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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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dit Jesús Jvrosolyinam : et<br />

invcnit in templo vén<strong>de</strong>nles<br />

boves, CÍODCS , et columbas,<br />

et numularios se<strong>de</strong>ntes. Et<br />

cum fecisset quasi ¡lagellum<br />

<strong>de</strong> funirulis, omnes ejecif <strong>de</strong><br />

templo, oves qnoque, etboves,<br />

et numulariorum ef¡'udit<br />

tes, et mensas subverút. Et<br />

his, qui columbas ven<strong>de</strong>bant,<br />

dixit: Auferte isla hiñe, et<br />

nolile faceré domum Patris<br />

mei, domum negotialionis.<br />

Jlecordali sunt vero disdpuli<br />

cjus quia scriptum esl: le-<br />

Im domus ÍWÍC comedil me.<br />

Respon<strong>de</strong>runl ergo Judcei, el<br />

dixerunt ei: Quod sigmm<br />

ostendis nobis quia hoec fads<br />

? Respondil Jesús, el dixit<br />

eis: Solnitc lemphm hoc,<br />

et in tribus diebus excilabo<br />

iltud. Dixerunt ergo Judcei:<br />

Quadraginla et sex amiis<br />

eedificalum esl tcmplwm hoc,<br />

et tu in tribus diebus excilabis<br />

illud? lile aulem dicebat<br />

<strong>de</strong> templo corporis sui. Cum<br />

ergo resunexissel umortuis,<br />

recordati sunt discipuli ejus,<br />

quia hoc dicebat, et eredi<strong>de</strong>runt<br />

Scriptum , el sermoni,<br />

quem dixit Jesús. Cum aulem<br />

esseí Jerosolgmis in Pascha<br />

in die [esto , muid credi<strong>de</strong>runt<br />

in nomine ejus, vi<strong>de</strong>ntes<br />

signa ejus, quee faciebat.<br />

Ipse autem Jesús non cre<strong>de</strong>bat<br />

semelipsum eis, eo quod<br />

ipse msset omnes , et quia<br />

opus ci non eral ut quis testimonium<br />

perhiberet <strong>de</strong> hoí»ine:<br />

ipse enim sciebal quid<br />

cssel in homine.<br />

los judíos, fué Jesus á Jerusalen,<br />

y halló en el templo<br />

vetulcdorL's <strong>de</strong> bueyes,<br />

ovejas y palomag, y cambia<br />

riles que estaban sentados.<br />

Habiendo hecho una<br />

especie <strong>de</strong> azote <strong>de</strong> cuerdas,<br />

los arrojó á todos <strong>de</strong>l<br />

templo con las ovejas y los<br />

bueyes, echó por tierra el<br />

dinero <strong>de</strong> los cambiantes, y<br />

<strong>de</strong>rribó sus mesas. A los<br />

qne vendían las palomas,<br />

les dijo: Quitad esto <strong>de</strong> aquí,<br />

y no hagáis <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong><br />

mi Padre, casa do tráüco.<br />

Acordáronse entonces los<br />

discípulos <strong>de</strong> lo que está<br />

escriio, esto es: El zelo <strong>de</strong> tu<br />

casa me ha consumido.<br />

Tomando los judíos la palabra,<br />

le dijeion: ¿Porqué<br />

milagro nos maniQestas la<br />

autoridad con que haces estas<br />

cosas? Üijoles Jesus:<br />

Destruid este templo, y yo<br />

lo reedificaré en tres dias.<br />

<strong>Los</strong> judíos le replicaron:<br />

Cuarenta y seis años se tardó<br />

en edificar este templo,<br />

¿ y tú lo has <strong>de</strong> rcedilicar<br />

en tres «dias? Era, pues,<br />

<strong>de</strong>l templo <strong>de</strong> su cuerpo <strong>de</strong>l<br />

que hablaba. Luego (pie<br />

hubo resucitado, hicieron<br />

reflexión sus discípulos sobre<br />

lo que les había dicho,<br />

y creyeron la Escritura y lo<br />

que Josus les habia dicho.<br />

En aquel tiempo que Jesus<br />

estuvo en Jerusalen durante<br />

la Pascua, muchos creyeron<br />

en su nombre, viendo<br />

los milagros que hacia.<br />

Mas Jesus no se fiaba <strong>de</strong><br />

ellos, porque los conocía á<br />

lodos; y poique no tenia<br />

necesidad <strong>de</strong> que nadie le<br />

diese testimonio <strong>de</strong> los hombres,<br />

él sabia bien lo que<br />

habia en los hombres.<br />

MEDITACION.<br />

yobre la irreverencia en las iglesias.<br />

Pu.vro PiiiMEao.—Consi<strong>de</strong>ra que tal vez no hay cosa qne<br />

irrite mas al Señor, ni que atraiga mas ínfaliblemenle hs<br />

tristes efectos <strong>de</strong> su justa indignación, que las irreverencias<br />

que se cometen todos los dias en las iglesias. No hay<br />

irreverencia que no sea un manifiesto aten'.ado conlra<br />

nuestro Dios, ninguna que no sea una impiedad, tungima<br />

DE CÜAKIiSMA.<br />

que no sea un escándalo. ¿Será posible que se haya siempre<br />

<strong>de</strong> recurrir á las religiones supersticiosas <strong>de</strong> los paganos<br />

para inspirarnos el respeto á nuestros santos templos?<br />

Vergonzoso es que los cristianos tengan necesidad<br />

<strong>de</strong>l ejemplo <strong>de</strong> los iniieles para apren<strong>de</strong>rá ser menos irreligiosos.<br />

¿Por qué, en efecto, representarnos sin cesar al<br />

lurco en su mezquita, ó al chino en sfl pagoda, para hacernos<br />

conocer la mo<strong>de</strong>stia con que <strong>de</strong>bemos estar en el<br />

lugar santo? Sin embargo, «los <strong>de</strong> Nínive se levantarán<br />

en el juicio contra esta generación,» po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir, «y<br />

la con<strong>de</strong>narán.» Sí, los paganos mismos, los turcos,<br />

los herejes <strong>de</strong> lodos los siglos se levantarán en el<br />

dia <strong>de</strong>l juicio contra tantos fieles, y los con<strong>de</strong>narán. Mo<strong>de</strong>stos<br />

hasta el esceso, circunspectos hasta la superstición<br />

en unos templos profanos en don<strong>de</strong> no podían ofrecer votos<br />

ni incienso mas que al <strong>de</strong>monio, y esto solamente porque<br />

aquellos templos.eran lugares que iu superstición <strong>de</strong>dicaba<br />

á sus ídolos ; la sola noción <strong>de</strong> templo, la sola i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong> religión ha inspirado á las naciones, aun las mas bárbaras,<br />

esta religiosa mo<strong>de</strong>stia. Solo los cristianos, solos<br />

los fieles so:i los que faltan á un <strong>de</strong>ber tan justo y lan necesario.<br />

El cuerpo y la sangre <strong>de</strong> Jesucristo que está en<br />

nuestros altares, y toda la majeslad <strong>de</strong>l Dios vivo que venimos<br />

á adorar i n nuestros templos , ¿no bastará nunca<br />

para inspirarnos un culto respetuoso? ¿tenemos necesidad<br />

<strong>de</strong> otra religión que la nuestra para consi<strong>de</strong>rarnos obligados<br />

á rendir á Dios los honores que merece? ¿y la fé crisliana<br />

no nos instruye bástanle sobre este punto capital do<br />

la religión? Es mucho lo que sufre nuestra razón, cuando<br />

quiere ajustar sobre este artículo nuestra conduela con<br />

nueslra creencia, y nada choc a tanto al entendimiento <strong>de</strong><br />

los íulieles, como el compren<strong>de</strong>r lo que creen los cristianos<br />

acerca <strong>de</strong> nuestros divinos misterios, y ver la in<strong>de</strong>voción,<br />

la in<strong>de</strong>cencia, la inmo<strong>de</strong>stia, ó por mejor <strong>de</strong>cir, la irreligión<br />

con que los cristianos asisten á ellos. Nuestras iglesias<br />

son la casa <strong>de</strong>l Señor; tan augusta por la majestad <strong>de</strong><br />

Dios que en ella se adora, tan sania por la víctima adorable<br />

que allí se inmola lodos los dias, tan venerable por<br />

los votos que en ella se hacen al Dios vivo, tan respetable<br />

que los mismos ángeles no se presentan allí sino con el<br />

mas profundo respeto, los <strong>de</strong>monios no se atreven á acercarse<br />

á ella, los paganos mismos no entran eu ella, sino<br />

ejn pavor y con aquella mo<strong>de</strong>stia que la razón sola inspira.<br />

<strong>Los</strong> cristianos <strong>de</strong> nueslros días son los únicos que tienen<br />

la <strong>de</strong>svergüenza <strong>de</strong> llevar su impiedad hasta el suntuario,<br />

y <strong>de</strong> no presentarse muchas veces en nuestras<br />

iglesias, sino para profanarlas y para insultar, por <strong>de</strong>cilio<br />

así, al Dios que adoramos en ellas. ¿Consistirá esto en<br />

que ya no les queda á tantos libertinos, á tantas mujeres<br />

mundanas, tintura idgima <strong>de</strong> religión que les haga reservar<br />

siquiera el lugar santo, ó á lo mónos el tiempo sagrado<br />

<strong>de</strong>l sacrificio? ¡ Ah 1 le queda un espacio tan vaslo á su<br />

licencia <strong>de</strong>senfrenada; todo es para ellos lugar <strong>de</strong> disolución<br />

; <strong>de</strong>jen, pues, á lo ménos sus templos á Jesucristo.<br />

PUNTO SÜGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra (pie por poca féque se tenga,<br />

no pue<strong>de</strong> verse sin estremecimiento la irreligión con<br />

que se presentan los hombres en nuestros templos. ¿Es<br />

acaso para dar un culto religioso al Dios que está sobre<br />

nuestios aliares, para loque se comelen lan escandalosas<br />

irreverencias en su presencia? ¿En el ánimo <strong>de</strong> laníos libeiiiuos,<br />

es tenido Jesucristo por el Re<strong>de</strong>ntor y el soberano<br />

Juez <strong>de</strong> los mortales? ¿no se diria mas bien que le<br />

consi<strong>de</strong>ran sobre nuestros aliares no mas que como un<br />

funtacma <strong>de</strong> divinidad, y como un rey <strong>de</strong> teatro, los que

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