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15G<br />
una joven cananon, llamada Judíll), contra la voluntad<br />
<strong>de</strong> sus padres, perdió mucho <strong>de</strong> la grrcia <strong>de</strong>l prdroy <strong>de</strong><br />
la madre. Sin embargo habiendo llegado Isaac á ser muy<br />
viejo y ciego, le bizo venir para darle su bendición, mirándole<br />
siempre como el primogénito; por esta ceremonia<br />
-entraban los primogénitos en posesión <strong>de</strong> sus prerogalivas.<br />
Mas como Esad era gran cazador, le dijo el santo<br />
viejo, que no le daria esta solemne bendición hasta que<br />
lo luibie.so (raido alguna cosa <strong>de</strong> su caza, y se la hubiese<br />
compuesto á su gusto. Oido esto por Rebeca, <strong>de</strong>jó que<br />
partiese Esaú, y habiendo llamado á Jacob, le <strong>de</strong>claró el<br />
<strong>de</strong>signio que tenia <strong>de</strong> procurarle esta solemne bendición<br />
<strong>de</strong> su padre. Para conseguirlo era necesario a<strong>de</strong>lantarse<br />
h ia vuelta <strong>de</strong>l cazador, y presentarse como si fuera él.<br />
Rebeca dijo á Jacob, que íuéso y lomase prontamente dos<br />
<strong>de</strong> los mejores cabritillos <strong>de</strong>l rebaño, á fin <strong>de</strong>que ella los<br />
preparase para comerlos su padre, <strong>de</strong>l modo que ella sabia<br />
que le gustaba : esta propuesta era <strong>de</strong>masiado ventajosa<br />
al segundo para que <strong>de</strong>jase <strong>de</strong> agradarle; pero Jacob<br />
lemia que si se <strong>de</strong>scubría el nrliOcio le dañase: Vos sabéis,<br />
dijo á su madre, que mi hermano tiene ei cuerpo<br />
veliudo, y que yo soy lampiño. Si mi padre llega á locarme,<br />
y cae en ello, no <strong>de</strong>jará <strong>de</strong> creer que yo he querido<br />
engañarle, y lengo miedo <strong>de</strong> atraer sobre mí por esto<br />
su maldición en lugar <strong>de</strong> su bendición, y <strong>de</strong> este modo me<br />
arriesgo á incurrir en su <strong>de</strong>sgracia. No lemas nada, hijo<br />
mió, replicó su madre, yo misma mo cargo con esta maldición;<br />
haz pues lo que te he dicho; tú ignoras el misterio.<br />
Es Visible que ella no lo ignoraba, y que lo que la<br />
hacia obrar y hablar <strong>de</strong> este modo era la confianza rpic<br />
tenia do ver cumplido lo que el Señor la habla dicho<br />
en el tiempo <strong>de</strong> su preñez, que el mayor eslaria sujelo al<br />
menor.<br />
Jacob obe<strong>de</strong>ció, y habiendo (raido los dos cabrilillos los<br />
dió á su madre, la cual los a<strong>de</strong>rezó á su padre conforme<br />
elia sabia qué le gustaban: en seguida bizo poner á Jacob<br />
los mas preciosos vestidos <strong>de</strong> Esaú, que ella guardaba, le<br />
puso al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l cuello y cubrió sus manoseen la piel<br />
<strong>de</strong> ¡os cabritillos. Asf disfrazado, entró en la cámara llevando<br />
lo que su madre habia guisado. Isaac preguntó<br />
quién era: yo soy Esaú vuestro hijo primogénito, respondió<br />
Jacob; he cumplido lo que me habéis or<strong>de</strong>nado ; comed<br />
<strong>de</strong> m¡ caza como lo <strong>de</strong>seáis, á fin <strong>de</strong> que me <strong>de</strong>is en<br />
seguida vuestra bendición. Kl pedia sin mentira llamarse<br />
el primogénito, <strong>de</strong>spués que Esaú le habia vendido ó donado<br />
su <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> primogenilura. Lo <strong>de</strong>más, dicen los<br />
inlérpreles, con respecto á las promesas <strong>de</strong> Dios, no consislia<br />
mas que en circunstancias figuradas que eran necesaiias<br />
para acompañar y sostener la verdad principal.<br />
Convenimos en el misterio; pero es difícil juslificar <strong>de</strong><br />
menlira á Jacob, cuando asegura que es Esfiú. Todo lo que<br />
se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir con san Gerónimo, san Agustín y otros<br />
* muchos sabios inlérpreles, es que Dios permile alguna<br />
vez fallas en los santos, <strong>de</strong> las cuales no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> sacar su<br />
gloria; y aun servirse <strong>de</strong> ellas para la ejecución <strong>de</strong> los <strong>de</strong>signios<br />
<strong>de</strong> su provi<strong>de</strong>ncia, singularmente en el anliguo<br />
Testamento en que la virtud era menos acendrada. Era<br />
aquel un esladn <strong>de</strong> servidumbre, un estado imperfecto, y<br />
no es estraño que lo que no era mas que la simple figura<br />
<strong>de</strong> la ley pura, inmacu'ada, irreprensible <strong>de</strong> Jesucristo,<br />
se hallase alguna vez acompañado <strong>de</strong> circunstancias <strong>de</strong>feoluosas.<br />
Solo la ley <strong>de</strong> gracia es la que csrluye lodo<br />
SÁBADO SEGUNDO<br />
pecado en sus misterios sagrados. Volvamos á temar la<br />
historia <strong>de</strong> nuestra Epístola.<br />
Sorprendido Isaac al oir á su hijo, le preguntó cómo<br />
habia podido hallar tan pronto la caza que habia ¡do á<br />
buscar. Dios ha querido, respondió Jacob, que se me<br />
presentase inmediatamente lo que <strong>de</strong>seaba. Era muy ordinario<br />
en el anliguo Testamento el referir á Dios todo lo<br />
que sucedía ventajoso durante la vida. Acércale, lijo mío,<br />
le dijo su padre, á fin <strong>de</strong> que yo le loque y reconozca si<br />
eres mi hijo Esaú; acercóse Jacob, y habiéndole palpado<br />
Isaac, dijo: Por lo que hace á la voz, es la voz <strong>de</strong> Jacob;<br />
pero las manos, son las manos <strong>de</strong> Esaú. EK muy verosímil<br />
que Isaac reconociese entonces el misterio, y que aun<br />
cuando hubiese caído en el érrov á favor <strong>de</strong>l segundo,<br />
quiso ben<strong>de</strong>cirle, y por su bendición establecerle superior<br />
sobre su hermano, y trasferir á su persona todas las<br />
ventajas que pertenecían al primogénito ; como la Iglesia<br />
<strong>de</strong> Jesucristo, aunque segunda, por <strong>de</strong>cirlo así, con respecto<br />
á la f-inagoga, <strong>de</strong>bia obtener toda la herencia y todas<br />
las bendiciones <strong>de</strong>l cielo, que parecían pertenecer á<br />
osla hija primogénita, y los gentiles, aunque los úllimos<br />
que han venido, entrar en lugar <strong>de</strong> los judíos en el reino<br />
<strong>de</strong> Dios. Esta es la realidad cuya figura era la historia <strong>de</strong><br />
Jacob.<br />
No bien había salido Jacob <strong>de</strong> la babitneíon <strong>de</strong> su padre,<br />
cuando entró Esaú, presentándolo lo que acababa <strong>de</strong><br />
prepararle <strong>de</strong> su caza, y pidiéndole su bendición. Isaac<br />
le respondió que su hijo segundo se le había a<strong>de</strong>lanlado,<br />
y ¡pie su bendición con todas las ventajas y prerogalívas<br />
anejas á ella oslaba ya dada. Esaú <strong>de</strong>solado, empezó á<br />
dar gran<strong>de</strong>s gritos, lloró, se quejó, se enfureció, Isaac,<br />
que üuslrado con la luz <strong>de</strong>l Espíritu Sanio dcscubria en<br />
lodo esto la conducta <strong>de</strong> la divina Provi<strong>de</strong>ncia, ni se conmovió,<br />
ni menos se indignó. Trató solamente <strong>de</strong> consolarle,<br />
y no pudiendo revocar lo que había hecho, se contenió<br />
con <strong>de</strong>searle alguna prosperidad temporal. Tu<br />
bendición, le dijo, consistirá en lo pingüe déla tierra y<br />
en el rocío <strong>de</strong>l cielo. Tales son <strong>de</strong> ordinario las prosperida<strong>de</strong>s<br />
y las bendiciones <strong>de</strong> los impíos. Dios les conce<strong>de</strong><br />
prosperida<strong>de</strong>s temporales en esta vida, que son seguidas<br />
en la otra <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sgracia eíerna. Así se ponen á engordar,<br />
dice san Gregorio, los bueyes que <strong>de</strong>ben llevarse<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocos días á la carnicería.<br />
La parábola <strong>de</strong>l hijo pródigo que hace el asunto <strong>de</strong>l<br />
Evangelio <strong>de</strong> este dia, tiene mucha relación con la hisloria<br />
contenida en la Epístola. El Salvador, que habia venido<br />
especialmente por los pecadores, acababa <strong>de</strong> animarles y<br />
convidarles á que se convirlíesen, <strong>de</strong>clarando á lodos los<br />
que le escuchaban la alegría que causa en el cielo la conversión<br />
<strong>de</strong> una alma pecadora. Y para interesarles mas<br />
añadió la parábola que sigue.<br />
Cierto hombre, les dijo, lenía dos hijos. La mayor parle<br />
<strong>de</strong> los padres antiguos creen que estos dos hijos representan<br />
los judíos y los gentiles, mas esto no impi<strong>de</strong> que<br />
esta parábola pueda también aplicarse á los justos y á los<br />
pecadores; en efeclo, todos los pasos <strong>de</strong>l pecador aparecen<br />
perfectamente marcados en toda la conduela <strong>de</strong>l hijo<br />
<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado. El mas jóven <strong>de</strong> estos dos hijos le dijo á su<br />
padre que le diese su porción, ó su legítima, estoes, dicen<br />
los padres, la libertad <strong>de</strong> vivir al antojo <strong>de</strong> sus pasiones.<br />
I.a libertad por que suspiran los hijos, no es, propiamenle<br />
haiilaiido, otra cosa que el liberlinaje. Por mas que se