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184 JÜKVES TÉRGERC<br />
las leyes <strong>de</strong>l siglo no podrán nanea abrogar las máximas<br />
<strong>de</strong> la piedad cristiana. So ven mujeres <strong>de</strong> la primera calidad,<br />
princesas aun <strong>de</strong> un mérito distinguido que jamás<br />
están sin trabajar on alguna pequeña labor, en tiempos y<br />
circunstancias en que personas <strong>de</strong> condición ordinaria<br />
croerian <strong>de</strong>shonrarse.<br />
2 l'ero cuando uno es <strong>de</strong> cierta cualidad, cuando está<br />
en cierto rango, cnaiulo ba llegado á cierta edad, no se<br />
sabe qué hacer; y qué ¿no tenéis ninguna obligación que<br />
cumplir? ¿ninguna buena obra que practicar? ¿ninguna<br />
oración que hacer? ¿es posible que haya pobres enfermos<br />
en los hospitales, pobres vergonzantes en las casas,<br />
<strong>de</strong>sdichados en los calabozos; es posible que Jesticrislo<br />
esté dia y noche sobre nuestros altares, y que haya fieles<br />
(pie no sepan que hacer? y nolad que no es sino cuando<br />
leñemos mas lugar para amar á Dios y para honrarle,<br />
cuando no sabemos qué hacer: porque cuando uno está<br />
abrumado con negocios temporales, cuando se pasa el dia<br />
entero en vanas diversiones, cuando se trata <strong>de</strong> ofen<strong>de</strong>r á<br />
Dios y do per<strong>de</strong>r su alma, jamás nos cansamos y aun no<br />
tenemos bastante tiempo. Huid, pues, con horror do la<br />
ociosidad. Procurad que todos vuestros dias sean llenos.<br />
Cuidad <strong>de</strong>que ni aun vuestras recreaciones sean vacías;<br />
acompafiiullas siempre <strong>de</strong> algunas prácticas <strong>de</strong> piedad.<br />
¿Vais á hacer visitas? comenzad por hacer una á Jesucrislo<br />
en el Santísimo Sacramento ; una lectura edificante<br />
alimenta el alma; la visita <strong>de</strong> los pobres en las prisiones<br />
y en los hospitales mantiene ia caridad. Es una ocupación<br />
muy digna <strong>de</strong> una señora cristiana el ocupar sus ocios y<br />
sus" manos en trabajar para los pahres. .lamás está uno<br />
ocioso cuando se conoce el precio <strong>de</strong>l tiempo, cuando uno<br />
es verda<strong>de</strong>ramente cristiano.<br />
JUEVES TERCERO DE CUARESMA,<br />
QUE SE LLAMAi<br />
MITAD DE CÜ.UIESM\.<br />
Siempre se ha mirado osle dia entre los griegos y los<br />
latinos como el centro ó el medio <strong>de</strong> la Cuaresma; poloste<br />
motivo le llamamos la mitad <strong>de</strong> la Cuaresma, como<br />
que es el vigésimo <strong>de</strong> los cuarenta ayunos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el miércoles<br />
<strong>de</strong> Ceniza, y el último <strong>de</strong> la primera mitad. <strong>Los</strong> griegos<br />
le llaman « mesonestimos », esto es, el medio <strong>de</strong> los<br />
ayunos, porque enire ellos es el primero <strong>de</strong> la segunda<br />
mitad. Se ignora cual lia sido el misterio y el motivo poiqué<br />
han erigido su a mesonestimos» en fiesta solemne. <strong>Los</strong><br />
latinos no lum pensado, á la verdad, en hacer dia festivo<br />
el jueves <strong>de</strong> la media Cuaresma; pero se hallan indicios<br />
<strong>de</strong> que han tratado <strong>de</strong> hacerle por lo ménos un dia privi-<br />
1,-giado con la dispensa <strong>de</strong>l ayuno; pero la Iglesia ha con<strong>de</strong>nado<br />
siempre esta licencia, y ha reformado este abuso.<br />
Parece que esta buena iMadre, siempre atenta á las necesida<strong>de</strong>s<br />
espirituales y aun temporales <strong>de</strong> sus hijos, viéndolos<br />
llegar hoy al medio <strong>de</strong> la penosa carrera <strong>de</strong>l ayuno,<br />
traía por su oficio <strong>de</strong> obtenerles <strong>de</strong>l cielo nuevos socorros<br />
y una nueva protección con el Señor para ia conservación<br />
<strong>de</strong> su salud hasta el Sin <strong>de</strong>l ayuno. El introito <strong>de</strong> la misa,<br />
la oración <strong>de</strong>l dia, la estación, el Evangelio, lodo parece<br />
dirigido por esta intención, y la memoria singular que se<br />
hace <strong>de</strong> san Cosme y san Damián en la oración <strong>de</strong>l dia es<br />
una prueba <strong>de</strong> ello.<br />
La misa comienza por estas consoladoras palabras: «Yo<br />
soy la salud <strong>de</strong>l pueblo, dice el Señor; en cualquiera aflic-<br />
cion yo le oiré cuando me invocare, y yo seré efernamenle<br />
su Señor». Dios es nucslra salud, y en vano la buscaremos<br />
en otra parte. La vida, la salud y todos los bienes que po<strong>de</strong>mos<br />
<strong>de</strong>sear, se hallan solamente en Dios; él es la fuente <strong>de</strong><br />
ellos: ¡que locura el esperarlos <strong>de</strong> otra mano! no tenemos<br />
mas que acudir á él con confianza, en cualquiera aflicción<br />
que sea, nos promete su asistencia. Dios es fiel en sus<br />
promesas.¿ A qué, pues, <strong>de</strong>be atribuirse el que carezcamos<br />
<strong>de</strong> socorro en nuestras necesida<strong>de</strong>s?'^ se recurre á Dios,<br />
sino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber probado todos los <strong>de</strong>más remedios.<br />
Nuestra falla <strong>de</strong> fé hace nuestras oraciones ineficaces.<br />
Nuestra confianza vacilante es el efecto <strong>de</strong> nuestras infi<strong>de</strong>lida<strong>de</strong>s.<br />
¿Queremos ser oidos en la aflicción? Guar<strong>de</strong>mos<br />
su ley, escuchemos con docilidad sus palabras. Púiestra<br />
disipación <strong>de</strong> espíritu nos impi<strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r el sentido <strong>de</strong><br />
sus oráculos, y la corrupción <strong>de</strong> nuestro corazón estorba<br />
sus mas saludables efectos.<br />
La Epístola <strong>de</strong> este dia conüenc una reconvención que<br />
Dios hace á su pueblo por boca <strong>de</strong> Jeremías, por la vana<br />
confiauza que tenia en el cullo esteiior que le rendía, sin<br />
cuidar <strong>de</strong> agradarle por la pureza <strong>de</strong> sus costumbres y polla<br />
exacta observancia <strong>de</strong> sus divinos preceptos. Contaban<br />
tanto los judíos con la ventaja singular <strong>de</strong> que gozaban<br />
por tener en su seno, con preferencia á todas las <strong>de</strong>más<br />
naciones, el único templo verda<strong>de</strong>ro consagrado al culto<br />
<strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro Dios, que creían que esta preferencia les<br />
respondía <strong>de</strong> la protección <strong>de</strong> Dios, y que podía suplir á<br />
la inobservancia <strong>de</strong> la ley, <strong>de</strong> que no <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong> reconocerse<br />
culpables. El Señor les <strong>de</strong>clara por su profeta la iniquidad<br />
<strong>de</strong> esta vana presunción, y el error <strong>de</strong> su loca<br />
confianza.<br />
Or<strong>de</strong>na Dios á Jeremías que va ja y se ponga á la puerta<br />
<strong>de</strong>l templo <strong>de</strong> Jerusalen, y que anuncie al pueblo estas<br />
verda<strong>de</strong>s eternas: Escuchad la palabra <strong>de</strong>l Señor, habitantes<br />
<strong>de</strong> Judá, todos los que entráis por estas puertas para<br />
adorar al Señor: ¿queréis quejo habite con vosotros en<br />
este lugar santo; queréis que escuche vuestros ruegos y<br />
que atienda á vueslos vqto.-; queréis que <strong>de</strong>rrame mis bendiciones<br />
en abundancia? en<strong>de</strong>rezad vuestros cami nos, reformad<br />
vuestras costumbres, corregid vm-stra conducta:<br />
no vengáis aquí sino con un corazón puro, no os presentéis<br />
sino con disposiciones religiosas, y sean vuestro respeto<br />
y vuestra mo<strong>de</strong>stia una prueba <strong>de</strong> vuestra fé. I'ei o<br />
no pongáis vuestra confianza en palabras <strong>de</strong> menlira diciendo:<br />
Este es el lemplo <strong>de</strong>l Señor, esta es la casa <strong>de</strong>l SJñor,<br />
aquí está su único lemplo. No era una mentira ni nu<br />
error el creer ni el <strong>de</strong>cir que e! templo <strong>de</strong> Jerusalen era<br />
el^lemplo <strong>de</strong>l Señor; pero en la boca <strong>de</strong> los judíos, y cu<br />
los sentimientos que concebían gloriándose <strong>de</strong> que leniati<br />
esle templo, era un error, una ilusión, una menlira. Ellos<br />
creian que por mas escandalosas que fueTíon las ahominaciones<br />
que se cometieran en el lugar santo, por mas irrilado<br />
que pudiese estar el Señor por sus crímenes, era tal<br />
el <strong>de</strong>seo que tenia <strong>de</strong> su gloria, que no permitiiia jamás<br />
(pie su templo fuese profanado por eslranjeros, y tíiwhó<br />
ménos que su pueblo favorito fuese arrojado <strong>de</strong>l país que<br />
Dios le había dado, y que los judíos estuviesen algún dia<br />
sin lemplo, sin altar y sin sacrificios. Estamos conr.ad.ps,<br />
<strong>de</strong>cían, contra las amenazas <strong>de</strong> Jeremías: tenemos el<br />
templo <strong>de</strong>l Señor, esle lemplo solo es para nosotros un<br />
antemural contra lodo género <strong>de</strong> <strong>de</strong>sgracias, y aun contra<br />
los liros <strong>de</strong> su indignación. Eran muy ciegos, pues