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208 LUNES CUARTO<br />
vid en un peligro lan evi<strong>de</strong>nte, y nunca por lanío se habia<br />
dirigido á Dios con mas fervor y confianza. Perseguido<br />
con furor por Saúl, se habia refugiado á las montañas y á<br />
los bosques <strong>de</strong> las cercanías <strong>de</strong>Zif. <strong>Los</strong> zifeíios dieron aviso<br />
á Saúl, quien vino corriendo allí con su ejército. David estaba<br />
acampado <strong>de</strong> un lado <strong>de</strong> la montaña, y Saúl con sus<br />
tropas lo estaba en el lado opuesto. El peligro no podia ser<br />
mas gran<strong>de</strong>, y David no esperaba ya salvarse <strong>de</strong> las manos<br />
<strong>de</strong> su enemigo, cuando recurrió á Dios en quien únicamente<br />
ponia toda su confianza. No le salió vana, porque<br />
en el momento en que iba á ser envuelto, avisaron á Saúl<br />
que los filisteos hablan hecho una irrupción en el pais, y<br />
que iban á hacerse dueños <strong>de</strong> la capital. Inmediatamente<br />
<strong>de</strong>jó su empresa y se volvió para rechazar á los filisteos.<br />
David espresa en este salmo el embarazo en que por <strong>de</strong><br />
pronto se habia encontrado, <strong>de</strong>spuéstestiÍJLa su gran confianza<br />
en el auxilio <strong>de</strong> Dios, y en seguida le rin<strong>de</strong> gracias<br />
por haberle librado contra loda apariencia <strong>de</strong> un peligro<br />
tan gran<strong>de</strong>. Pongamos también nosotros toda nuestra confianza<br />
en Dios, él sabrá ponernos al abrigo <strong>de</strong> la malignidad<br />
<strong>de</strong> los hombres. <strong>Los</strong> zifeños eran sus hermanos; pero<br />
le ven <strong>de</strong>sgraciado, basta para que se hagan enemigos<br />
suyos y le entreguen. Nó, la buena fé no reinará jamás<br />
on el mundo; solo con Dios es con quien pue<strong>de</strong> contarse<br />
sobre seguro.<br />
La Epístola <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> este dia refiere la historia <strong>de</strong>l<br />
juicio que Salomón hizo entre dos mujeres que disputaban<br />
sobre un niño, <strong>de</strong>l cual pretendian ser mndre una y otra:<br />
naíbi hay que dé una i<strong>de</strong>a mas justa <strong>de</strong> la sabiduría <strong>de</strong><br />
Salomón, que este hecho.<br />
Dos mujeres que habitaban en una misma casa, y que<br />
la Escritura calificaba <strong>de</strong> mujeres dómala vida (algunos<br />
iiilcrpreles creen que no se les ha dado este nombre sino<br />
porque hospedaban estranjeres), llegaron á echarse á los<br />
pies <strong>de</strong>l rey pidiéndole justicia. La una acusaba á la otra<br />
<strong>de</strong> que habiendo acostado su hijo junto á ella en su cama,<br />
le bahia ahogado durmiendo, y secretamente durante la<br />
noche le habia quitado el suyo que estaba vivo, y puesto<br />
el muerto en su lugar. Esta soslenia que el niño que vivía<br />
era <strong>de</strong> olla, y que todo lo que esponia su compañera era<br />
falso. <strong>Los</strong> niños no tenían mas que algunos meses y eran<br />
poco mas ó menos do una misma edad. Cada una sostenía<br />
su causa con calor; no faltaban razones las mas plausibles<br />
<strong>de</strong> una y otra parle, y cada una autorizaba su dicho con<br />
las lágrimas. El rey todavía muy jóven, pero que acababa<br />
<strong>de</strong> recibir <strong>de</strong> Dios el don <strong>de</strong> la sabiduría que le habia pedido,<br />
comprendió bien que para <strong>de</strong>scubrir la verdad no<br />
so habia <strong>de</strong> atener á los llantos ni á las palabras <strong>de</strong> las<br />
dos madres, no habiendo nada mas equívoco ni ménos<br />
significativo que las palabras y las lágrimas <strong>de</strong> una mujer<br />
irritada, y que los scnlimieütos maternales, que no era<br />
fácil ni sufocar, ni contrahacer, eran los únicos que podían<br />
<strong>de</strong>clarar este hecho. Habiendo oido los clamores y las razones<br />
<strong>de</strong> una parte y <strong>de</strong> otra, sin po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>terminar sobro<br />
la verda<strong>de</strong>ra madre <strong>de</strong>l nirto que se disputaba, hizo traer<br />
una espada, y habiendo llamado á uno <strong>de</strong> sus oficiales le<br />
mandó que dividiese en dos parles el niño que estaba vivo,<br />
y que se diese la mitad á cada una <strong>de</strong> las dos mujeres<br />
que le disputaban, llamándose cada una madre. Al oir esta<br />
proposición la que verda<strong>de</strong>ramente era madre <strong>de</strong>l niño,<br />
se estremeció <strong>de</strong> horror, y conmovidas sus entrañas <strong>de</strong><br />
ternura por su hijo: ¡ A.h, señor! csclamó por uno <strong>de</strong> aque-<br />
líos movimientos y trasportes que no sabe imitar el disimulo,<br />
y que la naturaleza no pue<strong>de</strong> omilir: ; Ah, señor,<br />
yo os suplico que no matéis á este niño; yo consienlo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
luego en que se le dé vivo á mi rival! La otra, por el<br />
contrario, movida por una maligna envidia y <strong>de</strong> una ansia<br />
secretado que su compañera perdiese su hijo, como ella<br />
habia perdido el suyo; nada hay mas justo, clamaba, que<br />
el juicio <strong>de</strong>l rey, puesto que no se sabe á cuál <strong>de</strong> nosotras<br />
dos pertenece este niño; que no sea ni tuyo ni mió, sino<br />
que se parla como lo ha mandado el rey. Reconociendo<br />
Salomón por esta diferencia <strong>de</strong> sentimientos cuál era la<br />
verda<strong>de</strong>ra madre, pronunció inmedialamente la sentencia<br />
en favor <strong>de</strong> la primera, y la volvió su hijo. Todo Israel<br />
admiró el discernimiento <strong>de</strong>l príncipe y la equidad <strong>de</strong> un<br />
juicio semejante; todos concibieron una gran<strong>de</strong> estimación<br />
y respeto hácia él; y bendijeron á Dios, porque les habia<br />
dado un rey en quien habia <strong>de</strong>positado tanta sabiduría<br />
para hacer justicia. Por mas artificioso que sea el disimulo,<br />
por mas imponente que sea la falsa piedad, nunca<br />
podrá contrahacer por mucho tiempo la verda<strong>de</strong>ra virtud,<br />
sin que se <strong>de</strong>scubran muy pronto el artificio y la máscara.<br />
La verda<strong>de</strong>ra piedad, lo mismo que la naturaleza, llenen<br />
rasgos y caracteres que solo imperfectamente se copian.<br />
La falsa virtud se acomoda con la división; no sirve á<br />
Dios, sino con miramientos y reserva. Se quiere servir á<br />
Dios, pero no se quiero <strong>de</strong>sagradar al mundo: son dos<br />
señores muy opuestos; no importa, el falso <strong>de</strong>voto quiero<br />
servir á los dos. La verda<strong>de</strong>ra virtud aborrece toda división<br />
; sabe que no es posible servir al mismo tiempo estos<br />
dos señores, y nunca olvida esle oráculo, á saber: «ó<br />
aborrecerá al uno y amará al otro, ó si respeta á esíe,<br />
<strong>de</strong>spreciará á aquel.»<br />
El Evangelio <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> esle dia refiere el zolo con<br />
que el Hijo <strong>de</strong> Dios reprendió á los que profanaban el templo<br />
con su tráfico, y arrojó <strong>de</strong> él á los que le hacían un sitio<br />
<strong>de</strong> mercado y <strong>de</strong> cambios.<br />
Cerca do seis semanas hacia no mas que el Salvador<br />
habia comenzado á darse á conocer en público por sus predicaciones<br />
y por sus milagros, cuando acercándose la<br />
fiesla <strong>de</strong> Pascua, que era la mas solemne <strong>de</strong>l año, <strong>de</strong>jó la<br />
ciudad <strong>de</strong> Cafarnaum, en don<strong>de</strong> estaba hacia algunos dias,<br />
para irse á Jerusalen y celebrar allí esta fiesta. Jesús, como<br />
supremo legislador, podia dispensarse <strong>de</strong> esta ley;<br />
pero queriendo instruirnos todavía mas por su ejemplo<br />
que por sus palabras, fué <strong>de</strong> los primeros á la solemnidad,<br />
enseñándonos con esto lo que nosotros <strong>de</strong>bemos hacer.<br />
Gomo el templo era siempre la primera <strong>de</strong> sus esladones,<br />
se fué allá, y id entrar en él vió que en el lugar mismo<br />
don<strong>de</strong> el pueblo acostumbraba orar y pedir al Señor, oslaban<br />
colocadas mesas para los cambistas y merca<strong>de</strong>res<br />
que vendían allí los bueyes, los carneros y los pichones<br />
que servían <strong>de</strong> víctimas para los sacrificios. De este tráfico<br />
sacaban provecho los sacerdotes, y por un vil y sórdido<br />
interés toleraban que se celebrase aquella feria en un<br />
lugar tan santo, esto es, en el atrio estorior <strong>de</strong>l templo,<br />
en don<strong>de</strong> ordinariamente se hacían las oraciones por el<br />
pueblo. A visla <strong>de</strong> una profanación lan escandalosa <strong>de</strong> la<br />
casa do Dios se llenó el Salvador <strong>de</strong> un santo zelo, y olvidando,<br />
si es permilido <strong>de</strong>cirlo así, en este lance su dulzura<br />
y su paciencia, dió á conocer su indignación contra<br />
aquella mnltitud sac|ílega que <strong>de</strong>shonraba el templo mas<br />
augusto y mas santo que habia ca el mundo. Tan impor-