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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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po<strong>de</strong>r noticnelímilosyquc su realida<strong>de</strong>s infinita,<strong>de</strong> modo,<br />

que es preciso necesariamente que nuestra fé y nuestra<br />

confianza le obliguen á oirnos. Rogar á Dios, es ejercitarse<br />

en un acto <strong>de</strong> religión, por el cual se le hace el<br />

honor mas ^gran<strong>de</strong>, por <strong>de</strong>cirlo así, que pue<strong>de</strong> recibir <strong>de</strong><br />

una criatura; es r endir á la gran<strong>de</strong>za y á la bondad <strong>de</strong> su<br />

ser el testimonio mas ventajoso ijue somos capaces <strong>de</strong> darle,<br />

y hé aquí el origen verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la eficacia <strong>de</strong> la oración.<br />

Por esto es comparada al sacrificio, por el cual se<br />

reconoce la soberana majestad, la gran<strong>de</strong>za inmensa, la<br />

bondad infinita y la omnipotencia <strong>de</strong> Dios. Comprendamos<br />

bien la virtud, la dignidad y el mérito <strong>de</strong> este acto <strong>de</strong> religión.<br />

Pero ¿en qué consiste que no son oidas todas nuestras<br />

oraciones? Esto consiste en que oramos mal, en que<br />

ui aun pensamos en que estamos orando. Porque, ¿cuál<br />

os el hombre tan poco religioso que mientras está hablando<br />

con Dios, se atreviese á hablarle con tan poco respeto,<br />

con tan poca atención, <strong>de</strong> un modo aun tan in<strong>de</strong>cente, como<br />

lo hacemos nosotros? La oración no solo es la prueba<br />

<strong>de</strong> nuestra confianza, es también la prueba <strong>de</strong> nuestra fé;<br />

¿qué acto, pues, <strong>de</strong> la religión <strong>de</strong>be interesarnos mas? La<br />

«ración es, en medio <strong>de</strong> tantas borrascas á que estamos<br />

espuestos, el abrigo mas seguro y el mas pronto. La oración<br />

hace igualmente inútiles las astucias y los esfuerzos<br />

<strong>de</strong>l enemigo <strong>de</strong> la salvación, y no es posible que so ore<br />

hien y que no se le venza. iQuc <strong>de</strong>sgracia para aquellos<br />

para quienes llega á ser inútil este po<strong>de</strong>roso socorro!<br />

í'ero seamos ingenuos, ¿rogando á Dios como se le ruega,<br />

Pensamos que la oración <strong>de</strong>be servirnos <strong>de</strong> un gran<strong>de</strong><br />

ausilio?<br />

1'ÜNTO SEGUNDO.— Consi<strong>de</strong>ra que si no somos oidos, es<br />

Poi'quo nosotros mismos impedimos que Dios nos oiga. Se<br />

^'faña que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo lo que el Salvador ha dicho<br />

Acerca <strong>de</strong> la infalibilidad <strong>de</strong> la oración, sean oidos tan<br />

pocos; ¿habría ménos motivo para sorpren<strong>de</strong>rse, si oran-<br />

^lan mal como lo hacemos, fuesen mas eficaces nuestras<br />

0|,aciones? No acusemos al Sefior <strong>de</strong> que restringe sus<br />

Proniesas, y <strong>de</strong> que encarece sus gracias ; nuestros moti-<br />

Vos, nuestras disposiciones, nuestra poca religión, aun en<br />

nueslras oraciones, le fuerzan, por <strong>de</strong>cirlo así, á no escucDarnos,<br />

La oración pi<strong>de</strong> un espíritu humil<strong>de</strong> y respeluo-<br />

So- ¿Se <strong>de</strong>scuida uno jamás en ór<strong>de</strong>n al respeto, cuando<br />

^ presenta una petición al príncipe? ¿Qué pretendiente<br />

vida hasta los menores <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> la urbanidad? Cuando<br />

s^ pi<strong>de</strong> á los hombres se hace uno naturalmente mo<strong>de</strong>sto,<br />

^Pellíosp, hasta culto; solo cuando se pi<strong>de</strong> á Dios nos<br />

speusanios <strong>de</strong> estos <strong>de</strong>beres esenciales. Estas posturas<br />

^ ironas y <strong>de</strong>saliñadas; esos aires vanos, inmo<strong>de</strong>stos y<br />

^<br />

P0co cristianos; esa disipaoipn, esa inatención, ese<br />

Ues^'0 ^ eSOSenfolt'OS Í'UC acompañan nuestras oraciojj<br />

' ¿SüI^ por ventura señales <strong>de</strong> un corazón humil<strong>de</strong>, re-<br />

^oioso y iicno [ic 1)¡0i.? QUC1.emos qUe d¡os<br />

escuche,<br />

oíos0*01'"08 00 008 escilc^amos ^ nosotros mismos; quercque<br />

Dios haga caso <strong>de</strong> las oraciones, <strong>de</strong> que nosotros<br />

hios1]08 00 ^ ^acenios cuanilo ';is dirigimos. Son los laun<br />

is le '10nran á D'os5 ¿l11^1 Pm'le tiene el corazón en<br />

gn ' ÜI ac'0nps que solo so recitan por rutina? Pue<strong>de</strong> asecinT^<br />

cPlc se (bce una oración, nó que se hace. La precon<br />

aCl0n C(m (!ue se ora' 'as Posturas lan Poco <strong>de</strong>centes<br />

do ,(?Ue.se eslai las distracciones que se consienten oran-<br />

• ¿mdica iodo esto un gran respeto, un gran fondo do<br />

re)<br />

SIOn» una fé viva? ¿Se atreveria uno á pasearse ó á<br />

DE CUARESMA. 119<br />

sentarse cuando se pi<strong>de</strong> una gracia á un príncipe? ¿Se<br />

atreveria uno á rogar á un hombre con la misma in<strong>de</strong>cencia<br />

con quese le ruega á Dios? Le importan poco al Señor<br />

las alabanzas que se le dan, y los votos queselebacen<br />

con un espíritu estraviado. Dios no niega nada á una oración<br />

perseverante. Quiere ser instado, importunado. ¿De<br />

qué proce<strong>de</strong>, pues, que nuestra confianza es tan (laca, sino<br />

<strong>de</strong> que nosotros somos también flojos eñ su servicio ?<br />

Nosotros le negamos todos los dias lo que él nos pi<strong>de</strong>; no<br />

po<strong>de</strong>mos por tanto tener una firme confianza, y persuadirnos<br />

que <strong>de</strong>bo conce<strong>de</strong>rnos lo que le pedimos. <strong>Los</strong> que no<br />

fallan en cuanto al respeto y á la atención en sus oraciones,<br />

pecan muchas veces en el motivo. Hay pocos que uo<br />

sean interesados y <strong>de</strong>masiado naturales, todavía menos<br />

que sean conformes' á la voluntad <strong>de</strong> aquel que na nos<br />

quiere conce<strong>de</strong>r sino lo que es útil á nuestra salvación y<br />

para su gloria. Vosotros no sabéis lo que pedís, <strong>de</strong>cia el<br />

Hijo <strong>de</strong> Dios á la madre <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong>l Z.ebe<strong>de</strong>o; ¿ y son<br />

acaso mas rectas nuestras miras, nuestras intenciones?<br />

Sean siempre cristianas nuestras oraciones, y seremos infaliblemente<br />

oídos.<br />

Esta es, Señor, la gracia que yo os pido, haced que yo<br />

sea oido.<br />

JACI]L\TOUIA.S.— Sefior, enseñadnos á orar. (San Lucas,<br />

11.)<br />

Dignaos escuchar mi oración, vos que sois mi Rey y mi<br />

Dios. (Psalm. íi.)<br />

PROPÓSITOS.<br />

1 No hay acto <strong>de</strong> religión mas ordinario que la oración,<br />

y tal vez no hay ninguno en que Dios sea ménos honrado.<br />

Todo resuena con las alabanzas <strong>de</strong>l Señor, y con los<br />

votos que so le hacen; ¿pero el corazón y el espíritu oran<br />

<strong>de</strong> concierto con los labios? Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que se recitan<br />

muchas oraciones, pero que se hacen pocas. Aun cuando<br />

no se consultase mas que el buen sentido, y la i<strong>de</strong>a que<br />

se <strong>de</strong>be tener <strong>de</strong> este santo ejercicio, ¿podría verso fi iamenle<br />

con qué distracción <strong>de</strong>l entendimiento, con qué tibieza,<br />

con qué in<strong>de</strong>cencia se <strong>de</strong>sempeña por lo común?<br />

¿No habría <strong>de</strong>recho para preguntar, si cuando oramos es<br />

para insultar, para irritar á Dios? La oración es un tralamienlo<br />

con Dios,'en el que el alma, admitida, por <strong>de</strong>cirlo<br />

así, é introducida en el santuario, espone al Señor sus necesida<strong>de</strong>s,<br />

le representa lo que necesita, le <strong>de</strong>scubre sus<br />

leulaciones, sus flaquezas; y penetrada <strong>de</strong> los sentimienlus<br />

mas vivos <strong>de</strong> respeto, <strong>de</strong> amor y <strong>de</strong> reconocimiento, trata<br />

<strong>de</strong> honrarle, tanto por una profunda sumisión á sus ór<strong>de</strong>nes,<br />

como por su confianza y sus votos fervorosos. Un acío<br />

<strong>de</strong> religión tan perfecto ¿ podrá consistir en una práctica<br />

puramente esterior? Y si en el momento en que se trata con<br />

Dios se eslravia el espíritu hasta per<strong>de</strong>r voluiilariamenlc la<br />

<strong>de</strong>voción, ¿será esto rogar á Dios? Reglad vuestra conducta<br />

sobre esta reflexión.<br />

2 No oréis nunca sino con un profundo respeto, y en una<br />

postura <strong>de</strong> cuerpo que convenga á la oración. No oréis jamás<br />

con precipitación, porque esta es siempre irreligiosa;<br />

vale mas hacer ménos oraciones, y hacerlas como se <strong>de</strong>be.<br />

Alejaos <strong>de</strong> todo lo que pue<strong>de</strong> distraer cuando oráis. «Cuando<br />

oréis, dice el Salvador, entrad en vuestro aposento, y<br />

cerrando la puerta, orad á vuestro Padre en secreto, y<br />

vuestro padre os recompensará.» (Mat. 6.)<br />

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