Revista Nana #05
Epidural, una ventaja frente a muchos inconvenientes. Cesárea ¿Sí o no?. El síndrome del tercer día. Grupos de apoyo a la lactancia en las Islas Canarias. Colecho a demanda. Prohibido no disfrutar del verano. Porteo, mucho más que una manera de transportar al bebé. Pasar todo un verano en pareja y no morir en el intento. Recomendaciones y sugerencias de lectura.
Epidural, una ventaja frente a muchos inconvenientes. Cesárea ¿Sí o no?. El síndrome del tercer día. Grupos de apoyo a la lactancia en las Islas Canarias. Colecho a demanda. Prohibido no disfrutar del verano. Porteo, mucho más que una manera de transportar al bebé. Pasar todo un verano en pareja y no morir en el intento. Recomendaciones y sugerencias de lectura.
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queño. Al final, nadie descansaba, y al día<br />
siguiente se podía hacer un asaderito con<br />
los humores reinantes en el hogar.<br />
Empezamos a preguntarnos por qué teníamos<br />
que seguir al pie de la letra las indicaciones<br />
de los libros, de los blogs, de la<br />
familia o de los amigos. Si el cuerpo nos<br />
pedía otra cosa ¡pues adelante!.<br />
Fue entonces cuando comenzamos a colechar.<br />
¿colequé? La definición dice: “el colecho<br />
o cama familiar es una práctica en la<br />
que bebés o niños pequeños duermen con<br />
uno o los dos progenitores.<br />
Se practicó ampliamente hasta el siglo XIX<br />
en Europa hasta que las casas comenzaron<br />
a tener más de un dormitorio y los niños<br />
su propia cuna.<br />
En muchas partes del mundo el colecho<br />
se practica simplemente para mantener al<br />
niño caliente durante la noche. En nuestra<br />
cultura occidental, el colecho está siendo<br />
reintroducido por los partidarios de la<br />
‘crianza con apego’, que lo incluyen entre<br />
las prácticas naturales para una crianza<br />
saludable y feliz de los niños”.<br />
En realidad no estábamos inventando<br />
nada, incorporamos una cama tamaño estándar<br />
en la habitación del pequeño, pegada<br />
a la cuna. Esta cama nos permitía<br />
tres cosas fundamentales:<br />
Primero, dormir junto al pequeño en su<br />
habitación si era necesario.<br />
Segundo, si el pequeño se dormía en su<br />
cuna por la noche, podíamos acudir (y seguir<br />
durmiendo junto a él) cuando nos reclamaba<br />
por las noches, ya sea porque necesitaba<br />
compañía o tomar la teta.<br />
Y tercero, si el niño se dormía en ‘nuestra’<br />
cama, cualquiera de nosotros podía recurrir<br />
a la cama de esa habitación y seguir<br />
con el sueño, dejando al otro al cuidado<br />
del pequeño.<br />
Es decir, en esta especie de tetris del sueño,<br />
era una intriga saber cómo nos iríamos<br />
a la cama y mejor aún, nunca sabíamos<br />
dónde nos levantaríamos.<br />
Y digo ‘nuestra’ entre comillas, porque<br />
ese sentimiento de pertenencia del lecho<br />
se fue perdiendo poco a poco. De hecho<br />
la habitación matrimonial cambió, la<br />
cama se pegó a la pared y todo elemento<br />
decorativo, con filo, en punta o de cristal,<br />
desapareció.<br />
Cuando dejamos de preocuparnos por el<br />
lugar en el que debía dormir cada uno, y<br />
priorizamos adaptarnos a las necesidades<br />
del bebé, la cosa marchó mejor y se ordenó.<br />
Descansamos mejor, nos levantábamos<br />
menos irritados y la relación entre nosotros<br />
mejoró. Ya no queríamos matarnos<br />
por la mañana.<br />
Las relaciones sexuales se volvieron más<br />
interesantes, porque como el niño dormía<br />
en distintos lugares, nosotros disfrutábamos<br />
descubriendo nuevos sitios dentro de<br />
la casa, escabulléndonos en horarios intempestivos,<br />
a oscuras y rapidito, vamos,<br />
sexo ninja* en toda regla.<br />
Hay indicaciones muy interesantes de la<br />
OMS (Organización Mundial de la Salud)<br />
sobre el colecho, o libros sobre el sueño<br />
como ‘Dormir sin lágrimas’ de Rosa Jové,<br />
por citar algunas de las fuentes a las que<br />
recurrimos para informarnos un poco más.<br />
De tantas referencias fuimos quedándonos<br />
con lo que nos pareció mejor, y adaptándolo<br />
a los distintos momentos de nuestra<br />
vida cotidiana, a nuestra realidad.<br />
Esta filosofía del sueño familiar la aplicamos<br />
también con la pequeña. Cuando llegó<br />
al hogar, el niño ya tenía 3 años y dor-<br />
Reflexiones<br />
<strong>Revista</strong> <strong>Nana</strong> •<br />
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