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La chica danesa

Una novela de David Ebershoff

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—Está solo en Copenhague esta noche, me temo —dijo Greta—, demasiado<br />

ocupado con su trabajo hasta para tomarse unas pequeñas vacaciones.<br />

Lili asintió y se llevó a la boca la punta de su servilleta. Hans se retrepó en su<br />

silla, mientras con el tenedor ensartaba los calamares, y dijo:<br />

—Pues, sí, eso que dices me recuerda a Einar.<br />

Les contó a continuación que Einar solía llevar su caja de colores al pastel cuando<br />

salían juntos para dibujar escenas del pantano en las peñas. Por la noche, sus dibujos<br />

los borraba la lluvia, y al día siguiente volvía allí, con su caja de colores al pastel, a<br />

repetir la operación.<br />

—Y a veces te dibujaba a ti —dijo Lili.<br />

—Sí, claro, horas y horas. Me sentaba al borde del camino, y así podía dibujar mi<br />

rostro en la roca.<br />

Lili, notó Greta, había echado los hombros un poco para atrás, lo que hacía que<br />

sus pechos se proyectaran como las rugosas mimosas que crecían en las montañas por<br />

encima de Menton. Greta olvidó, o casi olvidó, que los pechos de Lili no eran pechos,<br />

sino aguacates envueltos en pañuelos de seda y metidos bajo la camisola de verano<br />

que Greta había comprado aquella misma mañana en el gran almacén que había junto<br />

a la estación.<br />

Greta notó también la manera que tenía Lili —con los ojos de Einar bien vivos<br />

bajo el maquillaje que le cubría los párpados— de hablar con Hans sobre Jutlandia.<br />

En su forma de morderse el labio antes de responder a una de las preguntas de Hans<br />

había una honda añoranza. Y en su manera de levantar la barbilla.<br />

—Sé que a Einar le gustaría verte —dijo Lili—. Me ha dicho que el día que te<br />

escapaste de Bluetooth fue el peor de su vida. Dice que eras la única persona que le<br />

dejaba pintar en paz, que le decía que, pasara lo que pasase, la única salida para él era<br />

hacerse pintor.<br />

<strong>La</strong> mano de Lili, que, bajo la lámpara en forma de vela, parecía demasiado<br />

huesuda y fina para ser de hombre, se doblaba y arqueaba hacía el hombro de Hans.<br />

Algo más tarde, Lili y Greta estaban en el ascensor que les llevaba a su<br />

apartamento. Greta estaba fatigada y quería que Einar se quitase el vestido y se lavase<br />

los labios.<br />

—Hans no se dio cuenta, ¿eh? —dijo, con los brazos cruzados sobre los pechos,<br />

que, dadas las circunstancias, eran más planos que los de Lili.<br />

En el techo del ascensor había dos bombillas sin tulipa, de modo que la luz<br />

mostraba crudamente las arrugas de la frente de Einar y en torno a su boca, donde la<br />

base anaranjada del maquillaje se le notaba ahora entre las cuentas de ámbar. Olía a<br />

macho: un olor a hoja húmeda que procedía de los oscuros boquetes donde sus brazos<br />

se juntaban con sus hombros y su pierna derecha con su pierna izquierda.<br />

Greta se quedó dormida antes de que Einar se acostase. Cuando despertó, vio a<br />

Lili echada, todavía en camisola, bajo la sábana de verano. Tenía el pelo apelmazado,<br />

y el rostro, bajo la luz débil, estaba limpio y comenzaba a mostrar vello en las<br />

www.lectulandia.com - Página 68

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