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Wpil Jesús dicen ad turbas<br />
<strong>de</strong> Joanne: Quid exislis Mi<br />
<strong>de</strong>serlum vi<strong>de</strong>re? arundinem<br />
Ve^o ar¡Ualam? Sed quid<br />
txtstis vi<strong>de</strong>re? hominem mol-<br />
^us veslitwn? Ecce qui mol-<br />
Ubus vestiunlur, in domibas<br />
regum smi. Spd quid erisiis<br />
ü<strong>de</strong>re? Pvophelam? Eliam<br />
•ÍOQ vobis, el plus quam pro~<br />
pheiam. ¡lie est enim, <strong>de</strong> qm<br />
teriptum est: Ecce ego millo<br />
Angclum meum ante faciem<br />
tuam, qui prwparabil viam<br />
tuam anle te.<br />
MlíBITACION.<br />
es feliz aquel quo no se escandalizare<br />
<strong>de</strong> mí. Cuando<br />
los discípulos se iban, Jesús<br />
se puso á hablar <strong>de</strong> Juan, y<br />
dijo al pueblo: ¿ Qué habéis<br />
ido á ver al <strong>de</strong>sierto? ¿una<br />
caña que agita ei viento?<br />
¿pero qué es lo que habeií<br />
idoá ver? ¿un hombre vestido<br />
blandainento? Mas los<br />
que están vestidos <strong>de</strong> este<br />
modo habitan en las casas<br />
<strong>de</strong> los príncipes.Y bien, ¿qué<br />
es lo que habéis ido á ver?<br />
¿Un profeta? Sí, en verdad,<br />
yo os lo digo, y mas que<br />
profeta. Porque <strong>de</strong> él es <strong>de</strong><br />
quien está escrito: lié aquí<br />
que yo envió <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> tí<br />
mi Ángel, el cual te preparará<br />
el camino.<br />
De la vida blanda.<br />
Pc?rro PRIMERO.—Consi<strong>de</strong>ra que la vida blanda es una<br />
vida floja, afeminada, perezosa, sensual, voluptuosa, esto<br />
es lo que se llama comunmente una vida placentera; ¿y<br />
pue<strong>de</strong> semejante vida llamarse cristiana? Es una vida <strong>de</strong>pendiente<br />
délos sentidos, que tiene las pasiones por guia,<br />
el propio humor por regla; vida á la que el amor propio<br />
niantiene, y que á su vez mantiene ella al amor propio,<br />
cuyo ejercicio es la ociosidad, cuyos dias son lodos vacíos:<br />
juzgad, pues, cuál <strong>de</strong>be ser su término y su suerte. El alma,<br />
relajada por su pereza y porsu incuria en el servicio <strong>de</strong><br />
Dios, enflaquecida por un número infinito <strong>de</strong> infi<strong>de</strong>lida<strong>de</strong>s<br />
y <strong>de</strong> recaídas, no tiene mas que una fé lánguida y medio<br />
estinguida, y ya-no hay nada que la mueva mas que el<br />
placer. Disgustada <strong>de</strong> las prácticas mas ordinarias <strong>de</strong> piedad,<br />
y cuasi <strong>de</strong> todos los ejercicios <strong>de</strong> religión, apenas se<br />
presta á ellos sino por bien parecer. El yugo <strong>de</strong>l Señor le<br />
parece amargo y su ley una carga insoportable; ella no<br />
gusta mas que <strong>de</strong> las máximas <strong>de</strong>l mundo; las alegrías,<br />
diversiones y las fiestas mundanas <strong>de</strong>spiertan toda su vivacidad,<br />
y no se pone en movimiento mas que para procurarse<br />
el placer: fuera <strong>de</strong> esto, ella se consume en una<br />
lastimosa inacción y en un sueño letárgico. Representaos<br />
una persona que lleva una vida blanda; esclava <strong>de</strong> los senados<br />
y <strong>de</strong> sus pasiones, se dispensa sin dificultad <strong>de</strong> cuasi<br />
'odas las leyes <strong>de</strong> la Iglesia. Está <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong>licada para<br />
observar los ayunos mas sagrados. ¡ Qué do protestos para<br />
"•spensarse <strong>de</strong> la abstinencia! Enferma hasta mover á<br />
compasión cuando se la habla <strong>de</strong> penitencia, <strong>de</strong> mortificaron,<br />
<strong>de</strong> regularidad; robusta hasta sobrepujar al mas vigoroso<br />
cuando se traía <strong>de</strong> un foslin mundano. La mas corla<br />
lectura <strong>de</strong> un libro <strong>de</strong> piedad cansa sus ojos y los fatiga; lo<br />
íue no la incomoda , lo que la conviene, lo que la recrea<br />
esia lectura <strong>de</strong> algunas historietas, algunas poesías chistosas,<br />
y todo lo que se llama vanos entretenimientos, frivolida<strong>de</strong>s,<br />
pérdida <strong>de</strong> tiempo. En este infeliz estado nada<br />
Ja interesa mas que su placer. Insensible á las verda<strong>de</strong>s<br />
'"as terribles y mas espantosas <strong>de</strong> la religión, vive fucrlc-<br />
TOMO IV.<br />
DE ADVIENTO.<br />
W<br />
mente apoltronada en una especie <strong>de</strong> letargo. A la ceguedad<br />
<strong>de</strong>l entendimiento sigue <strong>de</strong> cerca la insensibilidad <strong>de</strong>l<br />
corazón. A la indolente ociosidad suce<strong>de</strong> una ignorancia<br />
crasa; en fin, llega á <strong>de</strong>sconocer sus <strong>de</strong>beres mas esenciales<br />
á fuerza <strong>de</strong> <strong>de</strong>scuidarlos. ¿Pue<strong>de</strong> darse un estado mas<br />
infeliz ni mas lamentable que el <strong>de</strong> una persona que lleva<br />
una vida blanda? Y lo que hace todavía mas funesto este<br />
estado es la eslrema dificultad que ofrece para la conversión.<br />
<strong>Los</strong> mas malvados, los pecadores mas endurecidos,<br />
los mas insignes libertinos, se les ve alguna vez rendirse<br />
á las ejecutivas solicitaciones <strong>de</strong> la gracia; ¿se ve acaso<br />
que se conviertan muchos <strong>de</strong> los que llevan una vida<br />
blanda?<br />
Pimo SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra que don<strong>de</strong> ciertamente reina<br />
la vida blanda es en las casas <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> los dichosos<br />
<strong>de</strong>l siglo, en la córle y entre las gentes acomodadas.<br />
¿Y no se <strong>de</strong>ja ver también alguna vez al través dolos vestidos<br />
groseros y mo<strong>de</strong>stos? ¿no penetra hasta en las comunida<strong>de</strong>s<br />
mas santas? ¿no se familiariza con una aparente<br />
virtud <strong>de</strong> que se hace ostentación? ¿no se encuentra bajo<br />
un aire <strong>de</strong>voto y recogido? Como la sensualidad y el amor<br />
propio saben <strong>de</strong>slizarse con <strong>de</strong>streza en todas partes, la<br />
vida blanda, que es su obra y su primer fruto, se hace lugar<br />
en todas partes. ¡ Cuántas gentes se ven que bajo una<br />
máscara <strong>de</strong> piedad llevan una vida blanda, sensual, ociosa,<br />
y á las que parece que su pretendida <strong>de</strong>voción les da<br />
<strong>de</strong>recho para vivir en la molicie y en la ociosidad! Devotos<br />
<strong>de</strong> reputación, solo aprecian las alabanzas que se dan á la<br />
morlilicacion y á la penitencia. Su afición no es mas que á<br />
la vida dulce y tranquila, y preten<strong>de</strong>n no haber nacido mas<br />
que para el reposo. La palabra sensualidad les escandaliza<br />
; pero son sensuales frecuentemente hasta la démasia:<br />
el pretesto <strong>de</strong> una salud necesaria, en su concepto, para la<br />
gloria <strong>de</strong> Dios les.asegura, y el artificio <strong>de</strong> su amor propio<br />
es tan ingenioso que muchas veces se lisonjean <strong>de</strong> que lo<br />
dan todo á Dios, cuando nada se niegan á sí mismos. De<br />
aquí aquella continua atención sobre todo lo que pue<strong>de</strong><br />
acomodarles ó <strong>de</strong>sagradarles. De aquí aquella <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za estremada<br />
sobre todo lo que imaginan que se les <strong>de</strong>be. Aquella<br />
reserva estudiada para mo<strong>de</strong>rar el trabajo, midiéndolo<br />
siempre por su amor propio ; <strong>de</strong> aquí, en fin, aquella vida<br />
<strong>de</strong>l todo sensual, holgazana , inmortificada y aun enfadosa,<br />
que tanto agravio hace á la verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>voción, y que<br />
sirve <strong>de</strong> prclesfo á los libertinos para <strong>de</strong>cir que los <strong>de</strong>volos<br />
son los mas <strong>de</strong>licados , los mas orgullosos , los mas ociosos,<br />
los mas molestos, los ménos tratables. Jamás fué cristiana<br />
la vida blanda. ¿Cómo , pues , se atreverla nadie; á<br />
llamar <strong>de</strong>votos á los que viven en la molicie y en una sensualidad<br />
disfrazada? La ilusión es todavía mucho ménos<br />
perdonable cuando la molicie se encubre con la austeridad<br />
<strong>de</strong> la vida y cuando penetra hasta en el <strong>de</strong>sierto. El<br />
estado religioso no pone al abrigo <strong>de</strong>l contagio. El amor<br />
propio nos acompaña hasta el claustro, y á pesar <strong>de</strong>l rigor<br />
<strong>de</strong>l instituto, sin embargo <strong>de</strong> la santidad <strong>de</strong> la profesión,<br />
no obstante la severidad <strong>de</strong> las reglas, posee el secreto <strong>de</strong><br />
in<strong>de</strong>mnizarse <strong>de</strong> la sujeción forzada y <strong>de</strong> la regularidad.<br />
Se sirve <strong>de</strong> la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong>l temperamento, <strong>de</strong> la prerogativa<br />
<strong>de</strong> los empleos, <strong>de</strong>l rango, <strong>de</strong>l nombre, <strong>de</strong> la edad<br />
misma, para insinuar la molicie ; y alguna vez , ya por<br />
zelo fingido, ya por <strong>de</strong>streza, en lugar <strong>de</strong> una vida laboriosa,<br />
mortificada y penitente, forma una vida blanda y ociosa<br />
que una indulgencia forzada tolera, pero que Dios cou-<br />
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