M A G U É N - E S C U D O E - M 2 0 1 2 - Centro de Estudios ...
M A G U É N - E S C U D O E - M 2 0 1 2 - Centro de Estudios ... M A G U É N - E S C U D O E - M 2 0 1 2 - Centro de Estudios ...
EntrEvista ¿Acaso he olvidado que hay un almuerzo especial? Sara le dice que, precisamente, ya la comida está lista. Isaac hace amagos de pasar a la mesa, pero ella le hace ver que eso puede ser un poco complicado. En cosa de minutos, los almohadones son reforzados con dos más a su espalda. Se ha decidido que nos arreglaremos con la mesa de hospital. Isaac hace esfuerzos por comisquear un poco de la paella que ha hecho encargar para atenderme. Miro alrededor y veo un ejemplar de Beirut, I love you, de Zena el Khalil, editado por Siruela. Es un regalo del padre Baquedano. Y, un poco más allá, está la más reciente novela de Boris Izaguirre Dos monstruos juntos, con una dedicatoria que pone: «Para Sarita e Isaac, mis dos monstruos favoritos». Isaac termina su almuerzo. Además ha comisqueado unos bocados. Sarita vuelve con un helado. El teléfono suena de manera persistente. Cojo en el aire el platico cuando Sara se ve reclamada por alguien que ha llamado. Con respeto reverencial, acerco a la cuchara a la boca del maestro, que acepta la golosina de buen grado. Lo sirvo con la mano izquierda. Ambos somos zurdos, una condición que ha atizado nuestra complicidad. La zurdera me acerca a Isaac Chocrón. Puedo decir que somos escritores zurdos. Venezolanos y zurdos. Venidos de la provincia (Isaac nació el 25 de septiembre de 1930, en Maracay). Admiradores del inglés. Y zurdos. Sarita retira todo y se marcha, no sin asegurarse de que Isaac está pulcro. Le pregunto por el fracaso. Esa noción que 64 Maguén-Escudo Enero - Marzo 2012 descarta sin mayores aspavientos. «Creo que nunca fracasé. No podía fracasar, porque a mí me encanta escribir. Y tomarme mi vodka». —Un consejo para los jóvenes— le pido sabiendo que es una pendejada, pero es una última pregunta. Sé que no volveré a verlo. —Les diría –me contesta sin titubear– : olvídate de ti mismo y ponte a escribir dos horas. Me mira largamente. La entrevista ha terminado. Le pregunto por uno de sus grandes afectos: Román Chalbaud, de quien me habló, en la entrevista periodística que sostuvimos cuando cumplió 75 años, como su cruz (porque la polarización política los dejó en bandos diferentes; e Isaac tiene una opinión paupérrima de Chávez, cuyas alabanzas canta Chalbaud). —¿Ha venido últimamente Román? Cierra los ojos. De repente los abre ampliamente y me dice: «Cómo va a venir si no se ha muerto». Asiento sin oponer una resistencia que sería una necedad. Comprendo: we are not in Kansas anymore, ahora estamos en el terreno de la ficción, de la inmensidad. Ha llegado la hora de irme. Isaac Chocrón con parte de su familia heredada y su familia elegida en la AIV. Al fondo, Sara Delgadillo.
Solo falta revisitar un ritual que hemos cultivado. Le pido que me recite Shemá Israel. E inmediatamente comienza a entonar: Shemá Israel, Ado-nai Elokeinu... un verso tras otro, con suave modulación, la oración hebrea con el cantaíto de Isaac. Sé que lo ha aprendido de su padre. Y, de hecho, vuelve a decírmelo. Apenas termina, me levanto. Sara ha llegado a tiempo para escucharlo recitar. Vienen a hacerlo reposar y no se niega. Se dirige a mí una vez más y me pregunta: «¿Tú vienes mañana?» El domingo 6, Sara me cuenta que a la una de la madrugada lo oyó quejarse. Se acercó a él. Isaac cogió la mano de Sara, se la llevó al corazón y la presionó sobre él. Ella le preguntó: «¿Es allí donde le duele, doctor?» Y entonces él exhaló un largo suspiro y se quedó, dice Sara, «como un niño, tranquilito. Sin dolor ni molestias». Tévet - Adar 5772 Maguén-Escudo EntrEvista Esa noche voy al teatro a ver Petroleros suicidas, de Ibsen Martínez, dirigida por Héctor Manrique, con la actuación de Fabiola Colmenares, Iván Tamayo, Dimas González y el primer actor Luis Abreu. Será este quien, al final de la función, haga un pequeño homenaje a Isaac Chocrón con la voz quebrada. Aplaudo de pie con la mano izquierda golpeando la derecha. El Nacional, 12 de noviembre de 2011 Siga las actividades del CEntro dE Estudios sEfardíEs dE CaraCas por Facebook y por nuestra página web: www.centroestudiossefardies.com La cultura sefardí a la mano. ¡Al vermos! 65
- Page 13 and 14: Tras quince años de escribir forza
- Page 15 and 16: croniano basta con seguir ese manda
- Page 17 and 18: Costea resaltó la amistad estrecha
- Page 19 and 20: impactado porque era una novela gay
- Page 21 and 22: El gerente teatral Cual santa Teres
- Page 23 and 24: personales, escrita, después de la
- Page 25 and 26: SER JUDÍO SEFARDÍ VENEZOLANO He a
- Page 27 and 28: dos como herencia para futuras gene
- Page 29 and 30: pero también de la expulsión de l
- Page 31 and 32: advenedizo, Isaac insistía, y solo
- Page 33 and 34: nivel más superficial de la identi
- Page 35 and 36: UNA CARTA EN JAQUETÍA para un auto
- Page 37 and 38: Los facsímiles anteriores correspo
- Page 39 and 40: e iconoclastas, que permearon a cas
- Page 41 and 42: dualidad y obteniendo lo que busca:
- Page 43 and 44: sefardita afincada en suelo patrio.
- Page 45 and 46: espectadores, reproduciendo la impa
- Page 47 and 48: centrales de nuestra literatura con
- Page 49 and 50: insuperable está en El Acompañant
- Page 51 and 52: Programa de mano del estreno de Cli
- Page 53 and 54: inigualable, la cual posee capítul
- Page 55 and 56: lleva bien, pero continúa junta a
- Page 57 and 58: donde su madre mudó de hábitos de
- Page 59 and 60: -¿Tiene miedo a la página en blan
- Page 61 and 62: -Usted escribió alguna vez que viv
- Page 63: Parece un duende yendo presuroso co
- Page 67 and 68: Tévet - Adar 5772 Maguén-Escudo
- Page 69 and 70: Tévet - Adar 5772 Maguén-Escudo
- Page 71 and 72: ¡aPóyanoS! nueStra cultura eS Pat
EntrEvista<br />
¿Acaso he olvidado que hay un almuerzo<br />
especial? Sara le dice que, precisamente, ya la<br />
comida está lista. Isaac hace amagos <strong>de</strong> pasar a<br />
la mesa, pero ella le hace ver que eso pue<strong>de</strong> ser<br />
un poco complicado. En cosa <strong>de</strong> minutos, los<br />
almohadones son reforzados con dos más a su<br />
espalda. Se ha <strong>de</strong>cidido que nos arreglaremos<br />
con la mesa <strong>de</strong> hospital.<br />
Isaac hace esfuerzos por comisquear un<br />
poco <strong>de</strong> la paella que ha hecho encargar para<br />
aten<strong>de</strong>rme. Miro alre<strong>de</strong>dor y veo un ejemplar<br />
<strong>de</strong> Beirut, I love you, <strong>de</strong> Zena el Khalil, editado<br />
por Siruela. Es un regalo <strong>de</strong>l padre Baquedano.<br />
Y, un poco más allá, está la más reciente<br />
novela <strong>de</strong> Boris Izaguirre Dos monstruos<br />
juntos, con una <strong>de</strong>dicatoria que pone: «Para<br />
Sarita e Isaac, mis dos monstruos favoritos».<br />
Isaac termina su almuerzo.<br />
A<strong>de</strong>más ha comisqueado unos bocados.<br />
Sarita vuelve con un helado. El teléfono suena<br />
<strong>de</strong> manera persistente. Cojo en el aire el platico<br />
cuando Sara se ve reclamada por alguien<br />
que ha llamado. Con respeto reverencial,<br />
acerco a la cuchara a la boca <strong>de</strong>l maestro, que<br />
acepta la golosina <strong>de</strong> buen grado. Lo sirvo con<br />
la mano izquierda. Ambos somos zurdos, una<br />
condición que ha atizado<br />
nuestra complicidad. La<br />
zur<strong>de</strong>ra me acerca a Isaac<br />
Chocrón. Puedo <strong>de</strong>cir que<br />
somos escritores zurdos.<br />
Venezolanos y zurdos.<br />
Venidos <strong>de</strong> la provincia<br />
(Isaac nació el 25 <strong>de</strong><br />
septiembre <strong>de</strong> 1930, en<br />
Maracay). Admiradores<br />
<strong>de</strong>l inglés. Y zurdos. Sarita<br />
retira todo y se marcha, no<br />
sin asegurarse <strong>de</strong> que Isaac<br />
está pulcro.<br />
Le pregunto por el<br />
fracaso. Esa noción que<br />
64 Maguén-Escudo Enero - Marzo 2012<br />
<strong>de</strong>scarta sin mayores aspavientos. «Creo que<br />
nunca fracasé. No podía fracasar, porque a mí<br />
me encanta escribir. Y tomarme mi vodka».<br />
—Un consejo para los jóvenes— le pido<br />
sabiendo que es una pen<strong>de</strong>jada, pero es una<br />
última pregunta. Sé que no volveré a verlo.<br />
—Les diría –me contesta sin titubear– : olvídate<br />
<strong>de</strong> ti mismo y ponte a escribir dos horas.<br />
Me mira largamente. La entrevista ha terminado.<br />
Le pregunto por uno <strong>de</strong> sus gran<strong>de</strong>s<br />
afectos: Román Chalbaud, <strong>de</strong> quien me habló,<br />
en la entrevista periodística que sostuvimos<br />
cuando cumplió 75 años, como su cruz<br />
(porque la polarización política los <strong>de</strong>jó en<br />
bandos diferentes; e Isaac tiene una opinión<br />
paupérrima <strong>de</strong> Chávez, cuyas alabanzas canta<br />
Chalbaud).<br />
—¿Ha venido últimamente Román?<br />
Cierra los ojos. De repente los abre ampliamente<br />
y me dice: «Cómo va a venir si no<br />
se ha muerto».<br />
Asiento sin oponer una resistencia que sería<br />
una necedad. Comprendo: we are not in<br />
Kansas anymore, ahora estamos en el terreno<br />
<strong>de</strong> la ficción, <strong>de</strong> la inmensidad.<br />
Ha llegado la hora <strong>de</strong> irme.<br />
Isaac Chocrón con parte <strong>de</strong> su familia heredada y su familia<br />
elegida en la AIV. Al fondo, Sara Delgadillo.