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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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Wpil Jesús dicen ad turbas<br />

<strong>de</strong> Joanne: Quid exislis Mi<br />

<strong>de</strong>serlum vi<strong>de</strong>re? arundinem<br />

Ve^o ar¡Ualam? Sed quid<br />

txtstis vi<strong>de</strong>re? hominem mol-<br />

^us veslitwn? Ecce qui mol-<br />

Ubus vestiunlur, in domibas<br />

regum smi. Spd quid erisiis<br />

ü<strong>de</strong>re? Pvophelam? Eliam<br />

•ÍOQ vobis, el plus quam pro~<br />

pheiam. ¡lie est enim, <strong>de</strong> qm<br />

teriptum est: Ecce ego millo<br />

Angclum meum ante faciem<br />

tuam, qui prwparabil viam<br />

tuam anle te.<br />

MlíBITACION.<br />

es feliz aquel quo no se escandalizare<br />

<strong>de</strong> mí. Cuando<br />

los discípulos se iban, Jesús<br />

se puso á hablar <strong>de</strong> Juan, y<br />

dijo al pueblo: ¿ Qué habéis<br />

ido á ver al <strong>de</strong>sierto? ¿una<br />

caña que agita ei viento?<br />

¿pero qué es lo que habeií<br />

idoá ver? ¿un hombre vestido<br />

blandainento? Mas los<br />

que están vestidos <strong>de</strong> este<br />

modo habitan en las casas<br />

<strong>de</strong> los príncipes.Y bien, ¿qué<br />

es lo que habéis ido á ver?<br />

¿Un profeta? Sí, en verdad,<br />

yo os lo digo, y mas que<br />

profeta. Porque <strong>de</strong> él es <strong>de</strong><br />

quien está escrito: lié aquí<br />

que yo envió <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> tí<br />

mi Ángel, el cual te preparará<br />

el camino.<br />

De la vida blanda.<br />

Pc?rro PRIMERO.—Consi<strong>de</strong>ra que la vida blanda es una<br />

vida floja, afeminada, perezosa, sensual, voluptuosa, esto<br />

es lo que se llama comunmente una vida placentera; ¿y<br />

pue<strong>de</strong> semejante vida llamarse cristiana? Es una vida <strong>de</strong>pendiente<br />

délos sentidos, que tiene las pasiones por guia,<br />

el propio humor por regla; vida á la que el amor propio<br />

niantiene, y que á su vez mantiene ella al amor propio,<br />

cuyo ejercicio es la ociosidad, cuyos dias son lodos vacíos:<br />

juzgad, pues, cuál <strong>de</strong>be ser su término y su suerte. El alma,<br />

relajada por su pereza y porsu incuria en el servicio <strong>de</strong><br />

Dios, enflaquecida por un número infinito <strong>de</strong> infi<strong>de</strong>lida<strong>de</strong>s<br />

y <strong>de</strong> recaídas, no tiene mas que una fé lánguida y medio<br />

estinguida, y ya-no hay nada que la mueva mas que el<br />

placer. Disgustada <strong>de</strong> las prácticas mas ordinarias <strong>de</strong> piedad,<br />

y cuasi <strong>de</strong> todos los ejercicios <strong>de</strong> religión, apenas se<br />

presta á ellos sino por bien parecer. El yugo <strong>de</strong>l Señor le<br />

parece amargo y su ley una carga insoportable; ella no<br />

gusta mas que <strong>de</strong> las máximas <strong>de</strong>l mundo; las alegrías,<br />

diversiones y las fiestas mundanas <strong>de</strong>spiertan toda su vivacidad,<br />

y no se pone en movimiento mas que para procurarse<br />

el placer: fuera <strong>de</strong> esto, ella se consume en una<br />

lastimosa inacción y en un sueño letárgico. Representaos<br />

una persona que lleva una vida blanda; esclava <strong>de</strong> los senados<br />

y <strong>de</strong> sus pasiones, se dispensa sin dificultad <strong>de</strong> cuasi<br />

'odas las leyes <strong>de</strong> la Iglesia. Está <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong>licada para<br />

observar los ayunos mas sagrados. ¡ Qué do protestos para<br />

"•spensarse <strong>de</strong> la abstinencia! Enferma hasta mover á<br />

compasión cuando se la habla <strong>de</strong> penitencia, <strong>de</strong> mortificaron,<br />

<strong>de</strong> regularidad; robusta hasta sobrepujar al mas vigoroso<br />

cuando se traía <strong>de</strong> un foslin mundano. La mas corla<br />

lectura <strong>de</strong> un libro <strong>de</strong> piedad cansa sus ojos y los fatiga; lo<br />

íue no la incomoda , lo que la conviene, lo que la recrea<br />

esia lectura <strong>de</strong> algunas historietas, algunas poesías chistosas,<br />

y todo lo que se llama vanos entretenimientos, frivolida<strong>de</strong>s,<br />

pérdida <strong>de</strong> tiempo. En este infeliz estado nada<br />

Ja interesa mas que su placer. Insensible á las verda<strong>de</strong>s<br />

'"as terribles y mas espantosas <strong>de</strong> la religión, vive fucrlc-<br />

TOMO IV.<br />

DE ADVIENTO.<br />

W<br />

mente apoltronada en una especie <strong>de</strong> letargo. A la ceguedad<br />

<strong>de</strong>l entendimiento sigue <strong>de</strong> cerca la insensibilidad <strong>de</strong>l<br />

corazón. A la indolente ociosidad suce<strong>de</strong> una ignorancia<br />

crasa; en fin, llega á <strong>de</strong>sconocer sus <strong>de</strong>beres mas esenciales<br />

á fuerza <strong>de</strong> <strong>de</strong>scuidarlos. ¿Pue<strong>de</strong> darse un estado mas<br />

infeliz ni mas lamentable que el <strong>de</strong> una persona que lleva<br />

una vida blanda? Y lo que hace todavía mas funesto este<br />

estado es la eslrema dificultad que ofrece para la conversión.<br />

<strong>Los</strong> mas malvados, los pecadores mas endurecidos,<br />

los mas insignes libertinos, se les ve alguna vez rendirse<br />

á las ejecutivas solicitaciones <strong>de</strong> la gracia; ¿se ve acaso<br />

que se conviertan muchos <strong>de</strong> los que llevan una vida<br />

blanda?<br />

Pimo SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra que don<strong>de</strong> ciertamente reina<br />

la vida blanda es en las casas <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> los dichosos<br />

<strong>de</strong>l siglo, en la córle y entre las gentes acomodadas.<br />

¿Y no se <strong>de</strong>ja ver también alguna vez al través dolos vestidos<br />

groseros y mo<strong>de</strong>stos? ¿no penetra hasta en las comunida<strong>de</strong>s<br />

mas santas? ¿no se familiariza con una aparente<br />

virtud <strong>de</strong> que se hace ostentación? ¿no se encuentra bajo<br />

un aire <strong>de</strong>voto y recogido? Como la sensualidad y el amor<br />

propio saben <strong>de</strong>slizarse con <strong>de</strong>streza en todas partes, la<br />

vida blanda, que es su obra y su primer fruto, se hace lugar<br />

en todas partes. ¡ Cuántas gentes se ven que bajo una<br />

máscara <strong>de</strong> piedad llevan una vida blanda, sensual, ociosa,<br />

y á las que parece que su pretendida <strong>de</strong>voción les da<br />

<strong>de</strong>recho para vivir en la molicie y en la ociosidad! Devotos<br />

<strong>de</strong> reputación, solo aprecian las alabanzas que se dan á la<br />

morlilicacion y á la penitencia. Su afición no es mas que á<br />

la vida dulce y tranquila, y preten<strong>de</strong>n no haber nacido mas<br />

que para el reposo. La palabra sensualidad les escandaliza<br />

; pero son sensuales frecuentemente hasta la démasia:<br />

el pretesto <strong>de</strong> una salud necesaria, en su concepto, para la<br />

gloria <strong>de</strong> Dios les.asegura, y el artificio <strong>de</strong> su amor propio<br />

es tan ingenioso que muchas veces se lisonjean <strong>de</strong> que lo<br />

dan todo á Dios, cuando nada se niegan á sí mismos. De<br />

aquí aquella continua atención sobre todo lo que pue<strong>de</strong><br />

acomodarles ó <strong>de</strong>sagradarles. De aquí aquella <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za estremada<br />

sobre todo lo que imaginan que se les <strong>de</strong>be. Aquella<br />

reserva estudiada para mo<strong>de</strong>rar el trabajo, midiéndolo<br />

siempre por su amor propio ; <strong>de</strong> aquí, en fin, aquella vida<br />

<strong>de</strong>l todo sensual, holgazana , inmortificada y aun enfadosa,<br />

que tanto agravio hace á la verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>voción, y que<br />

sirve <strong>de</strong> prclesfo á los libertinos para <strong>de</strong>cir que los <strong>de</strong>volos<br />

son los mas <strong>de</strong>licados , los mas orgullosos , los mas ociosos,<br />

los mas molestos, los ménos tratables. Jamás fué cristiana<br />

la vida blanda. ¿Cómo , pues , se atreverla nadie; á<br />

llamar <strong>de</strong>votos á los que viven en la molicie y en una sensualidad<br />

disfrazada? La ilusión es todavía mucho ménos<br />

perdonable cuando la molicie se encubre con la austeridad<br />

<strong>de</strong> la vida y cuando penetra hasta en el <strong>de</strong>sierto. El<br />

estado religioso no pone al abrigo <strong>de</strong>l contagio. El amor<br />

propio nos acompaña hasta el claustro, y á pesar <strong>de</strong>l rigor<br />

<strong>de</strong>l instituto, sin embargo <strong>de</strong> la santidad <strong>de</strong> la profesión,<br />

no obstante la severidad <strong>de</strong> las reglas, posee el secreto <strong>de</strong><br />

in<strong>de</strong>mnizarse <strong>de</strong> la sujeción forzada y <strong>de</strong> la regularidad.<br />

Se sirve <strong>de</strong> la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong>l temperamento, <strong>de</strong> la prerogativa<br />

<strong>de</strong> los empleos, <strong>de</strong>l rango, <strong>de</strong>l nombre, <strong>de</strong> la edad<br />

misma, para insinuar la molicie ; y alguna vez , ya por<br />

zelo fingido, ya por <strong>de</strong>streza, en lugar <strong>de</strong> una vida laboriosa,<br />

mortificada y penitente, forma una vida blanda y ociosa<br />

que una indulgencia forzada tolera, pero que Dios cou-<br />

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