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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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un asunto semejante entre las instrucciones que san Pablo<br />

da á los Tosalonicenses en la misma carta para enseñar á<br />

los Goles á vivir sanlamenle en el mundo, y ailelantarse<br />

en los caminos <strong>de</strong> la perfección. Os suplicamos, dice el<br />

Apóslol, y os conjuramos por el amor <strong>de</strong> Jesucristo, que<br />

marclieis sin cesar ni allojar en lo mas mínimo por los<br />

caminos <strong>de</strong> Dios, y en la exacta observancia <strong>de</strong> sus<br />

mandamienlos, para que así le agradéis siempre como os<br />

Id Ijemos ensenado. No basta haber comenzado bien, es<br />

preciso perseverar y a<strong>de</strong>lantar mas cada dia. Vosotros sabéis<br />

cuáles son los preceptos que os hemos intimado do<br />

parle <strong>de</strong> Dios, y loque él espera <strong>de</strong> vuestra fi<strong>de</strong>lidad en<br />

su servicio. ¡ Qué verdad mas consoladora y mas á propósito<br />

para aniüKir vucslro zelo h;icia vuestra perfección, que<br />

saber que nada <strong>de</strong>sea Dios tanto como vuestra santificación<br />

I No hay uno entre vosotros al cual no llarne Diosa la<br />

santidad. Tal fué su <strong>de</strong>signio cuando os llamó á su servicio;<br />

y por esto el divino Salvador exhorta en tantos parajes<br />

á todos los cristianos á que vivan do una manera tan<br />

pura, lan santa, tan irreprensible, <strong>de</strong> una manera, en suma,<br />

digna <strong>de</strong> su vocación. Absteneos <strong>de</strong> toda impureza: la<br />

menor culpa contra esta <strong>de</strong>licada virtud mancilla el alma y<br />

hace horrible á los ojjos <strong>de</strong> Dios. Acordaos, continúa,<br />

que vuestros cuerpos son los templos <strong>de</strong>l Espíritu Santo;<br />

no los profanéis con la mas pequeña mancha. Un cristiano<br />

<strong>de</strong>be tener una especie <strong>de</strong> veneración y <strong>de</strong> respeto á su<br />

cuerpo como miembro que es <strong>de</strong> Jesucristo. ¿No sabéis,<br />

dice el mismo Apóstol á los <strong>de</strong> Corinio (1. Cor. C), que<br />

vues'ros cuerpos son miembros <strong>de</strong> Jesucristo? ¿Ignoráis<br />

^ue vosotros mismos sois templo <strong>de</strong> Dios, y que el Espíritu<br />

<strong>de</strong> Dios habita cu vosotros? (1. Cor. 3.) ¡Qué crimen el<br />

O rejarle <strong>de</strong> él por una profanación sacrilega ! No sigáis<br />

e' ejemplo <strong>de</strong> los paganos que no tienen mas regla para<br />

obrar que sus pasiones, <strong>de</strong> las cuales son esclavos. Nadie<br />

U:5e <strong>de</strong> violencia ni <strong>de</strong> superchería con respecto á su her-<br />

•nano, en cualquiera negocio que sea, y cualquií'i a qim<br />

la razón para ello, porque dice : El Señor es á quien<br />

loca la venganza <strong>de</strong> estas cosas. La rectitud y la buena fé<br />

<strong>de</strong>ben formar en parte el carácter <strong>de</strong> los cristianos. ¿Qué<br />

Sc gana con el disimulo y los artificios? <strong>Los</strong> hombres que<br />

"o ven el corazón pue<strong>de</strong>n ser sorprendidos por las apar,encias;<br />

pero Dios penetra el fondo <strong>de</strong>l corazón (Psalm. 1.),<br />

^ubre lodos nuestros artificios. (1. Reg. IT.) Dios no<br />

f,0s ha llamado para que seamos impúdicos,, sino para que<br />

Ruemos á ser santos. ¡ Qué glorioso es para nosotros<br />

m finj<br />

Gomo el Evangelio <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> este dia es el mismo<br />

'jue el <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l prece<strong>de</strong>nte, no se repite aquí la historia<br />

e 'a trasfiguracion <strong>de</strong>l Salvador <strong>de</strong>l mundo, contenlándos<br />

con añadir algunas reílexiones sobre este misterio.<br />

s« entien<strong>de</strong> por la trasíiguracion <strong>de</strong>l Salvador aquella<br />

pación milagrosa que obró. Jesucristo sobre su cuerpo,<br />

j Pj'usencia <strong>de</strong> san Pedro, <strong>de</strong> Santiago y <strong>de</strong> san Juan so-<br />

$ la montaña <strong>de</strong>l Tabor, en don<strong>de</strong> apareció con el es-<br />

U|'h' illaute <strong>de</strong> su gloria, en medio <strong>de</strong> Moisés y <strong>de</strong><br />

1'' -7 Cün quienes conversó algún tiempo acerca <strong>de</strong> la ig-<br />

^minia <strong>de</strong> su imierle. La gloria <strong>de</strong> que gozaba el alma <strong>de</strong><br />

bía ^ ^-s<strong>de</strong> el primer instante <strong>de</strong> su encarnación <strong>de</strong>eot<br />

|nalui"a'!|leilt»í pasar á su cuerpo, y solo un milagro<br />

'rod'"'!0 lc'1'a susPe"dida y como retenida esta gloria <strong>de</strong>nso<br />

{.ü SU a'míl' IWa (lue no apareciese nada <strong>de</strong> ella sobre<br />

"erpo dm-anle lodo el curso <strong>de</strong> su vida mortal. El fin<br />

Dfi CUARESMA. 129<br />

que se había propuesto en su encarnación, y la elección<br />

que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad habia hecho <strong>de</strong> res3atar á los hombres<br />

por las humillaciones <strong>de</strong> su pasión, y por la ignomi-<br />

Liia <strong>de</strong> la cruz, exigian osle milagro. Si durante su vida<br />

hubiese resaltado esta gloria en su cuerpo, ¿so hubiera<br />

jamás pensado en maltratarle? ¿se hubieran nunca atrevido<br />

á crucificar al Señor <strong>de</strong> la gloria? Jesucristo sobre la<br />

montaña en el dia <strong>de</strong> su trasfiguracion hizo que cesasepor<br />

algunos momentos este milagro. Dejó salir sobre su cuerpo<br />

algunos rayos <strong>de</strong> aquella gloria <strong>de</strong> que su alma gozaba.<br />

Su rostro y lodo su cuerpo apareció entonces mas respland<br />

Tiente que el sol, y sus vestidos mas brillantes y mas<br />

blancos que la nieve. El brillo (pie salia do lodo su cuerpo<br />

era tan eslraordinario que <strong>de</strong>slumbrados los apóstoles, y<br />

no pudiéndolo sufrir con sus ojos, se echaron á (ierra con<br />

el rostro contra el suelo. Parcela haber caido el sol sobre<br />

la cima <strong>de</strong> aquella montaña, y si esto hubiese sucedido en<br />

la noche mas oscura, el esplendor <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong> Jesuc risto<br />

|a hubiera convertido en el dia mas brillante. La trasfiguracion<br />

<strong>de</strong>l Salvador fué como un preludio <strong>de</strong> la gloria con<br />

que poco tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>bia ser glorificado, y el testimonio<br />

que dióen este dia el Padre Eterno déla divinidad<br />

<strong>de</strong> su Dijo, en quien <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad tenia sus mascaras<br />

<strong>de</strong>licias, hace esle misterio uno <strong>de</strong>Jos mas interesantes y<br />

<strong>de</strong> los mas instructivos <strong>de</strong> la religión cristiana.<br />

Santo Tomás prueba que era conveniente que Jesucristo<br />

se transfigurase para hacer así mas incontrastables la fé<br />

y la esperanza délos apóstoles. La una y la otra <strong>de</strong>bían<br />

verse espuestas á pruebas eslrañas á vista <strong>de</strong> los oprobios,<br />

<strong>de</strong> los sufrimientos y déla muerte ignominiosa <strong>de</strong>l Salvador.<br />

<strong>Los</strong> apóstoles antes <strong>de</strong> la venida <strong>de</strong>l Espíritu Santo<br />

no lenian mas que una ¡<strong>de</strong>a grosera <strong>de</strong> ¡a religión. Su fé<br />

era muy imperfecta, y su-esperanza muy débil. <strong>Los</strong> milagros<br />

que hacia el Hijo <strong>de</strong> Dios eran un motivo po<strong>de</strong>roso<br />

<strong>de</strong> credibilidad ; [icro al fin, un Moisés, un Elias, y tantos<br />

otros profetas sin ser Dios, habían hecho milagros semejantes<br />

; era necesario alguna cosa mas estraordinaria que<br />

fuese una prueba visible <strong>de</strong> su divinidad , y que les diese<br />

una i<strong>de</strong>a mas justa <strong>de</strong> la felicidad eterna que <strong>de</strong>bía ser su<br />

recompensa ; y esto es lo que se halla sensiblemente en<br />

la transfiguración.<strong>de</strong>l Salvador.<br />

Jesucristo llevó consigo á san Pedro, dice san Juan Damasceno,<br />

porque <strong>de</strong>bía ser el pastor <strong>de</strong> la Iglesia universal<br />

; y porque habia ya confesado la divinidad <strong>de</strong>l Salvador,<br />

dócil á las luces que bahía recibido <strong>de</strong>l Eterno Padre.<br />

Llevó á Santiago , porque <strong>de</strong>bía ser e! primero entre los<br />

apóstoles que firmaría con su sangre la divinidad <strong>de</strong> su divino<br />

Maestro ; en fin , llevó á san Juan como el que entre<br />

sus evangelistas (íebia publicar <strong>de</strong> una manera mas clara<br />

y mas precisa su divinidad. El Verbo, dice alcom5nzar 511<br />

Evangelio, era ya en el principio; el Verbo estaba en Dios,<br />

y el Verbo era Dios. Mas si Jesucristo les h ice testigos <strong>de</strong><br />

sugloria en el Tabor, quiereque también lesean <strong>de</strong> su agonía<br />

en el huerto <strong>de</strong> los Olivos. El Salvador no da parte <strong>de</strong><br />

sus dulzuras sino á aquellos que teman pai te en las amarguras<br />

<strong>de</strong> su pasión.<br />

Separadamente, y sobre una montaña muy elevada,<br />

hace Jesucristo á los discípulos testigos <strong>de</strong> su transligüracion.<br />

Así es como se <strong>de</strong>scubre aun todos los días á las al ­<br />

mas fieles que atrae al retiro, y que por medio <strong>de</strong> la (.ración<br />

se elevan sobre los objetos criados. Aquellas aliñas<br />

flojas que toda su vida andan arrastrando por la tierra,<br />

TOMO IV.<br />

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