Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-
que habia obrado, fué á ver al rey, y le contó lo que babia sabido de aquella joven. El rey de Siria, que amaba liernamenle á su minislro, le ordenó que partiese inmedialamente, y le dió una caria de recomendación para el rey de Israel, concebida en eslos términos: « Luego que hubiereis recibido esta carta sabréis que os he enviado á Naamán mi siervo, á fin de que le curéis de su lepra. » Habiendo tomado Naamán diez talentos de plata, que hacen, según se cree, cerca de cuarenta y ocho mil seiecienlas libras de nuestra moneda, seis mil piezas de oro y diez mudas de ropa, partió con un gran tren para Samarla. Luego que llegó presentó la carta del rey de Siria 5 Joram, rey de Israel, quien, habiéndola leido, se imaginó que el rey de Siria buscaba soio un pretesto para declararle guerra, y que este era ei objeto con que le escribía pidiéndole que curase á su favorito. Traspasado de dolor, desgarró sus vestidos á vista de toda su córte, diciendo: « ¿ Soy yo ocaso Dios para que pueda quitar y dar la vida ? ¿A qué enviarme asi un hombre, á fln de que le cure (le la lepra? Vosotros veis que este príncipe no busca mas que una ocasión para romper conmigo. » ¿No es buscar contienda á toda costa, el exigir de mí que haga un milagro? Habiendo sabido el profeta Elíseo la desolación en que se hallaba el rey, 1« envió á decir que por que babia desganado sus vestidos, fue no tenia mas que enviarle aquel estraujero, y que él le haría ver muy pronto que aun babia en Israel un profeta. Asegurado Joram por este mensaje, suplicó á Naamán que fuéseá ver á Eliseo. Fué, en cfw,io, aquel oficial á ta casa del profeta con lodo su cqui- P;ij« ; pero quedó sorprendido cuando Eliseo le envió á u^cir que fuése á lavarse siete veces en elJordan. Creyóse ofendido, y comenzaba á retirarse, diciendo en tono de enfado : Creía yo que este profeta vendría á lo ménos á verme ; me parece que soy persona bastante respetable para que se tomase esta pena ; pensaba yo que habría invocado sobre mí el nombre del Señor, su Dios, y que tocándome con su mano curarla mi lepra. ¿No tenemos nosotros aguas en Damasco mejores que lodas las del reino de Israel? ¿ era necesario andar cerca de cien leguas para decirme que fuese á lomar los baños del Jordán, y que quedaría libre de mi lepra ? Manifestando de este modo su indignación, ordenó que se volviese á lomar el camino de Siria. Knloncessus criados, que raciocinaban con mas san- P* fi ia que él, le dijeron : Señor, si el profeta os hubiese "laudado alguna cosa difícil, hubierais, sin embargo, dé"; íiido bucerla, y sin duda la hubierais hecho; ¿por qué os habéis de negar á obedecerle, cuando os manda solo Rebaño para quedar curado de vuestra lepra ? Uimlióse Ntaináa á está sabia reconvención. Bajó al Jordán, se lavó 611 él siete veces, é inmediatamente quedó tan bien curado ^ue no le quedó en su carne ni una sola señal de lepra. La Escritura dice que su curación fué tan perfecla que su '''Uno. S(. |„|S0 t;¡n icisa, blanca y encarnada como la de lin niño, de modo que todos reconocieron el milagro, bos aféelos de alegría, de admiración y de reconocimiento sucedieron á los de indignación. Naamán volvió á la casa de! hombre de Dios; y apenas le peí ti rió todavía lejos: «Yo W ciertamente, esclamó, que no hay otro Dios en toda la tierra, que el que hay en Israel.« La epístola de la misa de este dia concluye aquí por la confesión y la conversión sincera de este señor pagano. Es bien notorio con «pie em- TOMO iv. DE CUARESMA.
170 LUNKS TEllCERQ t a y la eÉpUcáekm de la sanfa Escrilurp. El que pobia leer si» ponía en pié, y por dtfraQ abría el libro leía algunos versículos del le\to sagrado, los cuales parafraseaba en seguida. Levanlóse, pues, Jesucrislo para leer, sea que se hubiese presentado por si mismo , sea que hubiese sido invilado á ello por los ancianos. Al abrir, « ul rcvolvil.» El texto griego y laiino significan propianienle desenrollando y desenvolviendo, porque los libros de los judíos, como la mayor parle de los de los antiguos, se componían de muchas fojas escritas solo de un lado, y cosidas por las eslremidades. Desenvueltas estas grandes fojas formaban como una larga'banda que se arrollaba, y de aquí ha venido la palabra '"volúmcn. Así, en lugar de que nosotros abrimos un libro para leerle, los anliguos le desenrollaban. El orden que se guardaba en aquella especie de asambleas era que tres personas de diverso rango leían delante de todos algunos capítulos de la Escritura. El primero que leía era un sacerdote, el segundo ün simple levita y el tercero un lego. En este último concepto fué en el que se levantó Jesucristo, y se ofreció á leer. El libro que se le presentó fué, según el uso del tiempo, una especie de rollo en que estaba la profecía do Isaías, que se leia entonces. Como nada le sucedía fortuitamente al abrir el libro cayó sobre un pasaje del profeta, que le miraba á él personalmente, y que decia así: « El espíritu del Sefior está sobre mí, por esto he recibido la unción de aquel que me ha enviado para evangelizará los pobres; para curar á los que tienen el corazón oprimido de la tristeza ; para anunciar la libertad á los cautivos y el recobro de la vista á los ciegos; para librar á losque están en la opresión; para publicar la llegada venturosa del Señor, y el día que hará justicia.» Todos le miraban y escuchaban con admiración. Viendo que todos tenían puestos en él los ojos, tomóla palabra, y habiendo vuelloel libro leshizo ver claramente que había llegado el tiempo en que se cumpliese en su persona esta profecía. Les habló con tanta gracia; tanta dulzura y tanta fuerza, que estaban todos como estasiados; y confesando quo nadie jamás había hablado como él, preguntábanse los unos á los otros : ¿No es este el hijo de José? Quedaron aun mas sorprendidos cuando tomando ocasión de lo que acababa do decirles, comenzó á descender á un pormenor que le* desagradaba, y á exhortarles á la práctica de ciertas virtudes que les eran como desconocidas. Vosotros sin duda, añadió, vais á argiiirmo con este proverbio: Médico, cúrale á tí mismo; tú que das á otro la salud, no te dejes morir. Nosotros hemos oido que has hecho grandes maravillas en Cafarnaum, que no has obrado aquí: ¿le merecen acaso mas consideración los eslranjeros que los de tu pais; mas Cafarnaum que Nazarclh, que lo debes mirar como tu patria? Nadie se había atrevido á hacer estas reconvenciones al Salvador; pero él que penetraba el fondo de los corazones, les previno, haciéndoles ver que conocía perfectamente sus mas ocultos sentimientos y sus pensamientos mas secretos. Él hubiera obrado en Nazarclh milagros tan grandes como los que habia hecho en Cafarnaum, si hubiese hallado en los babilantes las mismas disposiciones y la misma docilidad que en aquel pueblo eslranjero. A causa de su incredulidad, dice san Maleo, no hizo allí milagros. Como los habilanles deNazarelh le habían visto enlre ellos desde su infancia, no le miraban mas que como el hijo de un pobre artesano, y no daban mucha importancia á sus palabras ni á sus milagros. Así también sucede con frecuencia, que los sacerdotes, las personas religiosas, y dedicadas á la Iglesia son escuchadas con ménos interés, miradas con mónos veneración y respeto en los pueblos en donde las han visto nacer y educarse, que en otras parles en donde desde luego tas han víslo en el ejercicio de su ministerio ; así ígnalmente el Señor hace ménos milagros en favor do aquellos que carecen de disposiciones. Al proverbio: Módico, cúrate á tí mismo, en el cual pensaban lodos los de la asamblea, respondió Jesús por otro que era común entro el pueblo: En ninguna parte tiene ménos estimación un profeta, que en su pais y en su casa. Vuestras historias, añade el Salvador, os ofrecen bastantes pruebas de ello; porque decidme ¿cuántas viudas habia en Israel en tiempo de Elias}' y sin embargo, cuando el cielo estaba cerrado, como lo estuvo tres años y medio, sin que cayese sobre la tierra ni lluvia ni rocío, y el hambre mas horrible desolaba el pais, ¿á quién envió Dios á su profeta? ¿no fué á una viuda estranjera del pais de Sidon? ¿Cuántos leprosos había en Israél en tiempo de Elíseo? y no obstante aquel hombre de Dios no curó de una enfermedad tan incnrable á olro que á Naamán, gentil, favorito del rey de Siria. Todo este discurso del Salvador que debía cscucliarso como una advertencia saludable, fué muy mal recibido en una sinagoga en donde habia muchos preocupados de la pasión; comprendía bien que Jesucristo quería dejarles, y hacer partícipes á otros de sus beneficios, de los cuales juzgaba indignos á ellos; y que por el ejemplo de Naamán les daba á entender que tenia designio de ir á predicar á los gentiles, en gran desprecio de la sinagoga. Esto les íri'iló tan fuertemente contra él, que habiéndose levantado bruscamente, le tomaron con violencia, le condujeron fuera de la ciudad, que estaba edificada sobre la pendiente de una montaña, y le llevaron hasta la altura de la roca, resuellos á deshacerse de él, arrojándole en aquel precipicio ; tan furibunda es la cólera y el odio de los allegados. Este género de ejecuciones populares estaban toleradas, y bajo preteslo de zelo por la ley se quitaba la vida á un hombre sinforma de justicia. Pet o Jesucristo que tuvo á bien dejarse conducir hasta lo alto de la montaña, no les permitió que ejecutasen su malvado designio ; se desprendió sin dilicullad de sus manos, y ya que los dejase como ciegos con respecto á él, ya que les quítase repentinamente y por milagro las fuerzas y el movimiento, pasó tranquilamente por medio de ellos, y se retiró sin obstáculo. Estos discípulos del demonio, dice san Ambrosio, son mas perversos que su maestro; porque aquél se había contentado con persuadir al Salvador, que se precipitase, y estos tratan de precipitarle ellos mismos. Aquellos hombres que un momento ántes aphudiau los discursos del Salvador, quieren darle la muerte inmediatamente que les descúbrela corrupción de su corazón. Jesucristo ha recorrido muchos parajes en la Judea; ha predicado en muchas ciudades, jamás ha perdonado al vicio, enlodas partes ha reprendido la corrupción de costumbres, y en ninguna parte se litin atrevido á emprender, durante el cur¿odesu predicación, el quitarle la vida, mas que en Nazaretb, que era como su patria. Jesucristo no es de niiiguuo mas maltratado quo de aquellos á quienes mas ia favoiecído, cuando llegan á pervertirse. Un mal saccr-
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que habia obrado, fué á ver al rey, y le contó lo que babia<br />
sabido <strong>de</strong> aquella joven. El rey <strong>de</strong> Siria, que amaba liernamenle<br />
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<strong>de</strong> Israel, concebida en eslos términos: « Luego que hubiereis<br />
recibido esta carta sabréis que os he enviado á<br />
Naamán mi siervo, á fin <strong>de</strong> que le curéis <strong>de</strong> su lepra. »<br />
Habiendo tomado Naamán diez talentos <strong>de</strong> plata, que hacen,<br />
según se cree, cerca <strong>de</strong> cuarenta y ocho mil seiecienlas<br />
libras <strong>de</strong> nuestra moneda, seis mil piezas <strong>de</strong> oro y<br />
diez mudas <strong>de</strong> ropa, partió con un gran tren para Samarla.<br />
Luego que llegó presentó la carta <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong> Siria 5<br />
Joram, rey <strong>de</strong> Israel, quien, habiéndola leido, se imaginó<br />
que el rey <strong>de</strong> Siria buscaba soio un pretesto para <strong>de</strong>clararle<br />
guerra, y que este era ei objeto con que le escribía<br />
pidiéndole que curase á su favorito. Traspasado <strong>de</strong> dolor,<br />
<strong>de</strong>sgarró sus vestidos á vista <strong>de</strong> toda su córte, diciendo:<br />
« ¿ Soy yo ocaso Dios para que pueda quitar y dar la vida<br />
? ¿A qué enviarme asi un hombre, á fln <strong>de</strong> que le cure<br />
(le la lepra? Vosotros veis que este príncipe no busca mas<br />
que una ocasión para romper conmigo. » ¿No es buscar<br />
contienda á toda costa, el exigir <strong>de</strong> mí que haga un milagro?<br />
Habiendo sabido el profeta Elíseo la <strong>de</strong>solación en que<br />
se hallaba el rey, 1« envió á <strong>de</strong>cir que por que babia <strong>de</strong>sganado<br />
sus vestidos, fue no tenia mas que enviarle aquel<br />
estraujero, y que él le haría ver muy pronto que aun babia<br />
en Israel un profeta. Asegurado Joram por este mensaje,<br />
suplicó á Naamán que fuéseá ver á Eliseo. Fué, en<br />
cfw,io, aquel oficial á ta casa <strong>de</strong>l profeta con lodo su cqui-<br />
P;ij« ; pero quedó sorprendido cuando Eliseo le envió á<br />
u^cir que fuése á lavarse siete veces en elJordan. Creyóse<br />
ofendido, y comenzaba á retirarse, diciendo en tono <strong>de</strong><br />
enfado : Creía yo que este profeta vendría á lo ménos á<br />
verme ; me parece que soy persona bastante respetable<br />
para que se tomase esta pena ; pensaba yo que habría invocado<br />
sobre mí el nombre <strong>de</strong>l Señor, su Dios, y que tocándome<br />
con su mano curarla mi lepra. ¿No tenemos nosotros<br />
aguas en Damasco mejores que lodas las <strong>de</strong>l reino<br />
<strong>de</strong> Israel? ¿ era necesario andar cerca <strong>de</strong> cien leguas para<br />
<strong>de</strong>cirme que fuese á lomar los baños <strong>de</strong>l Jordán, y que<br />
quedaría libre <strong>de</strong> mi lepra ? Manifestando <strong>de</strong> este modo su<br />
indignación, or<strong>de</strong>nó que se volviese á lomar el camino <strong>de</strong><br />
Siria. Knloncessus criados, que raciocinaban con mas san-<br />
P* fi ia que él, le dijeron : Señor, si el profeta os hubiese<br />
"laudado alguna cosa difícil, hubierais, sin embargo, dé";<br />
íiido bucerla, y sin duda la hubierais hecho; ¿por qué<br />
os habéis <strong>de</strong> negar á obe<strong>de</strong>cerle, cuando os manda solo<br />
Rebaño para quedar curado <strong>de</strong> vuestra lepra ? Uimlióse<br />
Ntaináa á está sabia reconvención. Bajó al Jordán, se lavó<br />
611 él siete veces, é inmediatamente quedó tan bien curado<br />
^ue no le quedó en su carne ni una sola señal <strong>de</strong> lepra.<br />
La Escritura dice que su curación fué tan perfecla que su<br />
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lin niño, <strong>de</strong> modo que todos reconocieron el milagro, bos<br />
aféelos <strong>de</strong> alegría, <strong>de</strong> admiración y <strong>de</strong> reconocimiento sucedieron<br />
á los <strong>de</strong> indignación. Naamán volvió á la casa<br />
<strong>de</strong>! hombre <strong>de</strong> Dios; y apenas le peí ti rió todavía lejos: «Yo<br />
W ciertamente, esclamó, que no hay otro Dios en toda la<br />
tierra, que el que hay en Israel.« La epístola <strong>de</strong> la misa<br />
<strong>de</strong> este dia concluye aquí por la confesión y la conversión<br />
sincera <strong>de</strong> este señor pagano. Es bien notorio con «pie em-<br />
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