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M A G U É N - E S C U D O E - M 2 0 1 2 - Centro de Estudios ...

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nivel más superficial <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong>l personaje,<br />

es <strong>de</strong>cir su i<strong>de</strong>ntidad «profesional» <strong>de</strong> economista<br />

en el ministerio <strong>de</strong> Relaciones Exteriores<br />

(i<strong>de</strong>ntidad que en su momento también<br />

abandonó Isaac, quien tenía un doctorado en<br />

economía y quien ejerció como economista en<br />

el gobierno). Benabel se cuestiona su papel <strong>de</strong><br />

burócrata y va <strong>de</strong>velando en las primeras cartas<br />

su intención <strong>de</strong> quitarse la piel <strong>de</strong> funcionario,<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar su puesto en el ministerio.<br />

Pero, este primer nivel, esta primera «piel»,<br />

es solo el signo que inaugura un proceso camaleónico<br />

en el que Benabel empren<strong>de</strong> para<br />

ir <strong>de</strong>scubriéndose como ser humano, lo que<br />

incluye también las dimensiones venezolanas<br />

y judías <strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s. Ya en Tánger,<br />

don<strong>de</strong> Benabel va asumiendo el vestir y el<br />

comportamiento <strong>de</strong> los moros, escribe en una<br />

carta: «…Te confieso que he llegado a la conclusión<br />

<strong>de</strong> que soy un camaleón, ese reptil que<br />

cambia <strong>de</strong> color bajo la influencia <strong>de</strong> diversas<br />

causas. Cuando estoy con los europeos creen<br />

que soy uno <strong>de</strong> ellos…Cuando estoy con los<br />

hebreos, por supuesto que soy un hebreo…Y<br />

cuando estoy aquí [se refiere a un café en la<br />

montaña], con mis babuchas a mi lado, recostado<br />

contra la pared, inclinado sobre un<br />

almohadón, supongo que los moros creen<br />

que soy moro…Soy la conjugación <strong>de</strong> las tres<br />

razas y voy <strong>de</strong> una a otra, aceptado en las tres,<br />

aunque te confieso que usar babuchas en vez<br />

<strong>de</strong> zapatos (los <strong>de</strong>seché hace tiempo) no está<br />

bien visto por los europeos y los hebreos. Pues<br />

que esté mal visto. Yo gritaré abriendo la palma<br />

<strong>de</strong> una <strong>de</strong> mis manos: ¡Jamsa! ¡Jamsa!, para<br />

que se vayan los espíritus malignos, y con la<br />

otra mano agarraré la manito que llevo colgada<br />

<strong>de</strong>l cuello…» (pp. 212-213).<br />

El proceso camaleónico no es solamente<br />

un streaptease en el que Benabel va mostran-<br />

Tévet - Adar 5772<br />

Maguén-Escudo<br />

idEntidad judía<br />

do los sedimentos formados por sus diversas<br />

máscaras, según la etimología original <strong>de</strong> la<br />

palabra que en griego refiere a la persona o<br />

las personalida<strong>de</strong>s. Es una búsqueda <strong>de</strong> sentido<br />

para finalmente enten<strong>de</strong>r qué es lo que<br />

la i<strong>de</strong>ntidad nos aporta en la lectura que hacemos<br />

<strong>de</strong>l mundo. En una carta que el personaje<br />

escribe a un amigo en Nueva York (y<br />

que «originalmente» escribió en inglés, lo que<br />

ya revela otro sedimento <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad), Benabel<br />

dice: «¿Así que te burlas <strong>de</strong> que a un<br />

judío como yo le guste vivir entre los moros?<br />

Olvidas que soy judío sefardita: tan africano,<br />

tan español y tan venezolano que los yiddish<br />

<strong>de</strong> Brooklyn me consi<strong>de</strong>rarían hereje. Tuve<br />

que venir aquí para compren<strong>de</strong>r este pastel<br />

<strong>de</strong> herencias. Recuerdo que en Caracas,<br />

cuando niño, me <strong>de</strong>sagradaban los cantos<br />

en la Sinagoga, porque en vez <strong>de</strong> tener una<br />

melodía redonda y pegajosa, parecían gritos<br />

y lamentaciones discor<strong>de</strong>s. Ahora comprendo<br />

que nosotros rezamos con el canto <strong>de</strong>l idioma<br />

árabe en los oídos. Tuve que venir aquí para<br />

compren<strong>de</strong>r que las supersticiones y el recio<br />

orgullo los heredamos <strong>de</strong> los españoles…»<br />

(pp. 229-230).<br />

Isaac <strong>de</strong>muestra también en esta novela<br />

un gran conocimiento <strong>de</strong> las claves <strong>de</strong>l ser<br />

venezolano. Ya en 1975 el escritor <strong>de</strong>scribía<br />

claramente un rasgo que ha <strong>de</strong>finido la acción<br />

política en el país, y que hoy en día, en tiempos<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>lirio «revolucionario», tiene una vigencia<br />

que le da a lo dicho por Benabel un<br />

carácter casi profético. En una carta que envía<br />

a una antigua compañera <strong>de</strong>l ministerio, el<br />

personaje escribe con tremenda luci<strong>de</strong>z lo siguiente:<br />

«…Si ha habido una constante en la<br />

política venezolana a través <strong>de</strong> muchos años,<br />

es esta insistencia en querer que el mundo<br />

nos tome en cuenta, esta malcria<strong>de</strong>z <strong>de</strong> querer<br />

que nos consi<strong>de</strong>ren po<strong>de</strong>rosos. En vez <strong>de</strong><br />

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