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VE-34 JUNIO 2017

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Número <strong>34</strong> - Junio <strong>2017</strong>


© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías<br />

o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus<br />

respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)<br />

Portada: Fotografía capturada en la red (autor/a desconocido/a)<br />

Diseño y edición: Rafa Sastre<br />

Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />

Descarga de este número de la revista (formato PDF, 5.07 MB):<br />

http://www.mediafire.com/file/io9m3gw6zl4sg4e/<strong>VE</strong>-<strong>34</strong>+<strong>JUNIO</strong>.pdf


Índice<br />

Summer is coming (Rafa Sastre) Pág. 1<br />

Fórmula magistral (David Rubio) Pág. 3<br />

¡Recuérdanos! (M. Graciela Navarro) Pág. 7<br />

Arte efímero (Aurora Losa) Pág. 9<br />

Mi abuela (Manuel Serrano) Pág. 11<br />

Nueva versión del paraíso (Malén Carrillo) Pág. 13<br />

Botanic´s Perople/Clorofílica alegría (Toni Esteve) Pág. 15<br />

Verde quebrado (Isabel Puig) Pág. 17<br />

Hasta la próxima vez (Vivian Rodríguez) Pág. 19<br />

Oposiciones y enchufados (M. Grazia Scelfo) Pág. 21<br />

La era digital (Esther Moreno/José Luis Sandín) Pág. 23<br />

Las olas vienen a la orilla (Carmen Martínez) Pág. 25<br />

Alma Mater (Conxa Gausí) Pág. 27<br />

Cuna sin barreras (Susana Gisbert) Pág. 29<br />

Una sensación de amor en la camiseta (Gladys Alonso) Pág. 33<br />

Perfecta (Marisa Martínez) Pág. 35<br />

¿Eras vos, mama? (Liliana Ebner) Pág. 37<br />

El amor no muere, solo duerme (Rosi Serrano) Pág. 39<br />

Sutil (Manoli Vicente) Pág. 43<br />

La casa azul de Albarracín (Cristina Cifuentes) Pág. 45<br />

Visita relámpago (Rafa Sastre) Pág. 47<br />

El último de la fila (Luisa Berbel) Pág. 49<br />

Final (Luis A. Molina) Pág. 51<br />

Violencia machista (M. Luisa Pérez) Pág. 53<br />

Fútbol en una enojosa mañana de calor (Jorge Zarco) Pág. 55


Novela (José Luis Sandín) Pág. 59<br />

Sobrevivir (Carmen Fabiá) Pág. 63<br />

Abrazar al sol (Aldana Giménez) Pág. 65<br />

¿Un fallo en el método? (Lu Hoyos) Pág. 67<br />

Sin decir adiós (Mirta Calabrese) Pág. 69<br />

Un tipo con suerte (Marta Navarro) Pág. 71<br />

Carta al viento (Vicente Rius) Pág. 73<br />

Presentación/guateque «Relatos con banda sonora» Pág. 76<br />

Nuestros libros Pág. 80<br />

Libros de nuestros/as colaboradores/as Pág. 82<br />

Palabras en la basura Pág. 84<br />

Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 85<br />

Valencia Escribe en las redes Pág. 86<br />

La foto de Miguel Pág. 88


¡¡¡ Os queremos a todos allí !!!<br />

Enlace a las bases:<br />

http://valenciaescribe.blogspot.com.es/<strong>2017</strong>/05/ii-concurso-derelato-rapido.html


Summer is coming<br />

Se acerca el verano en el hemisferio norte y con él, un servidor<br />

se toma unilateralmente —como ya hizo el pasado año— unos meses<br />

de vacaciones. No discutiré si las merezco o no, solo os aseguro que<br />

mi mente exige desconectar y dedicar más tiempo a otras actividades,<br />

entre ellas leer y escribir, tarea esta última que tengo demasiado<br />

abandonada. He puesto en busca y captura a las musas, pero ni por<br />

esas. Necesito recobrar la señal GPS de esa imaginación que tantas<br />

veces me guió; ya veremos cómo diantres me las apaño.<br />

Aunque con musas o sin musas, la intención es volver pronto<br />

(las semanas pasan volando) para recopilar todos aquellos textos que<br />

tengáis a bien enviar en un nuevo número de la revista, el<br />

correspondiente a octubre. Hasta entonces, solo os deseo lo mejor de<br />

lo mejor: salud y amor. Lo demás, al menos para el que suscribe, no<br />

resulta trascendente.<br />

Rafa Sastre<br />

1


Imagen del libro «Elements of modern chemistry» (1887)<br />

2


Fórmula magistral<br />

Desde la rebotica, Andrés se mordía el labio al escuchar las<br />

palabras de agradecimiento de una clienta. Miró hacia la cortina<br />

esperando la entrada de su suegro, el famoso farmacéutico don<br />

Rodolfo Sánchez, felicitándole por el éxito de su preparado.<br />

—¡Andrés! —exclamó don Rodolfo con una sonrisa tan enorme<br />

como su barriga—. Doña Asunción está encantada con el<br />

medicamento para eliminar los cálculos renales. Te felicito.<br />

—Lo que deberías hacer es nombrarme socio y reconocer mi<br />

autoría.<br />

—Vamos, la egolatría es pecado. Además, no olvides que yo<br />

superviso los compuestos para evitar errores.<br />

Andrés sintió una punzada en el estómago.<br />

—¿Qué insinúas?<br />

—Nada, querido yerno, nada.<br />

—Sabes de sobra que no fue culpa mía.<br />

—Por supuesto. —Se escuchó el móvil de viento de la entrada—<br />

Discúlpame, tengo que atender a un cliente.<br />

Volvió a quedarse a solas entre tubos de ensayo, matraces,<br />

destiladores, material de laboratorio y, por supuesto, la foto de Clara.<br />

Andrés cerró el puño. Volvió a repetirse, como cada hora de cada día,<br />

que él no tuvo la culpa, que no fue una de sus medicinas la que la<br />

mató, sino una extraña alergia no diagnosticada. Por ello, no era justo<br />

que su talento para la farmacopea se viera encadenado a las<br />

insinuaciones y tácitas amenazas de don Rodolfo.<br />

Pero eso iba a cambiar esa misma noche.<br />

3


Tras terminar de anotar un preparado para la psoriasis, cerró el<br />

libro de fórmulas magistrales. Lo sostuvo un momento, pensando en<br />

el prestigio y el dinero que su suegro había ganado con sus recetas.<br />

Recogió una probeta que contenía un compuesto de arsénico y<br />

con una jeringuilla extrajo cinco miligramos. Entonces, se acercó a la<br />

caja donde su suegro guardaba los habanos que se fumaba después de<br />

contabilizar la recaudación del día. Con cuidado de no rasgar los<br />

bordes, introdujo la aguja y apretó el émbolo en cada uno de ellos.<br />

A la hora de cierre, le deseó que disfrutara de su puro.<br />

Dos semanas más tarde, Andrés contemplaba el rótulo del local:<br />

«Farmacia de Andrés Rubio». Se encontraba tan embelesado, que una<br />

anciana tuvo que tirarle de la manga para que la atendiera. Era una<br />

clienta habitual que padecía artrosis. Le explicó que, tras tomarse el<br />

preparado, le había salido una urticaria en las piernas. Andrés le<br />

insistió en que era el mismo fármaco de siempre, pero no logró<br />

convencerla de que eso, con don Rodolfo, no le habría pasado.<br />

Esa fue la primera de las quejas que vinieron después. Vómitos,<br />

diarreas, dolores de cabeza… Los clientes que antes calificaban a esa<br />

farmacia como «la de los milagros» exponían ahora, pesarosos,<br />

efectos secundarios a los que Andrés no podía encontrar explicación.<br />

Pasó las noches revisando, una por una, las recetas; calibrando las<br />

balanzas; comprobando las medidas de los compuestos. Pese a ello,<br />

solo la cada vez menor afluencia a la farmacia consiguió disminuir las<br />

reclamaciones.<br />

Lo incomprensible de la situación le llevó a elucubrar que la<br />

causa de sus males se debiera a alguna reminiscencia fantasmagórica<br />

de su suegro. Por ello, y pese a que las deudas comenzaban a crecer,<br />

se decidió por reformar el local. Pero nada cambió.<br />

Hasta que llegó un día en el que la única persona que entró en la<br />

farmacia fue un policía. Al parecer, uno de sus clientes había fallecido<br />

y los familiares habían presentado una denuncia. Le mostró una<br />

4


orden judicial por la que se le requería para que hiciera entrega del<br />

libro de fórmulas magistrales a fin de que los forenses pudieran<br />

estudiarlo.<br />

Esa noche, Andrés entró en la rebotica. Pese a sentir, todavía,<br />

cierto reparo a trastear en los cajones de su suegro, necesitaba un<br />

trago. Conocía que guardaba en ellos una botella de coñac. Al<br />

cogerla, observó que, bajo una pila de folios, había un libro de tapa<br />

negra similar al que él utilizaba para anotar sus recetas. Lo ojeó.<br />

Reconoció la letra de don Rodolfo, pero se sorprendió al comprobar<br />

que las prescripciones seguían el mismo orden de su propio libro y<br />

que, pese a que los preparados coincidían con los que él había<br />

elaborado, existían pequeñas diferencias en cuanto a sus componentes<br />

y medidas.<br />

Lo cerró. Se sirvió una copa mientras recordaba las palabras de<br />

su suegro: «superviso los compuestos para evitar errores».<br />

Comenzó a reír.<br />

Y a llorar.<br />

Demasiado tarde comprendió que la sutil venganza de don<br />

Rodolfo por la muerte de su hija no consistió en aprovecharse de su<br />

talento para enriquecerse.<br />

Sino en hacerle creer que lo tenía.<br />

David Rubio Sánchez (Sant Adrià de Besós, Barcelona)<br />

https://relatosensutinta.blogspot.com.es/<br />

5


Freedom - Ranga Krishna Tipirneni<br />

https://www.flickr.com/photos/krish4u/<br />

6


¡Recuérdanos!<br />

Aunque la vida te lleve,<br />

aunque la felicidad te atrape,<br />

aunque sientas que todo lo puedes,<br />

aunque experimentes que lo has logrado,<br />

aunque nada te turbe,<br />

aunque tengas otra vida<br />

y otros afectos,<br />

piensa que acá<br />

nos quedan los lazos del recuerdo<br />

de épocas muy presentes,<br />

recuerda que te sentimos<br />

aferrado a nuestra alma.<br />

Detente y piensa...<br />

y encontrarás la mejor respuesta,<br />

¡Nuestro inmenso amor por ti<br />

a cada instante!<br />

María Graciela Navarro (Alberti, Argentina)<br />

7


Sin título – Kat Collage Art<br />

https://www.flickr.com/photos/skatt/<br />

8


Arte efímero<br />

La guía apuntaba aquel lugar como el fumadero de opio<br />

frecuentado por Wilde, pero en su fachada podía leerse: «Madame<br />

Serendipity. Art Gallery» y, en un letrero más pequeño: «Art from 5<br />

pounds up».<br />

Estaba claro que lo original y lo mundano combinaban a la<br />

perfección en aquel rinconcito con cristalera art decó. En el escaparate,<br />

sin embargo, no se exponía nada salvo unas cortinas de seda roja que,<br />

junto con el nombre del negocio, recordaban a un burdel.<br />

Empujó la puerta y un pitido electrónico invadió el local<br />

avisando de su entrada. Una mujer gris y envarada acudió solícita a<br />

darle la bienvenida.<br />

—Disculpe, ahora mismo tenemos a todos los artistas ocupados,<br />

pero puedo darle cita, si lo desea. Sólo tiene que decirme qué tipo de<br />

trabajo quiere que le hagamos.<br />

El recién llegado dudó, observando con disimulo a su alrededor<br />

en busca de las obras que debían estar expuestas.<br />

—Si no tiene claro lo que busca, le sugiero esperar por Pierre.<br />

Haría maravillas con su camisa.<br />

El visitante seguía desconcertado por la situación cuando, de un<br />

pasillo, emergió una joven con la melena convertida, literalmente, en<br />

un nido de pájaros, con sus pequeñas aves y mariposas diseminadas<br />

entre la maraña de pelo.<br />

—Hasta otro día, Madame— se despidió.<br />

—Clienta habitual. Esa obra es de las más caras, unas tres mil<br />

libras, pero no sé si es lo que usted está buscando. Puedo dejarle un<br />

catálogo para que encuentre algo que se adapte más a su personalidad<br />

—sacó un grueso volumen con tapas de cuero—. Como es lógico, se<br />

9


trata sólo de una referencia. Nuestros artistas crean obras diferentes<br />

cada día, aunque se puede hacer una idea de las posibilidades y las<br />

tarifas. Cuando se haya decidido, no dude en tocar la campanilla.<br />

Puede sentarse ahí —señaló dos butacas delante del escaparate antes<br />

de desaparecer por el pasillo.<br />

Tomó asiento en una de ellas y hojeó el álbum. Unos<br />

separadores de colores delimitaban el espacio de cada artista. Se veía<br />

la evolución de sus obras página a página, y no se podía negar el<br />

talento ni la variedad de disciplinas: bodyart, peinados arquitectónicos,<br />

complementos de material reciclado, prendas de vestir convertidas en<br />

lienzos improvisados que el cliente se llevaba puestas… Cualquier<br />

cosa que pudiera hacerse, allí se hacía con el sentido de lo efímero<br />

como único elemento común, pues la mayoría de las obras no<br />

sobrevivirían más allá de un lavado o una tarde de lluvia.<br />

El aire bohemio que se respiraba y aquella clandestinidad<br />

heredada del humo decimonónico, empezaban a hacerse fuertes y, al<br />

terminar de repasar el muestrario por cuarta o quinta vez, ya estaba<br />

mirando en la cartera para ver de cuánto dinero disponía. Un cartel<br />

tras el mostrador de recepción advertía con letras ilustradas: «Cash<br />

only».<br />

Por fortuna, sus quinientas libras le daban para una de las<br />

pinturas faciales.<br />

Aurora Losa (La Palma del Condado, Huelva)<br />

https://ladesdichadesersalmon.com/<br />

10


Mi abuela<br />

Granny – Sarah Naqvi https://www.flickr.com/photos/sarahnaqvi/<br />

Mi abuela se llama Antonia. Es muy viejecita. Tiene el pelo<br />

como la nieve. Se peina con un moño muy apretado. Para que no se<br />

le deshaga se pone una peineta de carey. Se perfuma con la colonia<br />

que le regalamos los nietos. Va vestida de negro y anda muy poquito<br />

porque es muy mayor. Siempre está haciendo ganchillo. Usa gafas<br />

que parecen equilibristas en la punta de la nariz. Le gusta los dulces y<br />

los caramelos; como ya casi no le quedan dientes no tiene miedo a<br />

que se le caigan. Nos quiere mucho y nos consuela cuando nuestros<br />

papás nos regañan.<br />

Manuel Serrano (València)<br />

11


Imagen aportada por la autora<br />

12


Nueva versión del paraíso<br />

Y el séptimo día dios no descansó, como nos han hecho creer<br />

desde antiguo los firmes creyentes de la Biblia y el Génesis. Se sentó a<br />

reposar, eso sí, y agudizó su ingenio para crear un paraíso, pero no el<br />

del árbol de la ciencia del bien y del mal, que ya estaba demasiado<br />

pasado de moda, sino un lugar donde pudieran convivir en armonía<br />

las distintas especies vegetales y animales. Sin serpientes tentadoras,<br />

ni mujeres que representaran la encarnación del mal y la perdición.<br />

Demasiado visto. Nada de eso. Los tiempos habían cambiado y<br />

ambos sexos eran igualmente buenos.<br />

Un edén que representara la felicidad de la unión de las<br />

personas con la naturaleza, la armonía, la paz y la libertad. Sin<br />

mandamientos opresivos. Tras mucho pensar, sopló sobre una<br />

antigua cerería cámbrica y su aliento creó las pastelerías, confiterías y<br />

reposterías tradicionales, dedicadas entre otros placeres a la<br />

elaboración de los dulces antiguos y, por qué no, también<br />

vanguardistas. Ya no serían un fruto exclusivamente conventual. Se<br />

liberarían del sempiterno sabor del anís, limón y canela, por no decir<br />

del yugo y las flechas. Los frutos secos, el cacao, el cardamomo y el<br />

jengibre marcarían nuevos ritmos.<br />

Y en ellas floreció, felizmente, su trabajo de los seis días<br />

anteriores.<br />

Malén Carrillo (Sóller, Mallorca)<br />

http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es/<br />

13


Points of view – Julia Christine Gomez<br />

https://500px.com/juliachristinegomez<br />

14


Botanic´s People<br />

Arbres, plantes, estàtues i gats.<br />

I de visita,<br />

vàries classes d’animals humans:<br />

forasters, el veïnat, pintors i amants,<br />

escolars, iaios i “ramonesycajals”.<br />

I ara?<br />

Manifestants,<br />

la majoria, per no dir tots, enamorats.<br />

Pardalets!<br />

I fantasmes.<br />

I algun núvol si és el cas...<br />

(Granades i “pavas” del trenta-nou<br />

—uns bombarders grandots com a titots—<br />

de nou recordades enemigues<br />

encara tan temudes, encara maleïdes,<br />

tallen avui altres cels<br />

enllà la mar d’En Simbad)<br />

Clorofílica alegría (pel Jardí de la Paraula)<br />

—Hola raíz —saludóle una rama.<br />

—¿Cómo andamos? —le contestó aquella, toda terráquea ella.<br />

—Hecho un tronco —respondióle el bosque, con voz de hongo.<br />

15


Y de pronto, un helecho ronco, que no tonto, nos gritó alegre sus<br />

esporas...<br />

Alegre digo,<br />

alegre estaba.<br />

¿Por qué motivo?<br />

De que no pasaran<br />

a materializar un estropicio<br />

destrozando paisaje y miradas.<br />

Porque la ciudad no lo quiso.<br />

Alegre de que El Botánico se expanda.<br />

Lo de la raíz y la rama venía a cuento de que...<br />

Després de dues décades de lluita,<br />

i amb la coordinació de «Salvem el Botànic»,<br />

la Ciutadania ho ha aconsseguit!<br />

Ja no edificarán res als terrenys de Jesuïtes!<br />

i l'espai alliberat es destinarà<br />

per a ampliar el nostre estimat Jardí Científic!<br />

Toni Esteve (València), Abril <strong>2017</strong><br />

16


Verde quebrado<br />

Atardecer en Varadero (foto de la autora)<br />

Déjame junto al mar<br />

descalza<br />

el resto es cosa mía.<br />

Olvídame despacio o como quieras.<br />

Somos ya dos orillas diferentes.<br />

Isabel Sifre Puig (València)<br />

17


Do not disturb – Blend Boost https://500px.com/<br />

18


Hasta la próxima vez<br />

La puerta está cerrada. A través de ella se oye música. La<br />

música inunda el pasillo, las otras habitaciones, la calle, los viaductos,<br />

los centros comerciales, los aeropuertos, los manicomios, los<br />

hospitales y los Campos Santos.<br />

La puerta está cerrada y dentro el amor promete, se renueva, se<br />

reinicia, vence los malos recuerdos, las pesadas mochilas, los intentos<br />

fallidos de acordar. La batalla se termina, comienza la piel a hablar y<br />

la memoria se reinventa. Se renueva el rito, la sangre fluye, y el<br />

mundo de afuera queda lejos, sordo y mudo, contagiado de sonidos<br />

pero incapaz de molestar, de interferir, de impedir.<br />

La puerta está cerrada. Dentro hay dos fantasmas que se<br />

reencarnan para volver a vivir la pasión eterna y el juego de amar en<br />

una pequeña cama de un pequeño hotel, una pequeña y breve historia<br />

de amor que vence el destino de dos nombres propios escritos en<br />

letras minúsculas en un boleto de tren, apretado contra el fondo del<br />

círculo de una anónima papelera.<br />

Por todas esas veces que quisimos decir sí, una historia vuelve a<br />

comenzar.<br />

Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo,Uruguay)<br />

http://bibilaurugualla.blogspot.com.uy/<br />

19


Man polishing shoes – XiXinXing https://500px.com/xixinxing<br />

20


Oposiciones y enchufados<br />

Marta, investigadora universitaria de unos cincuenta años,<br />

trabaja en la Universidad de Nápoles y decide presentarse a una<br />

oposición para una cátedra de traducción en una prestigiosa y<br />

especializada Universidad del Centro Norte de Italia, aunque tiene<br />

muchas dudas al competir con un compañero de treinta años, favorito<br />

del catedrático.<br />

De todas formas se presenta, por dos motivos: porque nunca se<br />

sabe lo que puede ocurrir en la vida y porque no quiere suspenderse<br />

ella misma, que lo haga la comisión justificando sus propias<br />

decisiones. Al fin y al cabo ya trabaja de profesora, puesto que le da<br />

muchas tareas de responsabilidad. Sus compañeros la invitan a<br />

retirarse porque está claro el ganador y no merece la pena salir mal de<br />

un examen tan decisivo. Pero Marta no da su brazo a torcer. Quiere<br />

arriesgarse, aunque su profesor, sonriente y muy seguro, le haya<br />

dicho, con cierto tono irónico, que nunca ganará la plaza, ni ahora ni<br />

en el futuro por dos motivos: por ser mujer y por ser demasiado<br />

mayor. Su compañero tiene todos los requisitos para ser Catedrático.<br />

Sabe lo machista que es, pero sus palabras la dejan muy decepcionada.<br />

Como no tiene enchufes, y no tiene ni idea de lo que el tribunal<br />

pueda argumentar, Marta averigua qué textos utilizan los profesores<br />

de la comisión evaluadora, pues tres de ellos trabajan allí, y se prepara<br />

a fondo en la Biblioteca de la Facultad. Sabe muy bien que no va a<br />

ganar, pero quiere que se den cuenta de que, al menos, está<br />

preparada. En efecto, la oposición se desarrolla en dos partes. En la<br />

primera, el tribunal hace preguntas sobre las publicaciones de los<br />

candidatos; en la segunda, veinticuatro horas después, los examinandos<br />

presentarán una Lección Magistral de cuarenta y cinco minútos<br />

21


ante el tribunal. El tema se va a elegir entre los tres que se les<br />

proponen.<br />

La lección de Marta es muy teórica. La ha preparado a<br />

conciencia según los programas y libros que utilizan en esa Facultad.<br />

Los resultados tardan más de lo debido. Después de una<br />

semana, Marta recibe la llamada de su profesor y está resignada a<br />

escucharle hablar con jactancia de su favorito. Supone las palabras de<br />

humillación que le va a soltar: que su lección ha sido pésima, que la<br />

de su compañero, maravillosa. Reproches muy duros, crueles. Marta<br />

imagina todo esto y siente ganas de llorar al descolgar el teléfono.<br />

Duda de haber acertado con su decisión de presentarse y tener que oir<br />

tantas humillaciones.<br />

Al acercarlo a su oído, oye un solo reproche: «Debes avergonzarte,<br />

por haber ganado la oposición».<br />

María Gracia Scelfo (Roma, Italia)<br />

http://mgscelfo.blogspot.com.es/<br />

22


La era digital<br />

Dedicado a Nicolás Jarque Alegre<br />

Ilustración de Paco Tuercas, aportada por los autores<br />

Consumía pornografía, no por lo porno en sí, sino por aquello<br />

que llaman postporno.<br />

Esther Moreno Morillas y José Luis Sandín (València)<br />

http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />

http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />

23


Fotografía de la autora<br />

24


Las olas vienen a la orilla<br />

Se sienta sobre la arena parda,<br />

mira el mar azul de invierno<br />

es por la mañana.<br />

Las gaviotas revolotean,<br />

arriban los destellos de plata,<br />

siente la brisa fresca<br />

cómo se posa en su cara.<br />

Bucean los pensamientos<br />

entre corales blancos,<br />

emergiendo de vez en cuando<br />

teñidos de colores opacos.<br />

Son las olas que vienen<br />

a mojar tus pies desnudos<br />

silenciosas, sumisas.<br />

Tú rebelde caminas por la orilla.<br />

Carmen Martínez Marín (Murcia)<br />

http://aymaricarmen.blogspot.com/<br />

25


Maternidad (1901) – Pablo Picasso (1881-1973)<br />

Imagen sugerida por la autora<br />

26


Alma Mater<br />

A mi madre, «mi universidad»<br />

Te volviste de espaldas a mi pluma<br />

sin que pudiera atraparte en las palabras<br />

pero tu esencia se derrama en mi memoria<br />

sin que pueda cerrarle las esclusas.<br />

Yo amé tu fuerza, tus vísceras rabiosas<br />

tu etiqueta de madre vigorosa<br />

tu eterno gesto negativo a mi andadura<br />

batallas que libramos las dos juntas<br />

en soledades e imaginarias penumbras.<br />

Pero cuanto te amé ¡oh madre mía!<br />

En tiempos de única querencia<br />

después te suplantaron por derecho<br />

los neones de mi vientre que hoy me alumbran<br />

Y aún transcurridos tantos años de tu marcha<br />

se desliza mi mano hacia las teclas<br />

queriendo escuchar tu voz al otro lado<br />

que siempre me quisiste y que me quieres.<br />

27


Ya no te tengo cada día a mi lado<br />

el tiempo es una sanación de los dolores,<br />

mas ya ves que de nuevo están conmigo<br />

tu etérea presencia, tus doctas palabras<br />

que me llegan ahora sin reproches.<br />

Conxa Gausí Caballero (València), 27.03.2012<br />

28


Cunas sin barreras<br />

Baby girl climbing into crib – Radius Images<br />

https://500px.com/radius_images<br />

María siempre supo que llegaría ese día.<br />

Desde que, siendo una adolescente, reconoció su canción<br />

cuando veía una serie de televisión, sintió que había encontrado el<br />

hilo que le llevaría hasta su madre. Su madre biológica, claro, porque<br />

madre ya tenía una, y no podía quererla más, por más que a ella le<br />

costara comprender su empeño en saber.<br />

Berta siempre temió que llegara ese día.<br />

29


Había criado a María, su única hija, entre algodones. Sufrió lo<br />

indecible por no poder tener hijos, y, más tarde, por conseguir<br />

adoptar, hasta que aquella bendición llegó hasta ella. Recordaba<br />

tantas veces sus ojos enormes y aquella manía a los barrotes de la<br />

cunita que con tanto amor le había preparado. La criatura no paraba<br />

de llorar por las noches hasta que se armó de valor y mandó serrar<br />

varios barrotes de la cuna. Y, a partir de aquel día, su niña fue feliz<br />

con ella. Y ahora todo podía cambiar, por esa maldita obsesión suya<br />

de encontrar a su madre biológica.<br />

Dolores siempre esperó que llegara ese día.<br />

Es verdad que había firmado un papel por el que se<br />

comprometía a no buscar nunca a aquella hija. Y había cumplido.<br />

Pero albergaba la secreta esperanza de algún día ella le buscaría. Y no<br />

había noche que no se durmiera musitando la nana que su madre le<br />

cantaba a ella, Mareta, y que le recordaba a aquella niña que la<br />

miseria y la intolerancia del mundo le arrebató de su cuna sin<br />

barrotes, aquella cuna que encontró en la basura y que arregló como<br />

mejor supo. Tuvo otra hija, y la quería más que a nada el mundo,<br />

pero nunca le pudo cantar aquella nana, porque era la canción de su<br />

niña perdida.<br />

Yo siempre pensé que nunca llegaría ese día.<br />

Cuando María recurrió a mí en busca de su madre, sin más<br />

pruebas que una canción de cuna y el recuerdo difuso de una cuna sin<br />

barrotes, tuve claro que no había nada que hacer. Se lo dije desde el<br />

primer momento. Yo era policía, no maga. Y ese es el país que es, no<br />

lo que vemos en las series de televisión. Y aún peor, es el país que fue,<br />

y la suya era una historia de una adopción en una época en que las<br />

adopciones irregulares eran legión. Le quise quitar la ilusión de un<br />

plumazo, pero algo en sus ojos enormes acabó contagiándome. Y me<br />

puse a buscarla con el convencimiento de que nada conseguiría.<br />

30


No fue fácil. Pero reconozco que fue bastante más sencillo de lo<br />

que en un primer momento creí. Identifiqué la canción, Mareta, una<br />

nana popular y anónima que por la lengua limitaba bastante el ámbito<br />

de mi búsqueda a Valencia, Cataluña o las Islas Baleares.<br />

Escuchamos juntas varias versiones distintas. La que más se parecía a<br />

sus recuerdos provenía de la zona de Castellón, en la Comunidad<br />

Valenciana. Tuvimos suerte, y tras contactar con varias asociaciones,<br />

acabamos encontrando a una mujer que recordaba un asunto muy<br />

triste. Una criatura que estuvo a punto de morir de una caída de la<br />

cuna. La madre era muy joven y muy pobre y estaba muy sola, y la<br />

culparon porque aquella cuna sin barrotes recogida de la basura no<br />

era un lecho adecuado para un bebé, como no lo eran las condiciones<br />

de miseria en que malvivía y, sobre todo, la falta de padre conocido.<br />

La mujer recordaba el llanto de aquella joven madre que se vio<br />

obligada a firmar una renuncia de por vida a su bebé a cambio de que<br />

no la culparan de sus lesiones o de una más que probable muerte.<br />

Contra todo pronóstico, el bebé, una niña de ojos enormes<br />

llamada María, sobrevivió. Y fue entregada a su nueva madre Berta,<br />

que lloraba de alegría mientras Dolores, la mujer que le dio la vida,<br />

lloraba de pena.<br />

Hoy, por fin, María, Berta y Dolores lloran de emoción. Sus<br />

lágrimas se mezclan con las mías, y también con las risas de Cristina,<br />

una criatura de apenas unos meses que no deja de sonreír escuchando<br />

a aquella tres mujeres cantando una nana.<br />

A su preciosa cuna le faltaban dos barrotes que alguien había<br />

serrado como recuerdo de un pasado con el que, por fin, hizo las<br />

paces.<br />

Susana Gisbert Grifo (València)<br />

http://conmitogaymistacones.com/<br />

31


Sunday wash – Sam Sims https://www.flickr.com/photos/samiam281/<br />

32


Una sensación de amor en la camiseta<br />

Creo que los inviernos<br />

te gustaban.<br />

Camiseta de frisa<br />

gruesa ternura<br />

que me abrigó la infancia.<br />

Un arrullo en mi cuerpo<br />

de tibieza<br />

y en tus bordes prendida<br />

alguna pastilla<br />

de alcanfor.<br />

Me apretujabas<br />

cuando eras nueva<br />

pero en los puños<br />

sobresalías siempre<br />

percudida.<br />

Recién lavada<br />

te encogías<br />

odiosa, tus mangas<br />

estiraba<br />

sin piedad.<br />

33


Igual, yo te quería.<br />

De apariencia chingada<br />

desbocada en el escote<br />

con algún agujerito de polilla<br />

con orejas del tendal marcadas<br />

y en un costado toda descocida.<br />

Más te quería.<br />

Gladys Alonso (Chacras de Coria, Argentina)<br />

<strong>34</strong>


Perfecta<br />

Newborn – Domen Grögl https://500px.com/domengrogl<br />

Creo que antes de nacer ya era consciente de lo que le esperaba<br />

al otro lado. De ahí su resistencia. Aquel no querer poner de su parte<br />

para salir que me costó catorce horas de parto. Tanto esfuerzo… para<br />

acabar sucumbiendo a una cesárea.<br />

Todavía medio dormida me la pusieron sobre el pecho, era<br />

preciosa. Me fijé en sus pies, con sus deditos; tan bien formados, en<br />

aquellas pequeñas manitas que me agarraban con fuerza mientras<br />

lloraba. Después vi su pelito rubio y aquellos ojos azul intenso como<br />

los de su padre, pero rasgados, su pequeña nariz; chata. Y de repente<br />

observé como todos me miraban con cara de incertidumbre. Pero yo,<br />

lejos de asustarme, fui consciente de que entre mis brazos tenia a una<br />

niña muy especial. Y les dije: ¿la habéis visto?, es perfecta.<br />

Marisa Martínez Arce (València)<br />

35


Peekaboo – Heather McReynolds http://radiantredqueen.deviantart.com/<br />

36


¿Eras vos, mamá?<br />

Cada noche al acostarme,<br />

brazos enérgicos y a la vez tiernos,<br />

arropaban mi cuerpo con suaves cobijas,<br />

y en mis mejillas depositaban<br />

un cálido beso...<br />

¿Eras vos, mamá?<br />

En los días helados<br />

cuando el viento soplaba y enceguecía la mirada,<br />

cuando la noche oscura sobre mí se abatía,<br />

veía a lo lejos una luz que me guiaba,<br />

una linterna que se agitaba<br />

entre la arenisca que volaba...<br />

¿Eras vos, mamá?<br />

Un día me vestí de blanco<br />

y unos labios pronunciaron:<br />

Te vas para siempre de mi lado...<br />

¿Eras vos, mamá?<br />

Hoy muchos años han pasado,<br />

sé que siempre estuviste,<br />

abrigando mi cuerpo, nutriendo mi mente.<br />

Sé que eras esa mariposa<br />

que roza y se posa sobre el corazón.<br />

Fuiste inflexible, siempre límites pusiste<br />

que yo no lograba comprender.<br />

Ahora te entiendo querida mamá<br />

porque soy madre y sé lo que cuesta<br />

decir esos NO que hacen llorar.<br />

37


Hoy tienes 95 años,<br />

eres tan frágil como un cristal.<br />

Hoy has pasado a ser mi niña y yo tu mamá.<br />

Liliana Ebner (Buenos Aires, Argentina)<br />

38


El amor no muere, solo duerme<br />

Father & daughter – Glynn Lavender<br />

https://www.flickr.com/photos/r1user/<br />

Vestida de negro inicié un lento y pesado caminar, sólo a veces<br />

amortiguado por las hojas secas que crepitaban bajo nuestros pies.<br />

Disipé las dudas, de quienes todavía desconfiaban de los<br />

sentimientos a quien yacía, en aquellos momentos.<br />

El viento parecía querer aliarse a la comitiva fúnebre, gimiendo<br />

a su paso y nos azotó el rostro de los presentes. Unos tímidos rayos de<br />

sol de otoño se rindieron a las primeras sombras, que llegaban<br />

39


acompañados de su fiel lacayo, el viento. Que en aquellos momentos<br />

acampaba a sus anchas en las llanuras castellanas.<br />

A lo lejos escuchamos el lamento de campanas, mezclado con el<br />

murmullo de los asistentes. No hicieron falta plañideras, se oía el<br />

gimoteo de tres generaciones alternas tras de ti. Los miré con cierta<br />

envidia.<br />

Paralelo al camino del cementerio, existe el camino de la<br />

estación. Un tren pasó rápido y emitió un silbido que nos recordó a<br />

una despedida.<br />

A mi mente regresaron los recuerdos de aquellos últimos días.<br />

Sólo unas palabras al conocer la noticia de tu enfermedad.<br />

Mi madre, mirándome sólo me dijo. ¡Búscalo y perdónalo! Yo<br />

ya lo hice hace tiempo.<br />

Cuando nos vimos frente a frente, en tus ojos sólo vi derrota. Te<br />

ofrecí agua para humedecer tus labios, pero apenas éstos se abrían<br />

sino para susurrar lamentos de desasosiego, o morderte los labios con<br />

rabia contenida.<br />

No hubo palabras de reproche. Solo quise recuperar lo que<br />

habíamos perdido hacía mucho tiempo.<br />

Todos sabían de mí. Tuve miedo de no ser bien recibida, pero<br />

me abrieron la puerta de tu casa, de vuestra casa.<br />

—¿Llego tarde? —te pregunté.<br />

Y sin más preámbulos, me explicaste tus motivos. Y abrí los ojos<br />

con sorpresa cuando tus labios se abrieron y empezaste a cantar una<br />

ranchera.<br />

«Y tú que te creíste el Rey de todo el mundo, y tú que nunca fuiste capaz<br />

de perdonar. ¿Dónde está tu orgullo y tu coraje? Y hoy, que estás vencido,<br />

40


mendigas caridad…que no da lo mismo amar, que ser amado y hoy que estás<br />

acabado, que lástima me da…Maldito corazón me alegro de que sufras…»<br />

Con lágrimas en los ojos nos dimos un abrazo.<br />

—Hija mía.<br />

Dos palabras. Que olvidaron mi congoja. Que olvidaron<br />

aquellas cenas de leche y dos galletas. Que olvidaron que tú elegiste<br />

una botella que te pareció inofensiva. Que… ahora ya era demasiado<br />

tarde.<br />

Sólo una hoja rasgada, con letra escrita con prisas, así te<br />

despediste de nuestras vidas. No nos distes la oportunidad de<br />

conocerte, de conocernos. Lo único que me habías dejado era<br />

aquello, una letra de una ranchera.<br />

«Con dinero y sin dinero, yo hago siempre lo que quiero y mi palabra es<br />

la ley. No tengo trono ni Reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo<br />

el Rey»<br />

Cansado de respirar sólo me pediste que fuera tachando sueños.<br />

Y lo hice. Ya había cumplido para mí, el más importante.<br />

Una ligera brisa danzó a mi alrededor y sentí como envolvía mi<br />

cabello, queriendo imitar una caricia paterna, su rumor llegó hasta<br />

mis oídos, y entonces sentí como un arrumaco, como un beso y quise<br />

escuchar un adiós.<br />

Cerré los ojos y seguimos caminando…<br />

Rosi Serrano Romero (Móstoles, Madrid)<br />

41


Mario Benedetti (autor desconocido)<br />

42


Sutil<br />

Habitar en los ruidos no es gran cosa,<br />

uno aprende a soñar siempre en silencio<br />

a dejarse ver de cuando en cuando,<br />

bostezar, decir hola, ser diario.<br />

Pero sin darse cuenta se va haciendo<br />

cada vez más sutil en las esquinas,<br />

en los bordes del cuerpo, en la mirada<br />

que se aleja del tiempo en el que habita<br />

y así se va borrando poco a poco,<br />

hasta volverse sueño y ser soñado.<br />

(Poema seleccionado por «Cerezo Ediciones» para el recopilatorio<br />

del II Concurso en homenaje al poeta Mario Benedetti)<br />

Manoli Vicente Fernández (Viana del Bollo, Orense)<br />

http://www.lascosasqueescribo.wordpress.com<br />

43


Fotografía aportada por la autora<br />

44


La casa azul de Albarracín<br />

Alejandra, Alejandra, señora y dueña mía: te contaré la historia<br />

de mi casa, de mi calle y mi pueblo. Y si eso no te vale para amarlas,<br />

inventaré leyendas sobre el añil que pinta sus paredes y los geranios<br />

que cuelgan de sus rejas. Tú serás la princesa de un pueblo de Jaén,<br />

yo pastor trashumante que confundió sus pasos camino de Valencia<br />

por una cabra díscola y unas ovejas bobas que, bobas, la siguieron. Y<br />

allá en La Carolina, yo contemplé tu rostro de gitana y tu cabello<br />

negro y tu cintura escueta y, locura de amor, te enamoré y huimos.<br />

Sé que mi tierra es dura, ventosa, fría, y seca, princesa mía,<br />

amada. Tan duros sus inviernos, que han de tener, al menos,<br />

chimeneas al norte y al oeste tus regios aposentos. Con dos balcones<br />

grandes de amplios ventanales cara al sur, para que nunca añores el<br />

sol de Andalucía. En verano, abriremos también las ventanas del<br />

norte, que levanten corrientes y refresquen tu cuerpo. Será tu casa<br />

azul, porque ha de ser la casa más hermosa del pueblo. Azul, y<br />

bordearemos de amarillo ventanas, aleros y molduras. Como añil y<br />

amarillo son los campos barrados del blasón de la casa que lleva mi<br />

apellido, tuyo ahora, dulzura, amor de mis amores.<br />

En el número 20 de la calle de Azagra, en la muy noble, fiel leal<br />

y vencedora (como reza en su escudo) ciudad de Albarracín, yo te<br />

juro, Alejandra, que he de hacerte feliz. Porque si el clima es duro, se<br />

apiñan cuesta arriba, mirando hacia el castillo, las empedradas calles,<br />

las casas blasonadas, las gentes, buenas gentes que también te han de<br />

amar. Y así cortan los vientos, se protegen y cuidan. Que si Santa<br />

María y el Cristo de la Vega nos regalan sus dones, crecerá nuestra<br />

casa poblándose de hijos, de hermanos y de amigos. Y será bordeada<br />

por esta callecita, en buena vecindad con el ocre y la piedra, con la<br />

madera vista, con escaleras, tiestos, tinajas y enrejados. Se asomarán<br />

45


los árboles del huerto por las tapias y dormirán los gatos en las piedras<br />

al sol.<br />

Más allá están el río y los chopos que, en otoño, nos pintan de<br />

amarillo el paisaje; más aún, la muralla, las torres, las almenas, la<br />

roca, la montaña y el cielo con su luz.<br />

Alejandra, mi reina. Aunque vengas tan sólo desde el pueblo de<br />

al lado, aunque jamás extrañes los cielos andaluces y aunque tu casa<br />

sea tan hermosa como ésta, quiero ofrecerte todo lo que cabe en mis<br />

manos, en mi ingenio y en este corazón que se me agranda en<br />

profundos suspiros con tan solo mirarte. Por mi vida, Alejandra, que<br />

he de hacerte dichosa en esta casa azul.<br />

Cristina Cifuentes (La Puebla de Alfindén, Zaragoza)<br />

http://www.irae.es/<br />

46


Visita relámpago<br />

Fotografía compartida de Los viernes creativos de Ana Vidal<br />

Cuando aterrizamos en aquel misterioso planeta, advertimos un<br />

grupo de seres vestidos de blanco completamente inmóviles. Nuestros<br />

sensores indicaban que estaban vivos, pese a que no daban muestras<br />

de ello. A través del modulador de comunicaciones les preguntamos<br />

en su propio lenguaje qué hacían allí. «Un mannequin challenge»,<br />

respondió su portavoz. Volvimos a la nave, transmitimos a la base<br />

nuestras conclusiones, pusimos los motores en marcha y continuamos<br />

el viaje. Era indudable que en ese asteroide no había vida inteligente.<br />

Rafa Sastre (València)<br />

http://rafasastre.blogspot.com<br />

47


Miles Davis – Barbara Luel https://www.flickr.com/photos/barbara_luel/<br />

48


El último de la fila<br />

Siempre fui el último de la fila, el transparente, el invisible,<br />

el que nadie recuerda ni tiene en cuenta,<br />

Me esforzaba por no hacerme notar<br />

Si alguna duda tenía no lo manifestaba<br />

Si me encontraba enfermo aguantaba y nadie lo advertía<br />

Solo anhelaba que transcurrieran los días de mi anodina existencia<br />

Que pasaran las semanas en aquella calma chicha en la que nada<br />

ocurría.<br />

La ignorancia de mi presencia me hacía sentirme seguro<br />

Evitaba la atención de las miradas y me posicionaba en el no<br />

posicionamiento constante.<br />

El «no lo sé», o el «me da igual», formaban parte de mis habituales<br />

respuestas, si es que algún incauto solicitaba mi opinión por error.<br />

Yo estaba allí, pero no se notaba<br />

Así año tras año, fui minimizando mi presencia a la mínima<br />

expresión de mi existencia,<br />

hasta que en el último curso, llegó el día de la graduación y se<br />

dispusieron a dar los diplomas.<br />

Nombraron a todos menos a mí.<br />

Por fin lo había conseguido.<br />

Luisa Berbel Torrente (València)<br />

49


Silhouette – Claude Charbonneau https://500px.com/claude_klod<br />

50


Final<br />

Tus ojos nunca me mintieron, porque no permitías que me<br />

mirasen en ese momento. Siempre lo noté.<br />

Con el tiempo aprendí a reconocer en tus palabras cuando lo<br />

hacías. No quería admitirlo, aunque era evidente.<br />

En el tono de tu voz, en tus enojos, fui poco a poco descubriendo<br />

la realidad. Era mi culpa, al no poder ser todo para vos, con el<br />

tiempo fue aumentando. Me sentía morir, no quería compartirte, aun<br />

sabiendo que jamás serías mía.<br />

Guardé silencio mientras tu todo negabas.<br />

No quise saber su nombre ni nada de él. Te solté la mano y<br />

emprendí el regreso a mi soledad. Fue hermoso mientras duró, me<br />

diste deseos de vivir, de soñar. Fui feliz.<br />

Ahora regreso a casa despacio, sin prisa, mientras va cayendo la<br />

tarde y el frío de la noche penetra en mi ser…<br />

Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />

http://www.luismolin.blogspot.com.es/<br />

51


Corpórea – Composición de la autora<br />

52


Violencia machista<br />

Ocupas un espacio<br />

en las noticias,<br />

mientras vacía y desolada<br />

la casa está.<br />

El cuerpo magullado<br />

de golpes lleno<br />

como callada sombra<br />

que confunde<br />

las femeninas formas.<br />

La garganta gritó<br />

con sonido<br />

congelado en el tiempo<br />

que nadie escuchó.<br />

Tan solo las paredes<br />

manchadas ya<br />

de emboscadas feroces<br />

que acechan cada día<br />

ocultando el silencio<br />

de palabras vacío.<br />

Anónimas mujeres<br />

de miserias dañadas,<br />

de murmullos callados.<br />

53


La soledad y el odio<br />

comensales diarios<br />

atrapan el momento<br />

de las vivas ya muertas.<br />

Se perciben susurros,<br />

lamentos vecinales<br />

y colores oscuros<br />

que el plasma iluminó.<br />

Y la nada se instala<br />

en olvido, miseria,<br />

con nocturnos silencios.<br />

María Luisa Pérez Rodríguez (València)<br />

http://marialuisaperezr.blogspot.com.es/<br />

54


Fútbol en una enojosa mañana de calor<br />

Fotografía de 30.04.1940 - Nationaal Archief (Holanda)<br />

Noche con problemas de insomnio; lo normal en un servidor<br />

cuando tiene una cita por la mañana temprano. Desayuno apresurado<br />

a las siete y media y carrera enloquecida hacia la parada del autobús<br />

de mi calle hacia las puertas de un bus de cercanías hacia el centro.<br />

Bajo a la carrera y cojo un segundo que me permite bajar al metro, y<br />

comprobar el desastre de mis bono-metros personales antes de<br />

reencontrarme con viejos amigos.<br />

Destino: Paterna. Hoy le toca jugar a Menstopia contra General<br />

Barroso. El encuentro será en la ciudad Polideportiva. Me<br />

55


acompañan Ximo como el más entregado entrenador y animador de<br />

primera. Edu, que se deja el alma en cada posibilidad de gol,<br />

derrapando su cuerpo y poniéndolo al límite. Alvar; goleador estrella<br />

por su velocidad y arrojo casi suicida a la hora de afrontar un gol con<br />

todo lo que tiene a su alcance. Jordi, cuya timidez se deja de lado<br />

cuando le ponen un balón delante y se tira sin reservas. Sergio, no<br />

menos arrojadizo que Edu o Alvar a la hora de sacrificarlo todo con<br />

el balón. Alfredo, futbolista en reserva que no duda en dar la talla<br />

cuando la fatiga se apodera de sus compañeros. Marcos, defensa<br />

dispuesto a no dejar pasar los disparos del enemigo. Cayetano,<br />

reserva no menos entregado en la adversidad. Santiago, distinguido<br />

de la camiseta oficial blanca del equipo, por llevar una camiseta azul;<br />

procura no dejar pasar una bola cada vez que se pone al frente de la<br />

portería, y para qué negarlo, lo consigue. Y Vincent, el asistente,<br />

cuyos ocasionales problemas físicos no le impiden auxiliar a sus<br />

compañeros.<br />

Yo ejerzo de rana Gustavo; de reportero dicharachero.<br />

El camino a pie hasta el Pabellón de Paterna es un calvario por<br />

el sol y por las cuestas. Es curioso, sus calles me recuerdan a las del<br />

pueblo de mis tíos, allá en Alcorcón (Madrid); los recuerdos. El sol<br />

aprieta y los compañeros o beben de ocasionales fuentes públicas o<br />

fuman. Cada uno tiene su remedio. Al fin llegamos. Edu siempre<br />

viene en moto. Otros como Alvar, en coche; llevando a un par de<br />

colegas consigo.<br />

Cambio en los vestuarios y empieza el calentamiento; goles a<br />

puerta a tres piernas. Hay que eliminar toxinas o empezar a hervir la<br />

rabia en la sangre de cara al partido. Al lado de la puerta principal<br />

estoy en mala posición para sacar fotos con mi móvil; unas ventanas<br />

resplandecen al fondo y provocan violentos contraluces, quemando<br />

instantáneas sin precio. Tengo que cambiar de posición y economizar<br />

56


disparos pese al falso pozo sin fondo que aparenta la tecnología<br />

digital. Varios equipos entrenan a la vez y una mujer adulta recibe<br />

una «peinada», o balón directo a la cabeza. Los balones impactan<br />

peligrosamente como pedradas cerca de nosotros, en la retaguardia.<br />

Ximo es el entrenador y voceras oficial, pues no se oye nada<br />

(literalmente) y Menstopia lleva una camiseta blanca con la excepción<br />

de Santiago el portero y su azul marino.<br />

General Barroso visten un gris cenizo de lo más resultón. Los<br />

colegas se sientan en los bancos hechos de resina concentrada<br />

(sospecho que made in IKEA), yo me siento en un suelo<br />

enmoquetado de vinilo, no hay que dormirse en los laureles... ¡ya nos<br />

toca!<br />

Los nuestros se tiran a muerte, pese a que General Barroso no<br />

nos lo ponen fácil en la defensa de su territorio. Piernas que se<br />

entrecruzan con violencia, balones que se arrebatan, alguna falta leve<br />

y Edu que no duda en darlo todo y tirarse al suelo en plancha para<br />

arrebatar el balón y permitirle a un colega recuperarlo e ir a por todas,<br />

pero hace que Edu amenace por provocarse una lesión. Jordi, que<br />

recoge las pelotas lanzadas a la desesperada por sus colegas y corre<br />

veloz con ellas; pasando, cortando, robando, deslizando de lado<br />

balones que son capturados por Sergio, Alfredo, Marcos o Cayetano,<br />

y entonces se produce el milagro... ¡GOL!<br />

Alvar ha marcado. Estamos en uno a cero. Fin del primer<br />

tiempo. La estrategia de Ximo es aguantar los siguientes minutos que<br />

queden sin darles la posibilidad de marcar, defendiendo a toda costa<br />

la portería que Santiago defiende con uñas y dientes. Pero Alvar se<br />

arriesga y entonces oímos para nuestra sorpresa y rabia de los<br />

contrarios... ¡GOL!<br />

Alvar ha vuelto a hacerlo, como si rompiendo las reglas de<br />

mantenerse discreto, no bastaran. Tenemos dos goles y General<br />

Barroso está cero a dos, necesitan un gol y en su desesperación, sacan<br />

57


fuerzas de flaqueza. Ya no se preocupan tanto por su portería y<br />

empiezan a castigar la nuestra con saña; lo dan todo y se nota, y no<br />

tarda en oírse... ¡GOL!<br />

Se abrazan unos momentos emocionados antes de volver al<br />

juego, ahora estamos en posición de acabar en una situación de<br />

empate, o ganadores asegurados...<br />

—¡No arriesguéis, proteged la portería! —ordena Ximo.<br />

Ahora hay dos opciones: proteger al portero y evitar un gol que<br />

provoque una ronda de penaltis... o que alguien se arriesgue por<br />

sorpresa. Quedan pocos minutos para finalizar el partido, no hay que<br />

arriesgarse; proteger la portería, evitar el fatal gol del empate; un solo<br />

minuto, y entonces... Alvar marca por tercera vez y obra el milagro<br />

definitivo: ¡GOOOOOOOOL!<br />

—¡Hemos ganado, hemos ganado, en el último minuto! —<br />

exclama Vicent.<br />

Hay un dicho que dice que no hay milagros sencillos. Otros lo<br />

llamarían fuerza de voluntad. Sea lo que sea, ha sido de cátedra.<br />

Felicitaciones con los contrarios; duchas para los jugadores y vuelta a<br />

casa. Más no se puede pedir. Aunque pueda decirse que fue<br />

grandioso.<br />

Jorge Zarco Rodríguez (València)<br />

58


Novela<br />

Thoughts – Yulia Takh https://500px.com/junographia<br />

Un libro despliega<br />

a nuestros personajes internos,<br />

y juegan con nosotros.<br />

Los ojos de Catalina estaban perdidos en el paisaje del parque.<br />

Había colocado la novela de su hermano Alberto a un lado. Meditaba<br />

sobre un hecho de la narración: la mujer leía en un banco del parque.<br />

La historia, de tan imposible, le parecía creíble, tan suya.<br />

El móvil la sacó de sus cavilaciones. Conforme hablaba, empezó<br />

a tartamudear. Su cuerpo perdió rigidez. El frío en sus venas le había<br />

paralizado la voluntad. No podía creerlo: Alberto había muerto en un<br />

59


accidente de tráfico. Catalina estuvo inmóvil varios segundos, le vino<br />

el sobresalto y salió de prisa. El libro se quedó aquí, conmigo. No<br />

pude decirle nada debido a mi innata mudez. Tampoco podría<br />

alcanzarla y dárselo. Ya en casa se maldeciría de haberlo dejado en el<br />

parque.<br />

Le dolía la pérdida de las palabras de su hermano en la primera<br />

página:<br />

Catalina,<br />

disfruta del amor de esta novela<br />

Alberto<br />

«Pero ¿quién podría interesarse en el libro?», pensó más tarde<br />

Catalina, cuando viajaba al pueblo. Como si no tuviera otra cosa en la<br />

cual pensar. Quizá buscaba el escape a la tristeza de los sucesos. La<br />

ficción de su respuesta a esta pregunta la desconcertó. Una vez más<br />

estaba metida en la narrativa de su hermano.<br />

Se levantó para ir al aseo del tren. Necesitaba un respiro. Con<br />

cada paso se repetía a sí misma que «los hechos imposibles solo viven<br />

en la fantasía o la imaginación de un escritor». Sin embargo, a pesar<br />

de ser la persona más cuidadosa, la fantasía acaeció: había dejado el<br />

libro en el banco del parque. Esto no le podía ocurrir. A ella: no.<br />

Aquella tarde, mientras Catalina viajaba al pueblo, la gente que<br />

pasaba por aquí miraba de soslayo el libro. Algunos se detuvieron y lo<br />

hojearon con la mirada más bien puesta en los árboles y la gente que<br />

paseaba. Dos personas se sentaron, leyeron un poco y lo dejaron en su<br />

sitio otra vez.<br />

Nuestra historia del libro habría finalizado a los pocos días, bajo<br />

las lluvias e inclemencias del parque, si no hubiera sido por Braulio,<br />

quien lo vio a la mañana siguiente, a su paso a la Central. A la vuelta,<br />

se detuvo y leyó la nota de Alberto. Por la tarde, le llamó la atención<br />

que nadie se lo hubiera llevado. Se sentó y empezó a leerlo. Al<br />

60


finalizar el tercer capítulo supo que debía entregárselo a Catalina, si<br />

ella regresaba. Vaya, debía volver. Tenía la seguridad de que estaría<br />

aquí un día cualquiera. No podía ser de otra manera. A diferencia de<br />

Catalina, a él no lo estremecía el descaro de los imposibles que<br />

penetran en nuestra realidad.<br />

Braulio pasaba por ahí varias veces al día. Iba de las oficinas de<br />

su trabajo a la Central, y volvía. Bien podía cargar siempre con el<br />

ejemplar y entregarlo a su dueña, cuando coincidieran en el parque.<br />

Los meses transcurrieron con la lentitud del caracol en su<br />

laberinto. Deseaba encontrarla, no solo en el parque, sino en<br />

cualquier esquina, en el café de las tardes, en las salas de cine, en la<br />

oscuridad de su habitación. La incógnita le agotaba su capacidad de<br />

respuestas. O coincidía con ella en el mismo espacio y a la misma<br />

hora, o leía el resto de la novela. Tenía que ser ya.<br />

No había deseado pasar del tercer capítulo, pero su resistencia<br />

tenía un límite. Decidió leer el resto de la novela un sábado de otoño.<br />

Dio un paseo por el parque con la esperanza de tropezar con la dueña<br />

del libro, de descubrir el rostro desconocido. Absurdo. Se sentó en el<br />

césped, delante del sitio donde lo había encontrado. Retomó la<br />

lectura. Llegado al último capítulo, lo cerró. No quería conocer el<br />

final. Se levantó, se sacudió los pantalones y, al levantar la mirada, se<br />

tropezó con la de Catalina.<br />

Permanecieron inmóviles varios minutos. Catalina quiso decir<br />

algo. Se contuvo. Si bien ella había servido de modelo para el<br />

personaje femenino, el parecido de Braulio con el personaje de la<br />

novela de su hermano le sorprendió. Imposible que Alberto lo<br />

conociera de antemano.<br />

Braulio vivía la conmoción de tener frente a sí a la mujer de la<br />

historia —imposible, se decía— tal y como la había construido en su<br />

imaginación lectora. Se había acostumbrado a que el personaje<br />

masculino se pareciera a él, ya en lo físico, ya en sus pensamientos y<br />

61


acciones. Pero ¿ella? Aunque sabía que la iba a conocer al levantarse,<br />

la realidad era arrebatadora.<br />

—¿Has leído el último capítulo?<br />

Preguntaron al unísono. La respuesta negativa surgió también al<br />

mismo tiempo. No deseaban conocer el desenlace de una mujer y un<br />

hombre que se encontraron frente al banco de un parque, gracias a<br />

que ella había dejado un libro ahí tras una noticia funesta, libro que él<br />

guardaría para cuando ella volviera.<br />

Con implícita complicidad, dejaron el final de su historia para<br />

los inverosímiles de la realidad y se alejaron entre la diversión de sus<br />

palabras.<br />

¿El libro?, quedó aquí a mi cuidado. A la hora, una chica<br />

morena con ojos de cielo se sentó, me miró a mí, hacia el libro y los<br />

alrededores del parque. Tras cerciorarse de que nadie la veía, lo metió<br />

en su bolso con un movimiento rápido, y así se alejó. Mi innata<br />

mudez me impidió pedir ayuda para que detuvieran a la ladrona.<br />

Tampoco corrí tras ella. Imposible, con mis patas de metal.<br />

José Luis Sandín (València)<br />

62


Sobrevivir<br />

Kiss of the wind – Maryna Khomenko https://500px.com/manirka<br />

Me quedan aún por ver algunas cosas,<br />

no quiero asentar aquí mi cabeza.<br />

Propongo vivir hoy un sueño nuevo,<br />

propongo viajar a través del sueño.<br />

No quiero de nuevo parar el tiempo.<br />

¡Sí tal vez, revivir algún momento!<br />

Quiero borrar de un golpe lo sufrido...<br />

No puedo, no, afrontar sola mis miedos.<br />

No me ofrezcas una tranquila vida,<br />

la tuve. Escapé para no volver.<br />

Dame la fuerza, el ímpetu del viento.<br />

Súbeme a una dulce nube de algodón.<br />

¡Déjame ser feliz a mi manera,<br />

que la vida sola ya me zarandea.<br />

Carmen Fabiá Mir (València)<br />

63


Inside silence – Laura Makabresku http://lauramakabresku.blogspot.com.es/<br />

Fotografía aportada por la autora<br />

64


Abrazar al sol<br />

Estoy celosa del viento<br />

que cambia el gesto en tu cara<br />

mientras corres en silencio<br />

despeinándote la barba.<br />

Estoy celosa de la lluvia<br />

y el café que te acompaña<br />

porque aún no encuentro una excusa<br />

para invitarte a mi casa.<br />

Esas cosas que te han gustado<br />

y las canciones que has cantado<br />

siguen colándose entre pensamientos<br />

de posibilidades y lamentos.<br />

Estoy celosa de vos<br />

y lo bien que vivís sin mí.<br />

Porque no logro abrazar al sol<br />

sin invocarte al escribir.<br />

Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />

65


René Descartes – Jelena Vasiljevic http://didulidudadu.deviantart.com/<br />

66


¿Un fallo en el método?<br />

Cristina se apresuró a levantarse de la cama al primer canto del<br />

gallo.<br />

Su amado René iba a hablarle esa mañana de la importancia de<br />

elegir un método adecuado para evitar caer en el error. Le había<br />

asegurado, el día anterior, que solo consistía en seguir, eso sí, a<br />

rajatabla, cuatro sencillas reglas. Realizó sus abluciones de forma<br />

apresurada, se puso un vestido cómodo y recogió su melena en un<br />

sencillo moño. Odiaba los afeites y adornos en su cuerpo gordezuelo<br />

y algo contrahecho.<br />

Cuando llegó a la biblioteca encontró a René desmejorado,<br />

estaba sentado junto al fuego y tenía la mirada extraviada. Pidió<br />

ayuda a sus criados para trasladarlo a su alcoba y tuvo que<br />

contentarse con leer los manuscritos del maestro para saber de la<br />

evidencia, el análisis, la síntesis y la enumeración.<br />

El método, infalible según René, para hallar la verdad, le falló a<br />

Cristina de Suecia para descubrir quién había envenenado con<br />

arsénico a su querido filósofo o quizá sí le sirvió y no contenta con las<br />

certezas que encontró, enmascaró el enojoso asunto con una muerte<br />

por neumonía debida a los rigores del clima. Así acabó sus días<br />

Descartes entre los misterios de los muros de un palacio sueco.<br />

Lu Hoyos (València)<br />

67


Fotografía aportada por la autora<br />

68


Sin decir adiós<br />

Me despido de ti,<br />

sin despedirme,<br />

para quedarme en tu mirada.<br />

Como agua cristalina,<br />

se escurre el tiempo<br />

entre mis manos,<br />

quiero atraparte,<br />

para siempre en el abrazo,<br />

en el momento en que dices<br />

que me quieres,<br />

caen lágrimas,<br />

son perlas de rocío,<br />

tu ausencia,<br />

es la ausencia anticipada.<br />

Me voy, y me llevo<br />

tu cariño, tus promesas,<br />

y las mías.<br />

En un rinconcito<br />

de mi alma se acurruca,<br />

esa única imagen en un sueño,<br />

y se funde con lo dulce<br />

y lo amargo de lo eterno.<br />

Mirta Calabrese De Luca (Sant Celoni, Barcelona)<br />

http://deshojandoversos.blogspot.com.es/<br />

69


Síndrome de Diógenes – Josemi Campaña<br />

https://josemicam.blogspot.com.es/<br />

70


Un tipo con suerte<br />

No soy un cleptómano, ¡qué ocurrencia!, y me ofende<br />

terriblemente que de mí hayan llegado a imaginar tal cosa.<br />

Simplemente soy un tipo con suerte. Un coleccionista, si precisan<br />

catalogarme de algún modo. Un coleccionista de extravíos ajenos. Sí,<br />

me gusta esa expresión y pronto verán como a la perfección me<br />

define.<br />

Aunque no lo crean, cada día, en cada esquina, los más<br />

insospechados hallazgos salen a mi paso. Esta ciudad está repleta de<br />

tesoros. Al parecer, sin embargo, poca gente los detecta y no entiendo<br />

por qué ni cómo es posible que a todo el mundo pasen tan<br />

inadvertidos, que nadie se percate de la existencia de semejantes<br />

maravillas cuando a mí, a cada instante, me asaltan por sorpresa. Sólo<br />

es cuestión de andar alerta y con los ojos bien abiertos para no perder<br />

la oportunidad. Nunca se sabe lo que uno habrá de precisar en estos<br />

tiempos inciertos. Ya ven, hoy ha sido este magnífico libro que con<br />

veneración sostengo entre mis manos, algo malherido y deshojado,<br />

cierto es, pero regalo inesperado de los dioses para el lector<br />

impenitente y obsesivo que, a pesar de todo, aún habita en mí. Hace<br />

unos días ese colchón tan acogedor y blandito con el que casi<br />

tropiezan al entrar, todo está manga por hombro, bien lo sé y ya me<br />

disculparán ustedes pero no esperaba visitas a estas horas, ni a éstas ni<br />

a ninguna en realidad —cierta belleza existe, sin embargo, entre las<br />

ruinas de este caos ¿no creen? a mí al menos así me lo parece, cierta<br />

armonía diría—. Incluso, escondida por algún rincón, me acompaña<br />

una encantadora y traviesa familia de ratoncitos que hace algunas<br />

noches encontré a punto ya de desfallecer de frío —inmisericorde<br />

invierno este que vivimos— y que desde entonces entretiene mi<br />

soledad. Nunca imaginarían lo simpáticos y divertidos que pueden<br />

71


llegar a ser estos animalillos, aunque algo tímidos y asustadizos<br />

también, no lo niego.<br />

Por cierto, mi nombre es Ernesto, se lo dije hace un momento<br />

¿recuerdan? -ER-NES-TO- y que yo sepa no padezco síndrome<br />

alguno, así que dejen ya de llamarme Diógenes, háganme el favor.<br />

Marta Navarro (València)<br />

https://cuentosvagabundos.blogspot.com.es/<br />

72


Carta al viento<br />

Father & son – Chris Cook https://500px.com/cookphoto<br />

Aunque en mi hoy la nostalgia, llena de noche mi ahora.<br />

Aunque las palabras sean solo meras caricaturas de lo que siento y su<br />

ausencia me duela como una puñalada trapera, mal dada y a<br />

conciencia.<br />

Y se marchó, sin decir adiós, sin un «te quiero», hizo mutis por<br />

el foro y no pude decirle cuanto le quería. A pesar de sus ausencias, a<br />

pesar de tantas noches en vela, a pesar de muchas cosas que quedan<br />

guardadas en mil silencios.<br />

73


Y le quise. Le quise como solo un hijo puede querer a un padre.<br />

Le quise con el dolor de saber que nunca me entendió, que nunca<br />

pudimos compartir nada más que sueños rotos.<br />

Le quise y le odié.<br />

Y hace cuatro años o quizás cinco... se fue.<br />

Me quedo con los buenos ratos , lejanos y fugaces , con su voz<br />

cascada y rota por la vida que llevó; por esa foto descolorida en la que<br />

me abraza teniendo yo apenas cinco o seis años mirando desde el<br />

séptimo piso de casa de mis tíos... el horizonte.<br />

Me quedo con esas despedidas silenciosas, los domingos por la<br />

noche, cuando me llevaba en coche a la parada del autobús que me<br />

devolvía al cuartel.<br />

Con su fuerte mano cuando en mi cumpleaños me llevaba a<br />

comprar juguetes.<br />

Quizás no fuiste el padre que yo quería, ni yo tu hijo soñado,<br />

pero gracias a ti hoy soy la persona que soy.<br />

Y nunca te lo dije.<br />

Me cargué de reproches y dolor e intenté darte todo mi amor...<br />

pero jamás te dije te quiero porque no sabía cómo hacerlo.<br />

Aprendí a sobrevivir, encerrado entre cuatro paredes, entre mil<br />

silencios y cargado de miedos, por tener que asumir el mando cuando<br />

apenas era más que un imberbe adolescente. Intentando parchear lo<br />

irremediable y sin tener más medios para hacerlo que unas manos<br />

vacías y la desesperación de la impotencia que sientes al no poder<br />

hacer nada.<br />

Y naufragué...<br />

74


Ahora soy capitán de barco y tengo mi propio grumete, y no<br />

pasa un día sin que le diga cuanto le quiero, aunque aún sigo sin saber<br />

cómo hacerlo.<br />

¿O quizás sí?...<br />

En él veo sin palabras... tu mirada. Esa mirada que me decía<br />

«gracias» cuando te llevaba al médico en tus últimos momentos (sin<br />

yo saberlo).<br />

Y un día le hablaré de ti, con el orgullo de un hijo que aún<br />

quiere a su padre y de esa foto descolorida que guardo encima de mi<br />

mesita. Le hablaré de su abuelo, pero solo, solo, de lo bueno y de<br />

cuánto aún... le quiero.<br />

Vicente Rius Máñez (València)<br />

75


Presentación/guateque «Relatos con banda sonora»<br />

Café Musical (Valencia, 13 de mayo <strong>2017</strong>)<br />

Os dejamos algunas fotos de este memorable evento<br />

76


Xenia Rambla, Susana Gisbert y Lu Hoyos<br />

Amparo Hoyos (centro) con unos amigos<br />

77


Javi Díaz, Almudena Villalba, una amiga y Lola Piera<br />

Isabel Sifre, Xenia Rambla, Lu Hoyos, Susana Gisbert y Marisa Martínez<br />

78


Marisa Martínez<br />

Amparo Hoyos y Eulalia Rubio, entre amigos.<br />

79


Nuestros libros<br />

Nos complace informar que nuestra nueva y flamante<br />

criatura ya está disponible en Amazon<br />

¡Hazte con ella si aún no la tienes!<br />

80


Y recordad que su hermanos,<br />

«Buffet Libre» (2015) y «El tiempo y la vida» (2016),<br />

otras dos antologías de relatos y microrrelatos<br />

con la participación de escritores habituales<br />

de la revista VALENCIA ESCRIBE,<br />

siguen de oferta en AMAZON (versiones papel y digital)<br />

¡Hemos tirado los precios!<br />

81


Libros de nuestras/os colaboradores<br />

Los demonios exteriores – David Rubio Sánchez<br />

(Disponible en Amazon)<br />

Contemplamos las estrellas buscando esperanza, anhelando que<br />

otros seres vengan a nuestro encuentro para revelarnos los misterios<br />

del universo, pero ¿y si traen consigo las mismas miserias e intereses<br />

que nosotros? O, a lo peor, ¿y si encontramos una especie con todas<br />

las respuestas?<br />

¿Qué vendría después? Descubre a través de diez relatos la<br />

historia más grande de la humanidad, la que comenzará con la<br />

llegada de los demonios exteriores.<br />

82


Sobres y cartas – PernandoGaztelu<br />

(Disponible en Amazon)<br />

Once relatos y diez cartas en los que la ficción se confunde con<br />

la realidad y donde ambos géneros se complementan, recuperando la<br />

literatura en segunda persona, la poesía social y la comedia. Muerte,<br />

amenazas, torturas, desengaños, ilusiones, poesía, perversión, sexo e<br />

incluso humor. Esquelas imposibles y relatos irreverentes se suceden<br />

en orden aleatorio con un único afán: entretener.<br />

83


Palabras en la basura<br />

Alberto Basterrechea, «Neorrabioso»<br />

http://neorrabioso.blogspot.com.es/<br />

84


Números anteriores de Valencia Escribe<br />

Número 26 (Octubre 2016)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/55984583/ve-26-octubre<br />

Número 27 (Noviembre 2016)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/56195419/ve-27-noviembre<br />

Número 28 (Diciembre 2016)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/56449121/ve-28-diciembre<br />

Número 29 (Enero <strong>2017</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/56611987/ve-29-enero<br />

Número 30 (Febrero <strong>2017</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/56798796/ve-30-febrero<br />

Número 31 (Marzo <strong>2017</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/57120791/ve-31-marzo<br />

Número 32 (Abril <strong>2017</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/58071760/ve-32-abril<br />

Número 33 (Mayo <strong>2017</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/58321161/ve-33-mayo<br />

NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista<br />

85


Valencia Escribe en las redes<br />

Os recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia<br />

Escribe, además de otras cosas, seguimos colgando convocatorias de<br />

concursos literarios que os podrían interesar<br />

https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/1<strong>34</strong>450789952020<br />

Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o<br />

mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que<br />

también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs<br />

https://www.facebook.com/groups/1571068066474683/<br />

Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que<br />

para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe<br />

Haiku. Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las<br />

reglas…<br />

https://www.facebook.com/Valencia-Escribe-Haiku-746524675464504/<br />

¿Queréis compartir o ser informados sobre los eventos culturales<br />

más interesantes a celebrar en Valencia y alrededores? Exposiciones,<br />

conferencias, presentaciones de libros, talleres, teatro, conciertos…<br />

todo eso y más en Agenda Cultural <strong>VE</strong><br />

https://www.facebook.com/Agenda-Cultural-Valencia-Escribe-<br />

1806573156332152/<br />

Valencia Escribe (y mucho) es un grupo creado para compartir<br />

vuestros poemas, microrrelatos y entradas de cualesquiera blogs<br />

literarios mantenidos por los amigos que integran esta familia que<br />

cada vez se hace más y más y más grande.<br />

https://www.facebook.com/groups/393565884<strong>34</strong>5726/<br />

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¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus<br />

lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,<br />

decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir<br />

noticias o artículos sobre Literatura? Únete al grupo de Facebook<br />

Club de Lectura Valencia Escribe<br />

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Si eres aficionado al cine, también tenemos nuestro propio club.<br />

Inserta reseñas, aconseja películas o series, comparte artículos, fotos,<br />

opiniones y debátelas en el grupo de Facebook Cine Club <strong>VE</strong><br />

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La foto de Miguel<br />

Moros y cristianos (Alcoi) - Miguel García Rodríguez (València)<br />

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