Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DE CUARESMA. nuíicion Jcl desarroglo Knlonces l.i razón se ofusca, y et JACUUTOÍUAS. Señor, no permitáis que yo cienejamás los ojos á las luces de la gracia. (Luc. 18.) nlma no siente ya dolores; la fe no obra, sus ojos so cstinguen, y llega á quedarse ciega, óá lo menos las tinieblas espesas qiieoüiisan las pasiones la impiden ver la luz, de esta ceguera moría!. {Psalm. 12.) Iluminad, Señor, mis ojos, y libradme para siempre y en medio dees!as densas (¡nieblas el alma se amodorrare duerme, l'or mas que se advierta, que se clame, PROPÓSITOS. que se baga un gran ruido, el alma está en una especiede letargo espiritual. La sordera acompaña á la ceguera; aunque los truenos crujan, aunque caiga el rayo á lospiéf, como no percibe los relámpagos, aun onndo oiga algún tanto el ruido, siempre cree que el trueno suena distante deella. De aquí procede una insensibilidad funesta, que se convierte muy pronto en un terrible endurecimiento, EnUinces las verdades mas espantosas de la religión, las amenazas mas terribles, los mas horribles accidentes no mueven. jQné estado, buen Dios, mas funesto! ¿y qué esperanza queda de conversión? PUNTO SEGUNDO.—Considera que hay dos géneros de ceguera espirilual^la una que es pecado, y la otra que es el efecto y el castigo del pecado. La primera es una rebelión, una resistencia actual á las ilustraciones saludables y á las piadosas mociones de la gracia, cuando el pecador cierra voluntariamente los ojosa esta luz viva, y endurece su conuon contra sus mas fuertes impresiones. La segunda es el hábito contraido por esta resistencia frecuente y este es propiamente «n estado de ceguera á que el pecador se ha reducido por su obstinación criminal. A fuerza tle cerrar los ojos á las luces de la gracia permite Dios que queden, por decirlo así cerrados. ¿Quéestado, Señor, 'ñ mas desgraciado, ni mas espantoso? Se desespera deun enfermo cuando se le ve caido en un letargo que le priva de todos los sentidos; ¿quedará mucha esperanza de salud en un pecador sepultado en una ceguera que le hace insens ble? Todo pecador es ciego, porque al fin si viese la justicia y la sanli ad del mandamiento que se viola, la majestad, la bondad del Dios á quien se ofende, el rigor deí castigo que se merece, !a desgracia en que se precipita y la enormidad de! crimen que se comete, ciertamente no habria pecador alguno; pero la pasión ciega, y sesaeriücasu deber, su reposo, sus propios intereses, su salud misma, la pasión. Pero á lo ménos esta ceguera común á lodos los pecadores no es mas que accidental, pasa; pero cuando uno es ciego por elección, y de propósito deliberado; cuando se cierran los ojos á la luz de la gracia, y por fin, cuando en castigo de nna malicia tan marcada deja Dios al alma en esta horrorosa ceguedad que ella misma se ha atraído, ¿quién la impedirá que caiga en el precipicio? ¿Estrañarémos después de esto que aquellas terribles verdades que han hecho tantos penitentes ilustres en lodos los estados, aquellas verdades que hm convenido los mas insignes pecadores y las naciones mas bárbaras, que aquellas gracias tan poderosas, que han hecho tantos millones de mártires, no muevan ya al pecador, que ha caido en una ceguera tan profunda? ;A cuán- 'osde estos ciegos desgraciados se les ha visto morir en "na insensibilidad asombrosa! ¡Ah, Señor! que vengan sobro mí todas las desdichas d« la vida antes que esta ceguera, Castigadme de todos '«odos, con tal d.1 que m tenga la desgracia d i vivir y de lll(>rir ciego. Nada OÍ ha costado el dar la vista á aquel M'ie había nacido cii>go. Curad por vuestra misericordia ttti ceguera. 1 Puesto que no hay mayor desgracia en esta vida que la ceguera espiritual , no temamos nada tanto como esta desgracia. Por mas incurable que sea en sí, no lo es con respecto al Médico divino de nuestra alma ; pero es preciso que el alma quiera curar. Kl Salvador no ignoraba que el ciego que clamaba con tanta vehemencia, á su paso por el camino de Jericó , pedia que le volviese la vista; sin embargo no quiso dársela hasta después que le hubo dicho : «Señor, que vea.» Ilacedle lodos los dias esla misma y tan corla oración. Mediladdiariamente alguna délas grandes verdades de nuestra religión; y cuando advirtiereis que os mueven poco , temed no sea principio de una ceguera de vuestra alma, que imporla prevenir desde el principio. 2 Considerad cuál es e! caso que hacéis de las prácticas mas ordinarias de la piedad. La ceguera espiritual nace muchas veces de los descuidos lijeros sobre los mas pequeños deberes. Todo se debe temer en materia de salvación, cuando se hace poco caso de las cosas pequeñas. Un mal de ojos parece ordinariamente que no es gran cosa; mas si continúa á pesar de los remedios, corre mnchoi iesgo el perder la vist,i. La negligencia de los deberes pequeños parece de muy poca consideración ; pero si después de laníos medios saludables sin fruto alguno; si continúa la negligencia y la tibieza ; si violáis vurslras reglas, vuestras prácticas de piedad sin remordimienlo; si no reparáis las consecuencias que pueden seguirse de esas frecuentes infidelidades en el servicio de Dios ; si no os-sentís movidos de las pequeñas fallas que son ordinarias en vosotros ; si después de tantas confesiones, comuniones y meditaciones sin enmienda y sin fruto estáis tranquilos, tcuied caer en esta ceguera. JUEYES CUARTO Di; CUARESMA. 1.a intención de la Iglesia en todos estos dias ha sido el ocuparnos en la consideración de una nueva vida, queJesucristo puede procurarnos por su muerte. Esto es lo que la ha hecho elegir para las Epístolas y Evangelios de la misa de estos dos dias, asuntos propios para hacernos ver que él solo es el que vivifica y el que resucita. & introito de la misa de este dia está lomado del salmo 104, que es un cántico de acción de gracias por lodos los beneficios de que el Señor habia colmado á la nación judia, y de los que hace aquí el Profeta un compendio. Fué compuesto por David con motivo de la traslación del arca, desde la casa de Obededon al tabernáculo ú oralorio que se le habia preparado en Sion. Es'.e salmo tiene por título esta palabra (rAllelnya.» que significa «alabad al Señor. Ilallelu,» significa en hebreo «alabad;» y «la,» el Señor. La misa comienza por estas palabras: «Regocíjese el corazón de los que buscan al Señor. Buscad al Señor, y tened ánimo contra todos los accidentes de la vida ; aplicaos constantemenic á merecer sus miradas. Cantad sin cesar las alabanzas del Señor; invocad su nombre; haced conocer la grandeza y la esceloncia de sus obras á

22i JUEYES todos los pueblos de la tierra,» y decidles que su misericordia prevalece sobre lodo. La Epístola refiere el milagro que bizo el profeta Eliseo resucitando el hijo de una mujer de Sunam, en cuya casa acostumbraba á hospedarse. Pasando un dia Eliseo por la ciudad de Sunam, que no estaba lejos de la montaña del Cíirmelo , fuó convidado á comer por una mujer que gozaba en aquella población de una consideración distinguida. Lo habia instado con tanto agasajo, que todas las veces que pasaba por allí iba á hospedarse á su casa. Un dia le dijo ella á su marido : Me parece que esle hombre que pasa tantas veces por aquí, es un hombre de Dios y un santo; amueblémosle un aposento, á fui de que esté cómodamente en él cuando viniere á visitarnos. Pongámosle en él una cama, una mesa, una silla y un candelero. Cierto dia que Eüseo estaba allí hospedado, dijo á Giezi, su siervo , que supiese de su hospedera lo que podría hacer por ella , en reconocimiento de todos los servicios que ella le hacia. Giezi le dijo (pie ella no tenia necesidad de nada, porque no tenia hijos ni cuasi esperanza de tenerlos. Habiéndola her bó llamar Eliseo, lu predijo que tendr ia un liijo ónles del íin del año. Hl suceso verificó la predicción. El hijo creció hasta la edad de tres ahos, y habiendo ido un dia á ver á su padre en tiempo de la cosecha , lomó una insolación de la cual murió. Su madre, llena de confianza en las oraciones del profeta, le puso sobre su lecho, y sabiendo que Eliseo estaba culonces en la montaña del Carmelo, disimulando su aflicción, se fué allá. Habiéndola descubierto desde léjosel profeta, hizo á Giezi, su siervo, que la saliese al encuentro y supiese de ella si toda su familia lo pasaba bien. Ella, que no quería descubrir la muerte de su hijo mas que al profeta, respondió que toJa estaba buena. Habiendo elJa llegado , se echó á los piés de Eliseo , sin hablar mas que con sus lágrimas. Quiso Giezi retirarla, pero el profeta so lo impidió diciéndole que estaba afligida, no obstante que el Señor nada le hubiese dado á conocer. Luego que ella le dió noticia de la muerte de su hijo, dijo á Giezi que lomase su báculo , y que se fuese allá , con prohilreion de saludará nadie en el camino: es este un modo de hablnr figurado é hiperbólico, para indicar la diligencia con que dobia hacerse el viaje. El Salvador del mundo , al enviar á sus Apóstoles á predicar el Evangelio, les hace la misma pnihibicion en el mismo sentido. El hijo de Dios, dice san Ambrosio, no prohibe el cumplir los deberes de urbanidad, saludando á los (pie nos saludan: quiere solo hacernos comprender con qué diligencia debemos ejecutar lo que Dios pide de nosotros. Giezi partió; pero la madre afligida no quedó contenta , viendo que no paitia también Eliseo. Volviendo Giezi, le dijo que había pueslosu báculo sobre la cabeza del niño, como se lo había mandado; pero que el muerto no hahia dado señal de vida. Habiendo entrado Eliseo en su aposento, encontró el cuerpo del niño tendido en su lecho., cerró inmediatamente la puerta, y oró al Señor; concluida su oración subió á la cama y se acostó sobre el niño, y aplicó sus ojos sobre los ojos del niño i su boca sobre su boca, y sus manos á sus manos, y k calculó, dice la sagrada Escritura, con su propio calor"; después habiendo bajado del lecho, dió dos vueltas sobre el aposento : volvió á subir al lecho; se encorvó sobre el niño, el cual bostezó siete veces y abrió los ojos. Uieo se ve que todo es aquí misterioso. La figm'a y el mis- C (JAUTO , torio se dejan ver en todas las círcunstancins de esle milagro. Resucitado ya el niño, el Profeta le volvió enlerainenfe sano á su madre , la cual trasportada de alegría y de admiración se echó á sus piés , acompañando con abundantes lágrimas sus humildes acciones de gracias. La divitia Providencia, dicen los santos Padres , quiso darnos en esta relación tan especificada de circunstancias y de acciones, una figura del gran misterio de la inutilidad de la ley sola y de la necesidad de la Encarnación del Verbo. El báculo de Eliseo , puesto por su siervo sobre del niño, dice san Agustín y después de él san Gregorio y san Bernardo, señalaba la ley de Moisés , que no podia por sí misma dar ni la vida ni la justicia á nadie. Era necesario que el mismo Eliseo , figura de Jesucristo, Señor de lodos los que habían sido enviados para predicar esla ley, viniese por sí mismo y se encogiese, por decirlo así, en su Encarnación , para ajustarse y proporcionarse al cuerpo niño ; esto es , de todo el género humano , que san Pablo dice haber estado en la infancia bajo de la ley (ad Galat, 4.): f(Cuando éramos niños,» son sus palabras, «vivíamos como esclavos bajo de los primeros elementes que han sido enseñados al mundo. Pero cuando se han cumplido los tiempos. Dios ha enviado á su Hijo:» Hasta dicho tiempo estaba el género humano sin vida, s!n fuerza, sin luz. El niño «bostezó siete veces:» algunos intérpretes traducen el hebreo, diciendo : «estornudó siete veces.» Algunos ven en estos siete dignos de vida una figura de los sacramentos de la nueva ley , ó de los siete dones del Espíritu Santo en la ley de gracia. El Evangelio contiene la historia de la resurrección del hijo único de una viuda de Naim, ciudad de Galilea , poco distante del monte Tbabor. El dia después que Jesucristo curó al siervo del centurión, se fué á la pequeña ciudad de Naim ^ situada en un estremo de la baja Galilea. Seguíanle sus •discípulos , y mucho pueblo atraído de sus instrucciones y de sus milagros ; la Providencia proporcionaba todo esto, á fin de que hubiese un número mayor de testigos de la maravilla que debia hacer. A pocos pasos de la ciudad encontró un entierro ; era deun jóven, hijoiinicode una viuda, que había imioito el dia precedente, y que llevaban á enlerrar. Los llanlos de una madre estraordinariamentc afligida por la pérdida de su hijo que era todo su consuelo y toda su esperanza, movieronelcorazon del Salvador; no pudo verla deshacerse en lágrimas y prcrumpiren suspiros, sin que se movieseácompasion. Noespera el Salvador que se le niegue siempre le enternecen nuestros males ; ¡cuántas veces .proviene nuestras necesidades y se adelanta á nueslros deseos y á nuestras peticiones! Acercándose Jesús á aquella madre desconsolada, la dice que no llore. Después llegándose al féretro y tocándole coa la mano , ordena á los que le llevaban que se detengan , y dijo al muerto como Señor de la muerte y de la vida : Jóven, levántate, yo soy el que te lo mando. ¡Cosa admirable! el muerto oye aquella voz omnipotente y obedece á ella. Kesuciia, se levanta, se incorpora, recobra la palabra ', salo del féretro, y después de haber dado gracias á su bienhechor, corre á abrazar á su madre. De este modo convirtió el Salvador en lágrimas de alegría las lágrimas que el dolor hacia correr de los ojos de la madre, y por un milagro inesperado, con una sola palabra la vuelve á su hijo vivo. Todos los que fueron testigos de esta maravilla , quedaron poseídos

DE CUARESMA.<br />

nuíicion Jcl <strong>de</strong>sarroglo Knlonces l.i razón se ofusca, y et JACUUTOÍUAS. Señor, no permitáis que yo cienejamás<br />

los ojos á las luces <strong>de</strong> la gracia. (Luc. 18.)<br />

nlma no siente ya dolores; la fe no obra, sus ojos so cstinguen,<br />

y llega á quedarse ciega, óá lo menos las tinieblas<br />

espesas qiieoüiisan las pasiones la impi<strong>de</strong>n ver la luz, <strong>de</strong> esta ceguera moría!. {Psalm. 12.)<br />

Iluminad, Señor, mis ojos, y libradme para siempre<br />

y en medio <strong>de</strong>es!as <strong>de</strong>nsas (¡nieblas el alma se amodorrare<br />

duerme, l'or mas que se advierta, que se clame,<br />

PROPÓSITOS.<br />

que se baga un gran ruido, el alma está en una especie<strong>de</strong><br />

letargo espiritual. La sor<strong>de</strong>ra acompaña á la ceguera;<br />

aunque los truenos crujan, aunque caiga el rayo á lospiéf,<br />

como no percibe los relámpagos, aun onndo oiga algún<br />

tanto el ruido, siempre cree que el trueno suena distante<br />

<strong>de</strong>ella. De aquí proce<strong>de</strong> una insensibilidad funesta, que<br />

se convierte muy pronto en un terrible endurecimiento,<br />

EnUinces las verda<strong>de</strong>s mas espantosas <strong>de</strong> la religión, las<br />

amenazas mas terribles, los mas horribles acci<strong>de</strong>ntes no<br />

mueven. jQné estado, buen Dios, mas funesto! ¿y qué esperanza<br />

queda <strong>de</strong> conversión?<br />

PUNTO SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra que hay dos géneros <strong>de</strong><br />

ceguera espirilual^la una que es pecado, y la otra que es<br />

el efecto y el castigo <strong>de</strong>l pecado. La primera es una rebelión,<br />

una resistencia actual á las ilustraciones saludables y<br />

á las piadosas mociones <strong>de</strong> la gracia, cuando el pecador<br />

cierra voluntariamente los ojosa esta luz viva, y endurece<br />

su conuon contra sus mas fuertes impresiones. La segunda<br />

es el hábito contraido por esta resistencia frecuente<br />

y este es propiamente «n estado <strong>de</strong> ceguera á que el pecador<br />

se ha reducido por su obstinación criminal. A fuerza<br />

tle cerrar los ojos á las luces <strong>de</strong> la gracia permite Dios<br />

que que<strong>de</strong>n, por <strong>de</strong>cirlo así cerrados. ¿Quéestado, Señor,<br />

'ñ mas <strong>de</strong>sgraciado, ni mas espantoso? Se <strong>de</strong>sespera <strong>de</strong>un<br />

enfermo cuando se le ve caido en un letargo que le priva<br />

<strong>de</strong> todos los sentidos; ¿quedará mucha esperanza <strong>de</strong> salud<br />

en un pecador sepultado en una ceguera que le hace insens<br />

ble? Todo pecador es ciego, porque al fin si viese la<br />

justicia y la sanli ad <strong>de</strong>l mandamiento que se viola, la<br />

majestad, la bondad <strong>de</strong>l Dios á quien se ofen<strong>de</strong>, el rigor<br />

<strong>de</strong>í castigo que se merece, !a <strong>de</strong>sgracia en que se precipita<br />

y la enormidad <strong>de</strong>! crimen que se comete, ciertamente<br />

no habria pecador alguno; pero la pasión ciega, y sesaeriücasu<br />

<strong>de</strong>ber, su reposo, sus propios intereses, su salud<br />

misma, la pasión. Pero á lo ménos esta ceguera común á<br />

lodos los pecadores no es mas que acci<strong>de</strong>ntal, pasa; pero<br />

cuando uno es ciego por elección, y <strong>de</strong> propósito <strong>de</strong>liberado;<br />

cuando se cierran los ojos á la luz <strong>de</strong> la gracia, y<br />

por fin, cuando en castigo <strong>de</strong> nna malicia tan marcada <strong>de</strong>ja<br />

Dios al alma en esta horrorosa ceguedad que ella misma<br />

se ha atraído, ¿quién la impedirá que caiga en el<br />

precipicio? ¿Estrañarémos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esto que aquellas<br />

terribles verda<strong>de</strong>s que han hecho tantos penitentes ilustres<br />

en lodos los estados, aquellas verda<strong>de</strong>s que hm convenido<br />

los mas insignes pecadores y las naciones mas<br />

bárbaras, que aquellas gracias tan po<strong>de</strong>rosas, que han hecho<br />

tantos millones <strong>de</strong> mártires, no muevan ya al pecador,<br />

que ha caido en una ceguera tan profunda? ;A cuán-<br />

'os<strong>de</strong> estos ciegos <strong>de</strong>sgraciados se les ha visto morir en<br />

"na insensibilidad asombrosa!<br />

¡Ah, Señor! que vengan sobro mí todas las <strong>de</strong>sdichas<br />

d« la vida antes que esta ceguera, Castigadme <strong>de</strong> todos<br />

'«odos, con tal d.1 que m tenga la <strong>de</strong>sgracia d i vivir y <strong>de</strong><br />

lll(>rir ciego. Nada OÍ ha costado el dar la vista á aquel<br />

M'ie había nacido cii>go. Curad por vuestra misericordia<br />

ttti ceguera.<br />

1 Puesto que no hay mayor <strong>de</strong>sgracia en esta vida que<br />

la ceguera espiritual , no temamos nada tanto como esta<br />

<strong>de</strong>sgracia. Por mas incurable que sea en sí, no lo es con<br />

respecto al Médico divino <strong>de</strong> nuestra alma ; pero es preciso<br />

que el alma quiera curar. Kl Salvador no ignoraba que<br />

el ciego que clamaba con tanta vehemencia, á su paso por<br />

el camino <strong>de</strong> Jericó , pedia que le volviese la vista; sin<br />

embargo no quiso dársela hasta <strong>de</strong>spués que le hubo dicho<br />

: «Señor, que vea.» Ilacedle lodos los dias esla misma<br />

y tan corla oración. Mediladdiariamente alguna délas<br />

gran<strong>de</strong>s verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> nuestra religión; y cuando advirtiereis<br />

que os mueven poco , temed no sea principio <strong>de</strong> una<br />

ceguera <strong>de</strong> vuestra alma, que imporla prevenir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

principio.<br />

2 Consi<strong>de</strong>rad cuál es e! caso que hacéis <strong>de</strong> las prácticas<br />

mas ordinarias <strong>de</strong> la piedad. La ceguera espiritual nace<br />

muchas veces <strong>de</strong> los <strong>de</strong>scuidos lijeros sobre los mas pequeños<br />

<strong>de</strong>beres. Todo se <strong>de</strong>be temer en materia <strong>de</strong> salvación,<br />

cuando se hace poco caso <strong>de</strong> las cosas pequeñas. Un<br />

mal <strong>de</strong> ojos parece ordinariamente que no es gran cosa;<br />

mas si continúa á pesar <strong>de</strong> los remedios, corre mnchoi iesgo<br />

el per<strong>de</strong>r la vist,i. La negligencia <strong>de</strong> los <strong>de</strong>beres pequeños<br />

parece <strong>de</strong> muy poca consi<strong>de</strong>ración ; pero si <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> laníos medios saludables sin fruto alguno; si continúa<br />

la negligencia y la tibieza ; si violáis vurslras reglas,<br />

vuestras prácticas <strong>de</strong> piedad sin remordimienlo; si<br />

no reparáis las consecuencias que pue<strong>de</strong>n seguirse <strong>de</strong><br />

esas frecuentes infi<strong>de</strong>lida<strong>de</strong>s en el servicio <strong>de</strong> Dios ; si no<br />

os-sentís movidos <strong>de</strong> las pequeñas fallas que son ordinarias<br />

en vosotros ; si <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tantas confesiones, comuniones<br />

y meditaciones sin enmienda y sin fruto estáis tranquilos,<br />

tcuied caer en esta ceguera.<br />

JUEYES CUARTO Di; CUARESMA.<br />

1.a intención <strong>de</strong> la Iglesia en todos estos dias ha sido el<br />

ocuparnos en la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> una nueva vida, queJesucristo<br />

pue<strong>de</strong> procurarnos por su muerte. Esto es lo que<br />

la ha hecho elegir para las Epístolas y Evangelios <strong>de</strong> la<br />

misa <strong>de</strong> estos dos dias, asuntos propios para hacernos ver<br />

que él solo es el que vivifica y el que resucita.<br />

& introito <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> este dia está lomado <strong>de</strong>l salmo<br />

104, que es un cántico <strong>de</strong> acción <strong>de</strong> gracias por lodos<br />

los beneficios <strong>de</strong> que el Señor habia colmado á la nación<br />

judia, y <strong>de</strong> los que hace aquí el Profeta un compendio.<br />

Fué compuesto por David con motivo <strong>de</strong> la traslación <strong>de</strong>l<br />

arca, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Obe<strong>de</strong>don al tabernáculo ú oralorio<br />

que se le habia preparado en Sion. Es'.e salmo tiene<br />

por título esta palabra (rAllelnya.» que significa «alabad<br />

al Señor. Ilallelu,» significa en hebreo «alabad;» y «la,»<br />

el Señor. La misa comienza por estas palabras: «Regocíjese<br />

el corazón <strong>de</strong> los que buscan al Señor. Buscad al Señor,<br />

y tened ánimo contra todos los acci<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la vida ;<br />

aplicaos constantemenic á merecer sus miradas. Cantad<br />

sin cesar las alabanzas <strong>de</strong>l Señor; invocad su nombre;<br />

haced conocer la gran<strong>de</strong>za y la esceloncia <strong>de</strong> sus obras á

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