina y un poco <strong>de</strong> aceite, <strong>de</strong> modo que una buena<br />

mujer que le hospedó en su casa tuvo suficientemente<br />

CUARTO<br />

para alimentarse ella y sus hijos, y para mantener (arabien<br />

al profeta lodo el tiempo que duró la sequedad. Tenia<br />

aquella mujer un hijo; el cual cayó enfermo, y fué tan<br />

violento el mal que murió <strong>de</strong> él. La madre <strong>de</strong>sconsolada<br />

se echó á los piés <strong>de</strong>l profeta que aforlunadamenle<br />

se hallaba en su casa, y penetrada <strong>de</strong>l mas vivo dol)r:<br />

Hombre <strong>de</strong> Dios, le dijo, ¿no me habéis conservado<br />

la vida sino para darme el disgusto do ver morir á<br />

mi hijo que era todo mi consuelo y toda h esperanza <strong>de</strong><br />

mi familia? ¿no habéis venido á mi casa sino para <strong>de</strong>scubrir<br />

mis iniquida<strong>de</strong>s y para castigarme <strong>de</strong> ellas? El esceso<br />

do su dolor no la permitió <strong>de</strong>cir mas, y prorumpio<br />

en gemidos y en llantos. Conmovióse Eüas y la pidió el<br />

cuerpo <strong>de</strong> su hijo. Le tomó, le llevó al aposento don<strong>de</strong> él<br />

se reliraba, le puso sobre su lecho, y levantando su voz<br />

al Sefior, le hizo esta corla pero fervorosa oración : Señor<br />

Diosmio, ¿es posible, que esta buena viuda que tiene la<br />

caridad <strong>de</strong> alimonlarme lo mejor que pue<strong>de</strong>, tenga el disgusto<br />

<strong>de</strong> ver morir á su hijo? Luego que dijo esto, se puso<br />

sobre el niño por tres veces ajustándose á su pequeno<br />

cuerpo, sin cesar <strong>de</strong> suplicar al Señor que le volvieseGa<br />

vida, haciendo que su alma volviese á su cuerpo. El Señor<br />

oyó iumódialamenle la oración <strong>de</strong> su profeta, y volvióla<br />

vida al nifio. Elias le tomó en sus brazos, y habiendo bajado<br />

<strong>de</strong> su aposentóle puso vivo en las manos <strong>de</strong> sd madre.<br />

Arrebatada <strong>de</strong> alegría aquella pobre mujer, le dijo :<br />

Ahora reconozco por esla acción que sois verda<strong>de</strong>ramente<br />

Irá hombre <strong>de</strong> Dios, y que el espíritu <strong>de</strong>l Señor es el que<br />

os hace hablar. La protección <strong>de</strong> las gentes <strong>de</strong> bien es<br />

siempre un gran recurso en los acci<strong>de</strong>ntes mas pesados<br />

<strong>de</strong> la vida. Pero si Dios tiene tanta consi<strong>de</strong>ración á las súplicas<br />

<strong>de</strong> los santos, cuando están todavía en la tierra, que<br />

por sus oraciones liega hasta obrar los mayores milagros,<br />

dicen los padres; cuando están en ¡el cielo, en don<strong>de</strong><br />

su caridad les hace mas sensibles á nuestras necesida<strong>de</strong>s,<br />

¿qué crédito no tendrán cerca <strong>de</strong> Dios, y qué socorros,<br />

qué ventajas no se sacarán <strong>de</strong> su iuíercesion y <strong>de</strong> sus<br />

ruegos?<br />

Dios, para hacer mas respetables á su siervos fieles, Ies<br />

favorece con el don <strong>de</strong> los milagros, á fin <strong>de</strong> que su zelo<br />

sea mas eficaz, y que se les oiga con mas docilidad. Elias<br />

se puso tres veces sobre cuerpo <strong>de</strong>l niño muerto. Elíseo<br />

hizo lo mismo cuando quiso resucitar al hijo <strong>de</strong> la Sunamitis;<br />

san Pablo lo hizo también cuando resucitó á un<br />

jóven llamado Eutyches, que habiendo caído <strong>de</strong> una ventana<br />

muy altase habia muerto; san Gregoiio refiero lo<br />

mismo <strong>de</strong> san Benito cuando resucitó á un niño. El misterio<br />

<strong>de</strong> esta acción nos representa la Encarnación <strong>de</strong>l Verbo,<br />

el cual, dicen los Padres, como que se ha restringido,<br />

se ha humillado, se ha ajustado en alguna maneia á<br />

nuestra naturaleza revistiéndose <strong>de</strong> nuestra carne y tomando<br />

nuestras enfermeda<strong>de</strong>s para volvernos la vida. Hay<br />

pocos tipos y figuras en el antiguo Testamento que indiquen<br />

<strong>de</strong> un mod ) mas espreso la unión <strong>de</strong>l Verbo á la naturaleza<br />

humana en el misterio <strong>de</strong> la Encarnación. Jesucristo<br />

no observó esta ceremonia; era la realidad <strong>de</strong> lo<br />

que los santos <strong>de</strong>l antiguo Testamento no eran mas que la<br />

figura. Quiere resucitar un muerto, no tiene mas que<br />

mandarle que viva: «yo te lo mando, levántate; Lázaro,<br />

sal fuera.» <strong>Los</strong> profetas pi<strong>de</strong>n á Dios que dé la vida al<br />

muerto; Jesucristo habla como Sefior, habla y obra como<br />

Dios.

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