N º 1 5 5 - N - S 5 7 7 0 M A G U É N - E S C U D O A - J 2 0 1 0
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Yo merodeé por encima de las<br />
lápidas: Jacob Cohén, Samuel<br />
J. Cohén, Samuel M. Cohén...<br />
muchos cohanim aquí durante<br />
años. No más. En un rincón<br />
aislado, seis muchachos –des<br />
musulmans naturellment– miraban<br />
cómo un séptimo limpiaba<br />
una lápida, como parte<br />
del proyecto de «proveer a la<br />
comunidad de recursos para<br />
ayudar en las reparaciones<br />
en curso».<br />
¿Cuál «comunidad»? En el<br />
año 2005, había menos de 150 judíos en Tánger,<br />
casi todos ellos muy viejos. Para el 2015,<br />
se calcula que no habrá nadie. Cada vez que<br />
mencionaba esta estadística a la gente, la reacción<br />
siempre es la misma: ¿por qué deberían<br />
vivir los judíos en Marruecos? Pero, en 1945<br />
había casi 300 mil en este país. Hoy, casi 3 mil<br />
quedan, es decir, un uno por ciento de lo que<br />
alguna fue una población grande y significativa.<br />
Esta es una reconfiguración demográfica<br />
poco usual en muchos países: imaginen si la<br />
población francófona de Canadá o los esquimales<br />
fueran el uno por ciento hoy de lo que<br />
había en 1945. Pero, no es infrecuente entre<br />
los judíos. Hay cementerios parecidos a este en<br />
todo el mundo, lugares donde alguna vez hubo<br />
judíos y hoy no. Hace una semana dije que en<br />
los años 20, el 40 por ciento de la población de<br />
Bagdad era judío. Pero, fácilmente pudiera uno<br />
citar a Chérnovitz en Bucovina, ahora parte de<br />
Ucrania. «No hay ninguna tienda que no tenga<br />
escrito un nombre judío en las vidrieras», escribió<br />
sir Sacheverell Sitwell, quien visitó la ciudad<br />
en 1937. Hoy no es así. Como en Tánger,<br />
la «comunidad» vive en el cementerio.<br />
Uno puede sentir el mismo proceso ahora<br />
mismo en, digamos, Londres, la décima tercera<br />
ciudad judía del mundo, pero con una<br />
Un visitante ocasional posa sobre una tumba en el cementerio judío de Tánger<br />
Nisán - Siván 5770<br />
Maguén-Escudo<br />
crónica<br />
población que envejece rápidamente; en en<br />
Malmö, Suecia, donde un brote de antisemitismo<br />
en ciertos barrios ha hecho que los residentes<br />
judíos se muden a Estocolmo; o en<br />
Odense, Dinamarca, donde el años pasado el<br />
superintendente Olav Nielsen anunció que no<br />
admitiría más niños judíos en las escuelas locales.<br />
La presencia judía en casi todas partes<br />
del mapa es tan precaria como, parafraseando<br />
a Sholem Aleijem, un violinista en el tejado. Y<br />
los enemigos de Israel han determinado que la<br />
comunidad judía más grande de todas sea tan<br />
precaria y que parezca poco sustentable.<br />
En 1939, durante los disturbios de la calle<br />
Cable, la Unión Británica de Fascistas gritaban<br />
a los judíos londinenses: «¡Váyanse a Palestina!»,<br />
siendo que ésta era en ese entonces<br />
el nombre del hogar judío. La semana pasada,<br />
Helen Thomas, decana de los grupos de periodistas<br />
que cubren la Casa Blanca, nos gritó:<br />
«¡Fuera de Palestina!», siendo este último<br />
nombre la designación de la tierra que ilegalmente<br />
ocupa el Estado segregacionista judío.<br />
La señorita Thomas aconsejaba: ¡Váyanse a su<br />
casa... a Polonia y Alemania». Dondequiera<br />
que haya un judío, cualquier cosa que sea un<br />
judío, él debería estar en otro lado y ser de otra<br />
forma. Y también por eso será odiado.<br />
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