02.05.2017 Views

La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

Una novela de David Ebershoff

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Lili, no Einar, quien había sentido las ásperas puntas de sus dedos contra su piel.<br />

—Me alegro muchísimo de haberte conocido —le dijo Lili.<br />

—También yo.<br />

—Y de que podamos conocernos mejor de esta manera.<br />

Hans asintió. Estaba mirando la colección de tarjetas postales. Seleccionaba las<br />

que le gustaban más: la del Casino Municipal, la del bosquecillo de naranjos al pie de<br />

una colina, y se las pasaba a Lili.<br />

—Eres una <strong>chica</strong> estupenda, Lili. Algún día harás muy feliz a un hombre.<br />

Hans debió de darse cuenta en aquel momento de lo que Lili sentía, porque dejó<br />

el cigarrillo y las tarjetas y dijo:<br />

—Dime, Lili, ¿has pensado, quizá, que… nosotros? Pues, entonces, lo siento de<br />

veras, pero es que soy demasiado viejo para ti. Me he convertido en un viejo<br />

demasiado atrabiliario para una persona como tú.<br />

Hans se puso a hablarle de la <strong>chica</strong> a la que había amado y perdido. Le contó que<br />

su madre le había dicho que no volviera nunca más a Bluetooth cuando Ingrid —esto<br />

había sido hacía muchos años— quedó embarazada. Se instalaron en París, enfrente<br />

del Panteón, en un piso de paredes empapeladas. Ella era muy delgada, excepto por<br />

su vientre, que crecía cada vez más, y tenía los brazos pecosos. Una tarde de agosto<br />

como ésta, dijo Hans señalando al cielo, estaban los dos bañándose en un río con un<br />

lecho de rocas blancas y moteado de hojas amarillentas. Ingrid se metió en el agua<br />

con los brazos extendidos para no perder el equilibrio. Hans la contemplaba desde la<br />

orilla mientras comía un poco de jamón. Y, de pronto, el tobillo de Ingrid cedió, gritó,<br />

y la corriente se la llevó.<br />

—No pude llegar hasta ella a tiempo —dijo Hans.<br />

Aparte de esta tragedia, su vida había sido buena.<br />

—Porque me fui de Dinamarca —le dijo—. Allí la vida es demasiado ordenada y<br />

precisa para mí. Demasiado cómoda.<br />

Eso mismo decía a veces Greta, cuando no podía pintar y sus amigos los<br />

invitaban a cenar: «Demasiado cómoda y apacible para pintar», decía agitando sus<br />

brazaletes de plata, «demasiado cómoda y apacible para ser libre».<br />

—Y ahora llevo tanto tiempo viviendo solo, que no estoy muy seguro de que<br />

pudiera casarme. Estoy demasiado apegado a mis rutinas, eso es lo que me pasa —<br />

concluyó Hans.<br />

—¿Nunca se te ha ocurrido pensar que el matrimonio es algo único, a lo que<br />

todos deberíamos aspirar como lo más importante de nuestra vida, que te hace<br />

sentirte más completo que vivir solo?<br />

—No creo que siempre sea así.<br />

—Yo pienso que sí. El matrimonio es como una tercera persona —dijo Lili—.<br />

Crea a alguien más, por así decirlo; se deja de ser sólo dos personas.<br />

—Ya, pero eso no es siempre lo mejor —dijo Hans—. Por cierto, ¿de dónde has<br />

sacado esas ideas?<br />

www.lectulandia.com - Página 79

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!