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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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JCEVES SEGUNDO<br />

(h) ellos, los grabaljnn sobre los ostrümcs tic sus aliares<br />

profanos, á ejemplo <strong>de</strong> los paganos, á fm <strong>de</strong> que nadie<br />

pudiese ignorarlos. Ni aun trataban do disimular su idolatría<br />

con el temor, ni encubrirla con la vergüenza: se gloriaban<br />

<strong>de</strong> ella; era pública y <strong>de</strong>clarada; procuraban en<br />

algnn modo que sn maldad pasase á la posteridad por medio<br />

<strong>de</strong> iuscripcioues: susbijos, dice el rrofola, lian impreso<br />

en su memoria sus altares, sus gran<strong>de</strong>s bosques consagrados<br />

á las divinida<strong>de</strong>s paganas. Esto es lo que irritó<br />

tanio la ira do Dios contra ellos, lié aquí lo que dice el<br />

Seíior, esclama: Maldito es el bombre que pone su confiaoza<br />

en el bombre. Esas medidas tan bien lomadas, esos<br />

resortes tan bien montados, esos apoyos manejados con<br />

tanto aríiücio, son fundamentos sobre arena. En vano tom.iis<br />

esas precauciones, dice el Profeta, que os sugiere la<br />

pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la carne; á Dios es á quien se ha <strong>de</strong> recurrir<br />

: en su auxilio es en el que habéis <strong>de</strong> poner vuestra<br />

confianza. Mudad <strong>de</strong> conducta, apaciguad su ira, y no temáis,<br />

si lo baccis así, á vuestros enemigos. Todo bombre,<br />

aña<strong>de</strong>, que se apoya en un brazo <strong>de</strong> carne, y cuyo corazón<br />

se reiira <strong>de</strong>l Señor, será semejante al tamariz que e;tá en<br />

el <strong>de</strong>sierto; y permanecerá en el <strong>de</strong>sierto, en la sequedad,<br />

en un terreno lleno <strong>de</strong> sal y don<strong>de</strong> no so pue<strong>de</strong> babitar. El<br />

tamariz salvaje, <strong>de</strong> que habla aquí Jeremías, tiene siempre<br />

un ver<strong>de</strong> pálido, y por mucha agua que le caiga eslá siempre<br />

seco. Leño inútil, fruto que no es bueno para nada;<br />

tal es la pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la carne, tales son los frutos <strong>de</strong> la<br />

industria humana sola. Mucha sal en esas obras <strong>de</strong>l tálenlo,<br />

en esas medidas tomadas con tanto arte, en esas precauciones,<br />

en esas prolecciones tan bien manejadas: tamariz salvaje,<br />

arbusto <strong>de</strong>snudo, leñoimitil, tierra llenado nitro, <strong>de</strong><br />

una esterilidad eterna; al paso que aquel que pone toda su<br />

confianza on Dios es dichoso. Este se parece á un árbol<br />

fructuoso, plantado en un terreno cscclenle, regado continuamente<br />

con aguas vivas; que no teme ni la sequedad ni<br />

la escarcha, cuyas hojas no pier<strong>de</strong>n jamás el ver<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

primavera, y cuyos frutos son <strong>de</strong> una dulzura esquisita.<br />

Pocos corazones hay que no estén corrompidos, almenando<br />

el disimulo los encubra; pero jo, dice el Señor, soy<br />

el que profundiza los corazones, el que <strong>de</strong>senvuelve todos<br />

sus pliegues, el que corre el veloá todos sus misterios. Yo<br />

no me <strong>de</strong>jo <strong>de</strong>slumhrar por las esleriorida<strong>de</strong>s engañosas é<br />

imponentes; conozco todos los ro<strong>de</strong>os y todos los arlilicios<br />

<strong>de</strong> una política refinada: así que, no recompensaré mas<br />

que la verda<strong>de</strong>ra virtud y el verda<strong>de</strong>ro mérito; y en las<br />

obras mas plausibles no aten<strong>de</strong>ré mas que al motivo que<br />

las produce.<br />

Des<strong>de</strong> el octavo siglo ha sido el Evangelio do oslo jueves<br />

la historia <strong>de</strong>l mal rico y <strong>de</strong>l pobre Lázaro, llabia un<br />

hombre rico, <strong>de</strong>cía el Salvador á sus discípulos, que vesfia<br />

<strong>de</strong> escarlata y <strong>de</strong> finísimo lienzo , que n :da negaba á<br />

sus sentidos, que tenia lodos los dias una mesa espléndida,<br />

sin perdonar cosa alguna para sus placeres, y pasando<br />

una vida <strong>de</strong>liciosamente. llabia al mismo tiempo un<br />

pobre llamado Lázaro, cubierto por todas parles <strong>de</strong> úlceras,<br />

que estaba tendido á la puerta <strong>de</strong>l rico pidiendo las migajas<br />

tpie caian <strong>de</strong> su mesa, creyéndose dichoso si hubiese<br />

podido obtener este socorro tan débil para apaciguar su<br />

hambre, y mas bien para retardar su muerte que para<br />

sostener su vida ; poro no habia ninguno (pie quisiese hacerle<br />

este pequeño servicio, mientras que los perros estaban<br />

abundantemente mantenidos en una casa ca don<strong>de</strong><br />

reinaban la suntuosidad y la abundancia. El ünicoconsuelo<br />

que recibía este pobre en su eslrema miseria, era do<br />

aquellos viles animales que se acercaban alguna vez á él<br />

y le lamían sus llagas, Es chocante el contraslo que bacen<br />

estas dos condiciones tan opuestas: ¡qué diferencia entre<br />

oslas dos vidas ! mas al lin, la muerte vino muy pronto á<br />

terminar las <strong>de</strong>licias <strong>de</strong> la una y las miserias <strong>de</strong> la otra;<br />

pero ¡qué diferencia <strong>de</strong>suertel Lázaro muero en su pobreza<br />

; pero su muerto es preciosa á los ojos <strong>de</strong> Dios, y los<br />

ángeles llevan su alma á aquel lugar do paz y <strong>de</strong> alegría,<br />

adon<strong>de</strong> las almas santas, libres do las aladuras <strong>de</strong>l cuerpo<br />

y exentas do toda miseria, reposan con Abraham, como<br />

los hijos entre los brazos y en el seno <strong>de</strong> sn padre. ¿Y no<br />

se creería Lázaro catre las manos <strong>de</strong> los ángeles, y seguro<br />

do su felicidad oleí na, bien pagado <strong>de</strong> todo lo que habia<br />

sufrido? ¿Hubiese él entonces querido haber sido dichoso<br />

en la tierra, y ser con<strong>de</strong>nado? El rico no le sobrevivió<br />

mucho tiempo. La muerte vino en medio <strong>de</strong> sus dias<br />

mas lloridos á concluir aquella vida tan <strong>de</strong>liciosa. Muere<br />

el rico. Aquel cuerpo tan acostumbrado á los placeres, alimentado<br />

en el lujo y en la molicie, es dado como presa á<br />

la podredumbre y á los gusanos, al mismo tiempo que el<br />

alma, hasta entonces esclava <strong>de</strong> los sentidos y <strong>de</strong>l cuerpo,<br />

es precipitada en el infierno ¡para ser eternamente presa<br />

<strong>de</strong> las llamas. ¡Qué sorpresa! pero ¡qué rabia y qué <strong>de</strong>sesperación,<br />

pasar en un momento <strong>de</strong> la prosperidad mas<br />

bríllaiite, <strong>de</strong>l oslado mas floreciente, <strong>de</strong> la región do las<br />

<strong>de</strong>licias á la región <strong>de</strong> las tinieblas y <strong>de</strong>l llanto, al centro<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>solación, á los fuegos eternos, á la estancia <strong>de</strong> lodos<br />

les suplicios! Des<strong>de</strong> lo profundo do los infiernos, aquel<br />

<strong>de</strong>sgraciado vió en espíritu al patriarca Abraham, y á<br />

Lázaro que brillaba como el sol, al lado <strong>de</strong> este patriarca.<br />

Este espectáculo redoblo sus penas y su <strong>de</strong>sesperación. En<br />

medio <strong>de</strong> la fuerza do sus tormentos se dirigió á Abraham,<br />

y con gritos lamentables, hijos <strong>de</strong>l dolor mas vivo y <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>solación mas cruel, le hizo esla súplica : Padre Abraham,<br />

que me veis on este lastimoso estado, tened compasión<br />

d e mí, y enviadme á Lázaro, á fm <strong>de</strong> que mojando la<br />

punta do su <strong>de</strong>do en agua, me <strong>de</strong>je caer una gota en la<br />

lengua que tengo penetrada toda <strong>de</strong> fuego. No neguéis<br />

oslo pequeño consuelo á un <strong>de</strong>sgraciado que en medio <strong>de</strong><br />

estas llamas crueles sufre dolores inconcebibles. Se<strong>de</strong>sprecian<br />

los pobres en esto mundo ; apenas hay quien so<br />

digno lijar en ellos la vista ; un rico creería <strong>de</strong>shonrarse<br />

si se <strong>de</strong>tuviese á conversación con un pobre; en la otra<br />

vida los que fueron mas dichosos en el siglo mendigan sus<br />

sufragios, pi<strong>de</strong>n sus ruegos, envidian su fortuna, y querrian<br />

estaren lugar do aquellos á quienes han <strong>de</strong>spreciado<br />

tanto. Hijo mió, le dijo Abraham, acuérdate que mientras<br />

has vivido has disfrutado <strong>de</strong>l placer, y que por el contrario<br />

Lázüro ha estado siempre sufriendo. Ahora se ha cambiado<br />

esta escena : una alegría que nada puedo alterar,<br />

una felicidad llena, pura y satisfactoria, es el patrimonio<br />

<strong>de</strong> e. le pobre que has <strong>de</strong>spreciado con tanta dureza ; y<br />

el tuyo es la reunión do todos los tormentos imaginables,<br />

sin que tongas que esperar jamás do él el menor consuelo.<br />

INohay comercio alguno do caridad entre los elegidos<br />

y-los reprobes ; toda comunicación les está entredicha.<br />

Vosoiros ardéis y ar<strong>de</strong>réis para siempre , sin que nunca<br />

recibáis el menor refrigerio. A lo menos, replicó el rico<br />

iiet^raciado, os suplico (piole enviéis á la casa <strong>de</strong> mi pa-<br />

dre para que avise á mis cinco hermanos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>plorable

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