VE-34 JUNIO 2017
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Número <strong>34</strong> - Junio <strong>2017</strong>
© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías<br />
o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus<br />
respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)<br />
Portada: Fotografía capturada en la red (autor/a desconocido/a)<br />
Diseño y edición: Rafa Sastre<br />
Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />
Descarga de este número de la revista (formato PDF, 5.07 MB):<br />
http://www.mediafire.com/file/io9m3gw6zl4sg4e/<strong>VE</strong>-<strong>34</strong>+<strong>JUNIO</strong>.pdf
Índice<br />
Summer is coming (Rafa Sastre) Pág. 1<br />
Fórmula magistral (David Rubio) Pág. 3<br />
¡Recuérdanos! (M. Graciela Navarro) Pág. 7<br />
Arte efímero (Aurora Losa) Pág. 9<br />
Mi abuela (Manuel Serrano) Pág. 11<br />
Nueva versión del paraíso (Malén Carrillo) Pág. 13<br />
Botanic´s Perople/Clorofílica alegría (Toni Esteve) Pág. 15<br />
Verde quebrado (Isabel Puig) Pág. 17<br />
Hasta la próxima vez (Vivian Rodríguez) Pág. 19<br />
Oposiciones y enchufados (M. Grazia Scelfo) Pág. 21<br />
La era digital (Esther Moreno/José Luis Sandín) Pág. 23<br />
Las olas vienen a la orilla (Carmen Martínez) Pág. 25<br />
Alma Mater (Conxa Gausí) Pág. 27<br />
Cuna sin barreras (Susana Gisbert) Pág. 29<br />
Una sensación de amor en la camiseta (Gladys Alonso) Pág. 33<br />
Perfecta (Marisa Martínez) Pág. 35<br />
¿Eras vos, mama? (Liliana Ebner) Pág. 37<br />
El amor no muere, solo duerme (Rosi Serrano) Pág. 39<br />
Sutil (Manoli Vicente) Pág. 43<br />
La casa azul de Albarracín (Cristina Cifuentes) Pág. 45<br />
Visita relámpago (Rafa Sastre) Pág. 47<br />
El último de la fila (Luisa Berbel) Pág. 49<br />
Final (Luis A. Molina) Pág. 51<br />
Violencia machista (M. Luisa Pérez) Pág. 53<br />
Fútbol en una enojosa mañana de calor (Jorge Zarco) Pág. 55
Novela (José Luis Sandín) Pág. 59<br />
Sobrevivir (Carmen Fabiá) Pág. 63<br />
Abrazar al sol (Aldana Giménez) Pág. 65<br />
¿Un fallo en el método? (Lu Hoyos) Pág. 67<br />
Sin decir adiós (Mirta Calabrese) Pág. 69<br />
Un tipo con suerte (Marta Navarro) Pág. 71<br />
Carta al viento (Vicente Rius) Pág. 73<br />
Presentación/guateque «Relatos con banda sonora» Pág. 76<br />
Nuestros libros Pág. 80<br />
Libros de nuestros/as colaboradores/as Pág. 82<br />
Palabras en la basura Pág. 84<br />
Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 85<br />
Valencia Escribe en las redes Pág. 86<br />
La foto de Miguel Pág. 88
¡¡¡ Os queremos a todos allí !!!<br />
Enlace a las bases:<br />
http://valenciaescribe.blogspot.com.es/<strong>2017</strong>/05/ii-concurso-derelato-rapido.html
Summer is coming<br />
Se acerca el verano en el hemisferio norte y con él, un servidor<br />
se toma unilateralmente —como ya hizo el pasado año— unos meses<br />
de vacaciones. No discutiré si las merezco o no, solo os aseguro que<br />
mi mente exige desconectar y dedicar más tiempo a otras actividades,<br />
entre ellas leer y escribir, tarea esta última que tengo demasiado<br />
abandonada. He puesto en busca y captura a las musas, pero ni por<br />
esas. Necesito recobrar la señal GPS de esa imaginación que tantas<br />
veces me guió; ya veremos cómo diantres me las apaño.<br />
Aunque con musas o sin musas, la intención es volver pronto<br />
(las semanas pasan volando) para recopilar todos aquellos textos que<br />
tengáis a bien enviar en un nuevo número de la revista, el<br />
correspondiente a octubre. Hasta entonces, solo os deseo lo mejor de<br />
lo mejor: salud y amor. Lo demás, al menos para el que suscribe, no<br />
resulta trascendente.<br />
Rafa Sastre<br />
1
Imagen del libro «Elements of modern chemistry» (1887)<br />
2
Fórmula magistral<br />
Desde la rebotica, Andrés se mordía el labio al escuchar las<br />
palabras de agradecimiento de una clienta. Miró hacia la cortina<br />
esperando la entrada de su suegro, el famoso farmacéutico don<br />
Rodolfo Sánchez, felicitándole por el éxito de su preparado.<br />
—¡Andrés! —exclamó don Rodolfo con una sonrisa tan enorme<br />
como su barriga—. Doña Asunción está encantada con el<br />
medicamento para eliminar los cálculos renales. Te felicito.<br />
—Lo que deberías hacer es nombrarme socio y reconocer mi<br />
autoría.<br />
—Vamos, la egolatría es pecado. Además, no olvides que yo<br />
superviso los compuestos para evitar errores.<br />
Andrés sintió una punzada en el estómago.<br />
—¿Qué insinúas?<br />
—Nada, querido yerno, nada.<br />
—Sabes de sobra que no fue culpa mía.<br />
—Por supuesto. —Se escuchó el móvil de viento de la entrada—<br />
Discúlpame, tengo que atender a un cliente.<br />
Volvió a quedarse a solas entre tubos de ensayo, matraces,<br />
destiladores, material de laboratorio y, por supuesto, la foto de Clara.<br />
Andrés cerró el puño. Volvió a repetirse, como cada hora de cada día,<br />
que él no tuvo la culpa, que no fue una de sus medicinas la que la<br />
mató, sino una extraña alergia no diagnosticada. Por ello, no era justo<br />
que su talento para la farmacopea se viera encadenado a las<br />
insinuaciones y tácitas amenazas de don Rodolfo.<br />
Pero eso iba a cambiar esa misma noche.<br />
3
Tras terminar de anotar un preparado para la psoriasis, cerró el<br />
libro de fórmulas magistrales. Lo sostuvo un momento, pensando en<br />
el prestigio y el dinero que su suegro había ganado con sus recetas.<br />
Recogió una probeta que contenía un compuesto de arsénico y<br />
con una jeringuilla extrajo cinco miligramos. Entonces, se acercó a la<br />
caja donde su suegro guardaba los habanos que se fumaba después de<br />
contabilizar la recaudación del día. Con cuidado de no rasgar los<br />
bordes, introdujo la aguja y apretó el émbolo en cada uno de ellos.<br />
A la hora de cierre, le deseó que disfrutara de su puro.<br />
Dos semanas más tarde, Andrés contemplaba el rótulo del local:<br />
«Farmacia de Andrés Rubio». Se encontraba tan embelesado, que una<br />
anciana tuvo que tirarle de la manga para que la atendiera. Era una<br />
clienta habitual que padecía artrosis. Le explicó que, tras tomarse el<br />
preparado, le había salido una urticaria en las piernas. Andrés le<br />
insistió en que era el mismo fármaco de siempre, pero no logró<br />
convencerla de que eso, con don Rodolfo, no le habría pasado.<br />
Esa fue la primera de las quejas que vinieron después. Vómitos,<br />
diarreas, dolores de cabeza… Los clientes que antes calificaban a esa<br />
farmacia como «la de los milagros» exponían ahora, pesarosos,<br />
efectos secundarios a los que Andrés no podía encontrar explicación.<br />
Pasó las noches revisando, una por una, las recetas; calibrando las<br />
balanzas; comprobando las medidas de los compuestos. Pese a ello,<br />
solo la cada vez menor afluencia a la farmacia consiguió disminuir las<br />
reclamaciones.<br />
Lo incomprensible de la situación le llevó a elucubrar que la<br />
causa de sus males se debiera a alguna reminiscencia fantasmagórica<br />
de su suegro. Por ello, y pese a que las deudas comenzaban a crecer,<br />
se decidió por reformar el local. Pero nada cambió.<br />
Hasta que llegó un día en el que la única persona que entró en la<br />
farmacia fue un policía. Al parecer, uno de sus clientes había fallecido<br />
y los familiares habían presentado una denuncia. Le mostró una<br />
4
orden judicial por la que se le requería para que hiciera entrega del<br />
libro de fórmulas magistrales a fin de que los forenses pudieran<br />
estudiarlo.<br />
Esa noche, Andrés entró en la rebotica. Pese a sentir, todavía,<br />
cierto reparo a trastear en los cajones de su suegro, necesitaba un<br />
trago. Conocía que guardaba en ellos una botella de coñac. Al<br />
cogerla, observó que, bajo una pila de folios, había un libro de tapa<br />
negra similar al que él utilizaba para anotar sus recetas. Lo ojeó.<br />
Reconoció la letra de don Rodolfo, pero se sorprendió al comprobar<br />
que las prescripciones seguían el mismo orden de su propio libro y<br />
que, pese a que los preparados coincidían con los que él había<br />
elaborado, existían pequeñas diferencias en cuanto a sus componentes<br />
y medidas.<br />
Lo cerró. Se sirvió una copa mientras recordaba las palabras de<br />
su suegro: «superviso los compuestos para evitar errores».<br />
Comenzó a reír.<br />
Y a llorar.<br />
Demasiado tarde comprendió que la sutil venganza de don<br />
Rodolfo por la muerte de su hija no consistió en aprovecharse de su<br />
talento para enriquecerse.<br />
Sino en hacerle creer que lo tenía.<br />
David Rubio Sánchez (Sant Adrià de Besós, Barcelona)<br />
https://relatosensutinta.blogspot.com.es/<br />
5
Freedom - Ranga Krishna Tipirneni<br />
https://www.flickr.com/photos/krish4u/<br />
6
¡Recuérdanos!<br />
Aunque la vida te lleve,<br />
aunque la felicidad te atrape,<br />
aunque sientas que todo lo puedes,<br />
aunque experimentes que lo has logrado,<br />
aunque nada te turbe,<br />
aunque tengas otra vida<br />
y otros afectos,<br />
piensa que acá<br />
nos quedan los lazos del recuerdo<br />
de épocas muy presentes,<br />
recuerda que te sentimos<br />
aferrado a nuestra alma.<br />
Detente y piensa...<br />
y encontrarás la mejor respuesta,<br />
¡Nuestro inmenso amor por ti<br />
a cada instante!<br />
María Graciela Navarro (Alberti, Argentina)<br />
7
Sin título – Kat Collage Art<br />
https://www.flickr.com/photos/skatt/<br />
8
Arte efímero<br />
La guía apuntaba aquel lugar como el fumadero de opio<br />
frecuentado por Wilde, pero en su fachada podía leerse: «Madame<br />
Serendipity. Art Gallery» y, en un letrero más pequeño: «Art from 5<br />
pounds up».<br />
Estaba claro que lo original y lo mundano combinaban a la<br />
perfección en aquel rinconcito con cristalera art decó. En el escaparate,<br />
sin embargo, no se exponía nada salvo unas cortinas de seda roja que,<br />
junto con el nombre del negocio, recordaban a un burdel.<br />
Empujó la puerta y un pitido electrónico invadió el local<br />
avisando de su entrada. Una mujer gris y envarada acudió solícita a<br />
darle la bienvenida.<br />
—Disculpe, ahora mismo tenemos a todos los artistas ocupados,<br />
pero puedo darle cita, si lo desea. Sólo tiene que decirme qué tipo de<br />
trabajo quiere que le hagamos.<br />
El recién llegado dudó, observando con disimulo a su alrededor<br />
en busca de las obras que debían estar expuestas.<br />
—Si no tiene claro lo que busca, le sugiero esperar por Pierre.<br />
Haría maravillas con su camisa.<br />
El visitante seguía desconcertado por la situación cuando, de un<br />
pasillo, emergió una joven con la melena convertida, literalmente, en<br />
un nido de pájaros, con sus pequeñas aves y mariposas diseminadas<br />
entre la maraña de pelo.<br />
—Hasta otro día, Madame— se despidió.<br />
—Clienta habitual. Esa obra es de las más caras, unas tres mil<br />
libras, pero no sé si es lo que usted está buscando. Puedo dejarle un<br />
catálogo para que encuentre algo que se adapte más a su personalidad<br />
—sacó un grueso volumen con tapas de cuero—. Como es lógico, se<br />
9
trata sólo de una referencia. Nuestros artistas crean obras diferentes<br />
cada día, aunque se puede hacer una idea de las posibilidades y las<br />
tarifas. Cuando se haya decidido, no dude en tocar la campanilla.<br />
Puede sentarse ahí —señaló dos butacas delante del escaparate antes<br />
de desaparecer por el pasillo.<br />
Tomó asiento en una de ellas y hojeó el álbum. Unos<br />
separadores de colores delimitaban el espacio de cada artista. Se veía<br />
la evolución de sus obras página a página, y no se podía negar el<br />
talento ni la variedad de disciplinas: bodyart, peinados arquitectónicos,<br />
complementos de material reciclado, prendas de vestir convertidas en<br />
lienzos improvisados que el cliente se llevaba puestas… Cualquier<br />
cosa que pudiera hacerse, allí se hacía con el sentido de lo efímero<br />
como único elemento común, pues la mayoría de las obras no<br />
sobrevivirían más allá de un lavado o una tarde de lluvia.<br />
El aire bohemio que se respiraba y aquella clandestinidad<br />
heredada del humo decimonónico, empezaban a hacerse fuertes y, al<br />
terminar de repasar el muestrario por cuarta o quinta vez, ya estaba<br />
mirando en la cartera para ver de cuánto dinero disponía. Un cartel<br />
tras el mostrador de recepción advertía con letras ilustradas: «Cash<br />
only».<br />
Por fortuna, sus quinientas libras le daban para una de las<br />
pinturas faciales.<br />
Aurora Losa (La Palma del Condado, Huelva)<br />
https://ladesdichadesersalmon.com/<br />
10
Mi abuela<br />
Granny – Sarah Naqvi https://www.flickr.com/photos/sarahnaqvi/<br />
Mi abuela se llama Antonia. Es muy viejecita. Tiene el pelo<br />
como la nieve. Se peina con un moño muy apretado. Para que no se<br />
le deshaga se pone una peineta de carey. Se perfuma con la colonia<br />
que le regalamos los nietos. Va vestida de negro y anda muy poquito<br />
porque es muy mayor. Siempre está haciendo ganchillo. Usa gafas<br />
que parecen equilibristas en la punta de la nariz. Le gusta los dulces y<br />
los caramelos; como ya casi no le quedan dientes no tiene miedo a<br />
que se le caigan. Nos quiere mucho y nos consuela cuando nuestros<br />
papás nos regañan.<br />
Manuel Serrano (València)<br />
11
Imagen aportada por la autora<br />
12
Nueva versión del paraíso<br />
Y el séptimo día dios no descansó, como nos han hecho creer<br />
desde antiguo los firmes creyentes de la Biblia y el Génesis. Se sentó a<br />
reposar, eso sí, y agudizó su ingenio para crear un paraíso, pero no el<br />
del árbol de la ciencia del bien y del mal, que ya estaba demasiado<br />
pasado de moda, sino un lugar donde pudieran convivir en armonía<br />
las distintas especies vegetales y animales. Sin serpientes tentadoras,<br />
ni mujeres que representaran la encarnación del mal y la perdición.<br />
Demasiado visto. Nada de eso. Los tiempos habían cambiado y<br />
ambos sexos eran igualmente buenos.<br />
Un edén que representara la felicidad de la unión de las<br />
personas con la naturaleza, la armonía, la paz y la libertad. Sin<br />
mandamientos opresivos. Tras mucho pensar, sopló sobre una<br />
antigua cerería cámbrica y su aliento creó las pastelerías, confiterías y<br />
reposterías tradicionales, dedicadas entre otros placeres a la<br />
elaboración de los dulces antiguos y, por qué no, también<br />
vanguardistas. Ya no serían un fruto exclusivamente conventual. Se<br />
liberarían del sempiterno sabor del anís, limón y canela, por no decir<br />
del yugo y las flechas. Los frutos secos, el cacao, el cardamomo y el<br />
jengibre marcarían nuevos ritmos.<br />
Y en ellas floreció, felizmente, su trabajo de los seis días<br />
anteriores.<br />
Malén Carrillo (Sóller, Mallorca)<br />
http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es/<br />
13
Points of view – Julia Christine Gomez<br />
https://500px.com/juliachristinegomez<br />
14
Botanic´s People<br />
Arbres, plantes, estàtues i gats.<br />
I de visita,<br />
vàries classes d’animals humans:<br />
forasters, el veïnat, pintors i amants,<br />
escolars, iaios i “ramonesycajals”.<br />
I ara?<br />
Manifestants,<br />
la majoria, per no dir tots, enamorats.<br />
Pardalets!<br />
I fantasmes.<br />
I algun núvol si és el cas...<br />
(Granades i “pavas” del trenta-nou<br />
—uns bombarders grandots com a titots—<br />
de nou recordades enemigues<br />
encara tan temudes, encara maleïdes,<br />
tallen avui altres cels<br />
enllà la mar d’En Simbad)<br />
Clorofílica alegría (pel Jardí de la Paraula)<br />
—Hola raíz —saludóle una rama.<br />
—¿Cómo andamos? —le contestó aquella, toda terráquea ella.<br />
—Hecho un tronco —respondióle el bosque, con voz de hongo.<br />
15
Y de pronto, un helecho ronco, que no tonto, nos gritó alegre sus<br />
esporas...<br />
Alegre digo,<br />
alegre estaba.<br />
¿Por qué motivo?<br />
De que no pasaran<br />
a materializar un estropicio<br />
destrozando paisaje y miradas.<br />
Porque la ciudad no lo quiso.<br />
Alegre de que El Botánico se expanda.<br />
Lo de la raíz y la rama venía a cuento de que...<br />
Després de dues décades de lluita,<br />
i amb la coordinació de «Salvem el Botànic»,<br />
la Ciutadania ho ha aconsseguit!<br />
Ja no edificarán res als terrenys de Jesuïtes!<br />
i l'espai alliberat es destinarà<br />
per a ampliar el nostre estimat Jardí Científic!<br />
Toni Esteve (València), Abril <strong>2017</strong><br />
16
Verde quebrado<br />
Atardecer en Varadero (foto de la autora)<br />
Déjame junto al mar<br />
descalza<br />
el resto es cosa mía.<br />
Olvídame despacio o como quieras.<br />
Somos ya dos orillas diferentes.<br />
Isabel Sifre Puig (València)<br />
17
Do not disturb – Blend Boost https://500px.com/<br />
18
Hasta la próxima vez<br />
La puerta está cerrada. A través de ella se oye música. La<br />
música inunda el pasillo, las otras habitaciones, la calle, los viaductos,<br />
los centros comerciales, los aeropuertos, los manicomios, los<br />
hospitales y los Campos Santos.<br />
La puerta está cerrada y dentro el amor promete, se renueva, se<br />
reinicia, vence los malos recuerdos, las pesadas mochilas, los intentos<br />
fallidos de acordar. La batalla se termina, comienza la piel a hablar y<br />
la memoria se reinventa. Se renueva el rito, la sangre fluye, y el<br />
mundo de afuera queda lejos, sordo y mudo, contagiado de sonidos<br />
pero incapaz de molestar, de interferir, de impedir.<br />
La puerta está cerrada. Dentro hay dos fantasmas que se<br />
reencarnan para volver a vivir la pasión eterna y el juego de amar en<br />
una pequeña cama de un pequeño hotel, una pequeña y breve historia<br />
de amor que vence el destino de dos nombres propios escritos en<br />
letras minúsculas en un boleto de tren, apretado contra el fondo del<br />
círculo de una anónima papelera.<br />
Por todas esas veces que quisimos decir sí, una historia vuelve a<br />
comenzar.<br />
Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo,Uruguay)<br />
http://bibilaurugualla.blogspot.com.uy/<br />
19
Man polishing shoes – XiXinXing https://500px.com/xixinxing<br />
20
Oposiciones y enchufados<br />
Marta, investigadora universitaria de unos cincuenta años,<br />
trabaja en la Universidad de Nápoles y decide presentarse a una<br />
oposición para una cátedra de traducción en una prestigiosa y<br />
especializada Universidad del Centro Norte de Italia, aunque tiene<br />
muchas dudas al competir con un compañero de treinta años, favorito<br />
del catedrático.<br />
De todas formas se presenta, por dos motivos: porque nunca se<br />
sabe lo que puede ocurrir en la vida y porque no quiere suspenderse<br />
ella misma, que lo haga la comisión justificando sus propias<br />
decisiones. Al fin y al cabo ya trabaja de profesora, puesto que le da<br />
muchas tareas de responsabilidad. Sus compañeros la invitan a<br />
retirarse porque está claro el ganador y no merece la pena salir mal de<br />
un examen tan decisivo. Pero Marta no da su brazo a torcer. Quiere<br />
arriesgarse, aunque su profesor, sonriente y muy seguro, le haya<br />
dicho, con cierto tono irónico, que nunca ganará la plaza, ni ahora ni<br />
en el futuro por dos motivos: por ser mujer y por ser demasiado<br />
mayor. Su compañero tiene todos los requisitos para ser Catedrático.<br />
Sabe lo machista que es, pero sus palabras la dejan muy decepcionada.<br />
Como no tiene enchufes, y no tiene ni idea de lo que el tribunal<br />
pueda argumentar, Marta averigua qué textos utilizan los profesores<br />
de la comisión evaluadora, pues tres de ellos trabajan allí, y se prepara<br />
a fondo en la Biblioteca de la Facultad. Sabe muy bien que no va a<br />
ganar, pero quiere que se den cuenta de que, al menos, está<br />
preparada. En efecto, la oposición se desarrolla en dos partes. En la<br />
primera, el tribunal hace preguntas sobre las publicaciones de los<br />
candidatos; en la segunda, veinticuatro horas después, los examinandos<br />
presentarán una Lección Magistral de cuarenta y cinco minútos<br />
21
ante el tribunal. El tema se va a elegir entre los tres que se les<br />
proponen.<br />
La lección de Marta es muy teórica. La ha preparado a<br />
conciencia según los programas y libros que utilizan en esa Facultad.<br />
Los resultados tardan más de lo debido. Después de una<br />
semana, Marta recibe la llamada de su profesor y está resignada a<br />
escucharle hablar con jactancia de su favorito. Supone las palabras de<br />
humillación que le va a soltar: que su lección ha sido pésima, que la<br />
de su compañero, maravillosa. Reproches muy duros, crueles. Marta<br />
imagina todo esto y siente ganas de llorar al descolgar el teléfono.<br />
Duda de haber acertado con su decisión de presentarse y tener que oir<br />
tantas humillaciones.<br />
Al acercarlo a su oído, oye un solo reproche: «Debes avergonzarte,<br />
por haber ganado la oposición».<br />
María Gracia Scelfo (Roma, Italia)<br />
http://mgscelfo.blogspot.com.es/<br />
22
La era digital<br />
Dedicado a Nicolás Jarque Alegre<br />
Ilustración de Paco Tuercas, aportada por los autores<br />
Consumía pornografía, no por lo porno en sí, sino por aquello<br />
que llaman postporno.<br />
Esther Moreno Morillas y José Luis Sandín (València)<br />
http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />
http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />
23
Fotografía de la autora<br />
24
Las olas vienen a la orilla<br />
Se sienta sobre la arena parda,<br />
mira el mar azul de invierno<br />
es por la mañana.<br />
Las gaviotas revolotean,<br />
arriban los destellos de plata,<br />
siente la brisa fresca<br />
cómo se posa en su cara.<br />
Bucean los pensamientos<br />
entre corales blancos,<br />
emergiendo de vez en cuando<br />
teñidos de colores opacos.<br />
Son las olas que vienen<br />
a mojar tus pies desnudos<br />
silenciosas, sumisas.<br />
Tú rebelde caminas por la orilla.<br />
Carmen Martínez Marín (Murcia)<br />
http://aymaricarmen.blogspot.com/<br />
25
Maternidad (1901) – Pablo Picasso (1881-1973)<br />
Imagen sugerida por la autora<br />
26
Alma Mater<br />
A mi madre, «mi universidad»<br />
Te volviste de espaldas a mi pluma<br />
sin que pudiera atraparte en las palabras<br />
pero tu esencia se derrama en mi memoria<br />
sin que pueda cerrarle las esclusas.<br />
Yo amé tu fuerza, tus vísceras rabiosas<br />
tu etiqueta de madre vigorosa<br />
tu eterno gesto negativo a mi andadura<br />
batallas que libramos las dos juntas<br />
en soledades e imaginarias penumbras.<br />
Pero cuanto te amé ¡oh madre mía!<br />
En tiempos de única querencia<br />
después te suplantaron por derecho<br />
los neones de mi vientre que hoy me alumbran<br />
Y aún transcurridos tantos años de tu marcha<br />
se desliza mi mano hacia las teclas<br />
queriendo escuchar tu voz al otro lado<br />
que siempre me quisiste y que me quieres.<br />
27
Ya no te tengo cada día a mi lado<br />
el tiempo es una sanación de los dolores,<br />
mas ya ves que de nuevo están conmigo<br />
tu etérea presencia, tus doctas palabras<br />
que me llegan ahora sin reproches.<br />
Conxa Gausí Caballero (València), 27.03.2012<br />
28
Cunas sin barreras<br />
Baby girl climbing into crib – Radius Images<br />
https://500px.com/radius_images<br />
María siempre supo que llegaría ese día.<br />
Desde que, siendo una adolescente, reconoció su canción<br />
cuando veía una serie de televisión, sintió que había encontrado el<br />
hilo que le llevaría hasta su madre. Su madre biológica, claro, porque<br />
madre ya tenía una, y no podía quererla más, por más que a ella le<br />
costara comprender su empeño en saber.<br />
Berta siempre temió que llegara ese día.<br />
29
Había criado a María, su única hija, entre algodones. Sufrió lo<br />
indecible por no poder tener hijos, y, más tarde, por conseguir<br />
adoptar, hasta que aquella bendición llegó hasta ella. Recordaba<br />
tantas veces sus ojos enormes y aquella manía a los barrotes de la<br />
cunita que con tanto amor le había preparado. La criatura no paraba<br />
de llorar por las noches hasta que se armó de valor y mandó serrar<br />
varios barrotes de la cuna. Y, a partir de aquel día, su niña fue feliz<br />
con ella. Y ahora todo podía cambiar, por esa maldita obsesión suya<br />
de encontrar a su madre biológica.<br />
Dolores siempre esperó que llegara ese día.<br />
Es verdad que había firmado un papel por el que se<br />
comprometía a no buscar nunca a aquella hija. Y había cumplido.<br />
Pero albergaba la secreta esperanza de algún día ella le buscaría. Y no<br />
había noche que no se durmiera musitando la nana que su madre le<br />
cantaba a ella, Mareta, y que le recordaba a aquella niña que la<br />
miseria y la intolerancia del mundo le arrebató de su cuna sin<br />
barrotes, aquella cuna que encontró en la basura y que arregló como<br />
mejor supo. Tuvo otra hija, y la quería más que a nada el mundo,<br />
pero nunca le pudo cantar aquella nana, porque era la canción de su<br />
niña perdida.<br />
Yo siempre pensé que nunca llegaría ese día.<br />
Cuando María recurrió a mí en busca de su madre, sin más<br />
pruebas que una canción de cuna y el recuerdo difuso de una cuna sin<br />
barrotes, tuve claro que no había nada que hacer. Se lo dije desde el<br />
primer momento. Yo era policía, no maga. Y ese es el país que es, no<br />
lo que vemos en las series de televisión. Y aún peor, es el país que fue,<br />
y la suya era una historia de una adopción en una época en que las<br />
adopciones irregulares eran legión. Le quise quitar la ilusión de un<br />
plumazo, pero algo en sus ojos enormes acabó contagiándome. Y me<br />
puse a buscarla con el convencimiento de que nada conseguiría.<br />
30
No fue fácil. Pero reconozco que fue bastante más sencillo de lo<br />
que en un primer momento creí. Identifiqué la canción, Mareta, una<br />
nana popular y anónima que por la lengua limitaba bastante el ámbito<br />
de mi búsqueda a Valencia, Cataluña o las Islas Baleares.<br />
Escuchamos juntas varias versiones distintas. La que más se parecía a<br />
sus recuerdos provenía de la zona de Castellón, en la Comunidad<br />
Valenciana. Tuvimos suerte, y tras contactar con varias asociaciones,<br />
acabamos encontrando a una mujer que recordaba un asunto muy<br />
triste. Una criatura que estuvo a punto de morir de una caída de la<br />
cuna. La madre era muy joven y muy pobre y estaba muy sola, y la<br />
culparon porque aquella cuna sin barrotes recogida de la basura no<br />
era un lecho adecuado para un bebé, como no lo eran las condiciones<br />
de miseria en que malvivía y, sobre todo, la falta de padre conocido.<br />
La mujer recordaba el llanto de aquella joven madre que se vio<br />
obligada a firmar una renuncia de por vida a su bebé a cambio de que<br />
no la culparan de sus lesiones o de una más que probable muerte.<br />
Contra todo pronóstico, el bebé, una niña de ojos enormes<br />
llamada María, sobrevivió. Y fue entregada a su nueva madre Berta,<br />
que lloraba de alegría mientras Dolores, la mujer que le dio la vida,<br />
lloraba de pena.<br />
Hoy, por fin, María, Berta y Dolores lloran de emoción. Sus<br />
lágrimas se mezclan con las mías, y también con las risas de Cristina,<br />
una criatura de apenas unos meses que no deja de sonreír escuchando<br />
a aquella tres mujeres cantando una nana.<br />
A su preciosa cuna le faltaban dos barrotes que alguien había<br />
serrado como recuerdo de un pasado con el que, por fin, hizo las<br />
paces.<br />
Susana Gisbert Grifo (València)<br />
http://conmitogaymistacones.com/<br />
31
Sunday wash – Sam Sims https://www.flickr.com/photos/samiam281/<br />
32
Una sensación de amor en la camiseta<br />
Creo que los inviernos<br />
te gustaban.<br />
Camiseta de frisa<br />
gruesa ternura<br />
que me abrigó la infancia.<br />
Un arrullo en mi cuerpo<br />
de tibieza<br />
y en tus bordes prendida<br />
alguna pastilla<br />
de alcanfor.<br />
Me apretujabas<br />
cuando eras nueva<br />
pero en los puños<br />
sobresalías siempre<br />
percudida.<br />
Recién lavada<br />
te encogías<br />
odiosa, tus mangas<br />
estiraba<br />
sin piedad.<br />
33
Igual, yo te quería.<br />
De apariencia chingada<br />
desbocada en el escote<br />
con algún agujerito de polilla<br />
con orejas del tendal marcadas<br />
y en un costado toda descocida.<br />
Más te quería.<br />
Gladys Alonso (Chacras de Coria, Argentina)<br />
<strong>34</strong>
Perfecta<br />
Newborn – Domen Grögl https://500px.com/domengrogl<br />
Creo que antes de nacer ya era consciente de lo que le esperaba<br />
al otro lado. De ahí su resistencia. Aquel no querer poner de su parte<br />
para salir que me costó catorce horas de parto. Tanto esfuerzo… para<br />
acabar sucumbiendo a una cesárea.<br />
Todavía medio dormida me la pusieron sobre el pecho, era<br />
preciosa. Me fijé en sus pies, con sus deditos; tan bien formados, en<br />
aquellas pequeñas manitas que me agarraban con fuerza mientras<br />
lloraba. Después vi su pelito rubio y aquellos ojos azul intenso como<br />
los de su padre, pero rasgados, su pequeña nariz; chata. Y de repente<br />
observé como todos me miraban con cara de incertidumbre. Pero yo,<br />
lejos de asustarme, fui consciente de que entre mis brazos tenia a una<br />
niña muy especial. Y les dije: ¿la habéis visto?, es perfecta.<br />
Marisa Martínez Arce (València)<br />
35
Peekaboo – Heather McReynolds http://radiantredqueen.deviantart.com/<br />
36
¿Eras vos, mamá?<br />
Cada noche al acostarme,<br />
brazos enérgicos y a la vez tiernos,<br />
arropaban mi cuerpo con suaves cobijas,<br />
y en mis mejillas depositaban<br />
un cálido beso...<br />
¿Eras vos, mamá?<br />
En los días helados<br />
cuando el viento soplaba y enceguecía la mirada,<br />
cuando la noche oscura sobre mí se abatía,<br />
veía a lo lejos una luz que me guiaba,<br />
una linterna que se agitaba<br />
entre la arenisca que volaba...<br />
¿Eras vos, mamá?<br />
Un día me vestí de blanco<br />
y unos labios pronunciaron:<br />
Te vas para siempre de mi lado...<br />
¿Eras vos, mamá?<br />
Hoy muchos años han pasado,<br />
sé que siempre estuviste,<br />
abrigando mi cuerpo, nutriendo mi mente.<br />
Sé que eras esa mariposa<br />
que roza y se posa sobre el corazón.<br />
Fuiste inflexible, siempre límites pusiste<br />
que yo no lograba comprender.<br />
Ahora te entiendo querida mamá<br />
porque soy madre y sé lo que cuesta<br />
decir esos NO que hacen llorar.<br />
37
Hoy tienes 95 años,<br />
eres tan frágil como un cristal.<br />
Hoy has pasado a ser mi niña y yo tu mamá.<br />
Liliana Ebner (Buenos Aires, Argentina)<br />
38
El amor no muere, solo duerme<br />
Father & daughter – Glynn Lavender<br />
https://www.flickr.com/photos/r1user/<br />
Vestida de negro inicié un lento y pesado caminar, sólo a veces<br />
amortiguado por las hojas secas que crepitaban bajo nuestros pies.<br />
Disipé las dudas, de quienes todavía desconfiaban de los<br />
sentimientos a quien yacía, en aquellos momentos.<br />
El viento parecía querer aliarse a la comitiva fúnebre, gimiendo<br />
a su paso y nos azotó el rostro de los presentes. Unos tímidos rayos de<br />
sol de otoño se rindieron a las primeras sombras, que llegaban<br />
39
acompañados de su fiel lacayo, el viento. Que en aquellos momentos<br />
acampaba a sus anchas en las llanuras castellanas.<br />
A lo lejos escuchamos el lamento de campanas, mezclado con el<br />
murmullo de los asistentes. No hicieron falta plañideras, se oía el<br />
gimoteo de tres generaciones alternas tras de ti. Los miré con cierta<br />
envidia.<br />
Paralelo al camino del cementerio, existe el camino de la<br />
estación. Un tren pasó rápido y emitió un silbido que nos recordó a<br />
una despedida.<br />
A mi mente regresaron los recuerdos de aquellos últimos días.<br />
Sólo unas palabras al conocer la noticia de tu enfermedad.<br />
Mi madre, mirándome sólo me dijo. ¡Búscalo y perdónalo! Yo<br />
ya lo hice hace tiempo.<br />
Cuando nos vimos frente a frente, en tus ojos sólo vi derrota. Te<br />
ofrecí agua para humedecer tus labios, pero apenas éstos se abrían<br />
sino para susurrar lamentos de desasosiego, o morderte los labios con<br />
rabia contenida.<br />
No hubo palabras de reproche. Solo quise recuperar lo que<br />
habíamos perdido hacía mucho tiempo.<br />
Todos sabían de mí. Tuve miedo de no ser bien recibida, pero<br />
me abrieron la puerta de tu casa, de vuestra casa.<br />
—¿Llego tarde? —te pregunté.<br />
Y sin más preámbulos, me explicaste tus motivos. Y abrí los ojos<br />
con sorpresa cuando tus labios se abrieron y empezaste a cantar una<br />
ranchera.<br />
«Y tú que te creíste el Rey de todo el mundo, y tú que nunca fuiste capaz<br />
de perdonar. ¿Dónde está tu orgullo y tu coraje? Y hoy, que estás vencido,<br />
40
mendigas caridad…que no da lo mismo amar, que ser amado y hoy que estás<br />
acabado, que lástima me da…Maldito corazón me alegro de que sufras…»<br />
Con lágrimas en los ojos nos dimos un abrazo.<br />
—Hija mía.<br />
Dos palabras. Que olvidaron mi congoja. Que olvidaron<br />
aquellas cenas de leche y dos galletas. Que olvidaron que tú elegiste<br />
una botella que te pareció inofensiva. Que… ahora ya era demasiado<br />
tarde.<br />
Sólo una hoja rasgada, con letra escrita con prisas, así te<br />
despediste de nuestras vidas. No nos distes la oportunidad de<br />
conocerte, de conocernos. Lo único que me habías dejado era<br />
aquello, una letra de una ranchera.<br />
«Con dinero y sin dinero, yo hago siempre lo que quiero y mi palabra es<br />
la ley. No tengo trono ni Reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo<br />
el Rey»<br />
Cansado de respirar sólo me pediste que fuera tachando sueños.<br />
Y lo hice. Ya había cumplido para mí, el más importante.<br />
Una ligera brisa danzó a mi alrededor y sentí como envolvía mi<br />
cabello, queriendo imitar una caricia paterna, su rumor llegó hasta<br />
mis oídos, y entonces sentí como un arrumaco, como un beso y quise<br />
escuchar un adiós.<br />
Cerré los ojos y seguimos caminando…<br />
Rosi Serrano Romero (Móstoles, Madrid)<br />
41
Mario Benedetti (autor desconocido)<br />
42
Sutil<br />
Habitar en los ruidos no es gran cosa,<br />
uno aprende a soñar siempre en silencio<br />
a dejarse ver de cuando en cuando,<br />
bostezar, decir hola, ser diario.<br />
Pero sin darse cuenta se va haciendo<br />
cada vez más sutil en las esquinas,<br />
en los bordes del cuerpo, en la mirada<br />
que se aleja del tiempo en el que habita<br />
y así se va borrando poco a poco,<br />
hasta volverse sueño y ser soñado.<br />
(Poema seleccionado por «Cerezo Ediciones» para el recopilatorio<br />
del II Concurso en homenaje al poeta Mario Benedetti)<br />
Manoli Vicente Fernández (Viana del Bollo, Orense)<br />
http://www.lascosasqueescribo.wordpress.com<br />
43
Fotografía aportada por la autora<br />
44
La casa azul de Albarracín<br />
Alejandra, Alejandra, señora y dueña mía: te contaré la historia<br />
de mi casa, de mi calle y mi pueblo. Y si eso no te vale para amarlas,<br />
inventaré leyendas sobre el añil que pinta sus paredes y los geranios<br />
que cuelgan de sus rejas. Tú serás la princesa de un pueblo de Jaén,<br />
yo pastor trashumante que confundió sus pasos camino de Valencia<br />
por una cabra díscola y unas ovejas bobas que, bobas, la siguieron. Y<br />
allá en La Carolina, yo contemplé tu rostro de gitana y tu cabello<br />
negro y tu cintura escueta y, locura de amor, te enamoré y huimos.<br />
Sé que mi tierra es dura, ventosa, fría, y seca, princesa mía,<br />
amada. Tan duros sus inviernos, que han de tener, al menos,<br />
chimeneas al norte y al oeste tus regios aposentos. Con dos balcones<br />
grandes de amplios ventanales cara al sur, para que nunca añores el<br />
sol de Andalucía. En verano, abriremos también las ventanas del<br />
norte, que levanten corrientes y refresquen tu cuerpo. Será tu casa<br />
azul, porque ha de ser la casa más hermosa del pueblo. Azul, y<br />
bordearemos de amarillo ventanas, aleros y molduras. Como añil y<br />
amarillo son los campos barrados del blasón de la casa que lleva mi<br />
apellido, tuyo ahora, dulzura, amor de mis amores.<br />
En el número 20 de la calle de Azagra, en la muy noble, fiel leal<br />
y vencedora (como reza en su escudo) ciudad de Albarracín, yo te<br />
juro, Alejandra, que he de hacerte feliz. Porque si el clima es duro, se<br />
apiñan cuesta arriba, mirando hacia el castillo, las empedradas calles,<br />
las casas blasonadas, las gentes, buenas gentes que también te han de<br />
amar. Y así cortan los vientos, se protegen y cuidan. Que si Santa<br />
María y el Cristo de la Vega nos regalan sus dones, crecerá nuestra<br />
casa poblándose de hijos, de hermanos y de amigos. Y será bordeada<br />
por esta callecita, en buena vecindad con el ocre y la piedra, con la<br />
madera vista, con escaleras, tiestos, tinajas y enrejados. Se asomarán<br />
45
los árboles del huerto por las tapias y dormirán los gatos en las piedras<br />
al sol.<br />
Más allá están el río y los chopos que, en otoño, nos pintan de<br />
amarillo el paisaje; más aún, la muralla, las torres, las almenas, la<br />
roca, la montaña y el cielo con su luz.<br />
Alejandra, mi reina. Aunque vengas tan sólo desde el pueblo de<br />
al lado, aunque jamás extrañes los cielos andaluces y aunque tu casa<br />
sea tan hermosa como ésta, quiero ofrecerte todo lo que cabe en mis<br />
manos, en mi ingenio y en este corazón que se me agranda en<br />
profundos suspiros con tan solo mirarte. Por mi vida, Alejandra, que<br />
he de hacerte dichosa en esta casa azul.<br />
Cristina Cifuentes (La Puebla de Alfindén, Zaragoza)<br />
http://www.irae.es/<br />
46
Visita relámpago<br />
Fotografía compartida de Los viernes creativos de Ana Vidal<br />
Cuando aterrizamos en aquel misterioso planeta, advertimos un<br />
grupo de seres vestidos de blanco completamente inmóviles. Nuestros<br />
sensores indicaban que estaban vivos, pese a que no daban muestras<br />
de ello. A través del modulador de comunicaciones les preguntamos<br />
en su propio lenguaje qué hacían allí. «Un mannequin challenge»,<br />
respondió su portavoz. Volvimos a la nave, transmitimos a la base<br />
nuestras conclusiones, pusimos los motores en marcha y continuamos<br />
el viaje. Era indudable que en ese asteroide no había vida inteligente.<br />
Rafa Sastre (València)<br />
http://rafasastre.blogspot.com<br />
47
Miles Davis – Barbara Luel https://www.flickr.com/photos/barbara_luel/<br />
48
El último de la fila<br />
Siempre fui el último de la fila, el transparente, el invisible,<br />
el que nadie recuerda ni tiene en cuenta,<br />
Me esforzaba por no hacerme notar<br />
Si alguna duda tenía no lo manifestaba<br />
Si me encontraba enfermo aguantaba y nadie lo advertía<br />
Solo anhelaba que transcurrieran los días de mi anodina existencia<br />
Que pasaran las semanas en aquella calma chicha en la que nada<br />
ocurría.<br />
La ignorancia de mi presencia me hacía sentirme seguro<br />
Evitaba la atención de las miradas y me posicionaba en el no<br />
posicionamiento constante.<br />
El «no lo sé», o el «me da igual», formaban parte de mis habituales<br />
respuestas, si es que algún incauto solicitaba mi opinión por error.<br />
Yo estaba allí, pero no se notaba<br />
Así año tras año, fui minimizando mi presencia a la mínima<br />
expresión de mi existencia,<br />
hasta que en el último curso, llegó el día de la graduación y se<br />
dispusieron a dar los diplomas.<br />
Nombraron a todos menos a mí.<br />
Por fin lo había conseguido.<br />
Luisa Berbel Torrente (València)<br />
49
Silhouette – Claude Charbonneau https://500px.com/claude_klod<br />
50
Final<br />
Tus ojos nunca me mintieron, porque no permitías que me<br />
mirasen en ese momento. Siempre lo noté.<br />
Con el tiempo aprendí a reconocer en tus palabras cuando lo<br />
hacías. No quería admitirlo, aunque era evidente.<br />
En el tono de tu voz, en tus enojos, fui poco a poco descubriendo<br />
la realidad. Era mi culpa, al no poder ser todo para vos, con el<br />
tiempo fue aumentando. Me sentía morir, no quería compartirte, aun<br />
sabiendo que jamás serías mía.<br />
Guardé silencio mientras tu todo negabas.<br />
No quise saber su nombre ni nada de él. Te solté la mano y<br />
emprendí el regreso a mi soledad. Fue hermoso mientras duró, me<br />
diste deseos de vivir, de soñar. Fui feliz.<br />
Ahora regreso a casa despacio, sin prisa, mientras va cayendo la<br />
tarde y el frío de la noche penetra en mi ser…<br />
Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />
http://www.luismolin.blogspot.com.es/<br />
51
Corpórea – Composición de la autora<br />
52
Violencia machista<br />
Ocupas un espacio<br />
en las noticias,<br />
mientras vacía y desolada<br />
la casa está.<br />
El cuerpo magullado<br />
de golpes lleno<br />
como callada sombra<br />
que confunde<br />
las femeninas formas.<br />
La garganta gritó<br />
con sonido<br />
congelado en el tiempo<br />
que nadie escuchó.<br />
Tan solo las paredes<br />
manchadas ya<br />
de emboscadas feroces<br />
que acechan cada día<br />
ocultando el silencio<br />
de palabras vacío.<br />
Anónimas mujeres<br />
de miserias dañadas,<br />
de murmullos callados.<br />
53
La soledad y el odio<br />
comensales diarios<br />
atrapan el momento<br />
de las vivas ya muertas.<br />
Se perciben susurros,<br />
lamentos vecinales<br />
y colores oscuros<br />
que el plasma iluminó.<br />
Y la nada se instala<br />
en olvido, miseria,<br />
con nocturnos silencios.<br />
María Luisa Pérez Rodríguez (València)<br />
http://marialuisaperezr.blogspot.com.es/<br />
54
Fútbol en una enojosa mañana de calor<br />
Fotografía de 30.04.1940 - Nationaal Archief (Holanda)<br />
Noche con problemas de insomnio; lo normal en un servidor<br />
cuando tiene una cita por la mañana temprano. Desayuno apresurado<br />
a las siete y media y carrera enloquecida hacia la parada del autobús<br />
de mi calle hacia las puertas de un bus de cercanías hacia el centro.<br />
Bajo a la carrera y cojo un segundo que me permite bajar al metro, y<br />
comprobar el desastre de mis bono-metros personales antes de<br />
reencontrarme con viejos amigos.<br />
Destino: Paterna. Hoy le toca jugar a Menstopia contra General<br />
Barroso. El encuentro será en la ciudad Polideportiva. Me<br />
55
acompañan Ximo como el más entregado entrenador y animador de<br />
primera. Edu, que se deja el alma en cada posibilidad de gol,<br />
derrapando su cuerpo y poniéndolo al límite. Alvar; goleador estrella<br />
por su velocidad y arrojo casi suicida a la hora de afrontar un gol con<br />
todo lo que tiene a su alcance. Jordi, cuya timidez se deja de lado<br />
cuando le ponen un balón delante y se tira sin reservas. Sergio, no<br />
menos arrojadizo que Edu o Alvar a la hora de sacrificarlo todo con<br />
el balón. Alfredo, futbolista en reserva que no duda en dar la talla<br />
cuando la fatiga se apodera de sus compañeros. Marcos, defensa<br />
dispuesto a no dejar pasar los disparos del enemigo. Cayetano,<br />
reserva no menos entregado en la adversidad. Santiago, distinguido<br />
de la camiseta oficial blanca del equipo, por llevar una camiseta azul;<br />
procura no dejar pasar una bola cada vez que se pone al frente de la<br />
portería, y para qué negarlo, lo consigue. Y Vincent, el asistente,<br />
cuyos ocasionales problemas físicos no le impiden auxiliar a sus<br />
compañeros.<br />
Yo ejerzo de rana Gustavo; de reportero dicharachero.<br />
El camino a pie hasta el Pabellón de Paterna es un calvario por<br />
el sol y por las cuestas. Es curioso, sus calles me recuerdan a las del<br />
pueblo de mis tíos, allá en Alcorcón (Madrid); los recuerdos. El sol<br />
aprieta y los compañeros o beben de ocasionales fuentes públicas o<br />
fuman. Cada uno tiene su remedio. Al fin llegamos. Edu siempre<br />
viene en moto. Otros como Alvar, en coche; llevando a un par de<br />
colegas consigo.<br />
Cambio en los vestuarios y empieza el calentamiento; goles a<br />
puerta a tres piernas. Hay que eliminar toxinas o empezar a hervir la<br />
rabia en la sangre de cara al partido. Al lado de la puerta principal<br />
estoy en mala posición para sacar fotos con mi móvil; unas ventanas<br />
resplandecen al fondo y provocan violentos contraluces, quemando<br />
instantáneas sin precio. Tengo que cambiar de posición y economizar<br />
56
disparos pese al falso pozo sin fondo que aparenta la tecnología<br />
digital. Varios equipos entrenan a la vez y una mujer adulta recibe<br />
una «peinada», o balón directo a la cabeza. Los balones impactan<br />
peligrosamente como pedradas cerca de nosotros, en la retaguardia.<br />
Ximo es el entrenador y voceras oficial, pues no se oye nada<br />
(literalmente) y Menstopia lleva una camiseta blanca con la excepción<br />
de Santiago el portero y su azul marino.<br />
General Barroso visten un gris cenizo de lo más resultón. Los<br />
colegas se sientan en los bancos hechos de resina concentrada<br />
(sospecho que made in IKEA), yo me siento en un suelo<br />
enmoquetado de vinilo, no hay que dormirse en los laureles... ¡ya nos<br />
toca!<br />
Los nuestros se tiran a muerte, pese a que General Barroso no<br />
nos lo ponen fácil en la defensa de su territorio. Piernas que se<br />
entrecruzan con violencia, balones que se arrebatan, alguna falta leve<br />
y Edu que no duda en darlo todo y tirarse al suelo en plancha para<br />
arrebatar el balón y permitirle a un colega recuperarlo e ir a por todas,<br />
pero hace que Edu amenace por provocarse una lesión. Jordi, que<br />
recoge las pelotas lanzadas a la desesperada por sus colegas y corre<br />
veloz con ellas; pasando, cortando, robando, deslizando de lado<br />
balones que son capturados por Sergio, Alfredo, Marcos o Cayetano,<br />
y entonces se produce el milagro... ¡GOL!<br />
Alvar ha marcado. Estamos en uno a cero. Fin del primer<br />
tiempo. La estrategia de Ximo es aguantar los siguientes minutos que<br />
queden sin darles la posibilidad de marcar, defendiendo a toda costa<br />
la portería que Santiago defiende con uñas y dientes. Pero Alvar se<br />
arriesga y entonces oímos para nuestra sorpresa y rabia de los<br />
contrarios... ¡GOL!<br />
Alvar ha vuelto a hacerlo, como si rompiendo las reglas de<br />
mantenerse discreto, no bastaran. Tenemos dos goles y General<br />
Barroso está cero a dos, necesitan un gol y en su desesperación, sacan<br />
57
fuerzas de flaqueza. Ya no se preocupan tanto por su portería y<br />
empiezan a castigar la nuestra con saña; lo dan todo y se nota, y no<br />
tarda en oírse... ¡GOL!<br />
Se abrazan unos momentos emocionados antes de volver al<br />
juego, ahora estamos en posición de acabar en una situación de<br />
empate, o ganadores asegurados...<br />
—¡No arriesguéis, proteged la portería! —ordena Ximo.<br />
Ahora hay dos opciones: proteger al portero y evitar un gol que<br />
provoque una ronda de penaltis... o que alguien se arriesgue por<br />
sorpresa. Quedan pocos minutos para finalizar el partido, no hay que<br />
arriesgarse; proteger la portería, evitar el fatal gol del empate; un solo<br />
minuto, y entonces... Alvar marca por tercera vez y obra el milagro<br />
definitivo: ¡GOOOOOOOOL!<br />
—¡Hemos ganado, hemos ganado, en el último minuto! —<br />
exclama Vicent.<br />
Hay un dicho que dice que no hay milagros sencillos. Otros lo<br />
llamarían fuerza de voluntad. Sea lo que sea, ha sido de cátedra.<br />
Felicitaciones con los contrarios; duchas para los jugadores y vuelta a<br />
casa. Más no se puede pedir. Aunque pueda decirse que fue<br />
grandioso.<br />
Jorge Zarco Rodríguez (València)<br />
58
Novela<br />
Thoughts – Yulia Takh https://500px.com/junographia<br />
Un libro despliega<br />
a nuestros personajes internos,<br />
y juegan con nosotros.<br />
Los ojos de Catalina estaban perdidos en el paisaje del parque.<br />
Había colocado la novela de su hermano Alberto a un lado. Meditaba<br />
sobre un hecho de la narración: la mujer leía en un banco del parque.<br />
La historia, de tan imposible, le parecía creíble, tan suya.<br />
El móvil la sacó de sus cavilaciones. Conforme hablaba, empezó<br />
a tartamudear. Su cuerpo perdió rigidez. El frío en sus venas le había<br />
paralizado la voluntad. No podía creerlo: Alberto había muerto en un<br />
59
accidente de tráfico. Catalina estuvo inmóvil varios segundos, le vino<br />
el sobresalto y salió de prisa. El libro se quedó aquí, conmigo. No<br />
pude decirle nada debido a mi innata mudez. Tampoco podría<br />
alcanzarla y dárselo. Ya en casa se maldeciría de haberlo dejado en el<br />
parque.<br />
Le dolía la pérdida de las palabras de su hermano en la primera<br />
página:<br />
Catalina,<br />
disfruta del amor de esta novela<br />
Alberto<br />
«Pero ¿quién podría interesarse en el libro?», pensó más tarde<br />
Catalina, cuando viajaba al pueblo. Como si no tuviera otra cosa en la<br />
cual pensar. Quizá buscaba el escape a la tristeza de los sucesos. La<br />
ficción de su respuesta a esta pregunta la desconcertó. Una vez más<br />
estaba metida en la narrativa de su hermano.<br />
Se levantó para ir al aseo del tren. Necesitaba un respiro. Con<br />
cada paso se repetía a sí misma que «los hechos imposibles solo viven<br />
en la fantasía o la imaginación de un escritor». Sin embargo, a pesar<br />
de ser la persona más cuidadosa, la fantasía acaeció: había dejado el<br />
libro en el banco del parque. Esto no le podía ocurrir. A ella: no.<br />
Aquella tarde, mientras Catalina viajaba al pueblo, la gente que<br />
pasaba por aquí miraba de soslayo el libro. Algunos se detuvieron y lo<br />
hojearon con la mirada más bien puesta en los árboles y la gente que<br />
paseaba. Dos personas se sentaron, leyeron un poco y lo dejaron en su<br />
sitio otra vez.<br />
Nuestra historia del libro habría finalizado a los pocos días, bajo<br />
las lluvias e inclemencias del parque, si no hubiera sido por Braulio,<br />
quien lo vio a la mañana siguiente, a su paso a la Central. A la vuelta,<br />
se detuvo y leyó la nota de Alberto. Por la tarde, le llamó la atención<br />
que nadie se lo hubiera llevado. Se sentó y empezó a leerlo. Al<br />
60
finalizar el tercer capítulo supo que debía entregárselo a Catalina, si<br />
ella regresaba. Vaya, debía volver. Tenía la seguridad de que estaría<br />
aquí un día cualquiera. No podía ser de otra manera. A diferencia de<br />
Catalina, a él no lo estremecía el descaro de los imposibles que<br />
penetran en nuestra realidad.<br />
Braulio pasaba por ahí varias veces al día. Iba de las oficinas de<br />
su trabajo a la Central, y volvía. Bien podía cargar siempre con el<br />
ejemplar y entregarlo a su dueña, cuando coincidieran en el parque.<br />
Los meses transcurrieron con la lentitud del caracol en su<br />
laberinto. Deseaba encontrarla, no solo en el parque, sino en<br />
cualquier esquina, en el café de las tardes, en las salas de cine, en la<br />
oscuridad de su habitación. La incógnita le agotaba su capacidad de<br />
respuestas. O coincidía con ella en el mismo espacio y a la misma<br />
hora, o leía el resto de la novela. Tenía que ser ya.<br />
No había deseado pasar del tercer capítulo, pero su resistencia<br />
tenía un límite. Decidió leer el resto de la novela un sábado de otoño.<br />
Dio un paseo por el parque con la esperanza de tropezar con la dueña<br />
del libro, de descubrir el rostro desconocido. Absurdo. Se sentó en el<br />
césped, delante del sitio donde lo había encontrado. Retomó la<br />
lectura. Llegado al último capítulo, lo cerró. No quería conocer el<br />
final. Se levantó, se sacudió los pantalones y, al levantar la mirada, se<br />
tropezó con la de Catalina.<br />
Permanecieron inmóviles varios minutos. Catalina quiso decir<br />
algo. Se contuvo. Si bien ella había servido de modelo para el<br />
personaje femenino, el parecido de Braulio con el personaje de la<br />
novela de su hermano le sorprendió. Imposible que Alberto lo<br />
conociera de antemano.<br />
Braulio vivía la conmoción de tener frente a sí a la mujer de la<br />
historia —imposible, se decía— tal y como la había construido en su<br />
imaginación lectora. Se había acostumbrado a que el personaje<br />
masculino se pareciera a él, ya en lo físico, ya en sus pensamientos y<br />
61
acciones. Pero ¿ella? Aunque sabía que la iba a conocer al levantarse,<br />
la realidad era arrebatadora.<br />
—¿Has leído el último capítulo?<br />
Preguntaron al unísono. La respuesta negativa surgió también al<br />
mismo tiempo. No deseaban conocer el desenlace de una mujer y un<br />
hombre que se encontraron frente al banco de un parque, gracias a<br />
que ella había dejado un libro ahí tras una noticia funesta, libro que él<br />
guardaría para cuando ella volviera.<br />
Con implícita complicidad, dejaron el final de su historia para<br />
los inverosímiles de la realidad y se alejaron entre la diversión de sus<br />
palabras.<br />
¿El libro?, quedó aquí a mi cuidado. A la hora, una chica<br />
morena con ojos de cielo se sentó, me miró a mí, hacia el libro y los<br />
alrededores del parque. Tras cerciorarse de que nadie la veía, lo metió<br />
en su bolso con un movimiento rápido, y así se alejó. Mi innata<br />
mudez me impidió pedir ayuda para que detuvieran a la ladrona.<br />
Tampoco corrí tras ella. Imposible, con mis patas de metal.<br />
José Luis Sandín (València)<br />
62
Sobrevivir<br />
Kiss of the wind – Maryna Khomenko https://500px.com/manirka<br />
Me quedan aún por ver algunas cosas,<br />
no quiero asentar aquí mi cabeza.<br />
Propongo vivir hoy un sueño nuevo,<br />
propongo viajar a través del sueño.<br />
No quiero de nuevo parar el tiempo.<br />
¡Sí tal vez, revivir algún momento!<br />
Quiero borrar de un golpe lo sufrido...<br />
No puedo, no, afrontar sola mis miedos.<br />
No me ofrezcas una tranquila vida,<br />
la tuve. Escapé para no volver.<br />
Dame la fuerza, el ímpetu del viento.<br />
Súbeme a una dulce nube de algodón.<br />
¡Déjame ser feliz a mi manera,<br />
que la vida sola ya me zarandea.<br />
Carmen Fabiá Mir (València)<br />
63
Inside silence – Laura Makabresku http://lauramakabresku.blogspot.com.es/<br />
Fotografía aportada por la autora<br />
64
Abrazar al sol<br />
Estoy celosa del viento<br />
que cambia el gesto en tu cara<br />
mientras corres en silencio<br />
despeinándote la barba.<br />
Estoy celosa de la lluvia<br />
y el café que te acompaña<br />
porque aún no encuentro una excusa<br />
para invitarte a mi casa.<br />
Esas cosas que te han gustado<br />
y las canciones que has cantado<br />
siguen colándose entre pensamientos<br />
de posibilidades y lamentos.<br />
Estoy celosa de vos<br />
y lo bien que vivís sin mí.<br />
Porque no logro abrazar al sol<br />
sin invocarte al escribir.<br />
Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />
65
René Descartes – Jelena Vasiljevic http://didulidudadu.deviantart.com/<br />
66
¿Un fallo en el método?<br />
Cristina se apresuró a levantarse de la cama al primer canto del<br />
gallo.<br />
Su amado René iba a hablarle esa mañana de la importancia de<br />
elegir un método adecuado para evitar caer en el error. Le había<br />
asegurado, el día anterior, que solo consistía en seguir, eso sí, a<br />
rajatabla, cuatro sencillas reglas. Realizó sus abluciones de forma<br />
apresurada, se puso un vestido cómodo y recogió su melena en un<br />
sencillo moño. Odiaba los afeites y adornos en su cuerpo gordezuelo<br />
y algo contrahecho.<br />
Cuando llegó a la biblioteca encontró a René desmejorado,<br />
estaba sentado junto al fuego y tenía la mirada extraviada. Pidió<br />
ayuda a sus criados para trasladarlo a su alcoba y tuvo que<br />
contentarse con leer los manuscritos del maestro para saber de la<br />
evidencia, el análisis, la síntesis y la enumeración.<br />
El método, infalible según René, para hallar la verdad, le falló a<br />
Cristina de Suecia para descubrir quién había envenenado con<br />
arsénico a su querido filósofo o quizá sí le sirvió y no contenta con las<br />
certezas que encontró, enmascaró el enojoso asunto con una muerte<br />
por neumonía debida a los rigores del clima. Así acabó sus días<br />
Descartes entre los misterios de los muros de un palacio sueco.<br />
Lu Hoyos (València)<br />
67
Fotografía aportada por la autora<br />
68
Sin decir adiós<br />
Me despido de ti,<br />
sin despedirme,<br />
para quedarme en tu mirada.<br />
Como agua cristalina,<br />
se escurre el tiempo<br />
entre mis manos,<br />
quiero atraparte,<br />
para siempre en el abrazo,<br />
en el momento en que dices<br />
que me quieres,<br />
caen lágrimas,<br />
son perlas de rocío,<br />
tu ausencia,<br />
es la ausencia anticipada.<br />
Me voy, y me llevo<br />
tu cariño, tus promesas,<br />
y las mías.<br />
En un rinconcito<br />
de mi alma se acurruca,<br />
esa única imagen en un sueño,<br />
y se funde con lo dulce<br />
y lo amargo de lo eterno.<br />
Mirta Calabrese De Luca (Sant Celoni, Barcelona)<br />
http://deshojandoversos.blogspot.com.es/<br />
69
Síndrome de Diógenes – Josemi Campaña<br />
https://josemicam.blogspot.com.es/<br />
70
Un tipo con suerte<br />
No soy un cleptómano, ¡qué ocurrencia!, y me ofende<br />
terriblemente que de mí hayan llegado a imaginar tal cosa.<br />
Simplemente soy un tipo con suerte. Un coleccionista, si precisan<br />
catalogarme de algún modo. Un coleccionista de extravíos ajenos. Sí,<br />
me gusta esa expresión y pronto verán como a la perfección me<br />
define.<br />
Aunque no lo crean, cada día, en cada esquina, los más<br />
insospechados hallazgos salen a mi paso. Esta ciudad está repleta de<br />
tesoros. Al parecer, sin embargo, poca gente los detecta y no entiendo<br />
por qué ni cómo es posible que a todo el mundo pasen tan<br />
inadvertidos, que nadie se percate de la existencia de semejantes<br />
maravillas cuando a mí, a cada instante, me asaltan por sorpresa. Sólo<br />
es cuestión de andar alerta y con los ojos bien abiertos para no perder<br />
la oportunidad. Nunca se sabe lo que uno habrá de precisar en estos<br />
tiempos inciertos. Ya ven, hoy ha sido este magnífico libro que con<br />
veneración sostengo entre mis manos, algo malherido y deshojado,<br />
cierto es, pero regalo inesperado de los dioses para el lector<br />
impenitente y obsesivo que, a pesar de todo, aún habita en mí. Hace<br />
unos días ese colchón tan acogedor y blandito con el que casi<br />
tropiezan al entrar, todo está manga por hombro, bien lo sé y ya me<br />
disculparán ustedes pero no esperaba visitas a estas horas, ni a éstas ni<br />
a ninguna en realidad —cierta belleza existe, sin embargo, entre las<br />
ruinas de este caos ¿no creen? a mí al menos así me lo parece, cierta<br />
armonía diría—. Incluso, escondida por algún rincón, me acompaña<br />
una encantadora y traviesa familia de ratoncitos que hace algunas<br />
noches encontré a punto ya de desfallecer de frío —inmisericorde<br />
invierno este que vivimos— y que desde entonces entretiene mi<br />
soledad. Nunca imaginarían lo simpáticos y divertidos que pueden<br />
71
llegar a ser estos animalillos, aunque algo tímidos y asustadizos<br />
también, no lo niego.<br />
Por cierto, mi nombre es Ernesto, se lo dije hace un momento<br />
¿recuerdan? -ER-NES-TO- y que yo sepa no padezco síndrome<br />
alguno, así que dejen ya de llamarme Diógenes, háganme el favor.<br />
Marta Navarro (València)<br />
https://cuentosvagabundos.blogspot.com.es/<br />
72
Carta al viento<br />
Father & son – Chris Cook https://500px.com/cookphoto<br />
Aunque en mi hoy la nostalgia, llena de noche mi ahora.<br />
Aunque las palabras sean solo meras caricaturas de lo que siento y su<br />
ausencia me duela como una puñalada trapera, mal dada y a<br />
conciencia.<br />
Y se marchó, sin decir adiós, sin un «te quiero», hizo mutis por<br />
el foro y no pude decirle cuanto le quería. A pesar de sus ausencias, a<br />
pesar de tantas noches en vela, a pesar de muchas cosas que quedan<br />
guardadas en mil silencios.<br />
73
Y le quise. Le quise como solo un hijo puede querer a un padre.<br />
Le quise con el dolor de saber que nunca me entendió, que nunca<br />
pudimos compartir nada más que sueños rotos.<br />
Le quise y le odié.<br />
Y hace cuatro años o quizás cinco... se fue.<br />
Me quedo con los buenos ratos , lejanos y fugaces , con su voz<br />
cascada y rota por la vida que llevó; por esa foto descolorida en la que<br />
me abraza teniendo yo apenas cinco o seis años mirando desde el<br />
séptimo piso de casa de mis tíos... el horizonte.<br />
Me quedo con esas despedidas silenciosas, los domingos por la<br />
noche, cuando me llevaba en coche a la parada del autobús que me<br />
devolvía al cuartel.<br />
Con su fuerte mano cuando en mi cumpleaños me llevaba a<br />
comprar juguetes.<br />
Quizás no fuiste el padre que yo quería, ni yo tu hijo soñado,<br />
pero gracias a ti hoy soy la persona que soy.<br />
Y nunca te lo dije.<br />
Me cargué de reproches y dolor e intenté darte todo mi amor...<br />
pero jamás te dije te quiero porque no sabía cómo hacerlo.<br />
Aprendí a sobrevivir, encerrado entre cuatro paredes, entre mil<br />
silencios y cargado de miedos, por tener que asumir el mando cuando<br />
apenas era más que un imberbe adolescente. Intentando parchear lo<br />
irremediable y sin tener más medios para hacerlo que unas manos<br />
vacías y la desesperación de la impotencia que sientes al no poder<br />
hacer nada.<br />
Y naufragué...<br />
74
Ahora soy capitán de barco y tengo mi propio grumete, y no<br />
pasa un día sin que le diga cuanto le quiero, aunque aún sigo sin saber<br />
cómo hacerlo.<br />
¿O quizás sí?...<br />
En él veo sin palabras... tu mirada. Esa mirada que me decía<br />
«gracias» cuando te llevaba al médico en tus últimos momentos (sin<br />
yo saberlo).<br />
Y un día le hablaré de ti, con el orgullo de un hijo que aún<br />
quiere a su padre y de esa foto descolorida que guardo encima de mi<br />
mesita. Le hablaré de su abuelo, pero solo, solo, de lo bueno y de<br />
cuánto aún... le quiero.<br />
Vicente Rius Máñez (València)<br />
75
Presentación/guateque «Relatos con banda sonora»<br />
Café Musical (Valencia, 13 de mayo <strong>2017</strong>)<br />
Os dejamos algunas fotos de este memorable evento<br />
76
Xenia Rambla, Susana Gisbert y Lu Hoyos<br />
Amparo Hoyos (centro) con unos amigos<br />
77
Javi Díaz, Almudena Villalba, una amiga y Lola Piera<br />
Isabel Sifre, Xenia Rambla, Lu Hoyos, Susana Gisbert y Marisa Martínez<br />
78
Marisa Martínez<br />
Amparo Hoyos y Eulalia Rubio, entre amigos.<br />
79
Nuestros libros<br />
Nos complace informar que nuestra nueva y flamante<br />
criatura ya está disponible en Amazon<br />
¡Hazte con ella si aún no la tienes!<br />
80
Y recordad que su hermanos,<br />
«Buffet Libre» (2015) y «El tiempo y la vida» (2016),<br />
otras dos antologías de relatos y microrrelatos<br />
con la participación de escritores habituales<br />
de la revista VALENCIA ESCRIBE,<br />
siguen de oferta en AMAZON (versiones papel y digital)<br />
¡Hemos tirado los precios!<br />
81
Libros de nuestras/os colaboradores<br />
Los demonios exteriores – David Rubio Sánchez<br />
(Disponible en Amazon)<br />
Contemplamos las estrellas buscando esperanza, anhelando que<br />
otros seres vengan a nuestro encuentro para revelarnos los misterios<br />
del universo, pero ¿y si traen consigo las mismas miserias e intereses<br />
que nosotros? O, a lo peor, ¿y si encontramos una especie con todas<br />
las respuestas?<br />
¿Qué vendría después? Descubre a través de diez relatos la<br />
historia más grande de la humanidad, la que comenzará con la<br />
llegada de los demonios exteriores.<br />
82
Sobres y cartas – PernandoGaztelu<br />
(Disponible en Amazon)<br />
Once relatos y diez cartas en los que la ficción se confunde con<br />
la realidad y donde ambos géneros se complementan, recuperando la<br />
literatura en segunda persona, la poesía social y la comedia. Muerte,<br />
amenazas, torturas, desengaños, ilusiones, poesía, perversión, sexo e<br />
incluso humor. Esquelas imposibles y relatos irreverentes se suceden<br />
en orden aleatorio con un único afán: entretener.<br />
83
Palabras en la basura<br />
Alberto Basterrechea, «Neorrabioso»<br />
http://neorrabioso.blogspot.com.es/<br />
84
Números anteriores de Valencia Escribe<br />
Número 26 (Octubre 2016)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55984583/ve-26-octubre<br />
Número 27 (Noviembre 2016)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/56195419/ve-27-noviembre<br />
Número 28 (Diciembre 2016)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/56449121/ve-28-diciembre<br />
Número 29 (Enero <strong>2017</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/56611987/ve-29-enero<br />
Número 30 (Febrero <strong>2017</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/56798796/ve-30-febrero<br />
Número 31 (Marzo <strong>2017</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/57120791/ve-31-marzo<br />
Número 32 (Abril <strong>2017</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/58071760/ve-32-abril<br />
Número 33 (Mayo <strong>2017</strong>)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/58321161/ve-33-mayo<br />
NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista<br />
85
Valencia Escribe en las redes<br />
Os recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia<br />
Escribe, además de otras cosas, seguimos colgando convocatorias de<br />
concursos literarios que os podrían interesar<br />
https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/1<strong>34</strong>450789952020<br />
Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o<br />
mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que<br />
también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs<br />
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Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que<br />
para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe<br />
Haiku. Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las<br />
reglas…<br />
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más interesantes a celebrar en Valencia y alrededores? Exposiciones,<br />
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Valencia Escribe (y mucho) es un grupo creado para compartir<br />
vuestros poemas, microrrelatos y entradas de cualesquiera blogs<br />
literarios mantenidos por los amigos que integran esta familia que<br />
cada vez se hace más y más y más grande.<br />
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86
¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus<br />
lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,<br />
decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir<br />
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87
La foto de Miguel<br />
Moros y cristianos (Alcoi) - Miguel García Rodríguez (València)<br />
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