Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

lügro, {[¡liso uspontliT á una pi'cgtnilaquc 1c hicieron sus
discípulos. Maeslro, !c dijeron, ¿eníd hu podido sor la
causa de que esle'hombre haya nacido ciego? ¿es acaso
por culpas suyas ó por culpas de sus [¡adres? Crcian ellos
como lodo lo demás del pueblo que no habia adversidades
ni males que no fuesen penas de algún pecad;). Queriendo,
pues, Jesús desengañarles é instruirles les declaró
que aunque las aflicciones sean muchas veces la pena de
nuestros pecados ó de los de nuestros padres, también sucede
con frecuencia que Dios no las envia sino pata probar
y purificar á los elegidos, ó por otras razones que sirven
á los designios de su providencia. Tal es la incomodidad
que sufre este hombre desde su nacimiento. Dios ha permitido
que este hombre naciese ciego para tomar de aquí
ocasión de manifestar su poder y su misión. Es preciso,
añadió, que mientras es de dia, haga yo las obras del
que me ha enviado. Tómase aquí el dia por el tiempo que
el Salvador debia vivir aun sobre la tierra. Este tiempo
debia ser para los judíos un tiempo de luz si ellos hubiesen
sabido aprovecharse de él. Viene la noche, prosiguió,
en que no se puede hacer nada : Jesucristo por esta noche
•ndieaba su m uerte, después de la cual iban á sor abandonados
á las tinieblas de su ignorancia, y de su ceguera
voluntaria, según la amenaza que les habia hecho en otra
parte. Caminad mientras tenéis luz. Vosoy la luz del mundo
Desgraciado el que no trabaja mientras es de dia. Como
aquel dia ora sábado, parece que el Salvador quiso
preparar el espirilu dé los Apóstoles con este preámbulo
para el milagro que quería hacer; como si hubiese dicho:
"o obslanle que sea hoy sábado, y que prevea que mis
enemigos fomarán un motivo de escándalo de lo que yo
voy á hacer, no debo diferir el dar la vista á este ciego,
porque mi Padre será glorificado en ello, y esto adelantará
mi obra. Luego que dijo esto, escupió en fierra, y habiendo
hedió lodo con su saliva, frotó con ella los ojos del
ciego, remedio naturalmeníe mas á propósito para hacer
que para curar ciegos, dicen los padres. Solo aquel que
ha podido formar el hombre de un poco de barro, es el
que pudo hacer servir el lodo para la curación de un ciego
de nacimienlo. En seguida le dijo el Salvador queso fuese
á lavará los baños de Siloé. Eormaban este baño, las aguas
de una fuente que corria por las faldas de la colina deSiou
;il pie de los muros de Jerusalen. Como el nombro de Siloé
significa enviado, que es uno de los nombres que la
Escriturada al Mesías, no fué sin misterio el que el Salvador
enviase al ciego á aquella fuente. Queria enseñarnos
que él es el que nos reengendra en las aguas saludables
del bautismo, y P! que con su gracia cura nuestra ceguera
espiritual. No tenia necesidad el Salvador, ni del lodo, ni
de las aguas de la fuente de Siloé para darla vista á aquel
ciego; sin embargo, se sirvió de aquellos signos sensibles,
de aquellas ceremonias esteriores para preparar los
ánimos para la institución délos sacramentos, de los cuales
eran figura estas cosas sensibles. La fuente de Siloé,
dicen san Ireneo y san Crisóslomo, era un símbolo del
bautismo. Los turcos tienen lodavía hoy en veneración la
fuente de Siloé; creen ellos que sus aguas tienen la
virtud de curar, ó á lo menos de aliviar los males de los
ojos. El ciego obedeció, se lavó y volvió con la \¡sla. El
pueblo quedó admirado del milagro, sin penetrar el misiono.
Los que desd > luego parecieron mas asombr;tdos fue-
^un los vecinos y los padres del ciego de nacimienlo. Por
DE CÜARKSMA. 219
mas visible que se presentase el prodigio, todavía les parecía
increíble. La maravilla era tan estraordinaria, quo
muchos cuasi se inclinaban á dudar do que fuese él; sin
embargo, hahia ya mucho tiempo que era conocido para
poder ni aun imaginarquefiiese otro. Él mismo noseocullaba:
Sí, les decía, yo soy el que mendigaba el pan, y á
quien vosotros habéis dado limosna muchas veces. En lin,
fué necesario creerle. Este milagro hizo gran ruido; lodos
querían ver y preguntar á un hombre que habiendo nacído
ciego veia ya claro. Deconlinao le haciau referir, cómo
se habia hecho esto : Aquel hombre, les decía, que se
llama Jesús, me ha puesto lodo en los ojos, y me ha mandado
que fuése á lavarme á la piscina de Siloé. Yo he hecho
lo que me ha dicho; he ido, me he lavado, y
veo.
Un milagro lan grande, tan incontestable y tan público,
léjosde convertir los enemigos del Salvador, les enfureció
tanto que cuasi habían resuello deshacerse del ciego,
que era una prueba tan brillante du él. Le preguntan en
dónde estaba Jesiis: No lo sé, les respondió. Le llevan á
los fariseos, los cuales le preguntan c.^mo había visto : él
les repito lo que habia dicho ya á los otros: Me lia puesto
lodo en los ojos, me he lavado, y veo. ¿Pero no era sábado
cuando te ha curado? añaden. Sin duda, respondió el
que habia sido ciego, pero me ha curado. No es, pues,
este nn hombre de Dios, dijeron entonces algunos de la
asamblea, puesto que no observa el sábado. ¿Y cómo mi
lio;nbre pecador, decían oíros, puede hacer on milagro lan
grande? ILillnn lose tan divididos los ánimos, y acalorándosela
disputa, se determinó preguntar al que habia sido
curada, lo quo él misino pensaba do aquel que le habia
dado la vista. Por lo quo hace á mí, respondió con resolución,
no dudo que este sea un hombre enviado de Dios,
un gran profeta. Esta respuesta les irriló, se encolerizaron
contra