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Cuando Einar le preguntó por la velada con Hans, Greta le explicó cosas que no<br />
recordaba.<br />
—¿Quieres decir que se te ha olvidado? —le dijo a la mañana siguiente—. ¿Que<br />
se te ha olvidado que le dijiste que teníais que volver a veros?<br />
Einar sólo recordaba parte de lo ocurrido la noche anterior. Cuando Greta le dijo<br />
que Lili se había puesto de puntillas para dar a Hans un beso de despedida, se sintió<br />
tan avergonzado que llevó una silla metálica a la terraza y permaneció durante casi<br />
una hora mirando los limoneros del parque. No le parecía posible una cosa así. Era<br />
como si no hubiese estado presente en la cena.<br />
—Se alegró mucho de conocer a Lili. Y habló con cariño de Einar. Está<br />
impaciente por volverte a ver. ¿De eso tampoco te acuerdas? —le preguntó Greta, que<br />
no había dormido bien, y tenía los ojos como perdidos en las cuencas—. Le<br />
prometiste que volvería a ver a Lili hoy —añadió.<br />
—No fui yo —dijo Einar—, fue Lili.<br />
—Sí —asintió Greta—, fue Lili. Siempre se me olvida.<br />
—Pero si no querías que Lili viniese a visitarnos, ¿por qué no lo dijiste?<br />
—No es eso. Claro que quería que Lili viniese. Lo que pasa es que… —Greta<br />
hizo una pausa—. Lo que pasa es que no sé a ciencia cierta qué actitud quieres que<br />
adopte con ella.<br />
Greta se enderezó en el sofá y se puso a pellizcar las conchas de las orejas de mar<br />
del biombo chino.<br />
—Tú no tienes que hacer nada —dijo Einar—, ¿no te das cuenta?<br />
No acababa de entender por qué Greta no dejaba a Lili ir y venir en paz, sin<br />
preocuparse tanto por ella. ¿Si a él no le preocupaba, por qué había de preocuparla a<br />
ella? Lo que tenía que hacer Greta era limitarse a pintar el retrato de Lili cuando a<br />
ésta le viniera bien posar. Y dejar de hacerle preguntas, y de mirarla como a un bicho<br />
raro cada vez que entraba y salía del apartamento. A veces, saber que Greta estaba al<br />
otro lado de la puerta, esperando a que volviese, bastaba para llenar a Lili de una<br />
rabia que hacía que le sudaran copiosamente los sobacos.<br />
Y, sin embargo, Einar sabía muy bien que tanto él como Lili, sí, Lili, necesitaban<br />
a Greta.<br />
Hans había quedado en encontrarse con Lili a las cuatro de la tarde delante del<br />
Casino Municipal, que estaba en la Promenade du Midi, detrás de la rocosa playa.<br />
Esa mañana Greta estaba pintando en el cuarto de estar. Einar, por su parte, trataba de<br />
pintar en el vestíbulo, que daba a la parte trasera de la iglesia de Saint Michel, cuya<br />
piedra estaba oscura y enrojecida por la sombra matinal. Cada quince minutos o así,<br />
Greta murmuraba:<br />
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