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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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dolo esto paco, nos ponemos en estado <strong>de</strong> recibir la plenitud<strong>de</strong><br />

los dones celestiales que nos prepara. Aquella mujer,<br />

que por su vestido y por su lenguaje conoció que era jadío,<br />

quedó al parecer admirada <strong>de</strong> su petición, ¿Cómo, le<br />

respondió, siendo (ú judío, me pi<strong>de</strong>s á mí <strong>de</strong> beber? ¿ignoras<br />

que no hay comunicación alguna entre las dijs naciones?<br />

No lo ignoro, repuso el Hijo <strong>de</strong> Dios, tú eres la<br />

que ignoras quién es el que le habla. Si tú conocieses al<br />

que te pi<strong>de</strong> <strong>de</strong>l agua <strong>de</strong> este po¿o, le habrias tú ya rogado<br />

que te diese <strong>de</strong> otra agua viva <strong>de</strong> que él mismo es !a fuente.<br />

Esta respuosta la sorprendió. ¿Qué es lo que queréis<br />

<strong>de</strong>cir. Señor, replicó ella; qué agua viva es esa que me<br />

prometéis, y en dón<strong>de</strong> e.^tá ia fuente? esta es escelenle,. y<br />

no hay otra tan buena en todos estos contornos; ¿seréis<br />

acaso mas po<strong>de</strong>roso que Jacob, nuestro padre, <strong>de</strong> quiim<br />

somos nosotros los here<strong>de</strong>ros? él es el que hizo abrir cds<br />

pozo para él, para sus hijos y para sus rebaños, y nosotros<br />

sabemos que él apreciaba esta agua, y que no bebia <strong>de</strong><br />

otra. <strong>Los</strong> samariíanos eran como estraños á la raza do Israel,<br />

como que era un pueblo reunido <strong>de</strong> diversos paises<br />

que Sahnanasar trasportó á la provincia. Se lisonjeaban,<br />

sin embargo, do que <strong>de</strong>scendían <strong>de</strong> Jacob; pero los judíos<br />

los miraban como gentiles, porque hablan juntado las supersticiones<br />

paganas con las ceremonias judaicas. Viendo<br />

Jesas que estaba dispuesta á escucharle, comenzó con su<br />

dulzura ordinaria á instruirla. Cualquiera que bebiere <strong>de</strong>l<br />

agua <strong>de</strong> este pozo, respondió el Salvad», no apagará su<br />

sed sino temporalmente; pero los que bebieren <strong>de</strong>l agua<br />

que yo les diere, no tendrán nunca sed, y esta agua llegará<br />

á ser en ellos una fuente <strong>de</strong> agua viva que saltará hasta<br />

la vida eterna. De este modo el Salvador, siempre admirable<br />

en ia conversión <strong>de</strong> los pecadores, se acomoda al espíritu<br />

y hasta á las mismas ¡<strong>de</strong>as groseras <strong>de</strong> aquella mujer.<br />

Espera junto al pozo adon<strong>de</strong> sabia bien que vendría á<br />

sacar agua; no la pi<strong>de</strong> <strong>de</strong> beber sino para trabar conversación<br />

con ella; se sirve <strong>de</strong> lo que ella le dice para <strong>de</strong>senvolverla<br />

poco á poco los mas gran<strong>de</strong>s misterios, y la<br />

obliga insensiblemente á que le pídala esplicacion <strong>de</strong> eibs<br />

inspirándola el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> saberlos.<br />

Señor, respon<strong>de</strong> la Simariíana, yo confieso que el agua<br />

<strong>de</strong>que me habláis vale mas sin comparación que todas lis<br />

nuestras; dadme, <strong>de</strong> ella, y asi quedaré libre para siempre<br />

<strong>de</strong> la incomodidad <strong>de</strong> la sed y déla fatiga <strong>de</strong> venir á<br />

sacar agua á esle pozo con tanto trabajo. El Salvador quería<br />

que ella <strong>de</strong>sease h gracia que tenia ánimo <strong>de</strong> conce<strong>de</strong>rla,<br />

y que ella misma la pidiese. Dios jamás nos convierte<br />

contra nuestra voluntad. La verda<strong>de</strong>ra voluntad <strong>de</strong><br />

convertirse es siempreuna disposición necesaria para una<br />

conversión eficaz. Jesús <strong>de</strong>seaba conce<strong>de</strong>r á la Samaritana<br />

la fuente <strong>de</strong> agua viva que la ofrecía; pero quería disponerla<br />

para que se biciese digna <strong>de</strong> ella por la confesión y<br />

el dolor <strong>de</strong> sus pecados, y por el conocimienlo <strong>de</strong>l Mesías.<br />

Estoy pronto á conce<strong>de</strong>rte lo que me pi<strong>de</strong>s, le dijo el S;dvador;<br />

pero vé, y haz venir á lu marido, á fin <strong>de</strong> que<br />

partícipe (tela gracia que yo quiero hacerte. No tengo marido,<br />

respondió la mujer. Muy bien has dicho, repuso el<br />

Salvador, porque el hombre con quien vives al presente,<br />

no es lu marido, lo mismo que los otros cinco con<br />

quienes has vivido, como si hubieses estado legítimamente<br />

casada con ellos. De este modo lo esplica san Cr¡-<br />

sóstomo.<br />

Quedó cortada coa estas palabra^ la Símarílana; pero<br />

VIERNES TERCERO<br />

la vergüenza <strong>de</strong> ver <strong>de</strong>scubierlos sus <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes, y <strong>de</strong><br />

sufrir la reprensión <strong>de</strong> ellos, la hizo echar diestramente á<br />

un lado el discurso. Señor, dijoella, conozco que sois profeta,<br />

y por lo mismo ninguno como vos pue<strong>de</strong> ilustrarme<br />

sobre una cuestión que hace muchísimo tiempo liene divididos<br />

en la creencia á losjudíos y á los samaritanos. Es<br />

cierto que nuestros padres han adarado siempre á Dios<br />

en el templo, que está edificado aquí sobre la montaña <strong>de</strong><br />

Garizim, sobre la cual se dice queAbraham quiso sacrificar<br />

á su bijo, y en la que Jacob erigió un altar á la vuelta<br />

<strong>de</strong> su viaje <strong>de</strong> Mesopotamia; y vosolros los judíos <strong>de</strong>cís<br />

que no se le <strong>de</strong>be adorar sino en el templo <strong>de</strong> Jerusalen;<br />

¿quién se engaña? El Salvador, que conocía bien que<br />

aquella mujer con sus cuestiones fuera <strong>de</strong> propósito, no<br />

trataba mas que <strong>de</strong> alucinarle (pinlura fiel <strong>de</strong> mía alma<br />

pecadora á quien la gracia persigue, y que trata <strong>de</strong> sustraerse<br />

á la gracia) no se incomoda. Uespondió aun con<br />

dulzura y con una con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia amable á sus preguntas<br />

artificiosas; pero respondió instruyéndola, sin per<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong> vista su fin, que era la conversión y la salud <strong>de</strong> aquella<br />

pecadora. Créame, ia dijo, ha llegado el tiempo en quo<br />

las práclicas supersticiosas <strong>de</strong> vues!ra falsa religión y las<br />

ceremonias judaicas, aunque santas, <strong>de</strong>ben cesar, para<br />

dar lugar al soto culto verda<strong>de</strong>ro. El error va á <strong>de</strong>jar el<br />

lugar á la verdad, y las sombras á la luz. Las observancias<br />

esleriores <strong>de</strong>l judaismo van á convertirse en un culto interior<br />

y espiritual, que no estará ceñido ni al lugar ni á los<br />

templos. SJ podrá adorar á Dios en todas parles, con tal<br />

que en todas parles se le adore en espíritu y en verdad;<br />

esto es, que no se haga consistir todo el cullo que se rin<strong>de</strong><br />

á Dios, y todo el espíritu <strong>de</strong> la religión en puras ceremonias<br />

esteriores: ellas son santas, son aun necesarias;<br />

pero el mérito <strong>de</strong>l culto se toma <strong>de</strong>l espíritu y <strong>de</strong>l corazón<br />

con quo se rin<strong>de</strong>: y eslo culio no está ceñido á un lugar,<br />

ni envuelto en figuras, <strong>de</strong>be ser puro, afectuoso, <strong>de</strong>sinteresado,<br />

religioso, sincero, y como Dios es espíritu, pi<strong>de</strong><br />

un cullo verda<strong>de</strong>ro y espiriiual.'<br />

Mienlras que el Salvador <strong>de</strong>senvolvía tan gran<strong>de</strong>s misterios<br />

á ia Samaritana, su gracia a<strong>de</strong>lantaba mucho en su<br />

corazón el milagro <strong>de</strong> su conversión; ella oslaba encantada<br />

y aun conmovida <strong>de</strong>l discurso <strong>de</strong>l Salvador; pero<br />

rebusaba todavía rendirse á las urgentes solicitaciones<br />

<strong>de</strong> la gracia, y no sabiendo qué respon<strong>de</strong>r, apela al Mesías<br />

el cual enseñará á qué es á lo que se <strong>de</strong>be <strong>de</strong>ferir, y<br />

dirá lo que se <strong>de</strong>be hacer. Viéndola entonces el Salvador<br />

con tan santa disposición: Hé aquí, pues, el Mesías<br />

que esperas, la dijo, yo que hablo contigo, soy ese<br />

mismo.<br />

Apenas acabó<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir esto llegaron sus discípulos. Quedaron<br />

sorprendidos viéndole conversar con una mujer; sin<br />

embargo no se atrevieron á preguntarle el motivo <strong>de</strong> esta<br />

conversación. No obstante, no bien el Hijo <strong>de</strong> Dios hubo<br />

dicho conclarídad á ia Samaritana quién era, cuando difundiendo<br />

la fé su luz en su entendimiento, y triunfando<br />

la gracia <strong>de</strong> su corazón, <strong>de</strong>jó allí su cántaro, fué corriendo<br />

á ta ciudad, y empezó á gritar por todas las calles:<br />

Venid á ver un hombre, que me ha adivinado toda mi vida<br />

; esle el Cristo, este es el Mesías que esperamos, él<br />

mismo es; lo que me ha diebo me hace conocer quecs él;<br />

lanío dijo que entró en gana á muchas <strong>de</strong> ir á ver aquel<br />

hombre eslraordinario. Entretanto los discípulos que sabían<br />

que su Maestro Citaba falig ulo y eslenuado, le roga-

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