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32 Actualidades<br />

amor muestren la más leve inclinación<br />

a amarlo a Él o a hacer el<br />

bien? Algo así es inconcebible para<br />

los teólogos de la gloria, que consideran<br />

que Dios es igual a ellos,<br />

como otros seres humanos, y que<br />

Dios por eso reacciona solo hacia<br />

aquellos que son atrayentes y buenos,<br />

o que de alguna manera primero<br />

se hayan ganado Su favor.<br />

Pero, la cruz muestra que Dios no<br />

es así: contrariamente a toda suposición<br />

que los humanos puedan<br />

hacerse sobre Dios y Su manera de<br />

actuar, Él no exige nada digno de<br />

ser amado en los objetos de Su<br />

amor; más bien es Su amor, por<br />

adelantado, lo que crea esa dignidad<br />

de ser amado, sin fijar condiciones<br />

al hacerlo. Un Dios así se<br />

revela con una ternura y hermosura<br />

sorprendente e inesperada en el<br />

feo y brutal drama de la cruz.<br />

Lutero no limita la teología de<br />

la cruz a la auto revelación objetiva<br />

de Dios. Él considera esto también<br />

como la llave a la comprensión de<br />

la ética y experiencia cristiana.<br />

Fundamental para ambas es el rol<br />

de la fe: a los ojos de la impiedad,<br />

la cruz es una necedad; es lo que<br />

parece ser: la muerte estremecedora,<br />

sucia, de un hombre maldecido<br />

por Dios. Así es como el intelecto<br />

del impío interpreta la cruz–ya sea<br />

una locura para los griegos, o un<br />

escándalo a los judíos; según si<br />

uno escoge el pecado de la arrogancia<br />

intelectual o el de la egolatría<br />

moral. Los ojos abiertos a través<br />

de la fe, sin embargo, ven la<br />

cruz como lo que verdaderamente<br />

es. Dios es revelado, escondido en<br />

la forma externa. Y la fe debe ser<br />

comprendida como un regalo de<br />

Dios, no como una fuerza del intelecto<br />

del ser humano mismo.<br />

Este principio de la fe le permite,<br />

entonces, al creyente, comprender<br />

cómo él o ella deben<br />

comportarse. Unido a Cristo, el<br />

gran Rey y Sacerdote, el creyente<br />

también es un rey y un sacerdote.<br />

Pero, este título no es ninguna excusa<br />

para ser autoritario con<br />

otros. De hecho, la realeza y el sacerdocio<br />

en el creyente deberían<br />

ser realizados como en Cristo–a<br />

través de sufrimiento y el auto sacrificio<br />

en el servicio a otros. El<br />

creyente es señor de todas las cosas,<br />

siendo siervo para todos; el<br />

creyente es totalmente libre, al estar<br />

sometido a todos. Así como<br />

Cristo demostró Su reino y Su poder<br />

a través de la muerte en la<br />

cruz, así lo hace el creyente al entregarse<br />

incondicionalmente al<br />

bienestar de los demás. Nosotros,<br />

como dice Lutero, deberíamos ser<br />

pequeños Cristos para nuestros<br />

prójimos, porque al hacer esto,<br />

encontramos nuestra verdadera<br />

identidad como hijos de Dios.<br />

Esta manera de verlo es explosiva<br />

y ofrece una comprensión totalmente<br />

nueva de la autoridad<br />

cristiana. Los ancianos, por ejemplo,<br />

no deberían ser conocidos<br />

como los que se dan importancia,<br />

los que importunan a otros, y los<br />

que utilizan su posición, su prosperidad<br />

y sus referencias, para imponer<br />

su propia opinión. No, sino<br />

que el verdadero anciano cristiano<br />

es el que dedica su vida entera<br />

al servicio doloroso, incómodo y<br />

humillante de los demás, porque<br />

así demuestra una autoridad semejante<br />

a la de Cristo, es decir el<br />

tipo de autoridad que Cristo mismo<br />

demostró en Su encarnación,<br />

Su vida y especialmente en la cruz<br />

del Calvario.<br />

Las consecuencias de la teología<br />

de la cruz para el creyente, no<br />

se quedan en eso. La cruz es ejemplo<br />

de cómo Dios obra con los creyentes,<br />

o sea con los que, a través<br />

de la fe, están unidos a Cristo. Dicho<br />

en otras palabras: una gran<br />

bendición viene a través de un<br />

gran sufrimiento.<br />

Para nosotros, en los países<br />

prósperos, este punto es difícil de<br />

asimilar. Hace algunos años atrás,<br />

por ejemplo, di una conferencia<br />

sobre este tema en una iglesia, y<br />

señalé que la cruz no solamente es<br />

la obra de redención, sino que<br />

también revela cómo Dios obra<br />

con los que Él ama. Después, alguien<br />

me enfrentó y cuestionó<br />

eso, diciendo que la teología de la<br />

cruz de Lucero, suprimía el hecho<br />

de que la cruz y la resurrección<br />

marcan el comienzo de la supresión<br />

de la maldición del pecado, y<br />

que por eso nosotros debemos esperar<br />

grandes bendiciones. Y que<br />

si solamente nos concentramos en<br />

el sufrimiento y en la debilidad,<br />

pasamos por alto el significado<br />

apocalíptico del servicio de Cristo.<br />

A esta persona, sin embargo, le<br />

faltó aplicar la teología de la cruz<br />

de Lutero, con el cuidado con que<br />

debería haberlo hecho. Todo lo<br />

que dijo era cierto, pero él no logró<br />

comprender lo dicho a la luz<br />

de la cruz. Sí, Lutero estaría de<br />

acuerdo en que la maldición ha sido<br />

abolida, pero esa abolición se<br />

hace visible a través del hecho de<br />

que, por medio de la cruz, lo malo<br />

ahora es totalmente infiltrado en<br />

el servicio del bien. Si la cruz de<br />

Cristo–por mucho, el acto más<br />

maligno de la historia de la humanidad–puede<br />

coincidir con la voluntad<br />

de Dios y ser la fuente de la<br />

victoria decisiva sobre el mal que<br />

la causó, entonces toda otra maldad<br />

puede ser socavada para las<br />

cosas del bien.<br />

Más que eso, si la muerte de<br />

Cristo, de manera misteriosa, es<br />

una bendición, entonces todo el<br />

mal que le puede ocurrir a un cristiano<br />

también puede ser una bendición.<br />

Sí, la maldición ha sido<br />

quitada; sí, bendiciones fluirán:<br />

pero, ¿quién ha decidido que esas<br />

bendiciones deban coincidir con<br />

las pretensiones y expectativas del<br />

occidente materialista? La lección<br />

de cruz, para Lutero, es que el<br />

hombre más bendecido de la tierra,<br />

Jesucristo mismo, demostró<br />

ser bendecido justamente en Su<br />

sufrimiento y muerte. Y si Dios actuó<br />

de esa manera con Su Hijo

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