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DÍA 3<br />
CRISTO, EL CENTRO DE<br />
NUESTRAS VIDAS<br />
(Solus Christus)<br />
YO TE ELIJO... ¡PARA SIEMPRE!<br />
¿Cuándo fue la última vez que oraste? ¿La oración fortalece tu corazón o te hace sentirte<br />
vacío? ¿Sigues haciéndolo porque te lleva a la presencia de Dios, o simplemente porque<br />
sabes que es una buena práctica, aunque no necesariamente afecta tu vida? ¿Podría ser<br />
que la oración sea un ejercicio rutinario donde repites casi siempre las mismas palabras?<br />
¿Podría ser que tu oración en realidad solo consista en recitar la lista de la compra, y después<br />
cuando llega el momento de compartir las oraciones contestadas, solo esperas que<br />
sea cuanto antes y porque hace siglos que no experimentas algo con Dios? Si te sientes<br />
así, veamos cómo ayudó a Martín Lutero lo que aprendió de las Escrituras para enriquecer<br />
su vida de oración. En el monasterio, los monjes tenían tiempos determinados para orar<br />
juntos y, aunque algo así puede convertirse con facilidad en una tradición vacía, produjo en<br />
él una impresión que perduró en él el resto su vida.<br />
TRASFONDO HISTÓRICO E INTERPRETACIÓN DEL CUADRO<br />
Martín Lutero era un hombre de oración. Cuando oraba, sentía como se abría ante él<br />
una puerta hacia Dios. La oración era su conexión de alta velocidad con Jesús tanto cuando<br />
estudiaba la Biblia como cuando se enfrentaba a situaciones difíciles aparentemente<br />
insuperables. Hoy en día no podemos imaginar el coraje que supuso entonces desafiar a la<br />
iglesia, la cual gobernaba sobre cada aspecto de la vida. En la era moderna, las personas<br />
de casi todos los países del mundo occidental tienen libertad para elegir la fe a la cual desean<br />
pertenecer. Pero por entonces, ese no era el caso. En la mayoría de los países europeos,<br />
todos formaban parte de la misma iglesia, la iglesia universal o católica. Cualquiera<br />
que se opusiera a esta iglesia y criticara públicamente al papa era tachado de hereje y se<br />
convertía en un marginado social. Cualquier persona que fuera a verse sometido a este<br />
tipo de presión necesitaba apoyo y ayuda significativos, y Lutero encontró su mayor ayuda<br />
en Jesús; por eso la oración era tan importante para él.<br />
Fijémonos ahora en la parte inferior del cuadro de la Reforma para reflexionar un momento<br />
en la pasión que Lutero sentía por la oración. Podemos ver a Jesús en el centro del<br />
cuadro, crucificado por nuestros pecados. Al observar su rostro, podemos sentir la intensidad<br />
de su dolor y sufrimiento, vemos su cabeza inclinada hacia un lado y la sangre que<br />
sale de sus heridas. Su cuerpo, delgado y magullado está estirado, es casi anormalmente<br />
alargado, y ambos brazos tienen la misma apariencia; da la sensación de que él mismo es<br />
la cruz. Si observamos la parte inferior de la pintura en el contexto de todo el Retablo de la<br />
Revolución: La Reforma que cambió el mundo · 23