El síndrome del tercer día “Cuando llegué a casa con aquella criaturita en brazos me sentí perdida... 12 • <strong>Revista</strong> <strong>Nana</strong>
... Me abrumó la idea de pensar que dependía de mí para todo y me sentí débil, incapaz de soportar las noches en vela y de entender lo que mi bebé quería comunicarme en determinados momentos con su llanto. Apenas le sentía moverse, le ofrecía el pecho, que agarraba gustosamente… no era un bebé llorón pero yo sí lo era… era una madre llorona y desagradecida, que aun teniendo un bebé bueno y precioso era incapaz de sentir felicidad y solo me sentía una mujer débil y, de rebote, culpable” Esta historia podría ser real, de hecho, 8 de cada 10 mujeres sienten lo que llamamos tristeza posparto o síndrome del tercer día, en inglés Maternity blues o la tristeza de la maternidad. Se habla largo y tendido de los cambios que se suceden durante los meses de embarazo, sin embargo, se habla mucho menos de lo que ocurre al volver a casa tras el nacimiento del propio hijo, creyendo que la vuelta a la “normalidad” física y mental será , o deseando que sea instantánea, cuando en realidad, cuerpo y mente necesitan un tiempo indeterminado (que dependerá de cada mujer) para adaptarse a la nueva etapa. Si bien es cierto que hormonas como la prolactina y la oxitocina predisponen al comportamiento maternal y las endorfinas favorecen ese vínculo con el bebé que le garantiza la supervivencia, tan bien lo es que, no importa el embarazo o el parto que hayas tenido, lo maravillosa y comprometida que seas, cualquier mamá puede sentir esa montaña rusa emocional”que supone el puerperio o posparto. Todos los cambios que se han sucedido en tu cuerpo y en tu vida en los últimos meses culminan con el crecimiento de la familia, dentro de la cual, cada miembro debe buscar su sitio, adaptándose los unos a los otros y a la nueva situación. Quizás estos sentimientos tengan un origen físico, hormonal, mental, pero es seguro que están potenciados por los retos o expectativas que nos imponemos como madres y como mujeres. Es habitual que aparezca alrededor del tercer día del posparto y puede durar hasta 2-3 semanas. De hecho, si pensamos en la posible incomodidad por los puntos si los hubiera, las ganas de volver a tu casa/tu nido si has dado a luz en un hospital, las expectativas del parto cumplidas o no, la separación física del bebé que supone el fin del embarazo, el cansancio acumulado tras el parto y falta de sueño de los primeros días, la preocupación por si serás una buena madre, las dudas (muchas veces infundadas e infundidas, aunque comprensibles) sobre si tu leche le está alimentando bien, la autoexigencia de volver a las actividades de la vida diaria con prontitud, los cánones de belleza puerperal que se estilan en los medios de comunicación… la verdad es que, lo raro sería estar dando saltos de alegría… Cada mujer puede tener alguno de estos sentimientos en mayor o menor medida, todos o quizás ninguno… cada persona es distinta e incluso, en la misma mujer, cada embarazo, parto y puerperio pueden ser completamente diferentes: - Irritabilidad - Llanto - Dificultad para dormir - Ansiedad - Labilidad emocional - Dificultad para concentrarse - Impaciencia - Inapetencia Estos síntomas van desapareciendo a medida que te adaptas a la nueva situación y dicha desaparición se ve favorecida por el descanso, el alimentarse correctamente, el sentirse arropada por tus seres queridos o gozar de un apoyo profesional adecuado que sepa reconocer por lo que estás pasando y diferenciarlo de la depresión posparto que es un trastorno severo, mucho menos frecuente, que no desaparece espontáneamente, se alarga durante más tiempo y suele impedir continuar con el día a día de la madre. A diferencia de la triste- Salud <strong>Revista</strong> <strong>Nana</strong> • 13