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lingüística<br />
Un ejemplo de integración a través del idioma.<br />
Los sefarditas de habla judeoespañola en<br />
AMÉRICA LATINA<br />
Mario Eduardo Cohén<br />
Nos adentramos en el relato de la llegada<br />
de un judío sefardí 1 a Cuba, según<br />
el testimonio oral del inmigrante Julio<br />
Crespín (nacido en Edirne-Adrianópolis,<br />
Turquía): «Llegué con el barco hasta La Habana<br />
en el año 1923; sabía dónde vivía mi<br />
hermano, tomé el tren; había de viaje desde<br />
La Habana hasta Santiago (de Cuba) 36 horas.<br />
Al llegar a Santiago me recibió mi hermano...<br />
Al día siguiente de haber llegado, mi hermano<br />
me llevó a trabajar como vendedor ambulante,<br />
como era él» 2 .<br />
Este relato, tomado en Santiago de Cuba,<br />
indica un ejemplo de la inmediata adaptación<br />
laboral de un inmigrante sefardí hablante del<br />
idioma judeoespañol. Al día siguiente de su llegada,<br />
ya estaba trabajando. Nos preguntamos:<br />
¿por qué le fue tan fácil este proceso? Veremos el<br />
papel central que jugó el idioma de los sefardíes.<br />
Esta ponencia se dedicará a analizar la integración<br />
en la nueva sociedad de los inmigrantes<br />
judíos sefardíes en América Latina. Lo<br />
tomaremos en tres momentos. Luego de una<br />
introducción general al tema, en primera instancia<br />
comentaremos la temprana inmigración<br />
de algunos pocos miles los judíos marroquíes<br />
al Amazonas y otras zonas de América Latina,<br />
iniciada hacia 1860. En la segunda parte nos<br />
adentraremos en el caso de los maestros judíos<br />
marroquíes (algunas decenas) que sirvieron<br />
como docentes en las escuelas de las colonias<br />
judías askenazíes en Argentina y, por último,<br />
la emigración masiva de los judíos del ex Imperio<br />
Otomano, (especialmente originados en<br />
los Balcanes y de la Península de Anatolia).<br />
Si bien no hay cifras ciertas sobre la población<br />
judía sefardí en América Latina, en la<br />
32 Maguén-Escudo Abril - Junio 2010<br />
actualidad, sobresalen por su pujanza, importancia<br />
numérica y organizacional las comunidades<br />
sefardíes de Argentina, Brasil, México y<br />
Venezuela. Son significativas las de Uruguay<br />
y Chile. Existen también comunidades sefardíes<br />
en Panamá, Perú, Colombia y Costa Rica.<br />
Hay, asimismo, pequeños grupos en varios<br />
otros países. Un caso especial es la comunidad<br />
sefardí cubana radicada, en la actualidad, en<br />
Miami (Estados Unidos).<br />
La lengua materna de los judíos sefardíes<br />
del Imperio Otomano, que vivían en los<br />
Balcanes y Anatolia, hasta el siglo XIX y comienzos<br />
del siglo XX, era el judeoespañol. Un<br />
idioma con la estructura del castellano con el<br />
agregado de palabras hebreas, árabes, griegas,<br />
búlgaras y más tarde francesas e italianas. Así,<br />
se encuentran arcaísmos españoles en la lengua<br />
judeoespañola, como ser, merkar (comprar),<br />
trokar (cambiar), mancebez (juventud).<br />
He aquí un ejemplo de proverbio popular<br />
en judeoespañol, que no existe en español peninsular<br />
y nos puede dar idea de la estructura<br />
de la lengua: «cuando el padre da al hiyo, ríe el<br />
padre y ríe el hiyo; cuando el hiyo da al padre,<br />
iora el padre y iora el hiyo».<br />
Como veremos más adelante, en el caso de<br />
los judíos del norte de Marruecos, hablaban la<br />
variedad conocida como Jaquetía, jaquetía o<br />
haquetía, lengua hispana más influenciada por<br />
el árabe que el judeoespañol de Oriente y, más<br />
modernamente, por el español contemporáneo.<br />
El judeoespañol<br />
El judeoespañol sirvió de comunicación<br />
entre casi todos los judíos del Mediterráneo<br />
durante cuatro siglos (siglo XVI al XIX). La ra-