02.05.2017
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Primera parte Copenhague, 1925 www.lectulandia.com - Página 6
1 Su mujer fue la primera en saberlo. —¿Me harías un pequeño favor? —le preguntó Greta desde el dormitorio la primera tarde—. ¿Me echarías una mano un momento? —Por supuesto —dijo Einar con los ojos fijos en el lienzo—, lo que haga falta. Era un día frío; una brisa gélida llegaba del Báltico. Estaban en su apartamento de la Casa de las Viudas, y Einar, bajito y que aún no había cumplido los treinta y cinco años, pintaba de memoria. Una escena invernal del Kattegat. El agua negra estaba salpicada de espuma blanca y era cruel, la tumba de cientos de pescadores que volvían a Copenhague con su salado botín. El vecino de abajo era marinero, tenía la cabeza en forma de bala y maldecía a su mujer. Cuando Einar pintaba el rizo gris de cada ola, se lo imaginaba ahogándose mientras su voz aguardentosa seguía llamando puta de puerto a su mujer. Así era como Einar acertaba con la mezcla exacta de colores: lo bastante gris para tragarse a un hombre como aquél, para envolver como una masa de pastel su ronca voz que se hundía. —En un momento estoy contigo —dijo Greta, que era más joven que su marido y tenía un bello rostro, ancho y chato—, y entonces podemos empezar. También en esto Einar era distinto de su mujer. Él pintaba la tierra y el mar, pequeños rectángulos iluminados por la luz oblicua de junio o tamizados por el sol monótono de enero. Greta pintaba retratos, con frecuencia de tamaño natural, de gente importante de aspecto bondadoso, con los labios rosados y el canoso cabello reluciente. El señor I. Glückstadt, el financiero que estaba detrás del Puerto Franco de Copenhague. Christian Dahlgaard, el peletero proveedor de la Real Casa. Ivar Knudsen, socio de la empresa naviera Burmeister y Wain. Aquel día le hubiera tocado el turno a Anna Fonsmark, mezzo-soprano de la Real Opera Danesa. Presidentes de consejos de administración y magnates encargaban a Greta sus retratos para colgarlos en sus despachos, encima de un archivador, o en los pasillos de sus oficinas. Greta apareció en el vano de la puerta. —¿Seguro que no te importa dejar un momento lo tuyo y echarme una mano? — le preguntó mientras se echaba el pelo hacia atrás—. Si te lo pedí, es porque es importante. Resulta que Anna me ha vuelto a llamar para decirme que no puede venir. ¿Te importaría ponerte sus medias? —añadió Greta—. ¿Y sus zapatos? El sol de abril relucía detrás de Greta y se filtraba a través de las sedosas hebras que le colgaban, lacias, de la mano. Por la ventana, Einar veía la Torre Redonda, semejante a una enorme chimenea de ladrillo, y, sobre ella, el avión del Deutscher Aero-Lloyd, en su regreso diario a Berlín. —¡Greta! —dijo Einar—. ¿Qué quieres decir? www.lectulandia.com - Página 7
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Copenhague, en 1925. Greta y Einar
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Título original: The Danish Girl D
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Una gota de pintura viscosa le cay
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—Por favor, ten cuidado —le dij
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con precisión el relucir de un ojo
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la pechera. Le sudaban los sobacos
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2 Greta Wegener tenía veintinueve
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llamando la atención de Apsley Wau
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por el asombro, como si aquello le
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cuando cenaban o leían bien entrad
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marido. Se dijo que para Einar era
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—¿No quedamos en que no iríamos
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del Puerto Nuevo. A veces, Einar be
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3 El padre de Einar era un cultivad
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cierto alivio al ver que su extrañ
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de Berlín. Tenía forma de submari
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4 Greta celebró su decimoctavo cum
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Comenzó a ponerse una bata de pint
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tenis donde se celebraban los baile
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Avanzada la fiesta, después de los
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un pliegue de piel impuesto por el
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se sentía partícipe del secreto m
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Pero Lili cogió el bolso y el chal
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pescado que había en su plato hast
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Lili se llevó la mano a la nariz.
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andeja de plata. Guió personalment
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Greta. Ésta nunca se la había hec
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cajón. No, tenía que reaccionar,
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Cuando estuvieron en una calle desi
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añarse y comenzar otro cuadro. Ein
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sus sienes. También veía temblar
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ahora llevaba los dos. Y jugueteaba
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—Está solo en Copenhague esta no
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transformándose de nuevo en Lili,
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9 Cuando Einar le preguntó por la
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Einar notó que el rostro de Greta
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orina, vestida con una bata de anda
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confusa, por lo que se limitó a de
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Justo en ese momento, un súbito im
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10 El nuevo estilo de Greta consist
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de ocultarle que sangraba y se limp
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Se la dio, y Greta se la anudó en
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11 Einar se sentó junto a la venta
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—Pues la verdad es que no lo sé.
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calzoncillos. ¿Le habría contado
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gritaría a Hexler que desconectase
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El médico tenía un rostro tranqui
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preocupación en las arrugas que te
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Segunda parte París, 1929 www.lect
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Einar se quitó el chaquetón, que
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El apartamento tenía dos estudios:
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apartamento por la incomodidad trem
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Einar volvería a aquel lugar y se
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oda, Lili mirando zanahorias en el
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—¿Crees que podría? —pregunt
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contestar, añadió—: Nos marcham
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—Pero es que eso no tendría sent
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15 El olor de la sangre despertó a
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conocer a Einar. Greta tenía razó
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haberse levantado de repente dentro
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Einar entró en el urinario públic
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16 Greta vio con gran preocupación
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hermano, con la pierna mala sobre e
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prosiguiera. —Y, si quiere que le
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Greta era capaz de imaginar que fue
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17 Al día siguiente, la biblioteca
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de la tribuna pendían lacias de su
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pierna le dolía como si acabase de
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la Opera, que parecía dorada en la
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con el médico adecuado. Eso es tod
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—¿Por qué? —Por esquizofrenia
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—¿Cómo has dado con él? —le
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que tiene de bueno. Lo único que t
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18 Cuando Greta se vio con el profe
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cálido, pegajoso y denso, como met
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Copenhague; le había aplicado purp
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Bolk ya había vuelto a Dresde, de
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todas las que recordaba, era que la
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que esperar a ver cómo evoluciona.
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hacerlo, y tiró la almohada por la
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19 El tren de Einar entró en Alema
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cemento. Venía la foto del persona
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la escena por las rendijas de las p
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guerra; ahora que la contienda hab
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20 Greta estaba sentada en la otoma
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—Levantó la cara para mirarla—
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21 Einar pagó al conductor cinco m
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de rostro hundido y cuyo abrigo le
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habitación; sus zapatos negros rec
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un hombre tan convencido de ser muj
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observaba por el rabillo del ojo, p
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lamentable pasión. A la mañana si
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—No te preocupes —le dijo Lili.
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22 Greta no podía soportarlo. Se a
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—¿Qué? —¿Por qué no vas a v
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del sol al cruzar su tren el Elba p
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—¿Te tratan bien aquí? —Frau
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—No, me parece que no me entiende
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Cuando el profesor Bolk se hubo ido
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y, finalmente, a plantaciones de pa
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espinillas aprovechando que tenía
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—¡Hagan el favor de no hablar de
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atrás, por encima de las orejas. L
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24 Volvieron a la Casa de las Viuda
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permitido la conquista del Oeste. L
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25 Lili estaba sentada en la silla
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era más fina y de un color desteñ
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—No lo sé. —Estaba lista, hab
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últimamente: las comidas compartid
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que otro avión en su blanca pista
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vendedoras de los grandes almacenes
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27 A finales de la primavera ya se
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magnífico, que era como un sueño
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durante cinco mañanas la pinté se
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siempre hay entre dos personas que
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parar—: Me gustaría que vinieses
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debidamente embalado, de modo que,
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—, es que no me los puedo llevar
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Una vez que estuvieron fuera de los
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enqueando, a su zaga. En el cemente
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chicos delgados cargar sus maletas
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29 Lili tardó hasta fines de julio
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—¿Qué puede decirme? —pregunt
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—Se me ocurrió que sería buena
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alta que los sauces, más alta incl
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Agradecimientos Las personas que ha
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[1] «La perfección exige esfuerzo