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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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m<br />

ínter vos; ted quicumqw nes mi Padre lo ha <strong>de</strong>slinado.<br />

volueril inler vos major fieri,<br />

Oyendo esto los otros<br />

$it vester] minister: et qui diez, se indignaron contra<br />

voluerit inter vos primus esse,<br />

erit vesler servus. Sicut Filius<br />

los dos hermanos: mas Jesús<br />

los hizo venir, y les<br />

hominis non venit ni-<br />

dijo : Yosotros sabéis que<br />

nisírori, sed ministrare, et los príncipes <strong>de</strong> las naciones<br />

daré animam suam re<strong>de</strong>mftionempro<br />

tienen en ellas el pri­<br />

multis. mer lugar, y los que son<br />

mayores ejercen su po<strong>de</strong>r<br />

sobre ellas. No ha <strong>de</strong> ser<br />

así entre vosotros; antes<br />

bien, cualquiera que entre<br />

vosotros quisiere hacerse el<br />

mayor, <strong>de</strong>diqúese á serviros<br />

; y cualquiera que quisiese<br />

tener la primacía,<br />

constituyase como esclavo<br />

vuestro. A la manera que<br />

el Hijo <strong>de</strong>l hombre no vino<br />

para ser servido, sino para<br />

servir, y dar su vida por la<br />

re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> muchos.<br />

MEDITACION.<br />

Sóbrela etiimacion que <strong>de</strong>bemos hacer <strong>de</strong> las adversida<strong>de</strong>s.<br />

PCMO PBIMEHO.-—Consi<strong>de</strong>ra que los cristianos no <strong>de</strong>berian<br />

hallar placer sino en las aflicciones. Ningún otro fruto<br />

<strong>de</strong>berla ser <strong>de</strong> su gusto mas que el <strong>de</strong> la cruz; la sangre<br />

<strong>de</strong> Jesucristo la ha quitado loda la amargura. La cruz se<br />

ha convertido en el árbol <strong>de</strong> la vida; el que un fruto tan<br />

escelenle no agra<strong>de</strong>, es seíial <strong>de</strong> una mala disposición.<br />

Si no se escucha mas que á los sentidos, si no se consulla<br />

mas que á los ojos, á la razón humana y al amor<br />

propio, las adversida<strong>de</strong>s son un objeto <strong>de</strong> horror; pero ¿es<br />

buen juez en esla materia el hombre animal? ¿Qué nos<br />

ensena la fé? ¿Qüé nos dice el Evangelio? lia sido necesario<br />

que Jesucristo pa<strong>de</strong>ciese para entrar en su propia gloria.<br />

Desgraciados <strong>de</strong> vosotros, ricos, que tenéis vueslro<br />

consuelo (Luc. 6.) en las riquezas; <strong>de</strong>sgraciados <strong>de</strong> vosotros,<br />

dichosos <strong>de</strong>l siglo, que vivís alegres, y entre la<br />

abundancia; <strong>de</strong> vosotros, gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mundo, h quienes<br />

lodo sonríe. ¿Queréis, por el contrario, tener una justa i<strong>de</strong>a<br />

déla felicidad; queréis hallar un hombre feliz, dice el<br />

Salvador <strong>de</strong>l mundo? Buscadlo en lasadversida<strong>de</strong>s. Toda<br />

la religión, por <strong>de</strong>cirlo así, se resiente, cuando se llaman<br />

<strong>de</strong>sgracias á las cruces, y sin embargo ¿bajo qué otro aspecto<br />

se las mira hoy en el mundo? Que un pagano mire<br />

una quiebra en sus bienes, un pleilo perdido, un revés <strong>de</strong><br />

la fortuna, como un mal, no es estraño, él raciocina conforme<br />

á sus principios; pero un ci isliano ilustrado con las<br />

luces <strong>de</strong> la fé, educado en la escuela <strong>de</strong> Jesucristo, instruido<br />

en su doctrina, ¿pue<strong>de</strong> ignorar que las adversida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> esta vida son como las arras <strong>de</strong> la eternidad bienaventurada;<br />

que las cruces son el contrapeso <strong>de</strong> las pasiones,<br />

el remedio eficaz contra las hinchazones <strong>de</strong>l corazón y las<br />

enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l espirilu; que todas tienen su precio, y<br />

que las aflicciones presentes, como dice san P«blo, que no<br />

duran mas que un momento, y que son tan lijeras, nos<br />

producen un peso cierno <strong>de</strong> gloria, en un alto grado <strong>de</strong><br />

escelencia, y mas allá do toda medida? lió aquí lo que el<br />

Salvador <strong>de</strong>l mundo nos propone como un objeto digno <strong>de</strong><br />

MIERCOLES SEGUNDO<br />

nueslra estima y <strong>de</strong> nuestro amor; hé aquí lo que lodo<br />

cuanto ha habido <strong>de</strong> sabio y <strong>de</strong> virtuoso entre los fieles ha<br />

buscado con empefio; hé aquí lo que toda la iglesia, lo<br />

que Dios mismo eslima, honra y recompensa tan liberalmente,<br />

en los fieles. ¿Sonménos preciosas lascruces, porque<br />

sean <strong>de</strong>sagradables á los sentidos? ¡Ah! se <strong>de</strong>sea un<br />

remedio, por mas amargo que sea, y se compra muy caro<br />

cuando nos persuadimos que él <strong>de</strong>be prolongarnos algunos<br />

dias esla vida; la esperanza <strong>de</strong> ganar alguna cosa, el <strong>de</strong>seo<br />

<strong>de</strong> tener un empleo, inducen á aceptar, á hacer que se<br />

<strong>de</strong>seen hasta los peligros <strong>de</strong> los viajes por el mar, hasta<br />

los penosos trabnjos <strong>de</strong> la guerra. El cielo es siempre el<br />

premio seguro <strong>de</strong> las aflicciones sufridas con un corazón<br />

cristiano; el mismo Dios quiere ser la recompensa. No hay<br />

otro camino para ir al cielo, ellas son el patrimonio délos<br />

elegidos <strong>de</strong> Dios; en las enfermeda<strong>de</strong>s y en las adversida<strong>de</strong>s<br />

es propiamenle en don<strong>de</strong> un Ama<strong>de</strong>o y lodos lossantos<br />

han fabricado sus coronas. ¿Y no tendrán jamás las<br />

cruces un atractivo para mí? ¿Las he <strong>de</strong> mirar siempre<br />

con disgusto? ¿Y por qué título esperaré entonces una recompensa<br />

eterna?<br />

Pwrro SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra que en las cruces suce<strong>de</strong><br />

como en los árboles, cuyos frulos son do un guslo esquisilo,<br />

aunque la corteza <strong>de</strong>l árbol sea áspera y escabrosa.<br />

No es cierto que solo se encuentre amargura en el llanto;<br />

no todas las lágrimas son amargas. Si los dichosos <strong>de</strong>l siglo<br />

tienen cruces invisibles, ¿por qué no habrá alegrías interiores<br />

mucho mas dulces que las que hacen tanto ruido?<br />

Las dulzuras espirituales no son las ménos esqnisitas. El<br />

corazón solo es el asiento <strong>de</strong>l regocijo. Es preciso que la<br />

serenidad y la calma reinen en el alma para hacerla dichosa;<br />

las acusaciones ó las alarmas <strong>de</strong> la conciencia turban<br />

siempre las fiestas <strong>de</strong> los dichosos <strong>de</strong>l siglo: su felicidad,<br />

hablando con propiedad, no consiste mas que en aturdirse,<br />

y <strong>de</strong> aquí proce<strong>de</strong> que en las prosperida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> esta vida no<br />

se halla mas que una falsa alegría. Las almas verda<strong>de</strong>ramenle<br />

cristianas gustan <strong>de</strong> regocijo lleno y tranquilo, do.<br />

una dulzura pura y <strong>de</strong>liciosa en sus cruces, i Cuan diilce es<br />

el estar seguros <strong>de</strong> que se marcha por el camino <strong>de</strong>l cielo!<br />

¡Cuán dulce el encontrar en su suerte y en su estado lo<br />

que hace el carácter <strong>de</strong> los pre<strong>de</strong>stinados, lo que ha sido<br />

y es todavía el objeto <strong>de</strong> las ansias <strong>de</strong> los mayores sanios!<br />

ICuan dulce el nú gloriarse sino en la cruz <strong>de</strong> Jesncris!o ;<br />

dulzura que se hace senlir en el fondo <strong>de</strong>l corazón mientras<br />

dura la vida , que se aumenta siempre en la muerle, y<br />

que se eslien<strong>de</strong> aun bástala eternidad!Imaginad un motivo<br />

<strong>de</strong> consuelo mas real, ni mas sólido.<br />

Las aflicciones son amargas es verdad , y las aguas <strong>de</strong><br />

Mará lo eran también, antes que Moisés arrojase enellrsel<br />

ma<strong>de</strong>ro que Dios le moslró (Exod. 15 ); pero por la viriud<br />

do aquel ma<strong>de</strong>ro misterioso , aquellas aguas amargas se<br />

convirtieron en <strong>de</strong>liciosas para beber. Sabe Dios muy bien<br />

el secreto <strong>de</strong> endulzar las cruces. Antes <strong>de</strong> la muerle <strong>de</strong><br />

Jesucristo so <strong>de</strong>cia: Maldito todo hombre que es clavado en<br />

una cruz; pero <strong>de</strong>spués que Jesucristo ha querido ser clavado<br />

en ella, nos ha librado <strong>de</strong> la maldición, y ha dado á<br />

cslo tronco una virlud maravillosa.<br />

De este principio han nacido los ardientes <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> sufrir<br />

que se admiran en" lodos los santos. De esta fuente<br />

proce<strong>de</strong>n los torrentes <strong>de</strong> <strong>de</strong>licias interiores , superiores á<br />

lodo sentido , y que inundan todas las almas punlicadas<br />

por los sufiimicnlos. ¡ Ah, Dios mió! ¡ cuán poco eslimado

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